febrero 17, 2019

Entrevista a Silvana Guerrero "En la guerra y en la paz".

Mantiene la esperanza de que el pueblo colombiano y “un resurgir de la conciencia de las mujeres en Latinoamérica” obliguen al presidente Iván Duque a retomar un diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) que pare el conflicto recrudecido tras el ataque contra la academia de policía de Bogotá. Silvana Guerrero, integrante de la Delegación de Paz del ELN que se encuentra en Cuba a la espera de condiciones que permitan seguir negociando por la vía política, sostiene que en este conflicto no hay distinción de tragedias.


¿Qué posibilidades existen para la paz en Colombia? ¿Cuáles son las razones por las que se estancaron las negociaciones de paz entre el gobierno de Iván Duque y el Ejército de Liberación Nacional (ELN)? 

El ELN nació en 1964, inspirado en la Revolución Cubana, nutriéndose del pensamiento guevarista y de la teología de la liberación. Uno de sus principales referentes fue el cura guerrillero Camilo Torres, caído en combate el 15 de febrero de 1966. Camilo aportó a la experiencia del ELN, además del mensaje ético de poner el cuerpo y la vida para sostener las ideas revolucionarias, propuestas políticas fecundas como la del “amor eficaz”. Ni amor romántico, ni amor como sinónimo de caridad. En el “Mensaje a los Cristianos” (1965) Camilo escribía que el amor al pueblo “para que sea verdadero tiene que buscar la eficacia. Si la beneficencia, la limosna, las pocas escuelas gratuitas, los pocos planes de vivienda, lo que se ha llamado “la caridad”, no alcanza a dar de comer a la mayoría de los desnudos, ni a enseñar a la mayoría de los que no saben, tenemos que buscar medios eficaces para el bienestar de las mayorías”. En el “Mensaje a las Mujeres” (1965) Camilo decía: “La mujer colombiana tiene la conciencia de ser explotada no solamente por la sociedad, como la mayoría de los colombianos, sino también por el hombre…. La mujer colombiana se alista para la revolución”. En esa clave, muchas mujeres formaron parte de las distintas fuerzas guerrilleras en Colombia, intentando hacer una experiencia de “amor eficaz”, “alistadas para la revolución”. También fueron las más activas en la construcción de una opción para la paz. 

El ataque a un cuartel policial en Bogotá realizado por el ELN, fue el argumento para que el presidente “uribista” Iván Duque dé por terminadas las negociaciones, y exija al gobierno cubano la entrega de los líderes guerrilleros que se encuentran en Cuba para estos diálogos.

Cuando parece que el horizonte de paz se desvanece, entrevistamos en Cuba a Silvana Guerrero, quien es parte hace más de dos décadas del ELN, en el Frente de Guerra Nororiental en la región del Catatumbo. Licenciada en Ciencias Naturales, hoy integra la Delegación de Paz del ELN. 

La paz en Colombia es fundamental para la paz en Nuestra América. Sabemos que la guerra es parte de la geopolítica norteamericana para controlar al movimiento revolucionario, favorecer la intervención militar en Venezuela -tramitada intensamente en estos días- y poner en pie de guerra al continente. Es por eso que ha sorprendido el ataque al cuartel policial en Bogotá. ¿Consideran concluidos los esfuerzos de paz?

–En el comunicado del ELN asumimos la responsabilidad del atentado. Sabemos lo que significa como dolor para las familias de quienes ahí perdieron la vida. Decimos también que no hay distinción de dolores. Hay quienes ponen el acento en el dolor de los familiares de los policías, y no nombran el dolor por los muertos en los bombardeos que el Ejército realizó en diciembre a los campamentos del ELN, o por los líderes sociales asesinados. Sabemos que esta acción incidió negativamente en lo que era la Mesa de Diálogos. Aun teniendo en cuenta que el gobierno de Iván Duque no había nombrado a sus representantes, había unos contactos y un reconocimiento a esta Delegación. Esta acción ha llevado a que Iván Duque suspenda los diálogos, pero nosotros nos vamos a mantener con la esperanza de que las mayorías en Colombia logren hacer caer en cuenta al gobierno, de que por encima de esta acción y de las realidades mismas de la guerra, si no nos sentamos a dialogar nunca va a parar este conflicto. El ELN está comprometido con eso. Seguimos aquí en Cuba, y guardamos la esperanza de que si no es ahora, pueda ser más adelante que haya condiciones para seguir negociando el conflicto colombiano por la vía política.

