septiembre 28, 2014

Las leonas del ring

El boxeo es uno de los deportes más duros y exigentes que existen, y el pensamiento dominante ha hecho el resto para que siempre haya sido considerado como un asunto viril. La lucha denodada de unas cuantas pioneras ha logrado que emerja su versión femenina, pero la igualdad entre el hombre y la mujer dista de ser una realidad también en todo lo relacionado con esta práctica deportiva. Pese a todo, cada vez son más las mujeres que reivindican su lugar en el cuadrilátero.


La boxeadora Fátima Martín, durante una pausa de su entrenamiento diario en el Club de Boxeo Elche./Joaquín Gómez Sastre

Marian Martínez y las hermanas Ariadna y Fátima Martín son tres de ellas. Fátima, la más joven, es la única que ha debutado ya, y es que aunque cada vez son más las féminas que guantean, a muchas no les resulta fácil encontrar una rival para combatir oficialmente. Marian y Ariadna lo están comprobando, aunque esperan estrenarse pronto. Los entrenamientos son intensos: comba, sprints, técnica, velocidad… Hoy, con las manos vendadas y los guantes de diez onzas puestos, toca sparring. Pero no sólo hay que enfrentarse al ejercicio y a los golpes. También a los prejuicios.

A Fátima siempre le ha atraído el boxeo, pero no se decidió a practicarlo hasta finalizar su relación con un novio al que la idea “no le gustaba nada”. Marian se subió al ring a los 32 años, a pesar de la incomprensión de su entorno: “Me costó mi matrimonio”

¿Demasiada violencia? “Hay quien piensa que estamos locas, que esto es como ir a pegarse; no ven la parte técnica”, lamenta Marian. Fátima incide en que “quien sabe de boxeo, sabe que esto no es súbete al ring y pégate”, porque “pegar no es lo más importante; de hecho, lo más importante en el boxeo no son los brazos, sino las piernas”. Y Ariadna va más allá: “Cuando no conoces este mundo, esperas que esté lleno de gente conflictiva, agresiva… pero luego es todo lo contrario, está lleno de gente súper noble que te ayuda en todo”.

¿Morbo? “Hay gente para todo –advierte Fátima-, hay gente que va a un combate por el morbo de ver pelear a dos chicas, pero hay otros que van porque les gusta el boxeo; de hecho, normalmente, las mujeres no somos tan fuertes como los hombres, pero somos más técnicas que ellos”.

¿Poca femineidad? “Supongo que somos más brutas que otra mujeres, pero yo soy femenina, porque soy mujer –aclara Fátima-; lo que sí es cierto es que una pija no podría ser boxeadora, porque se rompe una uña y se queja, pero nosotras también nos arreglamos y todo lo demás”. Ariadna coincide con ella: “Sin ese punto de bestia no puedes dedicarte a esto, hay que tener el punto ese de garra, de fuerza, de machote, de yo puedo con todo… pero cuando queremos, somos femeninas”. “Sabemos subirnos a unos tacones cuando queremos hacerlo”, ironiza Marian.

Detalle de los puños vendados de la boxeadora Fátima Martín antes de ponerse los guantes./J.G.S

El boxeo femenino vive una nueva y prometedora etapa desde la pasada olimpiada. La de San Luis 1904 ya acogió una demostración, pero ha habido que esperar más de un siglo, hasta Londres 2012, para verlo incluido en la lista oficial de deportes olímpicos. Y todo por motivos sexistas, algo que muchas boxeadoras conocen de cerca.

A Fátima siempre le ha atraído el boxeo, pero no se decidió a practicarlo hasta hace tres años, cuando finalizó su relación con un novio al que la idea “no le gustaba nada”. Marian ha hecho deporte toda su vida, aunque no se decidió a subir al ring hasta los 32 años, y lo hizo a pesar de la incomprensión de su entorno más cercano: “Me costó mi matrimonio”, dice quien comparte nombre con su púgil de referencia: Marian Lady Tiger Trimiar, la afroamericana que en 1987 protagonizó una huelga de hambre de un mes por los derechos de las mujeres en el boxeo.

Boxeadoras y boxeadores amateur ganan lo mismo: 60 euros por pelea. Pero en el campo profesional, ellos se encuentran entre los deportistas que más ganan, mientras que ellas apenas pueden vivir del boxeo

Y es que, en Estados Unidos, el final de los setenta, la década de los ochenta y el principio de los noventa del pasado siglo fueron años de protestas de mujeres como Jackie Tonawanda, Gail Grandchamp, Cathy Davis o la propia Marian Trimiar para conseguir una licencia que les permitiera boxear oficialmente. En 1993 –después de que la joven Dallas Malloy ganara un juicio federal por discriminación sexual-, Estados Unidos regulariza el boxeo femenino. Tres años más tarde, las boxeadoras Christy Martin y Deirdre Gogarty combaten antes de una pelea entre los míticos Mike Tyson y Frank Bruno, y acaban eclipsando el combate principal. Desde entonces, se suceden los países que regularizan de una u otra forma el boxeo femenino.

