Pamela Díaz, defensora de la Patagonia y vocera de Modatima Aysén: “Si en una nueva Constitución no logramos recuperar el agua, no se eliminará la raíz de muchos conflictos ambientales»
![](https://oge.cl/wp-content/uploads/2020/08/Pamela-3-2.jpeg)
Desde 2005 que Pamela Díaz se considera una defensora del territorio. Mismo año en que regresó a la Región de Aysén, donde creció, para trabajar en turismo. Sin embargo, al conocer la “monstruosidad del proyecto de Endesa” decidió unirse a la coalición ciudadana Aysén Reserva de Vida, con el objetivo de denunciar e impedir su implementación. La obra era Hidroaysén y contemplaba la construcción de cinco centrales hidroeléctricas en los ríos Baker y Pascua. Fueron 12 años de la campaña Patagonia Sin Represas, de movilización contra la edificación de las centrales. En ese período se encargó de llevar una labor educativa en los colegios de Coyhaique, coordinó las movilizaciones y visitó diferentes enclaves de la Patagonia chilena que se oponía a la construcción de los embalses.
En la actualidad, la Región de Aysén, dice Pamela, enfrenta nuevas amenazas ambientales. Por eso en “la lucha ambiental y en la defensa del territorio nunca se descansa, siempre se debe estar alerta”. Uno de los problemas que se arrastra hace décadas, es el de la piscicultura. Diversas organizaciones han catalogado como desastre ambiental, el impacto de la industria salmonera en los fiordos australes. La reciente amenaza que enfrentan, son las exploraciones mineras que pretenden instalarse en las cercanías del Lago General Carrera (de carácter binacional y el más extenso del país). Por eso en 2018 levantaron la campaña Patagonia Sin Mineras. Actualmente hay preocupación y buscan una manera de incidir, para no permitir que posibles modificaciones al plan de desarrollo regional permitan la instalación de mineras que causarían un gran impacto ambiental en una de las últimas zonas prístinas del mundo.
La raíz de todos estos conflictos, cree, es la propiedad privada de los cursos hídricos y la ausencia de mecanismos que permitan participación directa de la ciudadanía. Asegura que en un eventual proceso constituyente es necesario recuperar el agua como un derecho humano. También que se asegure y consagre autonomía para las regiones, con participación ciudadana vinculante, y así priorizar un desarrollo sustentable con planificaciones que no sean vulnerables a las presiones del extractivismo, y según los contextos de cada territorio.
“Las mujeres históricamente hemos sido defensoras de los ríos”
En la oposición a Hidroaysén, dos fueron los actores que más cobertura mediática e interpelaciones tuvieron: el filántropo Douglas Tompkins y el Consejo de Defensa de la Patagonia. La estrategia de Endesa, y sectores afines al proyecto, fue implementar la narrativa de que el Movimiento Sin Represas obedecía a actores y ONG foráneas que obstaculizaban el desarrollo energético del país. A Pamela le parece que aquel relato hegemónico y masculinizado, omite a las mujeres de la Patagonia, quienes se organizaron en contra del proyecto hidroeléctrico.
«En todos los pueblos que decidieron organizarse en contra de las represas, los liderazgos fueron siempre mujeres. Desde Villa O’Higgins hasta Chaitén. Lo digo con conocimiento de base porque recorrí el territorio, siempre las mujeres tuvieron un rol determinante en general y en las actividades comunitarias. Ellas fueron las primeras en levantar la bandera de lucha”.
«Las mujeres cuando nos animamos y nos atrevemos a ir a la lucha, es por un sentimiento mucho más profundo. Una va a la lucha pensando en sus criaturas. Nos organizamos porque pensamos que podemos construir algo mejor. Creo que en la lucha, las mujeres tenemos muchas más sensibilidades. Las motivaciones son mucho más fuertes porque si el día de mañana tuviera que heredarles la lucha a mis cabros chicos, me daría mucha lata, por eso lo hago. En la lucha también hay algo muy maternal. Las mujeres tenemos una fuerza de ir por la protección, por el crío una cuestión de esencia que es mucho más poderosa”.
No le molesta que esa postura pueda ser catalogada como esencialista: «Es una cuestión casi lógica, respetando a las que no quieren ser madres, creo que todas tenemos un ímpetu per sé. No es sólo asociarlo a la maternidad. Lo primero, cuando va a la lucha es por la crianza y por todo lo que conlleva, las mujeres somos más de la tierra. Tenemos una conexión, una relación muy profunda”.
La raíz del problema
«Recuperando el agua se solucionarían un montón de conflictos a nivel nacional. Ese es el problema central, si no lo atacamos vamos a descansar un rato y luego volveríamos a los mismos problemas». Ese es el diagnóstico que Pamela Díaz realiza respecto al tema central que debiera abordar un eventual proceso constituyente. Al consagrar constitucionalmente el acceso a los recursos hídricos como un derecho humano, se pondría fin a varias sequías que actualmente precarizan territorios que conforman el país y la especulación de los mercados del agua.
