abril 04, 2019

Las japonesas luchan por la igualdad en un país atravesado de machismo.

Ya hace siete años que el presidente de Japón, Shinzo Abe, planteó en su programa para mejorar la economía japonesa que se facilitaría la inserción de las mujeres en el mercado laboral, sin embargo las tasas de empleo entre las mujeres continúan siendo bajas. Las japonesas enfrentan numerosas desigualdades y acosos que incluyen tocamientos en el transporte público, cosificación, escasa presencia femenina en la política. Lentamente empiezan a protestar con iniciativas como el movimiento #KuToo contra la obligatoriedad de usar altos tacones en el trabajo.

Un grupo de mujeres japonesas conversa DANI GAGO

El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, proclamó en 2012, dentro de su programa —reconocido mundialmente como "Abenomics"— para impulsar la decadente economía nipona, que haría que las mujeres de su país llegasen "a brillar". Años más tarde, el Foro Económico Mundial ha situado a Japón en el puesto 110 —de 149— en su lista de naciones que han avanzado en la igualdad de género, por detrás de Mauricio, India y Guatemala.

De hecho, solo un 12% de la población activa femenina en Japón se encontraba inserto en el mercado laboral en 2018, frente a la media del 27,1% mundial, según ha publicado en un estudio la Organización Internacional del Trabajo coincidiendo con el último Día Internacional de la Mujer.

Así, se calcula que solo uno de cada diez puestos de trabajo en altos cargos y en la política están ocupados por mujeres, han asegurado desde la Unión Interparlamentaria, el peor dato registrado de entre todos los países que componen el G20, lo que se traduce, por ejemplo, en solo 47 integrantes femeninas en la Cámara Baja —de un total de 463— y 50 —de 241— en la Cámara Alta.

Si bien las mujeres han entrado más en el mercado laboral japonés en los últimos años, esto se ha debido más a la falta de mano de obra por el envejecimiento de la población que a un cambio estructural 

El propio Shinzo Abe ha incorporado únicamente a una mujer en su gabinete de gobierno en 2018, a la vez que ha asegurado de ella que “tiene la presencia de dos o tres mujeres”, según han citado medios locales.


Si bien es cierto que la mujer se ha ido introduciendo más en el mercado laboral japonés en los últimos años, los analistas creen que esto ha sido debido más a la falta de mano de obra y a la crisis de trabajadores por las que está pasando el país por el envejecimiento de la población que a un cambio estructural en su idiosincrasia respaldado por las políticas de Abe.

Uno de los principales problemas es que un porcentaje importante de este trabajo femenino son en realidad los considerados "trabajos basura", empleos que en países desarrollados normalmente son realizados por inmigrantes o estudiantes.

Se calcula que un tercio de las trabajadoras lo hace a jornada parcial y cerca del mismo porcentaje se considera que está sobrecualificada para el puesto que desempeña, principalmente porque en la idiosincrasia de la sociedad nipona prevalece aún la figura de la mujer como cuidadora del marido, de la casa y de los hijos.

Debido a que los japoneses suelen aplicar horas extra para la empresa en la que trabajan prácticamente a diario, por la que pueden llegar a sentir un sentimiento de fidelidad superior al que hay por sus familias, son las mujeres las que se ven abocadas, inevitablemente, al cuidado de los menores.

ABUSOS Y ATAQUES SEXUALES

Socialmente, el imaginario colectivo japonés sigue cosificando a la mujer de forma bastante abierta. Es el caso de los tocamientos en el metro, en Tokio, para prevenir estos abusos, se reserva un vagón exclusivo para mujeres durante la hora punta.

Un caso representativo y mediático del machismo nipón, fue el del grupo musical de idols NGT48: una de sus integrantes tuvo que disculparse públicamente por “causar alteraciones” entre sus seguidores tras haber narrado en Internet cómo fue asaltada por dos hombres en su propia casa. Actualmente se encuentra fuera de la banda y su paradero es desconocido.

En 2014 la diputada Ayaka Shiomura, fue insultada y abucheada por otros diputados durante su intervención en una asamblea del gobierno metropolitano de Tokio, con frases como "date prisa y cásate" o "¿No puedes tener hijos?"

En el ámbito de la política institucional, si bien hay mejoras, persisten serias dificultades para la incorporación de las mujeres. Es el caso de la actual gobernadora de Tokio, la primera mujer en ocupar este cargo, Yuriko Koike, fundadora a su vez del Partido de la Esperanza y anterior compañera de militancia de Abe. Koike llegó al puesto tras ganar las elecciones en junio de 2016, pero su campaña estuvo llena de obstáculos por parte de sus compañeros de trabajo, quienes llegaron a decir de ella que “por dentro es un hombre de línea dura”, ya que fue operada en 1998 de ovarios por fibrosis quística.

