agosto 14, 2020

Las mujeres que reeducan a la industria audiovisual en Colombia

El colectivo RecSisters acompaña a las víctimas de abuso y trabaja para que los rodajes y las actividades fuera del set en las producciones nacionales sean espacios libres de violencia de género.

Algunas de las integrantes del colectivo RecSisters.VANESSA MEJÍA

Había silencio porque había miedo. Detrás de las producciones audiovisuales en Colombia las mujeres no la estaban pasando bien, pero callaban por temor a perder el trabajo, a que les dijeran problemáticas o a que, como casi siempre ocurre, las denuncias no pasaran de ser titular en la prensa de un día y quedaran represadas en los archivos de la Fiscalía. Hace tres años una víctima de violencia sexual llevó su caso a la justicia y aunque el proceso no ha avanzado —hace tres meses le pidieron nuevas pruebas—, en la industria se ha empezado a hablar del acoso que sufren las mujeres cuando la cámara se apaga. Ya no hay miedo a denunciar.

“Todo inició cuando varias camarógrafas se unieron para apoyarse ante situaciones difíciles que estaban viviendo”, cuenta Mónica Hernández, una de las voces de RecSisters, un colectivo que en poco tiempo —se lanzó oficialmente en marzo pasado— se convirtió en el lugar seguro de las mujeres maltratadas en el gremio audiovisual de Colombia. La idea surgió en un grupo de WhatsApp en donde alertaban sobre los abusadores y discutían sobre esas prácticas que se habían normalizado, pero que incomodaban. Una mano del director en la cintura cuando pasa cerca y ordena una instrucción en la grabación, un comentario sobre la ropa que llevan puesta, un piropo. Parecía que no eran casos aislados, por eso hicieron una encuesta para saber si las experiencias trascendían de un chat y comprobaron que al menos 147 habían tenido un mal momento dentro y fuera del set con sus compañeros de trabajo. El 81% de las entrevistadas sufrió acoso. Hubo tres que dijeron haber sido víctimas de violación en espacios laborales.

“Queremos mostrar lo que está mal, pero sobre todo generar cambios”, dice Mónica. Por eso han querido hablar también de las condiciones laborales, de la informalidad que resulta siendo terreno propicio para el acoso y de por qué la razón principal para callar ha sido el miedo a perder el trabajo. “Además nos dimos cuenta de que, al ser una industria jerárquica, el nivel de acoso varía de acuerdo al cargo en el que estés. Desde el contacto físico no deseado hasta que inhabiliten tu voz y tu opinión”, explica Lina Rizo, otra de las integrantes del colectivo. También es violencia que no haya paridad salarial con un hombre que desempeñe la misma función y que la intimidación a cambio de un puesto laboral sea una práctica frecuente.

Después de las denuncias, en junio pasado, de ocho mujeres contra el director Ciro Guerra (El abrazo de la serpiente, Pájaros de verano) algunos hombres de la industria se han acercado a RecSisters. “Nos buscan para saber si conductas que han considerado normales han podido ser incómodas para sus compañeras, otros para saber qué pueden hacer, cómo pueden prevenir”, dice Mónica. Han tenido que explicar qué es machismo, por qué para avanzar es importante la equidad de género y aclarar algo tan obvio como por qué cuando una mujer dice no, es no. “No creemos en el linchamiento mediático, ni en que el cambio se pueda dar sin incluir a los hombres. En el gremio no van a dejar de existir y lo que necesitamos es que se eduquen. Nunca se había hablado de abuso y acoso en estos espacios laborales y ahora están pensando cómo evitarlo y cómo reparar. Eso es un avance”, señala Paula. Las fiestas y las cenas son parte del trabajo en esta industria y las mujeres esperan que sean espacios seguros, donde no se sientan amenazadas. “Si fueran fiestas no laborales tampoco tendrían que acosarnos, pero en este caso lo son, son actividades que suelen estar ligadas al estreno de una película, a un festival, es trabajo y así funciona el cine”.

Cuando una mujer decide denunciar ante la justicia, RecSisters la acompaña en el proceso aunque saben que se enfrentan a un sistema donde la mayoría de los jueces son hombres y los procesos son largos y emocionalmente difíciles. “El 98% de denuncias se desestiman, por eso algunas prefieren no hacerlo y nuestro trabajo es estar con ellas en lo que decidan”, cuenta Paula Murcia. La mayoría no lleva los casos a instancias judiciales ni a su entorno laboral porque la respuesta cuando algunas lo han hecho las hace dudar. “Cuando la productora lo supo me dijo que me acostumbrara, que no podía andar quejándome por eso”, se lee en uno de los testimonios que ha recogido el colectivo.

RecSisters tiene el apoyo de la red jurídica feminista, con abogadas penalistas, laboralistas, y de psicólogas que voluntariamente se han ofrecido a acompañarlas. “Esto empezó y no va a parar. Viene una generación mucho más activa que no está dispuesta a aguantar. El que no se sume al cambio, se quedará solo”, advierte Paula.

Por Sally Palomino
Fuente: El País

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