Pilar Pedraza. “Mi feminismo es igualitario, socialista y radical”
Acaba de publicar su último ensayo con Valdemar sobre la historia y representación de la brujería. Nacida en Toledo, esta profesora universitaria de Historia del Arte que imparte sus clases en Valencia es, también, una magnífica constructora de atmósferas. Sus obras de ficción dan vida al fantástico español desde hace más de dos décadas. Sus ensayos se adentran en los márgenes, exploran los mitos en la historia. De sus escritos se deduce un inequívoco interés por la transgresión. En Brujas, sapos y aquelarres encontramos relatos de desobediencia, imágenes repletas de poder.
“Hacer lo posible por tener poder” es considerado magia en ‘Brujas, sapos y aquelarres’ (Valdemar, 2014). ¿Uno de los grandes retos de nuestros días estaría en saber diferenciar nítidamente entre magia y religión? ¿Entre tener el poder o (con)ceder ciertas sumisiones para beneficiarse de él?
En nuestros días, en pleno capitalismo triunfante y global, hablar de brujería es una cuestión arqueológica y así lo he entendido yo al escribir este pequeño ensayo. En nuestro mundo no hay brujas, hay lobbies, multinacionales, genios del chanchullo a gran y mediana escala, políticos corruptos, saqueadores de instituciones, pero no aquellas criaturas, que pertenecen al mundo de la revuelta en la sociedad feudal y, más tarde, al imaginario romántico. La Iglesia católica, por ejemplo, es un gran lobby que ya no quema brujas, por supuesto, aunque tenga todavía un brazo inquisitorial. Pero esto no tiene nada que ver con mi libro.“Hablar de brujería es una cuestión arqueológica, y así lo he entendido yo al escribir este ensayo”
¿De qué manera la magia puede ser subversiva, feminista? ¿Qué hubo de magia, de feminismo, en la representación de las brujas de antes? ¿Y en las de ahora?
La magia feudal era subversiva. Sus tentáculos se desplegaban por villas, pueblos, caseríos, etc. Yconfluían en el aquelarre como asamblea de los pobres y de los humillados por la Iglesia y los señores. Yo no consideraría feminista a un movimiento cuyos miembros acababan en la hoguera; lo que tenemos aquí es una misoginia brutal por parte de las sectas cristianas, sean católicas o protestantes. La mujer bruja es víctima, lo mismo que el hombre hereje. Por otra parte, el término y concepto de feminismo conviene dejarlo en su época, desde el siglo XIX y un poco antes con las pioneras de la Revolución Francesa.
Como en anteriores ensayos (‘Espectra’, ‘Venus barbuda y el eslabón perdido’), propones un viaje comentado a través del análisis de la representación, en este caso, de la bruja. Desde el arquetipo mitológico, pasando por la herencia medieval, hasta llegar a la representación dentro del género fantástico y de ciencia ficción. ¿Podemos encontrar en la historia, en el arte, en la literatura ejemplos significativos de subversión de esta representación?
No en las etapas clásicas. Los grabados y cuadros de brujerías de los siglos XV a XVIII responden a las fuentes literarias, a los tratados contra las brujas y a la cultura popular. La verdadera subversión en el arte se da en el siglo XX, cuando algunas artistas se ponen en el lugar de la bruja contra el inquisidor y producen obras tan interesantes como las de Leonor Fini y otras que comento en el libro.
Sobre la necesidad de una 'herstory', y una perspectiva crítica a la hora de trabajarla: desde tu punto de vista, y dado tu interés en las distintas manifestaciones de la cultura, ¿qué papel han tenido las mujeres en la historia no sólo como representadas, sino también como productoras y continuadoras de estos imaginarios?
La mujer siempre ha sido productora, ha estado activa, ha creado. En la corriente del imaginario brujesco, no tanto, porque a nadie se le ocurre trabajar en la representación de sí mismo como victimizado salvo en el siglo XX. Lo que quiero decir es que hay excelentes pintoras barrocas de escenas religiosas y de retratos, y muy buenas artistas dieciochescas y decimonónicas, pero a las brujas las han imaginado artísticamente sobre todo hombres como Salvator Rosa, Durero, Goya, Rops, o cineastas como Christensen o Rob Zombie.
Eres especialmente crítica con la “brujería artística”, propia de creadoras del siglo XX, de la que dices que es “tan valiosa como innecesaria, posmoderna y anacrónica; es narcisista, masoquista y pequeño burguesa”. ¿Ves en lo cíborg una posible reformulación de lo que entendemos por bruja en el siglo XXI?
No simpatizo con la tendencia de la performance de fines del siglo XX que utiliza el cuerpo de la mujer, el propio cuerpo, como soporte de la expresión feminista, agrediéndolo. No soporto que las mujeres se hagan daño. Bastante daño nos ha hecho ya la sociedad patriarcal. No comparto el esencialismo de ciertas artistas ni las tendencias wiccanas de vuelta a la naturaleza o a las diosas mujeres. Mi feminismo es igualitario, socialista y radical.“No soporto que las mujeres se hagan daño. Bastante daño nos ha hecho ya la sociedad patriarcal”
“No son tanto los celos y la rabia contra el hombre que la traiciona por ambición los que hacen que se deshaga de su prole sin futuro: es esa falta de futuro en una corte extranjera, sin una madre fuerte que vele por ellos, la que le hace apuñalar sabiamente sus pequeños cuerpos”. Esta interesante relectura que haces de Medea ¿podría extrapolarse metafóricamente al contexto social actual?
Extrapolarse es una palabra demasiado fuerte y simple. Medea es una figura universal, que ha inspirado a escritores y poetas de todas las épocas porque su pathos es reconocible siempre y en todas partes, de Eurípides a Pasolini o Lars von Trier. Medea no mata a sus hijos por celos de Jasón, que la ha abandonado por la hija del rey de Corinto, los mata porque sabe que ella será desterrada y los niños quedarán bajo el poder de una madrastra que los matará ella misma o los desterrará para que no compitan con los suyos. Todo amante del cine debería ver las películas de Pasolini y Lars von Trier, dos obras maestras recorridas por el escalofrío de la pasión de la hechicera, de la mujer con poder. //
Fuente: Periodico Diagonal