“Podríamos solucionar problemas en el ámbito energético. Todos estos proyectos controversiales que de norte a sur que se encuentran en carpeta: Alto Maipo y Carretera Hídrica. Si se cambia la Constitución se podría restringir la privatización a destajo del agua que permite el uso no consuntivo (agua que no es devuelta a sus caudales). También tendríamos mejores instrumentos de planificación del uso del agua, dándole prioridad a las comunidades. Que las comunidades vuelvan a vivir sus cursos de agua: en sus actividades productivas, recreativas y espirituales. Debemos volver al derecho vital del agua y asegurar que a futuro ese derecho no sea vulnerado”.
En su perspectiva, la recuperación del agua debe abrir un debate que atraviesa diferentes aristas de una nueva Constitución: la propiedad privada. En específico – denuncia – con las compras de terrenos, que pueden menoscabar el desarrollo y los intereses de las comunidades locales. Acá (en la Patagonia) tenemos mucha gente (foránea) que viene y compra a destajo. Luego, vienen y comienza a cercar hasta el río. Esas cosas deberían cambiar”.
Aquellas preocupaciones y demandas ambientales fueron explícitas en los cabildos ciudadanos de Coyhaique emanados de la revuelta social. En aquellos espacios autónomos, quienes viven en la Región de Aysén, también plasmaron su demanda histórica: la conectividad y el costo de la vida. “Nosotros vivimos en la segunda ciudad más cara de Chile, hay un tema que necesita ser regulado. Se asume que todos somos trabajadores de servicios públicos y tenemos altos ingresos. Por eso el tema de la conectividad es tan importante. Saquemos la zona, porque eso hace que sea muy desequilibrada en lo económico. Aquí hay mucha gente que ni siquiera gana el sueldo mínimo, ser pobre en Coyhaique es más terrible”.
«Es importante que un eventual cambio constituyente impulse las autonomías que debieran tener los territorios. La autonomía de las regiones es muy necesaria. Porque en los territorios tenemos otro tipo de vocación, necesitamos otros modelos de desarrollo y sin tanta burocracia. Hay muchas cosas que, para tenerlas, debemos contar casi con la venia de Santiago. Cuando el territorio acá es totalmente diferente. Los planes de descontaminación que se tienen para Coyhaique son súper centralistas. Se planteó en los cabildos que tenemos todas las posibilidades para aspirar a un desarrollo como lo queremos (…) Pero primero, hay que parar la mano de todas las concesiones mineras. Porque ahora se están ubicando en lugares dónde históricamente ha existido la agricultura orgánica (Chile Chico). El desarrollo de la región va con el turismo, con la agricultura orgánica. También, va con las energías, pero con escalas humanas».
Con este último punto se refiere al problema ambiental y de salud pública que vive Coyhaique. El año pasado, un estudio de Greenpeace indicó que la ciudad es la tercera más contaminada de Sudamérica. La activista indica que la solución más viable para poner fin al uso de leña para la calefacción de los hogares, es la construcción de una pequeña hidroeléctrica (sin redes de alta transmisión ni embalses). De esta forma, se generaría energía económica para las necesidades energéticas domésticas de sus habitantes. No obstante, esa solución actualmente no es considerada porque los derechos de agua de los cursos cercanos son de particulares por la falta de mecanismos de participación ciudadana y el centralismo con el que se toman las decisiones.
«Es importante volver a creer en las gobernanzas locales. Desde los municipios podríamos hacer muchas cosas. Lo que pasa es que hemos dejado de ser políticos, hay que volver a reencontrarse. En lo personal, estuve mucho tiempo pululando cerca del anarquismo porque no quería darle poder a quienes no nos representan. Pero ahora es imposible no estar, porque nos costó tanto llegar a este momento de poder cambiar la Constitución. Quizás no podremos cambiar todo lo que queremos cambiar, pero ese sentimiento de estar hablando de cambiar esa maldita constitución heredada de la dictadura creo que tenemos que aprovecharla. Sobre todo, los gobiernos municipales y las comunas tienen mucho que decir. Por lo menos, a esa disputa estamos aspirando en Coyhaique».
«Nuestra voz debe tener peso y debe estar validada. Muchas cosas que pasan acá, por ejemplo, en los proyectos extractivistas. La voz del pueblo debe tener peso. ¿Qué es la participación ciudadana? Porque acá nos llaman a hacer observaciones a proyectos, pero no incidimos en nada. Eso, tiene que cambiar. Porque no sirve de nada participar, se debe cambiar la forma».
“Definitivamente se debe cambiar el modelo extractivista. Chile es sólo un proveedor de recursos naturales. Ese norte que se han fijado ya no convence, ya tiene la escoba de norte a sur. Se deben nacionalizar los recursos (…) Hay que replantearse todo, creo que el modelo neoliberal se está agotando. Creo que desde que comenzó la escasez hídrica, que estamos en una crisis profunda. Debemos cambiar este modelo de despojo e infelicidad, porque es realmente inhumano y no se puede sostener más”.