Pero hay más nombres propios. La británica Barbara Buttrick, primera mujer en ganar un campeonato mundial reconocido y fundadora de la Federación Internacional de Boxeo Femenino.La holandesa Lucia Rijker, quizás la mejor boxeadora de todos los tiempos. La estadounidense Laila Ali, hija del legendario Muhammad Ali y campeona del mundo que no perdió un solo combate, incluidos los que ganó a Freeda Foreman y Jackie Frazier, hijas de George Foreman y Joe Frazier, respectivamente. La campeona del mundo irlandesa Katie Taylor, abanderada de su país y medalla de oro en Londres 2012. Todas ellas y muchas otras mujeres más o menos conocidas han contribuido a catapultar el boxeo femenino.

También lo han hecho cintas como el documental argentino Licencia número uno (2008), que aborda la historia de la campeona del mundo Marcela Acuña. Y, muy destacadamente, la película estadounidense Million Dollar Baby (2004), galardonada con cuatro premios Oscar, incluidas las estatuillas a la mejor película, al mejor director (Clint Eastwood) y a la mejor actriz: Hilary Swank, en el papel de Maggie, una camarera decidida a convertirse en boxeadora profesional.

Esther Páez fue campeona del mundo de full contact y es la primera española que participó en un combate de boxeo profesional. María Jesús Rosa llegó a campeona del mundo. Soraya Sánchez, protagonista del documental La boxeadora (2008), fue campeona de Europa. Loli Muñoz, campeona del mundo de full contact, kick boxing, K1 y muay thai, también es boxeadora profesional. Son cuatro de las caras más conocidas del boxeo femenino en España, y detrás de cada una de ellas hay una historia de superación que no difiere mucho de la de María, la púgil a la que da vida Natalia Verbeke en la película española A golpes (2005). Y no tan distinta a las de Fátima, Marian y Ariadna, tres de las leonas –así les gusta llamarse- del Club de Boxeo Elche.

Las boxeadoras Marian Martínez y Fátima Martín, durante un combate de entrenamiento./.J.G.S

Fátima Martín, amateur, tiene 25 años y acude al gimnasio cuando acaba su jornada laboral de 12 horas en una fábrica. Tiene cinco combates a sus espaldas. “Cuando subo al ring, cambio el chip y voy ahí a darlo todo: cuando entreno, controlo, pero peleando, peleo –advierte-; si me pegan y me hacen daño, se me nota y me enfado, porque hay quien no tiene corazón ahí arriba, pero yo sí, yo me dejo la piel”. Ha ganado tres peleas y ha perdido dos, una de ellas, en los Campeonatos de España disputados el pasado mes de marzo. “Era mi primera vez en Madrid, sola, porque mi entrenador no pudo acompañarme…”, lamenta. “Me jugaron una mala pasada los nervios, que son de lo peor que hay para boxear”. No obstante, le sirvió para aprender, y el año que viene volverá “aún con más ganas”, porque se ha propuesto ser campeona de España.

Ariadna Martín tiene 31 años y una hija de diez. No hacía deporte desde el colegio y “no podía ver el boxeo ni por la tele”, pero empezó a guantear el año pasado, precisamente cuando Fátima, que ya es su ídolo deportivo, disputó su primer combate oficial. Lo hizo para poder entenderla, pues se le hacía “muy duro” ver pelear “desde fuera” a su hermana pequeña. Pero ya no se conforma con eso. “Ahora quiero combatir, aunque sólo sea una vez”, dice. Y espera hacerlo el año que viene. “Mi hija me mata, porque verlo desde abajo es otra sensación y un mal golpe puede hacerte daño, pero quiero saber lo que se siente”.

La boxeadora Marian Martínez, concentrada antes de subir al ring para realizar una sesión de guantes./ J.G.S

Marian Martínez tiene 36 años y dos hijas. Dedica al boxeo una hora y media de las dos que dura el descanso de su jornada partida como comercial. Al principio, tampoco se planteó debutar, “por la edad y porque en principio era sólo un hobby”, pero ahora sí quiere “vivirlo al cien por cien y combatir”. Tanto que ya están buscándole rival para este año 2014.

También en estas fechas –del 24 al 28 de septiembre-, el Consejo Mundial de Boxeo celebra en México la primera Cumbre de Boxeo Femenino de la historia, con el trato igualitario a hombres y mujeres y el impulso, la proyección y el aumento salarial de las boxeadoras como principales temas a tratar.

En el campo amateur, una boxeadora española gana lo mismo que un boxeador: 60 euros por pelea. Pero en el campo profesional, las diferencias salariales entre boxeadores y boxeadoras se disparan en todo el mundo, tanto que ellos se encuentran entre los profesionales que más ganan –el púgil estadounidense Floyd Mayweather Jr. es el deportista mejor pagado del planeta-, mientras que ellas apenas pueden vivir del boxeo.

“Los chicos del club nos ven como a una compañera más; al entrenar o al guantear, somos todos compañeros y entre nosotros no existe discriminación”, pero “a nivel de competición no es lo mismo, ahí sí hay bastante machismo: las boxeadoras no disponen de las mismas oportunidades que los boxeadores e incluso las campeonas del mundo tienen que trabajar para poder vivir”, asegura la tocaya de Lady Tiger. Marian Martínez reclama “que el boxeo femenino se iguale al masculino, porque hoy las mujeres están igual de preparadas que los hombres, no hay diferencias; técnicamente es lo mismo: hacen falta dos brazos y una cintura, y eso lo tenemos tanto las mujeres como los hombres”.

Fuente: Pikara Magazine

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