abril 10, 2018

“Hay feminismos negros, islámicos, distintos al occidental, y todo es lucha por la igualdad”

Entrevista a la abogada Nessrin El Hachlaf, que asesora a personas migrantes y refugiadas LGTBIQ, y a la trabajadora social Khadija Afkir.

Khadija Afkir y Nessrin El Hachlaf. FERNANDO OLMEDA

Nessrin El Hachlaf Bensaid vive entre dos orillas, dos culturas, dos mundos. Nació en Alhucemas hace 32 años (“me siento rifeña con todas las consecuencias”, aclara) pero su familia se instaló en Collado-Villalba (Madrid) cuando ella era niña. Estudió en la Universidad Carlos III una doble licenciatura en Derecho y Periodismo, y sus primeros pasos profesionales bascularon entre ambos terrenos, hasta que se decidió por el jurídico. En su despacho atiende casos penales y de extranjería, y un día a la semana acude a la asociación Kifkif para asesorar a migrantes y refugiados LGTBIQ con dificultades, que piden cita a través del equipo psicosocial del que forma parte Khadija Afkir El Majrissi, española de 22 años, licenciada en Trabajo Social por la Universidad Complutense.

¿Cuál fue vuestra posición respecto a la movilización del 8-M?

Khadija Afkir: El 8 de marzo fue muy necesario. Aunque hayamos avanzado, hay mucho por hacer, y hay tanto que no se ve… Me encantaría que todas las mujeres estuviesen empoderadas, para que hagan lo que quieran, que nadie nos diga lo que tenemos que hacer. He vivido en una casa tradicional, pero tenía como referentes a mis hermanas, que lucharon por lo que querían, por ellas mismas en realidad. La lucha feminista es importante para poder dar a mi generación –pero también a la de mi madre– una base, algo que visibilizar, que sepan que hay algo más, que luchen por sus derechos, porque tenemos derechos, por mucho que nos digan que los tenemos limitados, que tenemos que tener en cuenta a la familia, etcétera. 

Nessrin El Hachlaf: Es necesaria, imprescindible, diría yo, una movilización de toda la sociedad. El 8-M eran importantes los paros de las mujeres, pero hacía falta también que los hombres de nuestro entorno participasen y apoyasen, porque ellos han de formar parte del movimiento feminista.

¿En qué situación se encuentran las mujeres musulmanas que viven en España?

Nessrin El Hachlaf: El imaginario que se tiene de la mujer musulmana está muy dañado, porque se confunde con la mujer culturalmente árabe, que no es lo mismo. Una cosa es ser mujer de cultura árabe y otra ser una mujer de religión islámica. Una mujer musulmana es una mujer empoderada, más que nada porque el Islam prácticamente nace con mujeres. Sí, la cultura árabe puede ser opresora, someter más a la mujer, igual quizá que otras culturas, pero la religión islámica en sí no es opresora ni somete a la mujer, porque ni el Corán ni las leyes religiosas lo manifiestan así. El Corán da mucha importancia a la mujer, se habla desde el primer momento de mujeres y hombres en la misma perspectiva, no hay diferencias. Han sido la cultura del patriarcado y el machismo los que han marcado las diferencias, que no tienen que ver con la religión, aunque a día de hoy los medios de comunicación y la sociedad, y Occidente en su conjunto, con sus ‘’gafas de intentar salvar el mundo y salvar Oriente Medio’, siempre nos presentan como sumisas o como relegadas, en un segundo plano. Y lo cierto es que hay de todo, no me gusta generalizar.

¿Dónde podemos encontrar mujeres musulmanas empoderadas?

Nessrin El Hachlaf: Hay mujeres musulmanas empoderadas, claro que las hay. Y respecto a las mujeres relegadas a los roles sociales tradicionales, no significa que sean sumisas simplemente porque se dedican al hogar o porque hayan decidido ser madres y no trabajar, eso no es una característica de sumisión. El mensaje fundamental es que no se puede generalizar, hay que conocer a las personas por lo que son y por lo que representan.

¿Habéis sufrido algún tipo de discriminación o rechazo en España?

Nessrin El Hachlaf: Sí, la discriminación que yo he sufrido no proviene solo de la comunidad o del país de acogida, que es España, sino que muchas veces donde más la he sufrido ha sido en mi propia comunidad. En ocasiones no se entiende que pueda haber una mujer con un rol distinto al que se considera que debe tener; he recibido muchas reprimendas desde diferentes ámbitos, muchas llamadas, muchos mensajes desde la comunidad marroquí diciéndome que cómo se me ocurría decir eso, que como tenía la osadía de decir eso cuando soy musulmana, que estaba atacando a toda la comunidad. Y dije que no, que no era esa la cuestión, sino que la realidad es que es más fácil ver a una mujer sin hijab defendiendo a una mujer que lo lleva, que una mujer con hijab abogando por una que no lo lleva. Me parece irónico que yo pueda defender o representar a cualquier tipo de persona y defender sus derechos, y que a la inversa eso no ocurra. Porque nos señalan. Las mujeres que llevanhijab siempre señalan a las mujeres que no lo llevan.