El gobierno de Duque exige al gobierno cubano la captura y la extradición de ustedes a Colombia. ¿Cómo se ubican frente a esa exigencia?

–Las órdenes de captura estaban suspendidas como parte de los acuerdos para iniciar las negociaciones de paz, y están registradas en unos protocolos que se hicieron en la fase confidencial. El gobierno colombiano le está solicitando a Cuba que debe entregar a los diez compañeros que hacemos parte de la Delegación de Paz, pero hay un protocolo firmado con la participación de países como Brasil, Chile, Cuba, Venezuela, Ecuador y Noruega, que lo impide expresamente. Nosotros esperamos que Duque recapacite sobre las consecuencias que tiene el incumplir este protocolo, cuando de él hacen parte otros países. Nosotros nos mantenemos a la espera de que haya cumplimiento de esos protocolos, para poder regresar a Colombia como está estipulado en ellos, y que haya garantías para ese retorno.

Sabemos que la guerra tiene un alto componente patriarcal y que exacerba la violencia machista. ¿Cómo la enfrentan? 

–Yo siempre digo que si bien has elegido como opción de vida ser parte de una organización alzada en armas, no es porque te gusta la guerra. Estás en esta lucha porque buscas y añoras la paz de tu pueblo. Nosotras rechazamos la violencia del patriarcado, no sólo en Colombia sino en el mundo. Colombia, como Latinoamérica, viene dando una muestra importante del resurgir de la conciencia de las mujeres, y lo apoyamos. Es muy importante que nos hemos atrevido a denunciar las violencias que vienen de décadas atrás. Siempre ha habido violencias contra las mujeres, pero estaban como calladas. Ese impulso que hoy hay en el mundo está despertando la conciencia, y ha logrado asediar de alguna manera al patriarcado, sin decir que hayamos logrado todo lo que añoramos, y por lo cual vamos a seguir luchando. Nosotras tenemos una gran responsabilidad, que es realizar un trabajo pedagógico con las mujeres, para que seamos capaces de denunciar en todos los lugares. Va a ser importante que sean denunciados quienes estén involucrados en violencias contra las mujeres sin excepciones. Tampoco los políticos quedan fuera de esto. 

¿Cuáles son las razones por las que las mujeres se han incorporado a la lucha guerrillera?

–Hay varios argumentos de las compañeras que llegan a las filas del ELN. Algunas, que tuvimos la posibilidad de estudiar, el conocer la realidad política, económica, social del país, nos lleva a asumir este compromiso por la defensa de nuestro territorio, y lo vemos realizable desde la participación en las organizaciones guerrilleras. Otras compañeras de extracción campesina, por el conflicto en las regiones, y por la misma realidad social, no ven otra opción de formación, de participación, de respeto, si no es en una organización como la nuestra. Entonces se vinculan, y a partir de ahí comienza su papel a ser diferente al que habían vivido en sus casas. 

En su caso, ¿cuál fue la motivación?

–Yo tuve la posibilidad de estudiar, fui funcionaria pública. Con la particularidad también de que soy de la región del Nororiente, donde históricamente estuvo la presencia del ELN. Tú empiezas desde muy niña a darte cuenta cuál es su papel, cómo se vincula la organización mediante el trabajo político organizativo, y ves desde esa opción de ser insurgente, posibilidades de cambio. Eso desde muy temprana edad te lleva a enamorarte de la organización con la cual tienes más relación, y yo elegí el ELN.

¿En qué cambió su vida esta decisión?

–Yo creo que en el ELN he logrado realizarme como mujer. En la sociedad se te excluye de cierta realización como mujer. El ELN me ha permitido acceder a diferentes funciones de tipo integral, para luchar por la transformación social profunda de Colombia.

