abril 25, 2018

El acoso sexual en internet afecta en una proporción mayor a las niñas

UNICEF ha encargado el informe a EU Kids Online España – Universidad Pública del País Vasco (UPV-EHU) y ha sido coordinado y editado por el Equipo de Incidencia Política y Estudios de UNICEF Comité Español. Ha contado con un expertas/os como Ana Azurmendi, Patricio Cabello, Mª José Cantarino, Jorge Flores, Tíscar Lara, Ricard, Martínez, Rocío Miranda, Carlos Represa, Charo Sádaba, Teresa Torrecillas y Antonio Vargas.


Los riesgos online son el elemento más alarmante cuando se aborda la relación entre niños y redes sociales e internet. Ciberacoso, sexting, acceso a contenidos que no son adecuados para los menores, uso excesivo, falta de privacidad, uso indebido de los datos personales, etc… Todos ellos son riesgos que preocupan enormemente. UNICEF propone un nuevo marco normativo que regule internet, y un mayor impulso a los protocolos y estrategias de prevención y actuación en los casos de violencia. El informe también recoge una serie de recomendaciones a empresas tecnológicas, instituciones públicas, familias y educadores, y a los propios niños y niñas. 



El 95,2 % de los chicos y chicas de entre 10 y 15 años han utilizado internet en los últimos tres meses. La diferencia entre los niños y las niñas es mínima puesto que la proporción de usuarios es del 95,7% y 94,7%, respectivamente. Sin embargo, sigue habiendo casi 300.000 niños y niñas en España que no han usado un ordenador en los últimos tres meses y casi 140.000 que no han tenido ni un solo contacto con internet en el mismo periodo. Ciberbullying y ciberacoso A pesar de que las TIC han facilitado que los niños se conecten entre sí y compartan experiencias en línea, también han facilitado el uso de esos nuevos canales de conectividad y comunicación para el acoso y bullying. 

El ciberbullying ha sido descrito como una forma de agresión repetida e intencionada a lo largo del tiempo que se lleva a cabo utilizando medios tecnológicos. Implica hostigamiento, insulto, ridiculización o amenazas que se reciben por parte de compañeros, en muchas ocasiones escudados en el anonimato. Supone un paso más allá en el acoso “tradicional”, dado que la naturaleza de las redes sociales posibilita que las agresiones se puedan realizar más allá del espacio y horario escolares, sin fronteras, y también porque la viralidad potencial de las agresiones hace que el público de las mismas pueda ser más extenso. Por tanto, y respecto al acoso cara a cara, aumenta el perjuicio, la impotencia y el desamparo de la víctima.

Aunque la prevalencia de este fenómeno es difícil de cuantificar porque los datos varían según los rangos de edad analizados o la definición de lo que es una agresión y lo que no, la revisión de diferentes trabajos permite concluir que al menos 1 de cada 5 niños y 1 de cada 7 niñas está implicado en episodios de ciberbullying (Zych, Ortega-Ruiz y Del Rey, 2015). Por su parte, Save the Children estima que entre los estudiantes españoles de 12 a 16 años, el 6,9% considera haber sufrido ciberacoso en los dos últimos meses, y el 3,3% reconoce haberse implicado como ciberagresor (Calamaestra, 2016). No obstante, cabe aclarar que el acoso en persona, cara a cara, es mucho más frecuente que el online. Hay estudios que concluyen que el porcentaje de niños y niñas que se consideran víctimas de bullying en persona, cara a cara, supone más del doble de quienes han sufrido bullying online. 

El acoso sexual en internet afecta en una proporción mayor a las niñas. El trabajo de Montiel, Carbonell, y Pereda (2016) -sobre una muestra de cerca de 4.000 adolescentes de entre 12 y 17 años- señala cómo el 42,6% de las chicas afirmaba haber sido víctima de algún tipo de violencia o acoso sexual online, frente a un 35,9% de los chicos. 

Desde varios ámbitos de la psicología se debate sobre el acceso temprano a contenidos pornográficos en internet y su impacto en los comportamientos de los niños y entre parejas adolescentes, redundando en un aumento de la violencia de género, también digital, entre adolescentes en los últimos años. 


Aunque el estudio indica que se realizó la recopilación de información desagregada por sexo, no son muchos los datos del informe que permiten ver las variables desde esa perceptiva. De hecho, existen análisis más detallado sobre raza u orientación/identidad sexual que sobre las diferencias entre niños y niñas. Las amenazas de futuro identificadas tienen que ver con la sobreexposición de los niños y las niñas en la red y sus efectos como el acceso a contenidos inadecuados, el sexting, el grooming, ciberbullying, la publicidad engañosa, la privacidad, los problemas derivados de la seguridad, la delincuencia digital, la propagación del machismo, fenómenos de dominación y subordinación, violencia de género digital o discriminación. 

En relación a los riesgos, aparecen de manera más frecuente el control de la información en internet, las consecuencias que pueden tener determinadas imágenes en la red, la existencia de perfiles falsos para “cotillear” o engañarles, o incluso el hackeo de sus cuentas: Dentro de estos riesgos además cobra especial importancia el componente de género, sobre todo en los casos de imágenes de tipo sexual que posteriormente son utilizadas para tratar de humillar o burlarse de la víctima. Desde varios ámbitos de la psicología se debate sobre el acceso temprano a contenidos pornográficos en internet y su impacto en los comportamientos de los niños y entre parejas adolescentes, redundando en un aumento de la violencia de género, también digital, entre adolescentes en los últimos años. 

Entre los niños y niñas de la comunidad gitana es habitual tener móvil, pero no así ordenador o acceso a internet garantizado, lo cual se traduce en una falta de competencias tecnológicas con consecuencias para la integración y el acceso al ámbito laboral. Sobre el género, en el caso de la comunidad gitana se acentúan algunas problemáticas presentes a nivel general en la sociedad sobre las nuevas tecnologías (MISSI, 2017). Así, tanto en el discurso de niños y niñas como en el de educadores, se habla en algunos casos de control por parte de maridos y parejas de los dispositivos móviles de sus parejas y de las contraseñas para el acceso a sus redes. 

Aunque se trata de realidades que están presentes a nivel general en la sociedad y no son ni mucho menos exclusivas ni generalizables en la comunidad gitana, sí que merecen destacarse para dirigir intervenciones hacia la igualdad de género y al empoderamiento de la mujer gitana. Los niños, niñas y adolescentes de origen migrante, siendo este un colectivo heterogéneo, presentan características equivalentes a las del resto de niños respecto al uso que hacen de las TIC: la mayoría utilizan sus smartphones para conectarse a internet, utilizan Instagram, Youtube, Musical.ly y WhatsApp, y ordenadores para tareas escolares. 


Fuente: TribunaFeminista

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