El estallido de los nuevos feminismos
Corría el año 2011. En pleno pánico del sector de la prensa escrita, cuatro reporteras residentes en el País Vasco decidieron que había un hueco en el mercado y que ellas podían llenarlo: periodismo de calidad y con perspectiva de género. Con muy poco dinero, ayuda víacrowdfunding y sin un local donde poner una redacción montaron Pikara Magazine, cuya edición digital hoy tiene 150.000 visitas al mes y ha publicado dos números anuales en papel. Este año han vendido prácticamente todas las copias de las 2.500, todo un logro para un nicho de mercado a priori tan pequeño. “Queríamos evitar un periodismo especializado que cayese en el ámbito de lo académico y que resultase farragoso, y a la vez alejarnos de medios que se quedaban en la denuncia social con un tono de cabreo”, explica una de las fundadoras, June Fernández. “Incluimos a gente muy diferente, utilizamos el lenguaje de la calle y dejamos también espacio para el humor, el placer y la irreverencia”. Y funciona.
El movimiento feminista en España se reorganiza. La movilización masiva contra la reforma de la ley del aborto de Gallardón –en la manifestación de Madrid de febrero, convocada por las veteranas Comadres asturianas, participaron decenas de miles de personas– es solo un ejemplo de las iniciativas que en los últimos años han tomado forma.
Muchos de los nuevos movimientos son culturales. La semana pasada se estrenó gratis en Internet Tomar el escenario, un documental sobre mujeres músicas y festivales feministas como el Ladyfest de 2013 en Madrid. Este año se ha formado laAsociación de Autoras del Cómic, que tratan de abrirse camino en un sector en el que las mujeres siguen estando muy infrarrepresentadas. “Buscamos ocupar un lugar igualitario en el mercado del cómic; que se nos reconozca por nuestro trabajo, no por nuestro género o sensibilidad”, explican en su web. Para protestar contra la reforma del aborto crearon Wombastic, una recopilación de ilustraciones reivindicativas en forma de blog. Y este mes es Octubre Trans, una época con multitud de actividades y talleres organizados en Madrid y Barcelona por grupos anticapitalistas, queer y feministas que reclaman la visibilización de un colectivo que no encaja, o no quiere encajar, en las identidades de género tradicionales.
Documental íntegro: Tomar el escenario.
En la década de los 90 se institucionalizó el feminismo español con la creación de organismos, leyes y políticas públicas. Y a principios del siglo XXI, en los países occidentales el consenso general era que solo quedaba igualar al hombre en el plano laboral. Pero incluso en las sociedades más desarrolladas como las escandinavas persiste la violencia contra la mujer. En España este año han sido asesinadas 42 mujeres por sus parejas (a 8 de octubre de 2014), y según el Barómetro del CIS del pasado julio, el cuidado de los niños en España recae sobre la madre en el 82% de las familias.
“En un momento dado hubo una corrección política que nos llevó a un cierto relajo. Pensábamos que esto estaba hecho, que el feminismo no era necesario”, opina Fernández, de Pikara. “Pero en los últimos años, con la vuelta del PP al Gobierno y con la excusa de la crisis, ha habido una vuelta atrás. Se ha recortado mucho en presupuestos sociales. Y quien antes era políticamente correcto hoy habla defeminazis y niega la violencia machista”. Según la periodista este clima de recrudecimiento y de falta de apoyo institucional, cristalizado con la Ley Gallardón y la consiguiente movilización, han servido para “espabilar” a los colectivos de mujeres.
Cristina Castillo es una de las participantes del Círculo Podemos Feminismos. A título personal explica: “Entiendo que Podemos puede ser una herramienta para llevar a las mayorías sociales las reivindicaciones de las mujeres. Veía más interesante crear un grupo feminista dentro de la organización que adherirme a uno ya existente. Son participaciones políticas diferentes”. Su grupo lucha por la paridad en las portavocías y los cargos electos del partido, y por que se incluyan cláusulas sobre la conciliación en los programas políticos. Desde su creación a principios de año, y con un importante pico en las adhesiones después del triunfo de Podemos en las elecciones europeas, la agrupación a la que pertenece Castillo ha participado activamente en las movilizaciones contra la Ley Gallardón, aunque habitualmente sin portar símbolos políticos.
Las nuevas iniciativas feministas no se limitan a España, y tienen mucho que ver con la revolución de Internet. La jovencísima estadounidense Tavi Gevinson fundó en 2011 la revista feminista para adolescentes Rookie Magazine, una publicaciónonline. Lo hizo con la ayuda de Jane Pratt, fundadora de una antigua publicación en la misma línea llamada Sassy, nacida en los setenta y desaparecida en 1996. En los espacios del Internet más político –blogs en inglés como Racialicious o Bitch– ha florecido en los últimos años el debate sobre la interseccionalidad, teoría según la cual no se puede separar la lucha feminista del racismo, la homofobia o el sistema de clases. O lo que es lo mismo: que la opresión social y económica toma formas distintas y que todas están relacionadas entre sí. Una idea que las feministas negras de EE UU ya analizaron en profundidad en los años 70, pero que quedó relegada al ámbito académico frente al feminismo pop, blanco, más sencillo e inofensivo. Las nuevas tecnologías, combinadas con el agotamiento del mito de la igualdad (o las Spice Girls como símbolo de poder femenino), han favorecido el resurgir de un feminismo combativo, colaborativo y contracultural.
“Los nuevos feminismos no van contra algo externo. La verdad está en el pacto; solamente existe porque la consideramos verdad tanto tú como yo”, analiza José Ignacio Galán, uno de los creadores del proyecto transmedia extremeño Cenicientas 3.0, que recopila en un documental las historias reales de 16 mujeres de la barriada cacereña Las 300 viviendas.
“Antes de Internet los medios generalistas no consultaban a las feministas como fuentes”, opina Fernández, de Pikara. “No teníamos un canal directo, y a su vez las posiciones machistas más extremas tampoco se publicaban, salvo excepciones como los artículos de Sostres en El Mundo. En cambio, en Internet ya no necesitamos intermediarios. Muchos machistas se han envalentonado, pero a la vez es un espacio que hemos apropiado para conectar a mucha más gente con el feminismo”.
La palabra ha dejado de ser tabú. El pasado agosto, en la última edición de los Premios MTV, Beyoncé bailó delante de un gigante letrero que rezaba “Feminist” (en inglés) mientras sonaban fragmentos de un discurso de la escritora nigerianaChimamanda Ngozi Adichi en el que clama por la liberación sexual de la mujer. En la semana de la moda de París el pasado septiembre, Chanel sacó a sus modelos con pancartas, como si fueran manifestantes feministas –eso sí, totalmente aceptables según el canon–. El célebre discurso de Emma Watson en la ONU ha dado la vuelta al mundo. Y en las últimas elecciones europeas, el partido sueco Iniciativa Feminista, fundado en 2005, fue el primero de esta ideología en conseguir un escaño en el Parlamento Europeo. La lucha de las mujeres ha vuelto a la esfera pública, y se está reinventado.
Por: Laura Rivas Martínez
Ilustración para Wombastic de la artista Irene Burgos.
Fuente: Blog El País