mayo 18, 2019

Manifiesto de 14 mil mujeres Lamistas, mayo de 1927.

La difusión de este Manifiesto tiene la intención de aportar a esta memoria colectiva y principalmente en las luchas de las mujeres, y en este caso indígenas


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“El derecho de la mujer indígena en Colombia”

manifiesto mujer indigena

El conocimiento que tenemos sobre los diferentes procesos organizativos de los sectores populares que se han dado en nuestro país es incipiente, o en ocasiones ni sabemos de ellos.

Esto ocurre, entre otras razones, por el ocultamiento intencionado de esta historia por parte de quienes tienen el poder y no les conviene la memoria colectiva sobre estos hechos, quedando la idea, para las nuevas generaciones, que nada se ha hecho y hay que comenzar de cero, perdiéndose las enseñanzas y acumulados de nuestros antecesores.

La difusión de este Manifiesto tiene la intención de aportar a esta memoria colectiva y principalmente en las luchas de las mujeres, y en este caso indígenas, donde catorce mil de ellas, a comienzos del siglo XX, narran su contexto social, político y condición de opresión, mostrándonos, a su vez, su papel en el movimiento de reivindicación campesino-indígena.

Este documento apareció como primera publicación del Movimiento de Mujeres Indígenas, que surgió bajo la inspiración y dirección de Manuel Quintín Lame. Fue firmado el 18 de mayo de 1927 por miles de mujeres indígenas de los departamentos del Tolima, Huila y Cauca, principalmente.

“Es el momento que las hijas de los bosques y de las selvas desiertas lancemos un grito de justicia a la civilización del país, al paso de 435 años que acaban de pasar que son como un instante ante la presencia del que creó el universo mundo. Fundadas en una inspiración que de repente se apodera de nosotras como un resplandor que ilumina la obscuridad donde ha existido el Dios del engaño, de la ignorancia. Y en medio de ese resplandor ha surgido en el horizonte una flor, que los hombres civilizados han querido cortar, pero que sin embargo está rosada y bella, y no desaparece ante los relámpagos y huracanes. Estos troncharán los gigantescos robles, pero esa flor permanecerá y cada día será más bella.

Y de los vientres del sexo femenino indígena nacerán nuevas flores de inteligencia y vestidas de riqueza se unirán para formar un jardín glorioso en medio del país colombiano, que llamará la atención en general a toda la civilización de explotadores, calumniadores, usureros y ladrones, quienes han desterrado de los bosques, las llanuras y de las selvas a nuestros primogénitos, padres, hermanos, hijos y esposos; engañándolos con licores alcohólicos, es decir alcoholizándoles los sentidos y conocimientos para poderlos despojar de sus hogares, de sus cultivos y de sus tierras. Y para decir de acuerdo con las autoridades de los catorce departamentos del país colombiano «los indios me vendieron»; y presentan falsos documentos y escrituras, todo hecho por medio de la sabienda y el engaño.

El hijo de una indígena se sentará sobre el trono

A la aristocracia embalsamada por el orgullo y que se llaman entre ellos hombres aristocráticos y de buenas familias, les da opresión o pena hablar con la indígena, saludarla en la calle, con el pretexto de que es rebajarse, sin darse cuenta que nacieron y que vinieron por el mismo camino por donde vino al mundo el indígena, aquel que hoy es perseguido por los aristócratas para destruirle la flor de sus conocimientos que la misma naturaleza les ha inspirado en medio de los acusadores cohechadores y perjuros. Así por así señores jefes del poder judicial, ejecutivo y legislativo, etc., cambiará en poco tiempo el derecho de ustedes, porque un mendigo que es el hijo de la huérfana indígena se sentará sobre el trono de nuestra reivindicación social con su cetro de inteligencia con que la naturaleza humana le ha dotado, a pesar de las persecuciones y de las cárceles. Porque estos sufrimientos no nos detendrán a nosotras las pobres infelices, las que hemos sido encarceladas por defender los intereses de nuestros esposos, de nuestros padres, hijos y hermanos.

Hoy día, aun cuando nos insulten maltratándonos de palabra y de obra y mandándonos predicadores de cualquier clase, ya nosotras las infelices, las mudas, las sordas, ya hemos conocido el resplandor de los libres donde está escrito el libro de nuestro desengaño y que termina por completo los idilios de los engañadores y predicadores con falsas doctrinas en que dicen a pulmón abierto que el rico tiene derecho a todas sus propiedades. Fuera verdad si hubieran sido bien habidas, porque lo que es de Dios hay que entregárselo a Dios y lo del César al César.

