Otros cristales para la economía
Las políticas fiscales expresan la estrategia de desarrollo de los gobiernos, sus prioridades y la orientación de sus políticas económicas y sociales. Constituyen las herramientas gubernamentales más poderosas para la conducción de la economía.
Requieren la definición de prioridades, metas y políticas de gasto público –es decir en qué, en dónde y a quiénes se asignan los recursos–; y la búsqueda de los ingresos necesarios para el financiamiento de los objetivos planteados.
Los recursos públicos son recursos de la población, se trata de los ingresos que los diferentes agentes económicos aportan, sean personas físicas o empresas. A través de la asignación de esos recursos (gasto público) los gobiernos cumplen sus funciones en la economía. Ambas intervenciones, tanto la recaudación como el gasto público, generan impactos diferenciados entre los diferentes grupos de población.
El análisis de género de las políticas fiscales cuestiona la neutralidad de las políticas, programas y presupuestos públicos. Esta mirada permite evidenciar las relaciones de poder en las sociedades y señala el valor que se atribuye a “lo femenino” frente a “lo masculino”.
En América Latina han sido poco estudiadas las políticas fiscales desde la perspectiva de género. Se puede decir, en síntesis, que hay varios emprendimientos en esta materia. Los más importantes son los presupuestos públicos con perspectiva de género, pero también están las investigaciones sobre los impuestos y los análisis macroeconómicos más generales. Por otra parte, hay análisis macroeconómicos que, desde el enfoque de una economía feminista, incluyen especificidades del gasto y los impuestos.
El análisis de género de la recaudación de ingresos se desarrolla estudiando la política tributaria[1], ya que la mayor parte de los recursos se obtienen de los impuestos. De ahí la importancia de conocer sobre quiénes recae el peso fiscal. Los impuestos directos son progresivos, gravan los ingresos y gravan más a quien más tiene, por lo que se consideran que son impuestos justos y se suele sugerir que los gobiernos deben obtener a través de ellos la mayor parte de sus ingresos.
Los indirectos, en tanto, –es el caso del Impuesto al Valor Agregado (IVA) que se paga durante la transacción de compra-venta– afecta a los diferentes grupos de población dependiendo de sus patrones de gasto. Por ejemplo, en países donde los alimentos y las medicinas no están exentos de IVA, la población femenina es la que paga más de este impuesto en relación a sus ingresos –particularmente en los estratos más pobres–, porque es quien gasta más en este tipo de productos.
Las políticas tributarias no toman en cuenta la existencia de desigualdades entre mujeres y hombres. La brecha salarial y el hecho de que se parte de un piso desnivelado impacta de modo diferencial, lo cual es explicado por las exenciones, deducciones, tasas preferenciales, entre otros, los cuales afectan a quienes pagan impuestos, por ejemplo, cuando se presentan deducciones de hipotecas de casa habitación o de créditos para automóviles y quienes más cuentan con estos bienes son los varones. Es grande la discusión en torno al impacto de la política tributaria en la equidad de género. Es importante señalar que las políticas tributarias en su mayoría no generan desigualdades, sino que ahondan las desigualdades existentes.
También se discute si es pertinente trabajar por la equidad de género con políticas tributarias. Si, como se dijo, las políticas fiscales profundizan las desigualdades, lo pertinente es que dejen de hacerlo. No es de esperar que, con una política tributaria que contemple las desigualdades entre mujeres y hombres, éstas vayan a desaparecer. Sin embargo, es vital trabajar por la equidad de género desde todos los campos.
Los presupuestos públicos
En cambio, el desarrollo de políticas de gasto público puede erradicar las desigualdades, por tanto, es en éste aspecto de las políticas fiscales que se sugiere poner el énfasis. No se trata solamente de contar con muchos recursos para las mujeres, sino que los programas de gobierno contribuyan a la equidad de género. El presupuesto del Estado muestra dónde se asignan los recursos públicos. El alumbrado de las calles, por ejemplo, es fundamental para que la ciudadanía, y específicamente las mujeres, se sientan y estén seguras en las calles. El impacto que se genera es directo.
Los presupuestos públicos con perspectiva de género son herramientas para integrar en políticas, programas y presupuestos los esfuerzos gubernamentales para erradicar las desigualdades entre mujeres y hombres. El análisis de género genera argumentos sólidos para demandar más y mejores recursos para atender problemáticas de género, fortaleciendo así la equidad en la redistribución de los recursos públicos.
La herramienta de presupuestos públicos con perspectiva de género vincula, a través de indicadores, la magnitud de las problemáticas con las cantidades de recursos asignados para atenderlas. Por ello, también tiene utilidad en el monitoreo y la evaluación de los recursos asignados para atender la equidad de género. De modo que, además, brinda mayor transparencia y apoya el fortalecimiento de la rendición de cuentas.
El carácter histórico de la categoría de género presupone que toda condición social es cambiante y, por tanto, que las posibilidades de trastocar el “orden de género” que impera en las sociedades actuales son factibles. Es precisamente a esa posibilidad de cambio a lo que apelan los presupuestos públicos con perspectiva de género.
Es preciso considerar que las desigualdades de género no se presentan aisladamente. Se manifiestan en interrelación con otras categorías de diferenciación, también socialmente construidas, como la clase social, la edad, la condición étnica, la orientación sexual y el credo religioso, entre otras. Por lo que es imperativo también atenderlas.
Fundamental es la importancia de acciones de apoyo directo a la población. La inversión en espacios públicos de cuidado –tal es el caso de centros de desarrollo infantil– determina en gran medida las posibilidades de muchas mujeres de participar en el mercado laboral, ya que de otra forma lo harían en condiciones muy limitadas. Es con políticas de gasto público que se busca transformar la sociedad hacia la equidad de género.
Lucía Pérez Fragoso
economista feminista mexicana
Fuente: Revista Bravas
[1] Los gobiernos obtienen ingresos a través de: impuestos, derechos, productos y aprovechamientos, además de deuda.
Bibliografía
De Villota, Paloma. (2003). “Aproximación desde una perspectiva de género a la política presupuestaria desde la vertiente impositiva. El caso de España”. En P. de Villota (ed.) Economía y género. Macroeconomía, política fiscal y liberalización. Análisis de su impacto sobre las mujeres. Barcelona: Icaria
Elson, Diane. (2006). Budgeting for Women´s Rights: Monitoring Government Budgets for Compliance with CEDAW. New York: UNIFEM.
Grown, Caren e Imraan Valodia (ed.) (2010). Taxation and Gender Equity. A comparative analysis of direct and indirect taxes in developing and developed countries. London: Routledge. IDRC.
Pérez Fragoso, Lucía. (2018). Equidad Tributaria. Incidencia horizontal y vertical del Impuesto al Valor Agregado en México. Tesis para obtener grado de Doctora en Economía. México: UNAM.