Se perdió una década de avance de mujeres en mercado laboral por COVID: Cepal
La pandemia por COVID-19 generó un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres en la región, informó con un nuevo reporte la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), por lo que si las medidas de mitigación que están tomando los gobiernos por la pandemia no llegan a ellas, entonces 23 millones de mujeres se sumarían a la pobreza. En suma, la región de AL y el Caribe tendría 118 millones de mujeres en pobreza.
El “Informe Especial COVID-19 N⁰9: La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad”, que dio a conocer este 9 de febrero de 2021 la CEPAL, reveló que la pandemia ha tenido “impactos muy contundentes” en la calidad del empleo de las mujeres, sus ingresos y en su salida de la fuerza laboral.
Este impacto es consecuencia, principalmente, de que la demanda de cuidados en los hogares ha recaído principalmente en las mujeres, de la contracción económica en sectores feminizados y de la precarización laboral que permeaba de manera estructural antes de la pandemia.
Al presentar este informe, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcenas, explicó que si las medidas de mitigación que están tomando los gobiernos por la pandemia no llegan a ellas, entonces 23 millones de mujeres se sumarían a la pobreza. En suma, la región de AL y el Caribe tendría 118 millones de mujeres en pobreza.
De acuerdo con el informe, la tasa de participación laboral de las mujeres se situó en 46 por ciento en 2020, mientras que la de los hombres en 69 por ciento; en 2019, la tasa de participación laboral fue de 52 por ciento y 73.6 por ciento respectivamente. “Una década perdida en la participación de las mujeres en el mercado laboral, que tanto trabajo había costado”, expresó la funcionaria internacional, advirtió la secretaria ejecutiva de la CEPAL.
Entre los factores que habrían ocasionado este retroceso está la fuerte contracción económica que afectó a la región, con una caída del Producto Interno Bruto del 7.7 por ciento.
A esto se suma que 56.9 por ciento de las mujeres en AL y un 54.3 por ciento en el Caribe están ocupadas en sectores en los que se prevé un mayor efecto negativo en términos del empleo y los ingresos. Estos empleos son: comercio, manufactura, turismo, hogares como empleadores, actividades inmobiliarias y servicio administrativo y de apoyo.
Algunos de los sectores que se encuentran en mayor riesgo no solo emplean a la mayoría de las mujeres ocupadas en la región, sino que además se caracterizan por altas tasas de informalidad, bajas remuneraciones y bajos niveles de calificación.
Por ejemplo, un bajo porcentaje de mujeres en estos sectores están afiliadas o cotizan a un sistema de seguridad social: 35.8 por ciento en el sector del comercio, 45.4 por ciento en el sector de las manufacturas y 25.9 por ciento en el sector del turismo.
Además, al menos 1 de cada 3 mujeres en estos sectores es una trabajadora por cuenta propia, ocupación asociada generalmente a una menor calidad del empleo. De acuerdo con la CEPAL, las mujeres que trabajan por cuenta propia o son propietarias de pequeñas empresas dependen en gran medida del autofinanciamiento, ya que enfrentan mayores barreras para acceder a recursos financieros formales. “Esto presenta un desafío para la reapertura y la sobrevivencia de sus empresas”, señaló el informe.
También se estima que la tasa de desocupación de las mujeres alcanzaría un 22.2 por ciento en 2020, lo que implica 12.6 puntos porcentuales menos con respecto a 2019. Esto tendría un efecto directo en los ingresos de los hogares, lo que ocasionaría las 118 millones de mujeres en condición de pobreza.
De acuerdo con la CEPAL, el trabajo doméstico remunerado es otro de los sectores “fuertemente golpeados” por la crisis derivada de la pandemia, ya que, además de estar altamente precarizado, es un tipo de trabajo que no puede ser realizado de forma remota.
Muchas mujeres empleadas en este sector experimentan incertidumbre acerca de su remuneración, sobre todo en el caso de aquellas que no cuentan con un contrato formal. Quienes han continuado asistiendo a su lugar de trabajo han visto aumentadas sus responsabilidades al tener que atender, por ejemplo, actividades relacionadas con el cierre de escuelas en los hogares donde viven niños y niñas. También han tenido que incrementar los estándares de higiene para prevenir contagios e incluso hacerse cargo de la demanda de cuidados de la salud de los miembros del hogar en que trabajan. En casos extremos, muchas trabajadoras incluso están siendo despedidas.
Más políticas de cuidados, la respuesta
A fin de evitar que el impacto de la pandemia profundice la pobreza de las mujeres, Bárcenas recomendó a los Estados que las políticas fiscales durante la etapa de recuperación económica tomen en cuenta crisis en la vida de las mujeres.
En el caso de las políticas de mitigación, la CEPAL recomienda que las políticas de reactivación incorporen criterios de género en la selección estratégica de los sectores, los mecanismos y los instrumentos fiscales y la reorientación de los incentivos.
Se requiere avanzar en un pacto fiscal y de género que esté orientado explícitamente a evitar que se profundicen las brechas de género en el acceso al financiamiento y a cautelar los recursos para las políticas de igualdad de género y derechos de las mujeres, observó la Comisión.
Por ejemplo, promover paquetes de estímulo fiscal orientados a proteger los ingresos y el empleo de las mujeres afectadas por la crisis y su participación en la reactivación; promover que la banca multilateral y, en particular, los bancos de desarrollo establezcan fondos, líneas de crédito, subsidios, productos y servicios específicos para las mujeres, especialmente para las emprendedoras de las micro, pequeñas y medianas empresas; e impulsar medidas de suspensión, moratoria y reestructuración de deudas para mujeres afectadas por la crisis, en particular para las mujeres con empleos precarizados, las trabajadoras informales, las trabajadoras del hogar, las mujeres sin ingresos propios, las mujeres que viven en hogares en situación de pobreza y las que tienen personas dependientes a cargo.
De acuerdo con la secretaria ejecutiva de CEPAL, otras de las claves para revertir este impacto está en los sistemas integrales de cuidados. Es necesario que los cuidados no sean conceptualizados necesariamente como un gasto social, sino que sean considerados desde la perspectiva de la inversión.
Según el nuevo informe, el Estado debe invertir en el sistema de cuidados, así como de generación de empleo de calidad, para reactivar las economías. “Invertir en la economía del cuidado contribuye a la generación de empleo, en particular para las mujeres; pero además, si los cuidados se articulan con políticas laborales que mejoren la calidad de esos empleos, pueden ayudar a revertir las discriminaciones en el mercado laboral y generar mejores condiciones en este sector, que en la mayoría de los países está precarizado. En el mediano y largo plazo, la inversión en los sectores del cuidado tiene efectos positivos en el nivel de educación de la fuerza de trabajo y, por lo tanto, en su productividad” señalaron.
Fuente: Cimac