La prehistoria de nuestros antepasados repercute sus acentos allá en esa colina donde está sepultada la casa de la divinidad, según la prehistoria del Bochica, quien escribió por medio de signos la historia de su padre que era el Sol, quien consagraba las ceremonias del dios que tenían nuestros antiguos. Pero los aventureros que llegaron el doce de octubre en nombre de la civilización hicieron blandir la cuchilla de la mano y la intención para quitarnos la vida y nuestras riquezas; y hoy nosotras las mujeres indígenas colombianas de ocho departamentos quienes firmamos la presente, estamos como un ánimo acompañado de valor y unidas como un concierto de águilas encolerizadas lograremos la defensa de nuestras reivindicación porque se nos haga justicia, se nos ampare por las autoridades o nosotras nos hacemos justicia y nos amparamos por nuestra cuenta aun cuando quede la última mujer indígena en el campo de la guillotina, de la horca y del cadalso, como quedó Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos etc., en Colombia y así otras heroínas en diversas naciones de la vieja Europa.

De nuestros vientres nacerán grandes patriotas indígenas, según nos lo han manifestado ese par de caudillos indígenas (2), quienes hacen repercutir sus ideas en el país. Aquellos que nacieron en las selvas del Tierradentro, y tras de ellos van hasta hoy esos ocho departamentos, es decir, tras de sus ideas, quienes las han entregado tal como son, sin envidia de ninguna clase a todas las naciones indígena del país.

El hombre rico, engreído en medio del orgullo satánico dice que su derecho es estable y que permanecerá. Pero ya oímos las pobres infelices la carcajada de ese enemigo que reducirá los inmortales imperios de la orgullosa y malévola civilización a una sacristía, porque todos los fusiles, las ametralladoras y los cañones quedarán mudos y los soldados esperando la voz de aliento de los generales ya ahogada en sus gargantas, porque así ha sucedido y sucederá porque el hijo de la mujer indígena no vino al mundo por los grandes ricos sino fue por nosotros los pobres infelices.

Aun cuando el ministro de guerra colombiano dicte miles de decretos y el congreso leyes, las pobres infelices marcharemos al combate de nuestra reivindicación. La calumnia, la amenaza, el engaño, la promesa, para nosotras hoy día es una letra muerta y de valor ninguno. Así debe ser para todas las señoras y señoritas del país de nuestra baja clase, quienes somos perseguidas por los hombres de civilización. ¡Ah! Qué cobardes, cómo persiguen y vigilan a una mujer, quien es la propia madre del hombre; pero estos pensadores han envolatado todas sus inteligencias por medio del temor y ponen en movimiento todas sus fuerzas y alcances para hacerle mal a su propia madre y compañera, por quienes se han volado muchos la tapa de los sesos. Hoy las mujeres con nuestro valor y energía gritaremos amparo y justicia, como siempre lo hemos hecho, porque ya perdimos nuestros clamores y nuestro derecho, pero menos nuestra fe. Esa fe nos asiste a nosotras las pobres labriegas que al sol y al agua, haciéndole frente al hambre y la sed, le ayudamos a los hombres indígenas en nuestro carácter de esposas, hermanas, hijas y madres, a cultivar nuestras fincas, las que hoy sin darnos un centavo pasaron a manos de los burgueses, porque las autoridades violando sus ministerios violaron los derechos y los intereses de la justicia.

Las leyes subversivas

Pues no hay justicia a favor de las propiedades indígenas; todos los reclamos que hacemos los indígenas a favor de nuestras propiedades territoriales cultivadas, son desoídas en las alcaldías, inspecciones y juzgados municipales y también de circuito, porque hasta hoy el veneno de la envidia no ha dejado a los legisladores dictar una legislación clara, determinada y que terminantemente sea cumplida, porque las leyes que las firman con sus manos las borran con el codo. Pero se llegará ese día en que la legislación indígena por ella misma será encaminada rápidamente a formar su tribunal y destruirá la envidia y el error que ejecutaron a sabiendas y con conocimiento de causa los señores aristocráticos, que sin justicia y sin caridad nos han hecho desterrar por medio de leyes subversivas, las que obligan a nuestros esposos a que repartan nuestras tierras. Pero esas leyes no se cumplirán, porque si los hombres indígenas quienes ocupan nuestro propio territorio desde antes de la conquista no se paran para negar esa orden clandestina y malévola, nosotras las mujeres nos preparamos para pegar el grito de no y no; y si no se nos atiende hundiremos en el vientre de aquellos el cuchillo de nuestra guisandería porque si esto pasa así, ahí tenemos potestad para cometer injusticias; esto de dar por válido lo hecho por un poder incompetente, esto de declarar obligatorio lo injusto, lo absurdo, lo inicuo, esto no lo concebíamos ni lo concebimos todavía.

