enero 03, 2021

Nina Brugo, Nelly Minyersky y las feministas "históricas" compartiendo la calle con las pibas. Vinieron a cambiarlo todo

Todo fue emoción, recuerdos de una militancia larga e intensa, abrazos y risas. La jornada del 29 de diciembre será recordada por siempre por quienes le ponen el cuerpo al mantra "se va caer". En la madrugada del 30 se empezó a escribir un nuevo relato sobre nuestros destinos, y sobre eso mucho tienen para decir las pioneras de esta lucha que terminó con el aborto legalizado. 

Nina Brugo se sentía como una astronauta pero pudo palpitar la calle el martes 29. Imagen: Constanza Niscovolos


Como a muches de nosotres, a Nina Brugo le costó conciliar el sueño. Se despertó varias veces y finalmente se levantó de madrugada, no por los 30 grados de calor, sino por la ansiedad de poder concretar una lucha de autonomía y libertad. Nina colgó tres pañuelos verdes en su balcón y antes de salir para la plaza escuchó gritar ¡Será ley!

Buen augurio, pensó. Sintió ese palpitar de la ciudad donde militó tantos años y redactó el proyecto de ley de la Campaña por el Aborto, Legal, Seguro y Gratuito. El día anterior había pensado en la logística de cómo vivir la calle, sin atravesar cuadras y cuadras caminando. Desde la Campaña armaron un “corralito” para personas de riesgo o mayores de 65 años. Sabía que desde temprano habría compañeres pero coordinó con su sobrina arribar alrededor de las 16:30. “Si corro el riesgo, corro el riesgo. Mirá como estoy vestida, parezco una astronauta”, le dice a Las12 en las horas más calientes de los votos en el Senado. 

Además del barbijo y el pañuelo verde de la Campaña, tiene puesta una máscara y un conjunto de pantalón y remera verde y violeta. “No soy tan prolija, tan aprensiva y muchas personas me critican por ese lado. Desde que está la pandemia todos los días huelo, perfumito mediante, a ver cómo estoy”, cuenta esta feminista “histórica”. La ven, la saludan, le gritan su nombre pero en tiempos de pandemia, Nina tuvo que cambiar el abrazo por el saludo de puño cerrado, en alto y a distancia. “Dentro de la marea verde, yo siento energía y no me canso. Estar con las compañeras me hace sentir hermanada y comprobé, a lo largo de tantos años de lucha, que cuando estoy en conjunto, no siento el cansancio”. 

Las históricas, las pibas

Nina mira la calle, donde se cruzan las distintas trayectorias que dan cuenta de la amplitud de este movimiento: mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries, de sudiversidad y de la capacidad de movilización donde confluyen caminos y activismos a partir de los cuales seguir pensando otros mundos posibles. “La marea verde significa tanto”, confiesa. “Pienso en hace 30 años, en el Encuentro de Mujeres de San Bernardo,y pienso en América Latina unida en esta lucha. Argentina fue pionera en muchas conquistas y en esto también tenemos que serlo”. Cae la tarde y desde el escenario de la Campaña con micrófono en mano, Nina le dice a la multitud: “¿Saben una cosa? El aborto es aquello que nos decía la maestra Dora Coledesky: la dignidad y la igualdad. Significa la autonomía, nuestra capacidad de decidir, porque no es sólo decidir sobre nuestros cuerpos, es decidir sobre nuestras vidas. Hoy le estamos sacando poder al patriarcado, compañeras, a aquellos que quieren las desigualdades, a aquellos que quieren el poder económico. ¡Juntas peleamos por esto! ¡Gracias compañeras!”. A su lado está Martha Rosemberg y las representantes de las regionales de todo el país.

Martha Rosemberg. Foto: Anita Pouchard Serra.

