Las mujeres invisibles en energía: Productoras de biomasa merecen más reconocimiento
Este es un artículo de opinión de Philippe Benoit , director general de Energía y Sostenibilidad en Servicios de Asesoría sobre Infraestructura Global 2050, y de Jully Meriño Carela, directora del programa Mujeres en Energía del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia.
Las mujeres de los hogares rurales y pobres del sureño estado mexicano de Chiapas usan la biomasa como principal fuente de combustible. Foto: Mauricio Ramos /IPS
A medida que el mundo busca abordar cuestiones de equidad de género, desarrollo y cambio climático, está ganando atención la importancia de aumentar la participación de las mujeres en el sector energético. Hasta ahora, este tema se ha enmarcado generalmente en torno a la subrepresentación de las mujeres en la fuerza laboral energética.
Pero esto ignora una realidad importante: Millones de mujeres ya participan como productoras de energía, específicamente de bioenergía para los hogares pobres. Con el objeto de apoyar el desarrollo sostenible y los objetivos de género, se debe prestar más atención a estas mujeres productoras de energía que han permanecido en su mayoría invisibles en gran parte del discurso energético.
Las mujeres representan solo 22 % de los puestos de trabajo en la industria del petróleo y el gas y solo 32 % en el sector de las energías renovables. Cuando se trata de puestos de dirección y de toma de decisiones, la proporción de mujeres es aún menor; por ejemplo, su representación en las salas de directorios de compañías energéticas es inferior a 5 %.
En respuesta, se han puesto en marcha varios programas para aumentar la participación de la mujer en el sector energético.
Estos programas están logrando crear conciencia sobre la necesidad de más mujeres en el sector, construir redes para apoyar a las mujeres profesionales y dar visibilidad a las mujeres que ya trabajan en energía, aunque con un enfoque en los segmentos formales y profesionalizados que constituyen la industria energética.
Pero este enfoque en abordar la subrepresentación en los segmentos formales del sector, un esfuerzo muy importante, puede generar la percepción errónea de que, de hecho, las mujeres no son activas en la producción de energía mundial.
Muchos asumen que su función se limita en gran medida a consumir energía (por ejemplo, en casa, en el trabajo o para el ocio), no a suministrarla. Y ahí radica una realidad pasada por alto: Millones de mujeres en todo el mundo son productoras de biomasa, una forma de bioenergía.
Aproximadamente 2500 millones de personas en todo el mundo dependen para cocinar del uso tradicional de biomasa sólida, en particular leña, carbón vegetal y estiércol. Esta cifra incluye a 680 millones de personas en la India y 800 millones en todo África subsahariana.
Los pobres también utilizan la biomasa para otros fines, como calentar hogares en regiones más frías. En muchos países de bajos ingresos, la biomasa puede constituir más de 90 % de la energía que utilizan los hogares pobres.
Se suministra a través de empresas comerciales a pequeña escala, pero los hogares también generan mucho para su propio uso.
En todo el mundo en desarrollo, las mujeres desempeñan un papel central en la producción de esta bioenergía, especialmente mediante la recolección de madera y la fabricación de carbón vegetal.
De hecho, este es un segmento del sector energético en el que las mujeres suelen estar sobrerrepresentadas.
Como informó el Banco Mundial el año pasado, “en la mayor parte de África subsahariana y en partes de China, las mujeres son las principales recolectoras de leña”, que también sucede en áreas del sur de Asia.
Este es un trabajo que requiere mucho tiempo y exigencia física que puede implicar «recoger y transportar cargas de madera que pesan entre 25 y 50 kilogramos» y puede «llevar hasta 20 horas o más a la semana».
Lamentablemente, carecemos de datos concretos sobre el número de mujeres que participan en esta producción de energía.
La biomasa ya ha estado recibiendo atención en los círculos del desarrollo debido a los problemas asociados con su uso en estufas tradicionales, como los impactos negativos en la salud, en particular, las mujeres que cocinan y la carga de recolectar leña.