Pamela Díaz diagnostica que uno de los principales problemas de la región es el asistencialismo político que existe. Donde, a su parecer, se utilizan los recursos e instituciones públicas para entregar soluciones a corto plazo que no solucionan la raíz de los problemas. Incluso, recuerda que Endesa llegó a utilizar tácticas asistencialistas para tratar de ganar el apoyo de los habitantes. Desde la entrega de útiles escolares en los colegios de la zona, de insumos a junta de vecinos, hasta llegar al ofrecimiento de becas. Todo esto, estaría obstaculizando el desarrollo regional atentando contra los recursos públicos y reproduciendo malas prácticas políticas: “Ahora es un despilfarro de plata, un asistencialismo brutal. Dónde la gente no es capaz de ver más allá, eso es un vicio. Podríamos tener un mejor desarrollo».
«Si no es Asamblea Constituyente ¿qué es este chamullo? Altiro no hay confianza en el concepto de Convención Constituyente. La Universidad de Aysén sacó varias conversaciones respecto al tema y quedó claro que es una cuestión semántica. Pero hay que estar trabajando para aclararlo, porque la gente ya no le cree a nadie. Hay una falta de credibilidad de quienes proponen estas cosas que la entiendo. Vamos a estar agitando y activando el tema».
«Acá la derecha es fuerte, ya que la Región Aysén es un área militar. Ya nos rayaron todos nuestros murales dedicados a la recuperación del agua. Aunque sabemos dónde estamos porque es una zona facha como la Araucanía; sabemos que los sectores del rechazo se van a expresar. Están los pachoteros que te vienen a amenazar, nos tratan de hippies, pero no les tenemos miedo. Sentimos que están bastante desesperados».
«Cuando pongo en la balanza qué te dejan las diferentes experiencias, esto ha sido pura ganada. Poder recorrer la región y que la gente te reconozca, sepa que una no va a claudicar en la lucha y en la esperanza. Ahora es un tiempo motivante, ojalá no se ponga feo. Porque también es un tiempo extraño» (…) Es extraño porque vivimos en la incertidumbre. Por todo esto que está pasando, la pandemia y lo que sucede en la Araucanía. Da una sensación de incertidumbre ¿Qué quiere este gobierno? Pero tenemos que atrevernos y cambiar esa Constitución, porque es la que nos tiene amarrados a todos los conflictos que vive este país«.
“Es el tiempo de las mujeres y no hay vuelta atrás”
Desde hace dos meses que las mujeres que habitan la Patagonia han comenzado a gritar “la legítima defensa no es delito” y “yo también me defendería”. Así solidarizan y exigen la liberación de Sara, detenida por parricidio después de dar muerte a su agresor Flavio Avilez, en la localidad de Raúl Marín Balmaceda, el 3 de junio de 2020. Avilez tenía orden de alejamiento vigente por violencia intrafamiliar.
Pamela narra que las coyhaiquinas se encuentran movilizadas y comprometidas con la liberación de Sara. Pero no es el primer caso de violencia patriarcal que conmociona a la Región de Aysén, en 2016 Nabila Rifo fue víctima de un brutal ataque e intento de femicidio por parte de Mauricio Ortega, hoy detenido. Asegura la ambientalista que en medio de una cultura machista arraigada en la zona, ha germinado un movimiento feminista que hoy empuja las luchas de la Patagonia. Pamela recuerda que cuando se formó Modatima Aysén las primeras en llegar fueron mujeres. Las que se movilizaron contra Hidroaysén siguen en diferentes luchas sociales. También siguen activas y organizadas aquellas que en 2012 bloquearon el puente Ibáñez en la ciudad Aysén para impedir el ingreso de Fuerzas Especiales de Carabineros que buscaban reprimir el levantamiento popular, denominado “Aysén, tu problema mi problema”, de la Región.
Muchas de aquellas han pagado costos enfrentado lo que Pamela considera una justicia patriarcal. Nombra el caso de una sus compañeras en Patagonia Sin Represas, que en 2011 iba a ser procesada bajo la Ley de Seguridad Interior del Estado por realizar una funa (repudio público contra una persona o grupo) al alcalde el día de la aprobación de Hidroaysén. En 2012 también se intentó aplicar el mismo cuerpo legal a varias de las mujeres que realizaron cortes de ruta durante el levantamiento popular. Pese a ello, asegura, el movimiento social de mujeres ha crecido con fuerza en los últimos ocho años y hoy se encuentra lleno de vida. Como prueba recuerda los cabildos autoconvocados que emergieron de la revuelta de 2019, muchos coordinados por mujeres. En la actualidad, ellas han llevado la iniciativa en las redes de ayuda para enfrentar la crisis sanitaria y económica.
Desde la Patagonia, al repasar las luchas que las mujeres de la zona austral han protagonizado y la organización que han comenzado a realizar para enfrentar el plebiscito constitucional, Pamela asegura que es la prueba de que “es el tiempo de las mujeres y no hay vuelta atrás”. Y agrega, motivada y alegre por el proceso político abierto en octubre pasado: “Tenía muy poca fe que algún día podríamos cambiar la Constitución. Ahora creo que por primera vez podemos cambiar algo”.
Por Daniel Meza Riquelme
Fuente: Observatorio Género y Equidad