Antes de que se baje del escenario la aplauden y le cantan: ‘Nina, Nina, Nina corazón, acá tenés las pibas para la revolución’. Nelly Minyersky es otra de las históricas de la Campaña. Desde temprano aparece en las pantallas que están ubicadas sobre avenida Callao. Escucha el debate desde el interior del Senado y desde ahí habla con Las 12: “Los sectores fundamentalistas son los que le tienen miedo a nuestra sexualidad. En el medioevo quemaban a las mujeres que tomaban decisiones y hoy la lucha por la igualdad, la autonomía y la libertad está también dirigida a la no discriminación social, política y económica. Estamos poniendo un filo a un cambio revolucionario en todo sentido. Aunque no me toque a mí verlo, le tocará verlo a mis nietas, pero lo van a ver, no hay retroceso, no hay vuelta atrás, nadie nos va a parar. Los fundamentalistas tienen pata corta, no tienen la fuerza que tenemos nosotras por una vida mejor y transformadora en todo sentido”.

Foto: Constanza Niscovolos

La fiesta en la calle

Los audios de WhatsApp llegan desde distintas ciudades del país porque la vigilia es una sola e irradia ilusiones, alegrías, ansiedades y esperanzas que se traducen en lágrimas que asoman de tantos ojos que miran al Senado desde las plazas de toda la Argentina. Desde Neuquén, Julia Burton, militante socorrista, dice emocionada: “Nos queda mucho por seguir transformando. La fiesta en la calle y los encuentros que nos sabemos dar tienen que ver con el deseo, el deseo de elegir qué queremos y qué no queremos. La sanción de esta ley es un piso para ver donde pararse y cómo seguimos transformando todo. Es necesaria e imprescindible. ”Dora Barrancos también está en el interior del Senado. Tiene 80 años y se tiene que cuidar. Envía sus impresiones de esta jornada histórica y habla de la militancia feminista en las calles: “Es una jornada que fue muchas veces imaginada, soñada, acariciada en nuestras viejísimas luchas por este derecho fundamental, así que lo estoy viviendo desde que se inició el día con muchísima emoción anticipada. La ocupación de la calle se llena con voces muy juveniles, con cuerpos juveniles, con estremecimientos juveniles, sobre todo. Claro que, también, hay muchísimas personas de diferentes edades, incluso de mi edad, pero las promesas consisten en las nuevas generaciones y cada generación trae una promesa de renovación, trae una promesa de extinguir al patriarcado, trae una promesa de vivir con dignidad”.

La calle se calienta, los cuerpos transpiran el verano y llegan más y más pibas con las caras pintadas de verde brillante que hacen reflejo en los flashes de les fotógrafes. Julieta tiene 16 y dice: “Tengo bronca de que siga habiendo gente en contra, de los argumentos pobres y sin sentido de los pro aborto clandestino, de que se hagan maniobras políticas sobre un derecho tan básico como la elección de ser madre o no, y cuándo. Tengo bronca por la muerte de tantas mujeres por el hecho de decidir. No quiero que el aborto sea un privilegio de clase. Pero también tengo esperanza porque veo a las pibas con pañuelos verdes por todos lados y me hacen sentir acompañada, fuerte y orgullosa de formar parte. Pienso en lo que se transformó este movimiento y me vuelvo a convencer de que somos invencibles y de que será ley. Admiración por las que se animaron a decidir en los peores momentos, venciendo todo tipo de miedo y contextos violentos”.

Nelly Minyersky dice que sus compañeras están muy ansiosas. Ella sabe que la lucha sigue. La calle está repleta de jóvenas que arman sus rondas en las plazas, avenidas y espacios públicos. A ellas se refiere cuando dice que tienen que indignarse y luchar a partir de la bronca y no soportar que todo nos cueste el triple. Tiene 91 años y llegó al Senado con un sobrino que la acercó en auto. Reservó una habitación en un hotel cercano para descansar un rato y volver al momento de la votación. Lamenta no poder estar en la plaza pero fue la promesa que le hizo a su hija y a sus nietes. “Es un momento muy particular y es interesante pensar las diferencias con el 2018”, dice.“Porque hay dos causales: una es la pandemia que nos limita mucho y hay que estar calculando tener en el bolsito el alcohol y la máscara. Y además creo que ya están las fichas muy jugadas, entonces, también digo: ¿Qué más puedo hacer? ¡Basta señores, piensen en las mujeres! ¡Piensen en que no se mueran mujeres, no embriones!”. Nelly también hace mención al cruce intergeneracional. “Yo no sé qué pasó conmigo,con mi figura, porque han hecho memes con mi foto, han hecho unas muñequitas y yo no alenté ninguna operación de prensa”, se ríe. 

