Machismo benevolente disfrazado de feminismo
El feminismo es un tema que hoy en día ocupa la agenda política como nunca lo hizo antes. Sin embargo, es preocupante su banalización en el debate público. Han surgido voces a las que se las ungen desde los medios de comunicación con una experticia que no es tal y que esparcen un análisis caricaturesco de esta corriente teórica, política y social.
En primer lugar, me quisiera referir a la discusión en torno a la norma sobre aborto aprobada por la Convención. Cabe recordar que las normas constitucionales son los principios normativos básicos para la organización estatal a través de las leyes, y que por ende las leyes y sus respectivos reglamentos son las que deben establecer su funcionamiento. Más aún, el derecho al aborto se afirma sobre la necesidad de autonomía reproductiva, por lo que es necesario romper con la histórica injerencia de cuerpos no gestantes sobre la reproducción de cuerpos que no les pertenecen.
Por otra parte, el acceso a métodos anticonceptivos y al aborto no es opuesto a la maternidad. El decidir cuándo y con quién ser madre da opciones para hacer esto libremente. La visión que opone los medios para la libre elección y la maternidad solo expresa la relación esencialista entre mujeres y madres. Frente a esta cabe afirmar que la maternidad no hace a las mujeres (ni a los cuerpos gestantes), y no todas las mujeres pueden y/o quieren ser madres.
En segundo lugar, estas voces también avanzan la idea de las mujeres como objetos de cuidados. Una visión verdaderamente feminista sostiene la concepción de las mujeres como iguales en dignidad y derechos. De ello se desprende que las mujeres son sujetos (en vez de objetos) que merecen cuidados, tomando en consideración las dinámicas de dominación que nos hacen ser víctimas día tras día de distintas agresiones en variadas formas. Tomar en cuenta las dinámicas que subyacen a las distintas formas de violencia, permite y promueve desafiarlas. Por el contrario, soslayar estas dinámicas, y asumir que las mujeres somos meramente víctimas, implica sustentar una postura de machismo benevolente que no cuestiona las estructuras desiguales de poder entre los sexos y la socialización primaria basada en dañinos estereotipos de género.
El machismo benevolente, a través de la exaltación de rasgos tradicionalmente asociados a lo femenino, se niega a otorgar agencia a las mujeres y cuerpos feminizados, profundizando nociones esencialistas que perpetúan las jerarquías sociales. Por lo tanto, es importante el cuestionamiento teórico a la categoría “mujer”, ya que este abrió la posibilidad de pensar críticamente desde dónde y por quiénes ha sido definida, así como lo que engloba y sus asociaciones, para dar paso a otros y nuevos entendimientos.
Por estos motivos, es imperativo analizar críticamente la discusión sobre feminismo en la agenda pública y no erigir experticias que ignoran la rica tradición teórica del feminismo y los estudios de género.
Por Bárbara Barraza Uribe es Magíster en Género y Cultura de la Universidad de Chile, estudiante doctorado UAI e integrante de la Red de Politólogas.
Fuente: La Neta