50 años de ‘Tapestry’: larga vida a Carole King
El álbum con el que la cantante y compositora se reivindicó como autora de algunos de los mejores temas de todos los tiempos cumple medio siglo.
Carole King tocando el piano en casa del productor Lou Adler en marzo de 1971 en Los Angeles, ante los cuatro Grammys que acababa de ganar por 'Tapestry'.JIM MCCRARY / REDFERNS
Era tan pequeña cuando aprendió a tocar el piano que necesitaba un listín telefónico para llegar a las teclas. Le enseñó a tocarlo su madre. Su padre y su madre se conocieron en un ascensor. Él era bombero, ella profesora. Corría el año 1936. Las cosas no iban bien en ninguna parte. Pero ellos no podían quejarse. Habían podido permitirse un apartamento en Brooklyn, y habían tenido una hija que, a los cuatro años, era capaz de tocar cualquier nota que escuchase. Resultó que la pequeña Carole Joan Klein tenía oído absoluto. “Recuerdo que tocar cualquier nota que acabara de escuchar hacía sonreír a mi padre de oreja a oreja y yo solo quería verle así de feliz. Me parecía magia”, ha dicho en alguna ocasión la mujer que, a día de hoy, más hits ha escrito, y coescrito, de la historia.
Aunque tardó en recibir algún tipo de reconocimiento. De hecho, estuvo a punto de no recibirlo jamás. “Oh, sí”, decían los productores, “es buena, sus canciones son buenas, pero ¿has visto esa nariz? No puede ser una estrella con esa nariz”. Corrían los años 60. King, por entonces apenas una veintañera, había montado su propia banda en los 50, y grababa canciones con su ya por entonces amigo Paul Simon, que en nada formaría Simon & Garfunkel. Empezó a sacar canciones que oía en la radio a los seis años. La primera que grabó en solitario la grabó en 1958. Tenía 16 años. La canción se llamaba Right Girl. Un año más tarde se casó con Gerry Goffin, el amigo con el que había empezado a componer canciones en la universidad, y se diría que entonces empezó todo.
Aunque aquel mismo año —1959— tuvieron a su hija Louise, no dejaron de componer. Lo que dejaron fue la universidad. Tenían trabajos horribles, y por las noches, escribían. La primera canción de las que escribieron juntos que grabó King fue una answer song, una canción respuesta al pequeño hit de Neil Sedaka de 1959 Oh! Carol. La Carol de la canción era ella, Neil y King salieron juntos en el instituto. La respuesta se tituló Oh! Neil y no fue un éxito en absoluto. Pero no iban a tardar en hacerse muy famosos como compositores. En 1960 escribieron Will You Love Me Tomorrow, que las Shirelles convirtieron en su primer hit mundial, y que King regrabó en el clásico que esta semana ha cumplido medio siglo, el álbum con el que se autorreivindicó en 1971, Tapestry.
Will You Love Tomorrow fue además el primer número uno de una banda negra de chicas. Goffin y King dejaron sus trabajos horribles para dedicarse por completo a componer. Y durante la siguiente década, la década en la que los productores mantuvieron a King alejada de los estudios de grabación porque no les parecía lo suficientemente guapa para reconocer su talento, el tándem compuso clásicos como Chains —que grabaron los Beatles—, The Loco-Motion, que cantó la por entonces en boga Little Eva, que además era la canguro de la pareja. Bobby Vee transformó en un delicioso hit de la época Take Good Care of My Baby. De esa época es también el Pleasant Valley Sunday que compusieron para los Monkees, inspirado en su mudanza a Nueva Jersey.
Un año antes del divorcio, en 1967, le entregaron (You Make Me Feel Like) A Natural Woman a Aretha Franklin, que hizo de ella un clásico instantáneo. El tema también sonaría con la voz de King en Tapestry solo cuatro años más tarde. Antes de que todo se acabase en 1968 compusieron también un par de canciones para Dusty Springifield, entre ellas Goin’ Back. King se mudó a Los Ángeles con sus dos hijas, y montó una banda The City, con la que grabó un álbum, Now That Everything’s Been Said, que no funcionó en absoluto. El corte que al menos se radió un poco fue un corte llamado Snow Queen, infinitamente más etéreo y en cierto sentido doloroso que lo que había producido hasta la fecha.Portada del mítico 'Tapestry', álbum que acaba de cumplir medio siglo.
Y entonces ocurrió. En Laurel Canyon conoció a James Taylor y Joni Mitchell, y a ambos le pareció un milagro el hecho mismo de estar topándose con la persona que había definido parte del pop melódico estadounidense de los 60. Taylor había debutado hacía apenas dos años con el primer álbum que los Beatles habían producido con su propio sello y estaba un poco en la cresta de la ola. Le echó un cable. Y King grabó su primer disco en solitario: Writer (1970). En uno de los temas, Up on the Roof, Taylor le hacía coros. El álbum no pasó desapercibido, pero tampoco fue un súper éxito. Pero ella había compuesto éxitos enormes, ¿por qué no grabar alguno de ellos en su próximo álbum? ¿No merecía el mundo saber que ella era quien estaba detrás de todos ellos?
Publicado el 10 de febrero de 1971 Tapestry es un álbum mágico. Y no solo porque sea perfecto —uno tras otro, todos los temas, fueron y siguen siendo clásicos del pop de todos los tiempos— sino porque cambió para siempre la concepción de la songwriter. Es decir, la inauguró, de alguna forma. Dio al traste con hasta el último argumento absurdo de aquellos productores a los que no les gustaba su nariz, y para quienes nada que hiciese una mujer tenía sentido si esa mujer no era lo que ellos consideraban vendible, físicamente. El álbum tuvo un éxito descomunal (15 semanas seguidas en el número 1) y podría decirse que es el primer clásico del pop compuesto íntegramente por una música que era a la vez una gran escritora y que no tenía por qué ser como nadie esperaba que fuera.
No hay una sola canción en Tapestry que no merezca estar en esta lista, pero si tuviéramos que quedarnos con un par que han sido después versionadas miles de veces, podríamos señalar la enormísima It’s Too Late y You’ve Got a Friend, que curiosamente Taylor también grabó ese mismo año, en su segundo disco, consiguiendo un éxito paralelo e igual de mayúsculo. O, por qué no, Beautiful, que versionaría años más tarde Barbra Streisand, pero que nunca sonará tan potente como en este álbum. Y, por supuesto, Where You Lead, que King regrabaría (y reescribiría) con su hija Louise el año 2000 para Amy Sherman-Palladino, que hizo del tema la sintonía de Las chicas Gilmore, serie en la que la propia King tiene un papel homenaje.
La cosa, evidentemente, no acabó ahí. De hecho, no hizo más que empezar. Porque la inquietud de King no solo la ha hecho en todo este tiempo producir y publicar más de 20 discos sino que ha seguido componiendo canciones para los demás. De todas las que ha compuesto en estos años, hasta 118 han sido número uno en algún momento. En los 90, por ejemplo, incluso hizo una canción con Mariah Carey, If It’s Over, y otra para Céline Dion, The Reason. El año 2013, los Obama le entregaron el Gershwin Prize for Popular Song, y fue la primera mujer en recibir tan prestigioso galardón, que distingue toda una carrera dedicada a escribir clásicos pop. En 2018 reescribió y grabó One, un tema de 1977, para combatir la desesperanza del giro político norteamericano.
LAURA FERNÁNDEZ
Fuente: El País