“Fuera de sí mismas” o qué le sucede a la filosofía cuando está escrita por mujeres
Portada del libro "Fuera de sí mismas. Motivos para dislocarse" (Herder Editorial).
Las voces de once filósofas españolas e hispanoamericanas se han reunido en “Fuera de sí mismas. Motivos para dislocarse” (Herder Editorial), un libro colectivo que nace de la exploración en común y de pensar la realidad desde otra perspectiva, y que supone un golpe en la mesa ante “el hartazgo por cierta manera masculina de entender la filosofía en castellano”.
Así lo han explicado a Efeminista las filósofas y editoras de la obra, Luciana Cadahia y Ana Carrasco-Conde, para quienes la elección del título es una provocación y una manera de jugar con el estereotipo machista que hay en torno al “estar fuera de sí” o al “sacar de quicio”, un cliché que presupone que las mujeres tienen dificultades para ser racionales porque se dejan llevar por las emociones.
Sin embargo, para las autoras ,”estar fuera de si mismas” es un concepto muy importante de la filosofía moderna que quieren reivindicar, porque “estar dislocadas, descentradas, es la condición necesaria para empezar a filosofar, para no quedarse atado a una idea de unidad”, comentan a Efeminista Cadahia y Carrasco-Conde.
Acompañarse y pensar en común
Como ya hicieron Judith Butler y Catherine Malabou en el libro “Sois mon corp”, en el que las pensadoras dialogan entre sí sobre el cuerpo, los once textos de la obra se entrelazan entre sí de manera novedosa y estimulante a través de los comentarios de las otras autoras, con el mero afán de construir y explorar.
Toda una revolución y una apuesta por pensar en común en la que dialogan las filósofas Anna María Brigante, Emma Ingala Gómez, Laura Quintana, María del Rosario Acosta, Rosaura Martínez Ruiz, Amanda Núñez García, Rocío Zambrana, Nuria Sánchez Madrid y Macarena Marey, junto a las dos editoras.
“El libro refleja un modo de relacionarse con las compañeras que va más allá de su estructura: la de acompañarse en el pensar, la de estar ahí, la de dejar ser, pero también escuchar activamente e interactuar. Dar qué pensar es poner en común y exponerse para construir algo distinto”, han expresado las editoras, una dinámica que para ellas necesita escucha y cuidados.
“Ha sido bonito ver hasta qué punto quien leía el texto de una compañera lo comentaba y veía en él algo de lo que la autora no era del todo consciente”, recuerdan.
Construir desde el disenso
El disenso se pone de manifiesto a través de los escritos de las once filósofas, para acabar haciendo del libro un ente vivo y generoso que demuestra que se puede construir un proyecto común desde el desacuerdo.
“El gran desafío de nuestro presente no radica tanto en esa gastada comprensión liberal consensualista de identificar lo común como ausencia de conflictos y tensiones, sino como en pensar lo común en términos de diferencias y singularidades”, explican Cadahia y Carrasco-Conde, ambas doctoras en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid.
En este sentido, ven su libro como una prueba práctica de que no solo hay dos posturas en torno al desacuerdo, no todo tiene que ser “limar las diferencias buscando lo común” o “discutir acaloradamente extremando las posiciones”.
Que se puede convivir sin caer en estas dos posturas es algo que sabía bien el filósofo griego Heráclito, para quien todo lo que hay se engendra en el disenso (pólemos), “porque los contrarios generan la tensión necesaria para vivir en lo mismo desde la diferencia“, explican.
“A cualquiera que le guste la vida, a cualquier filósofa que le interese pensar desde la vida, sabe que el disenso (pólemos) está a la base de todo”, recalcan las filósofas.
Ser mujer como lugar de enunciación
Así, a lo largo de sus cuatrocientas hojas, las autoras presentan un modo de pensar y de conectar las cosas poco convencional que invita a entender el ejercicio de escritura filosófica de otra manera y que, en cierto modo, trata de descifrar “qué le sucede a la filosofía cuando es escrita y pensada por mujeres”, reflexionan sus autoras.
En el libro, según desgranan las autoras, han tratado de aceptar e integrar su condición de mujeres, pertenecientes al mundo hispano-americano, para pensar la realidad desde ese lugar de enunciación que supone ser mujer.
Justamente, porque son mujeres y porque el orden patriarcal las coloca automáticamente en un lugar olvidado, es más fácil para ellas “dislocarse” y salir de esa posición para pensar. “Es en ese roce, en ese corsé, cuando sientes que algo está pasando. Comienzas a tirar de ese pequeño desconchón… y de pronto tiras de toda una pared que pertenece a un orden que habría que repensar y desarticular”, simbolizan.
Nuevas voces para “rearticular otro orden”
La filosofía como parte de la producción cultural de la sociedad también está influida por las dinámicas del patriarcado, lo que históricamente ha llevado hacia el “desprecio y/o temor” en torno al pensamiento de las mujeres.
Por eso, para estas filósofas es el momento de “rearticular otro orden”, de generar nuevos espacios y escuchar otras voces que proceden de lugares y cuerpos muy dispares.
La filosofía elaborada por mujeres permite abrir horizontes y pensar lo impensado, cuestionando el estado de cosas hegemónico y “desmontándolo” un poco más y desde otro prisma”, consideran.
E incluso, opinan, esto puede dar pie a recuperar temas que han sido demonizados y despreciados por el canon como el populismo, el transfeminismo, el ecologismo y el pensamiento plural.
El castellano como lengua filosófica
Nada es casual en este libro, ni siquiera la lengua en la que escriben sus autoras: el castellano. “Supone una reivindicación de que el castellano es una lengua filosófica, aquella con la que pensamos el mundo y le damos sentido”, aclaran las editoras, que critican el hecho de que a veces se escuche “más y mejor a quien tiene un apellido anglosajón”.
Además, con ello quieren aludir a la singularidad de cada lengua, porque para ellas “es importante también “dislocarse” siendo consciente del disenso en la propia lengua”.
Por Laura de Grado Alonso
Fuente: Efeminista