diciembre 31, 2014

Hacia la feminización de las campañas electorales

Cola de mujeres para votar en las elecciones legislativas en Pilahui (Ecuador)

Unas doce horas de avión para aterrizar en el país de las rancheras. La ciudad de México fue la escogida para celebrar los pasados 4, 5 y 6 de diciembre la VI Cumbre de Comunicación Política que, este año, contaba con un eje nuevo: mujer y política. Un eje tan necesario como vital para incidir, una vez más, en algo que necesita de más y mejor atención. Pero un eje que aún sigue siendo noticia cuando no debería. Mientras tanto, se sigue en la lucha. ¿El objetivo? El mismo, sigue siendo el mismo: igualdad, más valores, mejores principios.

Ann Liston, profesional de la estrategia y socia de Adelstein Liston, abrió las puertas de la cumbre con su ponencia y aludió que las mujeres son más del 50% de la población y que, por tanto, no son un tema más en política: son el tema principal. En un mundo cambiante y con sed de justicia, Latinoamérica se ha convertido en ese espacio donde un tercio de los gobernantes ya son mujeres y, en comparación mundial, ya tiene el número más alto de representantes. Más mujeres, dijo, son necesarias para más democracias y menos dictaduras. Evidentemente, puso diferencias entre los hombres y las mujeres. Las mujeres logran más acuerdos y se cree que las mujeres son más dignas de confianza, dijo. Ella opina que las mujeres deben apelar a la simpatía para ser electas y según su experiencia en Estados Unidos, el 90% de la población votaría por las mujeres: “En Estados Unidos los votantes esperan que las mujeres candidatas sean simpáticas, además de preparadas”. Y añade: “No sólo las políticas cambian el marco político. También las mujeres entre bambalinas marcan la diferencia política”. 

Thomas Edmons no habló de mujeres expresamente en la Cumbre mexicana. Este consultor republicano focalizó su discurso en la deseada hipótesis de quién ganará las próximas elecciones de 2016 en el país que, aún hoy, preside Barack Obama. Habló de lo que le preocupaba a los republicanos: que si la política exterior, que si el déficit presupuestario, que si la debilidad del crecimiento económico… ¡Ná! A los demócratas les interesa la salud, la inmigración… Pero a la audiencia la interesaba lo que le interesaba cuando aludió a la prematura, según él, muerte del presidente.James Aldrete, estratega demócrata, le respondió expresamente a Edmons: “El muerto no siempre está muerto”. Exacto. Pero vamos a lo que vamos, a lo interesante, a lo que queremos saber, señor Edmons: ¿quiénes serán los candidatos de las próximas elecciones? Curioso, y ahí voy. Entre sus apuestas demócratas mencionó a dos mujeres: Hillary Clinton (con el 64% de probabilidades de que lo fuera) y Elizabeth Warren (con el 8% de probabilidades de que fuera ella la candidata. Entre los posibles candidatos republicanos que barajó, no citó a ninguna mujer. Y digo lo que diría Soledad Gallego-Díaz: 163.638.417 mujeres en Estados Unidos (50,6%), ¿ninguna es lo bastante buena? ¿Y republicanas?

Claudia Corichi es senadora y secretaria de la Mesa Directiva del Senado de la República de Mexico, un país en crecimiento, sí, pero aún donde la astucia y la picardía es Ley y donde la amabilidad y la seguridad se siguen pagando con unos pesitos de más. Su conferencia estuvo protagonizada por el género femenino en política, así como la feminización de las campañas electorales. Corichi definió el cuarteto en el que la mujeres hemos estado siempre enmarcadas: la casa, el convento, la cárcel o el manicomio. Es por eso, según ella, que se necesitan más estrategias y más política para ayudar a la mujer a empoderarse. Además, la reducida participación de las mujeres la achacó a un modelo de déficit en el liderazgo femenino. Ella buscaba líderes que pusiesen atención a las necesidades desde una perspectiva humana, y apuesta por candidatas que sumen esfuerzos, que busquen nuevos códigos, nuevos estilos de hacer política y que defendieran sus candidaturas. Corichi puso el ejemplo de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff y su “no necesito hacer política como los hombres para ganar”. Según la senadora, “logró feminizar la manera con la que nos comunicamos”. El final de Corichi es clave: “La sociedad se enfrenta a un gran reto: el que las mujeres sean reconocidas entre sí de que son líderes. Cambios de conciencia, de organización, de cultura. No sólo depende de la reforma electoral. Es un esfuerzo también entre las mujeres: sus valores como persona”. 