¿Hay debates sobre las relaciones de género al interior del ELN?

–Sí, en nuestra organización desde que te vinculas a ella, y después en la Escuela de Combatientes, la formación es integral. Nos enseñan que tenemos que ser diferentes en nuestras relaciones. Son cada día más los esfuerzos organizativos, que incluyen también el trabajo político organizativo con el pueblo. 

¿Cómo afecta la guerra a las mujeres?

–Desafortunadamente, en todo el conflicto de décadas, quienes más consecuencias han sufrido son las mujeres. Son viudas, con la carga que eso implica de criar a sus hijos. Sufren la represión, y les toca desplazarse de los territorios. No es fácil, en el momento en que por la misma violencia han quedado a cargo de sus familias.

¿En las negociaciones de paz, estos temas están planteados?

–Sí, en nuestra agenda el primer punto es la participación de la sociedad y de la mujer. En el gobierno de Santos realizamos unas audiencias preparatorias en las que logramos entrevistarnos y hablar con muchas organizaciones de mujeres y de feministas, que trajeron sus puntos de vista. Fue un proceso enriquecedor.

¿Cómo responde el ELN cuando hay denuncias sobre violencia sexual de los actores armados contra las mujeres o contra las disidencias sexuales en las comunidades?

–Nosotros somos Estado donde no está el Estado. Tenemos un reconocimiento de la población. Tenemos nuestra propia juridicidad. Las comunidades han desarrollado sus propias leyes populares en esa ausencia del Estado. Cuando ocurren casos de este tipo, los intentamos resolver, no mediante la denuncia a la institucionalidad. Buscamos con la comunidad definir unos criterios de sanción, ante el delito o la falta que se haya cometido. Ejercemos de hecho autoridad en las regiones donde operamos.

¿La voluntad del ELN sigue siendo entonces continuar el camino de búsqueda de la paz?

–El esfuerzo del ELN por estos diálogos de paz está definido por un Congreso para un período de diez años. Mientras esté la Delegación que está nombrada por el Congreso, vamos a seguir desde el territorio colombiano, desde las montañas, insistiendo en esa posibilidad. No hay otra. Si bien es cierto que el gobierno no abre las puertas ahora a que sea por la vía negociada, nos vamos a mantener en la resistencia, en el acompañamiento a las regiones que sufren este conflicto, y enfrentando la represión que vive en el territorio el pueblo colombiano. Les hemos dicho a las comunidades que cuenten con que el ELN se mantiene en el esfuerzo por la búsqueda de la paz, y que cuenten también con nosotros para la resistencia y la defensa del territorio.

¿Cuál es la situación de las presas políticas hoy en Colombia?

–En este momento de ruptura de la Mesa de Diálogo, ya se ha empezado a vivir en las cárceles cierta presión mayor. Represión siempre ha habido, pero ahora hay movimientos que buscan dislocar a los compañeros y compañeras organizadas en ellas. Nos mantenemos en comunicación permanente con las compañeras. Ellas están preocupadas porque han venido consolidándose en grupos de estudio y trabajo al interior de las cárceles, y en este tiempo están siendo agredidos y dispersadas. Nunca ha habido respeto a los derechos humanos de los presos y presas políticos.

¿Qué les dice a los movimientos feministas y a los movimientos populares en esta coyuntura?

–El llamado es a no perder la esperanza, a acumular una correlación de fuerzas que nos permita a las oligarquías, al capitalismo, demostrarles que no tienen la razón, que nosotros y nosotras somos mayoría. Las mujeres, que somos las que con mayor afectación vivimos el conflicto, vamos a seguir impulsando las transformaciones que requiere Colombia. El llamado es a que se solidaricen con el esfuerzo por la búsqueda de la paz por la vía política.

¿Hay algún sueño personal que tenga para tiempos de paz?

–El sueño mayor que podría tener como militante del ELN, es esa posibilidad de trabajar con más pueblo. Eso hoy me lo imposibilita la ilegalidad. Mi sueño particular es seguir luchando en tiempos de paz, si esto se logra, al lado del pueblo.
Fuente: Página/12

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