Cómo las mujeres migrantes de Tailandia están poniendo fin a la trata de personas y la violencia de género en sus comunidades
La migración puede ser una experiencia transformadora, pero las trabajadoras migrantes están especialmente expuestas a la trata de personas y la violencia de género. San May Khine, una trabajadora social de Tailandia que alguna vez fue migrante, ayuda a otras trabajadoras migrantes a dejar atrás las situaciones de violencia y construir un futuro estable y brillante en un mundo golpeado por la pandemia de COVID-19.
"La migración me empoderó y me convirtió en la mujer que soy en la actualidad", explica San May Khine, responsable del proyecto "Educación e identidad" en la Fundación MAP de Tailandia. Khine, que nació y se crio en Birmania, empezó a trabajar como empleada doméstica en Tailandia a los 14 años.
"Era la más pequeña de mi familia, y quería ayudar a mi padre y mi madre. En ese entonces, ganaba 3500 baht tailandeses (unos USD 100) por mes. Estaba feliz de contar con ese dinero para mí y mi familia en Birmania", comenta.
"Sin embargo, trabajaba en condiciones de explotación. Debía trabajar todo el día y no tenía vacaciones ni cobertura médica adecuada para una niña. Pero desconocía que tenía derechos, por lo que ni siquiera pensaba en reclamarlos".
Después de trabajar como empleada doméstica durante dos años, Khine tuvo distintos trabajos, incluso en un vivero de orquídeas y en un sitio de construcción. "Conseguía más libertad a medida que aumentaba mis ingresos. Esto no sería posible sin la ayuda que recibí de las buenas personas que conocí en Tailandia".
Encontrar la fortaleza en la adversidad
La migración permite que las trabajadoras migrantes alcancen su independencia económica, además de ayudarlas a aumentar su confianza. Pero, lejos de la familia y de las redes comunitarias establecidas, muchas mujeres tienen problemas de encontrar apoyo cuando lo necesitan. Cuando Khine tuvo la fuerza para abandonar a su esposo abusivo, quiso ayudar a otras personas en su comunidad migrante a liberarse de la violencia de género.

"Pensaba que únicamente los hombres podían hacer cosas, como proteger a la familia y ganar dinero, es decir, las responsabilidades tradicionales del padre. Mi hija era muy pequeña y tenía muchísimo miedo de dejar a mi esposo, por lo que soporté sus actitudes y palabras abusivas. Hasta que, un día, me di cuenta de que trabajaba como él, ganaba dinero como él y protegía a mi hija, probablemente mejor que él".
"No tenía dudas de que podía ser la mejor madre para mi hija sin él. Todo fue gracias a mi independencia económica y a que creía en mí, algo que me aportó mi experiencia de migración. Cuando las mujeres tienen confianza y están más informadas sobre sus derechos, están mejor preparadas para romper el círculo de la violencia. Mi función es orientarlas para que descubran su potencial y apoyarlas en su valiente viaje para alejarse de la violencia", afirma Khine con entusiasmo.
En la actualidad, Khine se desempeña como trabajadora social y forma parte de un equipo multidisciplinario en la provincia de Chiang Mai donde reside una gran cantidad de personas migrantes de Birmania. Trabaja con mujeres migrantes y sus hijos e hijas que han sido víctima de violencia y la trata de personas.
"Veo mi pasado en ellas. Sé que tienen un potencial ilimitado del cual todavía no son conscientes, debido a las normas sociales que dictan el papel que deberían cumplir como mujeres. Si bien la pandemia de COVID-19 es un momento difícil para todas las personas, es extremadamente difícil para las mujeres que han tenido que quedarse en sus hogares con sus esposos abusivos. He observado un aumento de los casos de violencia, así como en el grado de intensidad de la violencia".
Las comunidades migrantes se apoyan
El trabajo social que realiza Khine cuenta con el apoyo del programa Seguridad y Justicia, que es ejecutado conjuntamente por ONU Mujeres y la OIT, en colaboración con la UNODC, como parte de la Iniciativa Spotlight —una asociación entre la Unión Europea y las Naciones Unidas— para eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas. En Tailandia, el programa trabaja con las organizaciones locales de la sociedad civil en Mae Sot, Chiang Mai y Bangkok para fortalecer los sistemas de coordinación mediante el desarrollo de procedimientos operativos estándar a nivel local.

"Es importante trabajar con mujeres como la Sra. Khine", comenta Kohnwilai Teppunkoonngam, la coordinadora nacional de programas de ONU Mujeres en Tailandia. "Habiendo pasado por la misma experiencia, conocen la realidad que viven las trabajadoras migrantes y saben cómo ayudarlas de la mejor manera posible".
El programa también ha prestado apoyo a los grupos de redes de trabajadoras migrantes y las organizaciones de la sociedad civil en toda la región de Asia y el Pacífico para brindar una mejor asistencia a las trabajadoras migrantes. "De acuerdo con las investigaciones, las trabajadoras migrantes que son víctimas de violencia buscan el apoyo y la ayuda inmediata de sus amistades, las demás trabajadoras migrantes o las organizaciones de la sociedad civil locales", subraya Valentina Volpe, especialista en el Programa para poner fin a la violencia contra la mujer, en la oficina regional de ONU Mujeres en Asia y el Pacífico.
"El programa Seguridad y Justicia promueve y apoya el establecimiento de redes de mujeres migrantes en los países de origen, tránsito y destino, así como en todos los países, para prestar apoyo entre pares e intercambiar información".
Khine afirma que su trabajo no terminará siempre y cuando haya una persona que necesite su ayuda. "Trabajo con el objetivo de que los procesos de remisión sean más seguros y más sensibles a las cuestiones de género para las trabajadoras migrantes y sus hijas e hijos. También brindo servicios de interpretación a las mujeres de Birmania que no hablan tailandés. Mi trabajo es hacer que se sientan más cómodas, confiadas y seguras. Su coraje es mi fuente de inspiración. Es lo que me mantiene en movimiento... hasta el día en que cada mujer y niña esté libre de la violencia y la trata de personas".
La oficina regional de ONU Mujeres en Asia y el Pacífico publicó originalmente esta historia
Fuente: ONUMujeres