En el año 2014 otra figura política femenina, la diputada Ayaka Shiomura, fue insultada y abucheada en público por otros diputados durante su intervención en una asamblea del gobierno metropolitano de Tokio, con frases como "date prisa y cásate" o "¿No puedes tener hijos?". El caso saltó a la prensa internacional, que criticó duramente la postura machista de los políticos japoneses, de los cuales solo un diputado del Partido Liberal Demócrata, Akihiro Suzuki, pidió disculpas públicamente.

Donde sí se han registrado avances es en el acceso a la educación superior: se ha pasado de que entre el 10 y el 12% de las mujeres hubieran realizado carreras de cuatro años en los 80 —frente al 35-40% de los hombres en la misma época— a casi el 50% en la actualidad, según ha recogido el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología nipón. Por ello, se espera que las mujeres podrán alcanzar puestos de responsabilidad en el futuro e incrementar así la representación femenina en el mercado laboral.

DESENTRAÑANDO EL PATRIARCADO EN JAPÓN

Es difícil visualizar de dónde proviene exactamente la idiosincrasia machista tan arraigada en el imaginario colectivo nipón, en un país cuya principal deidad y "matriarca" del linaje imperial —Amaterasu— es femenina y que ha tenido en su historia figuras de emperatrices, como Koken Tenno o Suiko, sin la figura compañera del consorte masculino, al estilo de Isabel I de Inglaterra.

Se cree que la llegada del confucionismo a tierras niponas fue el inicio de esta visualización de la mujer como ser inferior frente al hombre —el yin y el yang— y que alcanzó su punto culmen con la publicación del Onna-daigaku —Manual de la mujer— en el siglo XVII, donde se proporcionaban las medidas para una educación y formación de la mujer perfecta en una sociedad profundamente jerarquizada.

Los siglos pasaron y no se reconoció figura jurídica a la mujer como ciudadana en condiciones de igualdad con los varones hasta la redacción de la Constitución en 1946, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Actualmente las mujeres japonesas disfrutan de los mismos derechos que sus compatriotas varones, al menos sobre el papel.

El grueso de la población japonesa continua sin expresarse abiertamente en materias de diversa índole, incluyendo lo que puede ser considerado fácilmente como injusticias, como es el caso de la desigualdad o acoso de la mujer. Esta actitud deriva de varios términos culturales con su reflejo en el idioma: wa— armonía— o shudan ishiki —ética grupal—, ya que se considera que las expresiones de individualidad pueden romper con la armonía social, especialmente valorada en la cultura nipona y más aún tras la dura etapa de la postguerra. Por ello, quejarse es visto como algo inmaduro que puede alterar dicha armonía.

El movimiento Voice Up Japan, surgió a raíz de que una revista publicara artículo que enumeraba los campus nacionales donde sería más sencillo aprovecharse sexualmente de las alumnas debido a que irían bebidas

La tendencia está cambiando, aunque de forma lenta, no solo en el acceso a la educación superior. Así han surgido movimientos sociales como Voice Up Japan, un grupo de estudiantes en las universidades de Tokio que luchan contra la discriminación de género en el país.

“Somos una organización cuyo objetivo es crear un entorno donde más gente en Japón pueda pronunciarse mientras abogan por la equidad de género en la sociedad japonesa”, ha citado el portal Savvy Tokyo.

El movimiento surgió a la par que una estudiante de la Universidad Cristiana Internacional de Tokio, Kazuna Yamamoto, se quejaba públicamente debido a que la revista nipona Shukan Spa! había publicado un polémico artículo el pasado octubre, que enumeraba los campus nacionales donde sería más sencillo aprovecharse sexualmente de las alumnas debido a que irían bebidas.

La protesta abierta por Yamamoto el pasado enero en Change.org superó las 52.000 firmas, lo que ha causado el surgimiento en las redes del "hashtag" #standupJapan y que la editorial haya pedido disculpas de forma oficial

Es el caso asimismo de "KuToo", movimiento creado en redes sociales por la actriz, modelo y actriz Yumi Ishikawa, que en referencia al “MeToo” une las palabras kutsu —zapato— y kutsuu —sufrimiento— para impedir que las mujeres se vean en la obligación de ir a trabajar con tacones.

Aunque el mismo “MeToo” no haya tenido especial relevancia en Japón, mientras que en China y Corea del Sur sí, estos movimientos alternativos ofrecen una mirada más esperanzadora del panorama actual y la posibilidad de cambio en un país que está dando pequeños pasos. Aún queda un largo camino por recorrer para modificar una realidad asentada por siglos de conservadurismo cultural, el imaginario colectivo y la idiosincrasia niponas.

Por Ana Alonso Giménez
Fuente: El Salto

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