Nelly Minyersky

Enseguida vuelve a poner el foco en este, un momento bisagra que, dice, va cambiar toda una conciencia social. Va a exigir que se ponga en marcha la ESI y va a contribuir a que se cumpla lo que ya está legislado desde 1921 y nunca se aplicó. “Que se cumpla en serio. Poner la mirada en este derecho humano. No nos pueden seguir diciendo que un embrión es igual a una niña que pierde la escuela, que cambia su futuro, que termina presa y con vergüenza, salvo que tenga el privilegio de una familia progre y con plata”. Nelly señala que lo fundamental, además de que no se mueran más mujeres, es que va a haber menos abortos. “Siempre disminuyen los abortos cuando se legalizan. Y lo que yo quiero es que se salga de lo pecaminoso. No puede ser que una niña que es violada tenga vergüenza de decirlo, como si fuera ella la culpable. Hay que profundizar las políticas públicas, como la Ley Micaela y el derecho a la ESI para que cambie la sociedad. 

Las brujas que no pudieron quemar

“Nosotras estamos con los valores éticos y no con ese cinismo perverso de las organizaciones antiderechos, que existen a nivel mundial y que lo que quieren es mantenernos a las mujeres como reproductoras en un modelo de familia patriarcal, que es todo lo contrario a la democracia”. Dice que tiene buena salud y ganas de seguir haciendo cosas. “El desafío es continuar enseñando, convenciendo, dando charlas. Ojalá que la Campaña o los movimientos que la sucedan sigamos trabajando para que la sociedad civil articule con el Ministerio de las Mujeres y con el Ministerio de Salud. Están cambiando las bases de una cultura y es una hermosa tarea”. Hace años que Nelly sostiene que luchar por el aborto es luchar en contra de los femicidios, porque supone un click muy profundo: “empezar a reconocernos como ciudadanas plenas”.

Pasaron dos años desde aquel 2018 y Dora hace una lectura este tiempo: “Creo que lo que cambió desde el 2018 hasta hoy es de toda evidencia, cambió el signo de la gobernanza, cambió la composición en ambas cámaras, cambió también el estado de ánimo, porque efectivamente hay un estado general que está más propenso a una expectativa positiva dada la empeñosa palabra del propio presidente de la Nación y de sus equipos. Entonces, estaremos en un cambio tan extraordinario que significará dignidad para las decisiones autónomas de las personas gestantes, porque con esta aprobación, queda atrás esa noche tenebrosa de la clandestinidad y la estigmatización”. 

Son las 3 de la madrugada, la ansiedad nos empieza a devorar y nos acerca a las pantallas donde podemos escuchar los últimos discursos. Chequeamos el celular para fijarnos el listado de oradores, aparece nuevamente Cristina Fernández y es la señal de que falta poco. Desde el espacio de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, nos vamos acomodando en filas, les compañeres improvisan cánticos para sostener el festejo y el cuerpo ya está colmado por la adrenalina de los últimos minutos del debate y las horas en la calle. Hay compañeres que duermen en las veredas, otres saltan con sus pañuelos en las manos, no importa si entre nosotres no nos conocemos, lo que nos une es un derecho, el deseo de que sea ley. Desde un costado del escenario, coordinamos para entrelazarnos los brazos, los minutos en la pantalla van marcando que queda poco. Hay gritos hacia senadores que votan en contra. Hay música, hay fiesta,e stán a punto de votar. Las pantallas marcan 38 votos a favor y 29 en contra. Las bengalas verdes se prenden al éxtasis de la alegría por el derecho conseguido. ¡Es ley!

Fuente: Página/12

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