¿Las mujeres musulmanas os señalan, os censuran?

Nessrin El Hachlaf: Negarlo sería mentir. Independientemente de las coacciones, seguiré diciéndolo: sí, me he sentido discriminada por mujeres que llevan hijab, me han achacado que no puedo hablar sobre el Islam y no puedo representarlas porque no llevo hijab, cuando sé qué es el Islam porque soy una mujer musulmana. Alguna gente no entiende que puedas ser musulmana practicante pero que no lleves hijab, y que a la vez estés en una asociación de defensa del colectivo LGTBI. Cuando anuncié en Facebook que empezaba a trabajar con Kifkif, recibí llamadas y mensajes por privado diciéndome que si había ‘salido del armario’. La gente tiene la mentalidad tan cerrada que no pueden concebir que una mujer como yo, musulmana y abogada, pueda luchar por los derechos del colectivo, sea el que sea.

Sexualidad y religión pertenecen a la esfera privada, ¿no?

Nessrin El Hachlaf: Por supuesto que la religión es un tema de la esfera privada, no tengo por qué ponerme un cartel diciendo que soy musulmana y que rezo cinco veces al día. No tengo por qué dar explicaciones ni sobre eso ni sobre mi orientación sexual, o con quién me acuesto. Pero parece que la gente siempre necesita explicaciones. Para mí el mensaje fundamental es que se reconozca a la persona por quién es, por cómo es y por sus actos, independientemente de la vestimenta que lleve o la sexualidad que tenga.

¿Qué mujeres musulmanas con formación podemos ver ahora mismo en la esfera pública española? ¿Qué referentes existen?

Khadija Afkir: Las hay, pero no son visibles. A veces se da un cargo o un papel social o institucional a una persona inmigrante solo para quedar bien, como una cuota. Y no se trata de eso. Nosotras valoramos mucho la formación. En la cultura árabe hay más fracaso escolar entre los hombres que entre las mujeres, mientras no se les coarte las posibilidades de estudiar, claro. Es curioso, los chicos de mi familia que han estudiado una carrera son muy pocos.

Nessrin El Hachlaf: Hay mujeres que trabajan en una variedad de campos. Hay doctoras, farmacéuticas, mediadoras, psicólogas… En la asociación de abogados marroquíes residentes en el extranjero, de la que formo parte, el 80% somos mujeres. Es cierto que haría falta más visibilidad en la esfera pública.

Khadija Afkir: Y más accesibilidad, porque tan válido es llevar hijab como no llevarlo. Que si una mujer decide llevarlo no se le cierren puertas laborales porque lo lleva. Qué mas da que lo lleve o no lo lleve, no es incompatible con su capacitación profesional.

¿Influye en la valoración laboral de una mujer que lleve o no hijab?

Nessrin El Hachlaf: He llevado muchos casos de mujeres que decidían comenzar a llevar el hijab y que fueron despedidas de su puestos de trabajo basándose en que no cumplían con el código de vestimenta de la empresa. Empresas a las que hemos llevado ante los tribunales para recordarles no solo el derecho a la libertad religiosa, sino también el derecho a la propia imagen, demandas que han tenido resultados favorables a los intereses de nuestras representadas.

Khadija Afkir: A veces el problema es el nombre, que quizá es más impactante que la imagen. Si pasas el filtro del nombre, ya está; si eres válida, claro, y el hijab va a ser secundario. Pero nuestro nombre es un problema. En la universidad pasan cosas como que no se esfuerzan en decir bien tu nombre, sé que mi nombre no es fácil pero es que nací aquí, es que soy española, y no puede ser que el día de mi graduación lo pronuncien mal, y al final digan: ‘Bueno, sube’. Llevamos años con personas de origen árabe en las aulas, y siguen sin decir bien nuestros nombres. Y esto crucial, porque las alumnas y alumnos, por ejemplo de Trabajo Social, tendremos que atender a otras personas en el futuro.

Nessrin El Hachlaf: Sorprende, porque cuando llegué a España en los noventa no veía tanta discriminación, tuve la suerte de tener buenos profesores –salvo algún cafre– que me trataban igual que al resto; es cierto que noto las diferencias viendo a mis vecinas, las relegan a veces, como si no cumplieran con el nivel educativo. Creo que hay más recelo hacia la gente de fuera ahora que antes, y desde luego hay muchos microrracismos.

¿Cuál es el mayor problema de las mujeres musulmanas residentes en España?

Khadija Afkir: En España, el déficit que veo es que… a las niñas, a las madres y a los padres, hay que hacerles comprender que el empoderamiento no está mal. Que una mujer esté empoderada no significa que esté alejada de la religión. Y educar a las familias acaba dando oportunidades.

