Brecha salarial. Los baños del Guggenheim también se limpian con brecha salarial
La plantilla de trabajadoras y trabajadores de la limpieza del museo Guggenheim está en huelga: piden que se reconozca la brecha salarial y que se les aplique el convenio de la limpieza viaria para salir de una situación permanente de precariedad laboral. Llevan 65 días en huelga indefinida.
Concentración ante el museo Guggenheim Bilbao para denunciar la precariedad de sus trabajadores.
Nada define mejor a una empresa que su política salarial. Como dice Susana Marcos, trabajadora de la limpieza en huelga del museo Guggenheim de Bilbao, “en los 8 de marzo se les llena la boca con la palabra igualdad, pero lo que aquí hay cada día es brecha salarial”. Concretamente hay dos: la brecha y la brechita.
Un total de 15 mujeres y 4 hombres componen la plantilla de limpieza de la pinacoteca, incluidas las dos personas que ejercen de encargadas. Solo un encargado y dos trabajadoras no secundan la huelga, cuyo comité de empresa está formado únicamente por ELA. Este sindicado es conocido entre las empresas por su caja de resistencia, que ha acompañado huelgas tan largas como las de las residencias de ancianos —más de dos años—. La huelga en el Guggenheim es indefinida y hoy cumple 65 jornadas de huelga.
El Ayuntamiento de Bilbao participa en el esquirolaje, explican las trabajadoras, ya que operarios municipales limpian cada día la explanada de la pinacoteca, a pesar de que es espacio privado. Asimismo, denuncian que la institución ha contratado “mediante triquiñuelas” a peones de la limpieza para el interior del museo, “ya que todas sabemos que no se puede sustituir mediante contratación a un trabajador en huelga y eso es lo que está pasando”. Con estos mecanismos, el Guggenheim ha evitado cerrar en verano o salir en las noticias como el museo sucio en el que los turistas no pueden ni hacer pis. De los cuatro baños que hay en el interior, al menos uno permanece abierto. Las trabajadoras también denuncian haber sufrido coacciones y amenazas por convocar la huelga y secundarla.
La brecha y la brechita
El Guggenheim lleva más de veinte años subcontratando los servicios de limpieza. Este año, la adjudicataria es Ferrovial. “Nuestra propuesta les ha parecido excesiva, fraccionándola en cuatro e incluso cinco años”, detalla Carmen Casas, delegada sindical. De momento han mantenido cuatro reuniones, pero no han acercado posturas.
El comité de huelga quiere dos cosas: que la empresa reconozca la brecha salarial y acogerse al convenio de limpieza viaria, el común entre los hombres que se dedican a la limpiza. El salario medio de las trabajadoras del Guggenheim es de 15.943 euros; el de la limpieza viaria, de 23.884 euros, sin pluses de nocturnidad y toxicidad. Casi 8.000 euros anuales separan las nóminas de la limpieza en el interior —trabajos feminizados— de la exterior —masculinizados—. Además, como en toda brecha salarial, en la plantilla del Guggenheim las tres personas contratadas a jornada parcial son mujeres, como Susana Marcos, cuyo sueldo mensual no llega a los 630 euros por 20 horas semanales (la jornada completa son 35 horas). Y quienes cobran más —unos 2.000 euros anuales— son los cuatro compañeros, también en huelga, ya que ellos tienen pluses por manejar maquinaria al ocuparse de la limpieza vertical, del titanio y de la piedra. Es decir, se encargan de limpiar el Guggenheim por fuera. “Que nos enseñen a nosotras a usar también las máquinas”, reivindica Susana Marcos.
Susana Marcos en la rueda de prensa de ayer en el museo Guggenheim. GESSAMÍ FORNER
Juan Manuel Lago es uno de ellos. Este peón especialista considera que “nuestro sueldo también es muy precario, así que aquí estamos, peleando juntos, porque si nos conformáramos y no las apoyáramos, la lucha no tendría tanta fuerza”. Lago lleva 16 años trabajando en la empresa y con los pluses de antigüedad cobra 1.210 euros en un mes de 31 días. La empresa les ofreció en una reunión un aumento de 20 euros mensuales y revisiones anuales gratuitas con un urólogo. “Se ríen de nosotros”, resume.
Desde el sindicato ELA, Iker Alustiza añade que es “triste que el Guggenheim se esté aprovechando de esta situación de subcontratación para explotar a la gente y mantener una situación de precariedad laboral que arrastran desde hace más de veinte años”.
Asimismo, considera “ridículo y lamentable que una institución como esta pida dinero a la ciudadanía para mantener una instalación abierta como el Puppy mediante un crowdfunding al mismo tiempo que mantienen a las trabajadoras en precariedad”. El museo lanzó en julio una campaña de micromecenzago con la que espera recaudar 100.000 euros para restaurar el interior de la escultura de flores de Jeff Koons.
En la mañana de ayer, las 16 trabajadoras y trabajadores de la limpieza en huelga realizaron una llamativa acción para recabar la curiosa mirada de los turistas: un partido de fútbol entre los equipos Athletic Garbikuntza y Precarity United. Para ello marcaron una pista de fútbol con recortes de papeles que quedaron en la explanada. “Cada semana organizamos una performance nueva. Venimos a cantar, a bailar, a qué sé yo, a que nos escuchen, a que nos vean y a hacer lo que no hemos hecho en 20 años: ensuciar, porque lo que hemos hecho hasta ahora ha sido limpiar”, sostiene Susana Marcos. El partido transcurrió en la explanada del Guggenheim, que antes de la huelga y durante más de dos décadas, las limpiadoras del Guggenheim han mantenido como una patena, por poco más de 900 euros al mes.