Para abordar este problema, las Naciones Unidas han adoptado como uno de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) la sustitución del uso tradicional de biomasa por tecnologías de cocción limpias.
Sin embargo, esta focalización en la biomasa y sus impactos dañinos no niega el rol que tienen sus mujeres productoras en el sector energético, al igual que las preocupaciones climáticas y ambientales vinculadas al carbón no borran el papel de los mineros.
Varias acciones pueden ayudar a visibilizar a estas mujeres productoras en el discurso energético.
En primer lugar, reconocer el papel que desempeñan en el suministro de energía puede ayudar a cambiar la noción y percepción de dependencia: Las mujeres participan activamente en la producción, no solo en el uso, de la energía doméstica.
La falta de comprensión de la contribución de la mujer a la producción mundial de energía seguirá perpetuando el mito de que la mujer es principalmente usuaria (dependiente) de energía, lo que puede obstaculizar los esfuerzos para asegurar su plena participación en la toma de decisiones y las funciones de liderazgo en todos los niveles de la sociedad.
En segundo lugar, hay escasez de datos sobre estas productoras, situación que refleja la falta de atención que reciben y también contribuye a su falta de visibilidad.
¿Cuántas mujeres trabajan en la producción de biomasa (generalmente como mano de obra no remunerada)? ¿Cuántas mujeres se verán afectadas por los cambios en los sistemas de producción de biomasa? ¿Qué harán en un mundo cambiado? Este tipo de información puede ayudar a abordar sus necesidades y planificar su participación en la transición energética.
Necesitamos más datos.
En tercer lugar, es importante reconocer y valorar adecuadamente este trabajo en la producción de bioenergía doméstica e informarlo en las estadísticas de la fuerza laboral energética. Cuando una empresa produce electricidad para su propio uso, se la denomina «autoproductora».
Cuando una mujer produce biomasa para su uso en casa, con demasiada frecuencia no tiene nombre. El reconocimiento del trabajo de esta mujer también ayudaría en el esfuerzo por «lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas», el ODS 5.
En cuarto lugar, al desarrollar programas e iniciativas para cambiar los hogares del uso tradicional de biomasa a tecnologías de cocina limpia, es importante no solo considerar el efecto en las mujeres como consumidoras, sino también abordar el impacto en las mujeres como productoras de energía para asegurar que sus necesidades estén siendo satisfechas.
Además, debido a que estos esfuerzos para cambiar la forma en que los hogares usan la biomasa también afectarán las emisiones de gases de efecto invernadero, el tema ha ingresado al discurso climático.
Mientras los líderes mundiales discuten cómo limitar el cambio climático en la próxima cumbre convocada por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, o posteriormente en las negociaciones internacionales de la 26 Conferencia de las Partes (COP26) sobre ese mismo cambio climático, es importante asegurarse de que la situación de estas mujeres productoras, sus voces, preocupaciones y aspiraciones, se consideren adecuadamente a la hora de planificar la transición a las energías limpias, al igual que también se tienen en cuenta las preocupaciones de los mineros del carbón y otros.
Reconocer el papel central que desempeñan millones de mujeres en la producción de bioenergía mundial puede conducir a un mayor empoderamiento de las mujeres en todo el sector.
A medida que maduren los esfuerzos para impulsar la participación de las mujeres en la energía, será importante reconocer y analizar mejor los aportes de estas productoras y diseñar políticas que ayuden a mejorar sus niveles de vida, incluso como parte de la transición a energías limpias.
Philippe Benoit es director general de Energía y Sostenibilidad en Servicios de Asesoría sobre Infraestructura Global 2050. Benoit es también investigador principal adjunto en el Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia, donde lidera la iniciativa de investigación de energía para el desarrollo.
Jully Meriño Carela es directora del programa Mujeres en Energía del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia.
Fuente: IPS