Nessrin El Hachlaf: Es, efectivamente, un tema de pedagogía, dar herramientas a las familias para que sepan que el hecho de que su hija sea una mujer empoderada no va a limitar que sea musulmana o que sea madre. Hay muchas familias que tienen miedo a que sus hijas estudien y decidan no casarse. Piensan que si estudian van a alejarse de la cultura de origen. Hay que demostrar que no es incompatible, que no resta, que el hecho de ser de origen marroquí y vivir en España siempre suma.

¿Cómo se logra esa pedagogía?

Nessrin El Hachlaf: A través de las personas que transmiten formación e información. ¿Quiénes son esas personas? Me vienen a la cabeza los imanes, de ahí nuestra lucha constante para que tengan una formación conforme al país donde viven. No puede venir un señor de las montañas de Argelia a dar formación a chicos y chicas que han vivido y viven en España, porque el contexto social, económico y político es diferente. Los Acuerdos del 92 para que hubiese un registro de imanes y para que su formación fuese acorde al país de acogida no se ha materializado, ha sido papel mojado. Es una asignatura pendiente.

Khadija Afkir: Hay imanes que tienen capacidad, que han estudiado, pero si vas a las pequeñas mezquitas de las zonas periféricas, por ejemplo de Madrid, te encuentras con imames que no están formados.

Nessrin El Hachlaf: Sí, a lo mejor es una persona que simplemente sabe recitar el Corán, que no ha tenido formación ni aquí ni en el país de origen. Si al menos lo tuviese en el país de origen, si fuese por ejemplo licenciado en estudios islámicos, pues vale, a lo mejor sirve, pero lo habitual es que sean personas que saben veinte versículos coránicos y con eso basta para que les contraten en la mezquita. Ahí es donde está el foco de la radicalización, por la mala información que se transmite. 

Khadija Afkir: Y algo más, las mezquitas no son solo sitios donde los hombres van a rezar, es donde padres y madres llevan a hijos e hijas para que aprendan a leer árabe; y si llevo a mi hija a la mezquita aprenderé árabe, pero una cierta cultura, pequeñas cosas de nuestra cultura que siguen siendo una carga. Y lo digo porque estoy muy orgullosa de provenir de la cultura árabe.

Nessrin El Hachlaf: Habría que hacer compatible todo con naturalidad. No creo que sea un reto, es el cauce normal de la vida. Somos mujeres que hemos nacido en España o hemos venido de pequeñas, hemos estudiado y ejercemos una profesión. Es el cauce natural de la vida, lo otro no. Que tus padres decidan que a los 17 años tienes que casarte y que a los 18 seas madre no se da ni siquiera en nuestra cultura. Si vas a Rabat o Casablanca no las vas a encontrar. En algunos países, como Marruecos, hay mujeres empoderadas, empresarias de éxito sin problemas de rol social, dependiendo de las zonas, claro. Se han de visibilizar todas las realidades, no hay que dejarse llevar por estereotipos, y los medios de comunicación están llenos. Decir ‘mujer árabe musulmana’ es igual a ‘mujer con velo’, es como si no existiesen más opciones. Personalmente estoy cansada de que, cuando se habla acerca del Islam, o habla un hombre, como si la mujer no existiese, o una mujer conhijab. Pues a lo mejor no, hay más abanico. Arranquemos esos velos.

¿Hay un feminismo islámico?

Nessrin El Hachlaf: Sí, ¿por qué no va a haberlo?

Khadija Afkir: Antes se colonizaba con ejércitos, ahora se coloniza con ideas. Parece que solo hay un feminismo, el occidental, el de la mujer blanca y que vale. Hay feminismos negros, islámicos, que son distintos al occidental, con una perspectiva más integral; todo es lucha por la igualdad.

Nessrin El Hachlaf: Desde el feminismo occidental se ha considerado que ser musulmana y ser feminista es incompatible; entonces, nosotras trabajamos por un feminismo islámico, no contra nadie, sino para recordar que feminismo es luchar por la igualdad, y por tanto ustedes no me pueden decir que yo, que soy una mujer libre, que he elegido libremente ser musulmana, no puedo ser feminista por el hecho de tener una religión. Así nace el feminismo islámico, se trata de reivindicar que las mujeres podemos defendernos solas, y ser libres, y somos libres, independientemente de que Occidente, con sus gafas de patriarcado, intente salvaguardarnos de la sumisión. Porque no todas estamos en apuros. Porque ni somos princesas en busca de príncipes que nos salven, ni somos mujeres sumisas, tapadas con burka, que estamos esperando a que venga una mujer holandesa de pelo rubio y que se haga un selfie mientras ‘me salva’. No lo necesitamos.


Por Fernando Olmeda
Fuente: La Marea

Sí a la Diversidad Familiar!
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