En relación a la dirección femenina de las campañas electorales, Imma Aguilar, periodista y asesora del Grupo Entesa del Senado español, marcó las diferencias existentes entre el ajedrez y el arte de la guerra, es decir, “la diferencia sutil entre las guerras y las batallas”. En el ajedrez, según ella, no sólo hay reglas y la fuerza no tiene relevancia alguna. El ajedrez, además, es juego. Y en ese juego la esencia es la inteligencia. Por tanto prefiere la inteligencia a la guerra en sí misma. En esta guerra afirmó que falla la comprensión entre representantes y representados y, por lo tanto, falla la vieja política. “Se necesita otra política”, dice, “la neopolítica, aquella que es más colaborativa y empática”. Y es la que intenta llevar a cabo en su día a día profesional. “Sin orden no hay campaña. El fin último no es democratizar las campañas, sino montar campañas invencibles. No es una exigencia ética ni de justicia, sino de no renunciar a todas las capacidades que pueden adaptar nuevos estilos”. 

Alberto Pedro es doctor e investigador en Chile y a su ponencia le dio un toque especial, el de "perfume de mujer". En su arranque, distinguió tres tipos de feminismos: 1) el "feminismo clásico", que no sirve de mucho según él, porque se ve al hombre como un adversario; 2) el "feminismo chic", aquel que es como la serieSexo en Nueva York y que ve al hombre como a un juguete; 3) y el "feminismo pop", donde los hombres no son rivales sino que forman un equipo con la mujer. Él es de los que defienden que no se puede centrar el feminismo sólo en la mujer. Y recordó que una candidata mujer en una elección no es el tema “mujer” de un programa político. 

El consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí se subió al escenario para hablar de personas y de política, sobre todo de aquellas mujeres que a él más le habían inspirado y de las cuáles más había aprendido. Y en su conferencia, arrancó diciendo que ser feminista en el siglo XXI es el camino más directo y más rápido para hacer mejor política: “Tenemos que aprender a feminizarnos en la vida personal y en la política, en la vida profesional y en nuestras campañas”. Y es cierto lo que recordó, que los éxitos de las mujeres parecen menos éxitos en la actualidad: “Se les reconoce la mitad del trabajo, les cuesta el doble llegar y permanecen la mitad del tiempo”. Para feminizar la política hay que inspirarse en las valientes, dijo: “Dime cómo eres y te diré cómo me vas a gobernar”. E invitó a luchar contra los silencios, porque “la lucha contra los silencios es la primera a favor de la política”. Gritemos pues: “Las voces son necesarias para la libertad”. 
Mujeres iraquíes muestran sus dedos manchados de tinta tras votar en Najaf (AP)

Pero aún no hemos hablado de cuotas, un tema que genera más que debate en el mismo debate sobre la igualdad. Cecilia Romero, diputada y senadora de la República de México por el Partido de Acción Nacional, hizo la gran pregunta: las mujeres en política, sí, pero después de las cuotas, ¿qué? Después de las cuotas, dijo, existe la necesidad de que participen más hombres y mujeres por igual para solucionar los grandes problemas de los países: “Eso es ser hombres y mujeres responsables en el siglo XXI”. 

En mi exposición, puse el acento no sólo a las campañas de mujeres que no funcionan. Intenté demostrar, a través de una aplicación, que el mensaje de las mujeres candidatas en campaña no moviliza al electorado femenino. Al menos no ocurrió en las últimas elecciones europeas de 2014. En escasas ocasiones se estudia la relación entre los mensajes de las políticas y la movilización del electorado femenino. Pero es algo que preocupa. Y mucho. Ese efecto es llamado en la academia como gender affinity effect, o efecto de afinidad de genero. Más mujeres en las listas electorales de un año electoral a otro no significa más igualdad. Y si sumamos los escaños de mujeres en el Parlamento Europeo, por ejemplo, llegamos a la conclusión de que existe un grandísimo problema en cuanto a la representación social. Existe una brecha aún muy grande donde los profesionales de la comunicación tenemos una gran tarea y una gran responsabilidad: debemos investigar más y escuchar más.

Sólo comprendiendo bien lo que está ocurriendo podemos ayudar a construir más y mejores sociedades. Feminizar las campañas electorales ya no es una ilusión, es un hecho. Feminizar la política es el gran reto, humanizar sociedades el gran objetivo. 

La Cumbre la selló una mujer: Lilian Tintori, la activista por los Derechos Humanos y, como ella misma se identifica, luchadora por la democracia y la libertad en Venezuela. No lucha sola: lo hace en equipo con su marido, Leopoldo López, encarcelado por un discurso que según el Gobierno de Maduro incitaba a la violencia. Tanto ella como él se defienden de esa acusación: querer una mejor Venezuela no es delito. 

Las diez horas de vuelo de regreso a España desde México se hacen cortas cuando se divisa lo que aún queda por recorrer para llegar a la tan ansiada igualdad. Igualdad de derechos y oportunidades. Algunos profesionales impulsamos algo que debería ser normal en sociedades democráticas. Investigamos, escuchamos y compartimos para dibujar palabras que inspiren nuevas formas de hacer sentir, sentir que hay que hacer y, sobre todo, qué hay que hacer para poder decir. Se investiga cada vez más para que haya más políticas para otra política. Como decía Empsy Cambell, "feminizar la política es el reto del siglo XXI".

Por: Ángela Paloma Martín
Fuente: El País

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