Contra estos hechos que se han venido sucediendo protestamos todas las mujeres indígenas, y con esta nuestra protesta también protesta la razón natural y aquella augusta religión que profesan y profesamos las católicas, también protestan todas las religiones de la Tierra. Contra esto protesta el corazón sublevándose contra semejante apoteosis de la tiranía...

Los dos viejos partidos nos han engañado

A la raza indígena se le ha venido persiguiendo en todos sus intereses morales y materiales por la civilización, y esta se los ha arrebatado. Ahí está lo que pasa en los departamentos de Nariño, Valle, Cauca, Boyacá, Huila, Tolima, Caldas, Santander, etc., en donde para los indígenas no hay justicia. Los burgueses pueden matar a un indio, herirlo gravísimamente y para estos no hay justicia; robarlo, violar a una de nuestras compañeras por la fuerza y con el hecho de ser conservadores o liberales, con tal que tengan dinero se defienden, o los jueces hacen perdedizos los sumarios, otros duermen eternamente en los juzgados y en las oficinas del gobierno según lo afirma Manuel Quintín Lame en su periódico del 12 de enero del presente año y que es un hombre que no ha envetado ni siquiera el cristal de la verdad, porque lo que él ha acusado y acusa es porque es así y tiene cómo probarlo ante el público, o sea ante cualquier juez. Esa doctrina que publicó con fecha 12 el caudillo Lame, nos ha impulsado con valor a todas las mujeres indígenas, las que distintos departamentos mandamos nuestras firmas, quienes deben reunirse en el departamento del Tolima, donde saldrá la voz de la mujer indígena ordenándole a todos los indígenas que ninguno se presente el día de elecciones a sufragar, porque ellos mismos se ponen la soga a sus gargantas y gritemos mueran las elecciones ante la raza indígena en Colombia y que el sexo masculino indígena lo separaremos nosotras las mujeres indígenas por completo de esos dos viejos partidos que falsamente nos han engañado. En nuestro carácter de esposas, novias, madres, hermanas, hijas, etc., no dejemos ir a votar a ninguno, porque esos representantes y senadores que van al congreso no han dictado el reglamento de la legislación indígena que se encuentra hasta hoy en la oscuridad; son enemigos de la raza indígena en Colombia, los senadores y representantes, los diputados de las asambleas, los miembros de los consejos municipales, en compañía de los alcaldes, etc., no atienden los reclamos a ningún indígena por derecho que tenga.

Nos dirigimos a todas las sociedades del sexo femenino religioso, como son a las hermanas de la caridad, a las monjas, a las madres, etc., a las señoritas y señoras directoras de todos los colegios y universidades del país, que conozcan las injusticias y que hoy ya el sexo indígena femenino en Colombia levantó el grito para defender de hecho sus propiedades materiales y morales que a nuestros varones les han sido arrebatadas, y para no errar nos dirigimos a todas las sociedades del sexo femenino del país y que nos digan si esto es justo o no...

Señores, señoras y señoritas del país colombiano: los pueblos deben obedecer las leyes; pero los legisladores deben acatar la justicia. Y cuando la injusticia es evidente, cuando el legislador decreta cosas en contradicción con las leyes naturales y divinas, no tiene derecho a la obediencia... Pues, ¡qué! Si se debe obediencia a lo injusto, a lo inicuo, a lo absurdo, ¿qué pensaremos de los hombres ilustres que en todas las épocas se han negado a cometer una iniquidad aun cuando fuese mandado por el más poderoso legislador? ¿Se les llamará anárquicos? ¡No! No los han llamado así los pueblos que les han erigido estatuas... Siempre, en todos los tiempos, en todos los países y sobre todo en los cristianos, se ha mirado como cosa santa y heroica el no acatar la injusticia y la iniquidad aunque llevase el sello del legislador; siempre, en todos los tiempos y países, se ha mirado como un heroísmo el marchar al cadalso, con la frete serena, antes que obedecer un mandato inicuo.

Esto irá a ocurrir en Colombia cuando los cobardes persigan a las mujeres, como lo han hecho en Cali, en Bogotá, con una señorita o señoritas heroínas..(3)

En constancia firmamos más de catorce mil mujeres indígenas de siete departamentos e invitamos a coadyuvar con nuestras ideas al proletariado colombiano de indígenas, pues haremos flotar nuestras banderas de paz en las tremendas campañas ante la injusticia y el error que cometen diariamente los opresores de categoría”.

Por Yeny Pino 
Fuente: Kavilando

Notas.

[1] Este Manifiesto y las imágenes son tomadas del libro “Las luchas del indio que bajo de las montañas”. Editor: Gonzalo Castillo Cárdenas. Comité de defensa del indio. Bogotá, 1973
2 Referencia a Manuel Quintín Lame y José Gonzalo Sánchez
3 Referencia a María Cano y otras luchadoras de 1920 a 1930

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in