mayo 03, 2020

Becha le dio la vuelta. Personas migradas africanas contribuyen a combatir las consecuencias de la pandemia


Fotos de Isabel Permuy

Besha wear siempre fue más que una tienda de ropa confeccionada por africanxs y con telas provenientes del continente. Aunque su local, situado en el número cinco de la madrileña calle Esgrima, está lleno de camisas, tops, pantalones, faldas o collares, hay algo intangible que su propietaria le suma : conocimiento. La estilista Becha Sita Kumbu es quien está detrás del proyecto, nació en República Democrática del Congo y llegó hace más de una década desde Angola. Una vez aquí, quiso aprovechar su plataforma de venta para informar acerca del continente del cual proviene y desmontar un discurso monótono y simplón que lo retrata basándose, únicamente, en sus desgracias y no en su sabiduría, logros y alegrías, que los hay, obvio. 

Ese plus se ha traducido en la creación de una asociación que se reúne de forma semanal; en ayuda y ahorro comunitario entre sus miembros y en otras actividades de promoción de las culturas africanas como comidas, cuentacuentos, danza o música. Con todo, no olvidemos que el punto de partida fue la ropa y tiene sentido puesto que Becha se formó en costura en uno de los epicentros de la moda de África: Kinshasa, donde incluso, según me cuenta, hay competiciones entre grupos residentes en diferentes barrios para ver cuál se viste con más estilo. En la capital de RDC y en Brazzaville, la sapologie, por ejemplo, lejos de considerarse una extravagancia, es un movimiento identitario y casi de reinvención de los códigos de vestimenta impuestos por los belgas y franceses, primero, y readaptados después. 



En la tienda de Becha no encontraremos trajes de sapeur sino cortes occidentales y africanos con telas llegadas de diversas partes del continente que reciben un valor añadido, ya que ella se dedica a explicar cuál es su origen y su porqué. Por supuesto, no se limita a la wax, que quizá sea la más conocida, sino que además cuenta con el bogolán maliense o el tejido kente ghanés. No obstante, la que más identifica su marca es la samakaka, que a los colores de la bandera de Angola (rojo, negro y amarillo) les suma el blanco. Su geometría la convierte en tremendamente interesante para el diseño, de ahí que haya conseguido que un montón de gente la luzca en Madrid. 

Tras un buen rato charlando, resulta inevitable preguntarle por la apropiación cultural, dado que su clientela no es solo afro, a lo que ella responde que, en tiempos de globalización, no cree que exista. Sin embargo, seria, pide respeto a quien lleve su ropa, considera fundamental que se sepa de dónde viene y cuál es su recorrido, que se entienda que no son solo pedazos de tela cosidos sino de pueblos y de su Historia. 

Y hablando de Historia, en los anales de la misma, quedará grabada a fuego la COVID19, causante de estragos a nivel mundial. En la ciudad en la que reside las cifras son dolorosas, sin duda por las personas fallecidas o enfermas, que son lo más importante, pero también por quienes han perdido su forma de asegurarse el sustento. No todo el mundo puede optar a ayudas, muchas personas migradas desempeñaban actividades ligadas a sectores informales y ahora no tienen ingresos. Con cero euros no se puede pagar el alquiler ni tampoco comer. A sabiendas de eso, Becha ha vuelto a demostrar que su local es multiusos y que su conciencia es firme: sustrajo dinero de su negocio y empezó a comprar alimentos para repartir a diario con cita previa*, junto a la gente de su asociación, entre lxs que lo necesitan. 

Le salió del alma ponerse en marcha, echar una mano a quien se encuentra peor. Ayudar está en la médula de su cultura y de su propia existencia: en la casa de su madre se cocinaba para varixs y su abuela, al igual que ella, tuvo hasta una asociación con ese fin. Ella es digna sucesora de las mujeres de su familia, por lo que entre sus proyectos de futuro está crear una fundación que dará clases gratuitas de costura a madres que crían en solitario a sus hijxs, con el objetivo de que produzcan ropa allá que pueda venderse aquí. Por si eso no fuera suficiente, también quiere construir un centro para alojar a niñxs huérfanxs en situación de calle que duermen en los mercados y asegurarse de que puedan estudiar. 

Personas migradas africanas están contribuyendo a que la crisis económica, derivada de la sanitaria, esté siendo algo menos devastadora. De modo que sí, Becha le está dando la vuelta a la narrativa única y no piensa parar. 


*Para contactar con la Asociación Besha Wear, llamen a los números 602 070 678 / 632 536 543 o escriban a beshawearoficial@gmail.com . Si desean colaborar, pueden hacerlo aportando alimentos o ingresando dinero en la cuenta: IBAN: ES05 2038 1850 4160 0040 1408



Por Lucía Mbomío
Periodista, actualmente en “Aquí la Tierra” en TVE
Twitter @luciambomio
Istagram: luciambomio
Fuente: Afrofeminas

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