febrero 11, 2022

Soluciones eco-feministas al problema de los cuidados



Nuestras sociedades contemporáneas se rigen por los principios del liberalismo, androcentrismo y del patriarcado. Las tareas de cuidados han sido relegadas al ámbito doméstico como una tarea femenina, lo que ha supuesto una infravaloración de las mismas a nivel social y, en caso de ser profesionalizadas, una gran precarización. Para promover su mayor valorización y visibilizar los retos que suponen para muchas mujeres, los principios de la interdependencia y la eco-dependencia propios del eco-feminismo pueden ayudar a generar una conciencia de nuestra relación con las demás personas y el planeta que impulsen soluciones para los cuidados.

La propuesta del eco-feminismo, un movimiento social y académico que une las premisas del ecologismo y el feminismo, puede servir para formular respuestas. Actualmente, nuestra relación con la naturaleza está basada en principios de dominación, opresión y explotación, principios que comparte el trato que histórica y socialmente se ha dado a las mujeres. Las luchas ecologista y feminista son corrientes de pensamiento que buscan, justamente, la liberaciónde la naturaleza y de las mujeres de estas dinámicas nocivas para plantear un nuevo paradigma libre de explotación, opresiones y dominaciones. El eco-feminismo es el movimiento que une ambas causas y que busca soluciones compartidas. Los principios de la interdependencia y la eco-dependencia que, como veremos más adelante, son los que nos hacen tomar conciencia de nuestra relación de dependencia respecto a la naturaleza y las demás personas pueden ayudar a la transición hacia sociedades más justas, menos violentas y más sostenibles.

Entendemos por tareas de cuidado todas aquéllas que se centran en velar por el bien o por el buen estado de alguien o de algo, como el cuidado de niños, personas mayores o personas enfermas. Estas tareas son las que permiten el sustento de la vida en nuestras sociedades. Sin embargo, los cuidados se encuentran en una situación de precariedad y vulnerabilidad causada, en parte, por la creencia de que son tareas fuera del sistema económico y que no generan ningún tipo de beneficio monetario o comercial. Su carácter primario para el bienestar de muchas personas requiere una solución para que reciban el reconocimiento que merecen y buscar soluciones cuando se encuentran precarizadas o en situaciones vulnerables. Este estudio busca plantear una solución al problema de los cuidados desde los dos principios ya citados.

La eco-dependencia es la relación de dependencia que existe entre la naturaleza y el ser humano, donde ambos están condicionados por las acciones del otro. Por ejemplo, si el hombre contamina, se verá afectado por los efectos del cambio climático. La interdependencia, por otra parte, hace referencia a la relación que existe entre los seres humanos, a la necesidad que tenemos unos de otros no sólo para nuestra supervivencia, sino también para nuestra vida en común. Somos eco-dependientes en la medida en que dependemos de la naturaleza y somos interdependientes en la medida en que dependemos de las demás personas. Así, sea de la forma que sea y en el sistema político y económico que sea, necesitamos la naturaleza y las demás personas para nuestra vida.

Si bien pueden parecer muy básicas en una primera lectura, ambas afirmaciones denotan una cierta conciencia del vínculo que, como seres vivos, tenemos con nuestro entorno, sea ambiental o humano. Esta conciencia de seres dependientes se ha difuminado en el ideario capitalista, donde los valores de la independencia, el individualismo o el esfuerzo como fuerzas principales para alcanzar nuestros intereses individuales ha imperado ante la visión de una existencia humana mucho más conectada con lo que le rodea. Como hemos afirmado, uno de los espacios en los que más evidente se hace la existencia de la eco-dependencia y la interdependencia es el reto de los cuidados en nuestras sociedades contemporáneas.

En nuestra sociedad patriarcial, es la mujer quien asume las tareas de cuidados y la gestión de todas aquellas actividades que se centran en el mantenimiento de la vida y la atención a terceras personas. En nuestro sistema económico, el capitalismo, estas tareas son invisibles en la esfera pública, ya que se han concebido como tareas domésticas que no proporcionan beneficios mercantiles y, por tanto, que no generan valor al sistema económico. Así, incluso en los casos en que los cuidados se han monetizado (de niños, ancianos o limpieza), estas tareas se ven precarizadas e infravaloradas.

Solucionar el problema de los cuidados significa, como explica colectiva XXK, dotar a las mujeres de la capacidad de escoger las condiciones en las que quieren llevar a cabo los cuidados, así como reconocer su derecho a no asumirlas. Por este motivo, hay que buscar una equiparación entre los derechos y la protección de las vidas de todas las personas trabajadoras, a fin de redistribuir esas tareas mal repartidas tradicionalmente para impulsar un nuevo modelo de responsabilidad compartida. A partir de este impulso, como explican Bayas y Bregolat, del Observatori del Deute en la Globalització, "debemos construir un modelo de cuidados que no se sustente en la explotación sistemática de las mujeres de diferentes latitudes: es imperante el reconocimiento de los impactos de las cadenas de cuidados transnacionales, así como de otras deudas que atraviesan la ciudad, corresponsables de la situación global".

Dejar de comprender la naturaleza como un recurso es clave para lograr la sostenibilidad de las tareas de cuidado e impulsar un nuevo sistema en clave eco-feminista donde nuestra relación con aquélla esté marcada por los ritmos de la naturaleza y sin dinámicas nocivas de contaminación, dominio o control. Entender que el cuidado no sólo es aplicable a las personas, sino también al entorno natural, nos permitirá crear nuevos espacios seguros, saludables y más sostenibles que aprovechen las ventajas del ritmo medioambiental para conciliarlo con los de la vida y que los cuidados no supongan una carga añadida para algunas mujeres, sino que el propio sistema económico modifique sus ritmos para permitir que tanto hombres como mujeres puedan cuidar de forma colectiva, así como cuidarse a sí mismas y su entorno natural. Para conseguir este objetivo, deberemos generar nuevos marcos de responsabilidad compartida entre hombres y mujeres y romper los prejuicios que han llevado a asunciones como que las tareas de cuidado sólo so cosa de mujeres, o que no les suponen una carga añadida porque se trata de un acto de amor.

El cambio climático es el principal reto que la humanidad tiene por delante. Recuperar una conciencia basada en la eco-dependencia y la interdependencia puede hacernos recuperar la conciencia de nuestro vínculo con el planeta. Lejos de la trampa adonde nos dirige el liberalismo en la esfera política y el capitalismo en la económica, ni estamos solos ni podemos vivir de forma aislada a lo que ocurre en nuestro entorno, tanto ambiental como social.

Fuente: Agenda Pública, El País

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