abril 19, 2022

Recuperar y construir referentes. 30 años de la Coleccioón Feminismos



Como teoría del poder la tradición feminista implica reflexión y acción política, ambas dimensiones mantienen una comunicación inexcusable como se recordaba en un diccionario reciente: “no hay teoría crítica sin luchas políticas ni luchas políticas sin teoría crítica” (Rosa Cobo y Beatriz Ranea, 2020). Por esa razón es conveniente re-conocer la genealogía feminista, un esfuerzo intelectual, social y político sostenido por mujeres principalmente en diferentes ámbitos a lo largo del tiempo sin el cual no podríamos estar aquí. Y es tarea fundamental para seguir sumando, para continuar desarrollando la capacidad de impugnar con solvencia los discursos del saber-poder patriarcal -brazo ideológico, e invisible, la cara más oculta sustentadora de la violencia material sobre las mujeres-. Ante la profusión de trileros y vendedores de ideas de segunda mano (incubadas, a menudo, en los think tanks del orden neoliberal y replicadas en ámbitos de poder e influencia) parece urgente el empeño en el cultivo de la racionalidad crítica para “que no nos vendan la moto” y para persistir con argumentos categóricos en la defensa de las legítimas vindicaciones feministas (abolición de la prostitución, de la prostitución filmada, de los vientres de alquiler, de la mística generista, del negocio de la donación de óvulos, de la diferencias salariales, del androcentrismo cultural, de la cosificación de las mujeres en los media, de las políticas educativas sexistas….) en un contexto de agresiva hegemonía del totalcapitalismo en todos los órdenes.

En este sentido, para apuntalar la praxis cognitiva feminista en un presente adverso de pensamiento débil y posverdad, entendemos que puede ser de gran utilidad para la formación y el debate (en grupos, de forma autodidacta, en foros diversos, etc.) el exámen de importantes obras que se han ido prodigando a lo largo de las últimas décadas en nuestro país. Es el caso, entre otras colecciones, de Feminismos, una serie que ha dado cabida tanto a títulos clásicos como estudios actuales, un programa que hay que agradecer, aprovechando el trigésimo aniversario del repertorio, a todas las mujeres (y algunos varones) que han hecho y hacen posible que el feminismo pueda seguir siendo un movimiento social emancipador. Esto será así mientras haya quienes sigan apostando por prácticas y análisis críticos con una realidad profundamente injusta, por conceptualizaciones útiles políticamente en la medida en que sean capaces de señalar la desigualdad y de amplíar los espacios de interpretación, intervención y transformación social.


Perspectivas y contenidos[1]

La colección ha incorporado textos clásicos del feminismo de diferentes épocas y procedencias, hecho que permite reconstruir una genealogía de la historia y el pensamiento feminista mostrando, entre otras cosas, que el feminismo supuso la primera gran teoría crítica a la Modernidad ilustrada dentro de sus propios parámetros. Una procedencia que legitima a las mujeres como sujeto histórico y, al mismo tiempo, la propia teoría feminista. Así, pueden consultarse títulos de autores como F. Poullain de la Barre (y todo el pensamiento cartesiano sobre la universalización de la razón) y M. Wollstonecraft (origen y fundamento del feminismo como movimiento colectivo) o relativos al utilitarismo inglés, en obras de J. Stuart Mill y H. Taylor, fundamentales en el sufragismo anglosajón. Está presente en la serie el magro feminismo español en obras de J. Amar de Borbón, A. Posada o E. Pardo Bazán. Pueden encontrarse así mismo traducciones de figuras clave del feminismo del siglo XX, como S. de Beauvoir, B. Friedan, K. Millet, L. Irigaray, D. Haraway, T. Lauretis, C. Mackinnon, etc.

Al mismo tiempo Feminismos ha supuesto un canal de publicación de importantes investigadoras españolas, bien prologando obras extranjeras, bien a título propio. Esta presencia se constata desde su inicio y se intensifica a partir de la segunda década de vida de la serie. En el conjunto de trabajos que constituye Feminismos pueden detectarse diferentes orientaciones y metodologías abundando las miradas interdisciplinares y predominando los estudios sociales, históricos y filosóficos mientras tienen una presencia simbólica las perspectivas relacionadas con ciencia y tecnología. En la serie se han incorporado traducciones de obras contemporáneas de autoría extranjera, europea y norteamericana principalmente, y, también, en menor medida, se ha dado cabida a estudios procedentes de Latinoamérica o Norte de África.

El repertorio ha dejado constancia así mismo de la relevancia de figuras intempestivas, como Celia Amorós (1997; 2019), en el feminismo actual; una pensadora que, en un contexto de pensamiento débil y estetizante, fue capaz de roturar nuevas vías de análisis y de reivindicar una racionalidad crítica con capacidad de acción política porque, entiende Amorós, determinadas asunciones de la posmodernidad suponen un lujo sólo al alcance de quienes tienen el poder. La serie cuenta con importantes estudios que permiten entender de dónde venimos y dónde se encuentra el feminismo: desde el análisis de la genealogía del patriarcado moderno en el contrato social (Cobo, 1995) a los que abordan las insuficiencias de la democracia (Miyares, 2003); desde aquellos que cuestionan la visión estereotipada que ofrecen los media como potentes medios de socialización en la desigualdad entre varones y mujeres (Arranz, 2010) a los trabajos que estudian cómo se administra la violencia sexual sobre las mujeres en nuestras sociedades (Alario, 2021) o diagnósticos solventes sobre los frentes abiertos del feminismo del S. XXI (Valcárcel, 2019)

En conjunto, la selección de ensayos cumple un doble proceso: por una parte, la deconstrucción del sesgo del pensamiento hegemónico; por otra, la fundamentación, desde diferentes campos del saber, de un pensamiento y una teoría feminista. Así, la colección constituye una aportación fundamental a los estudios feministas en el ámbito hispanohablante, un corpus de teoría clásica y contemporánea a disposición de estudiosos, docentes o investigadoras. Además, en sociedades que, debido a la intervención del feminismo, ya son inconcebibles sin la igualdad real entre los dos sexos, es de destacar que los textos publicados, aunque responden a cánones académicos, compatibilizan rigor y vocación divulgativa.

Racionalidad crítica y transformación social

Ya a finales del siglo XX S. Faludi (1993) denunció la reacción ultraconservadora de la Era Reagan. Especialmente duro fue el reaganismo con el pujante movimiento feminista norteamericano de los años 60 y 70 y los logros de las mujeres en la conciencia y defensa de sus derechos. Como señala Faludi, la reacción no se desencadenó tanto porque las mujeres hubieran conseguido plena igualdad de derechos con los varones “sino porque parecía posible que llegaran a conseguirla (Faludi, 1996, p. 21).

No era una novedad. La historia del feminismo está jalonada de reacciones: a periodos de reivindicación se siguen contrarréplicas por parte del orden género-sexo. Normativas como el Código de Napoleón o las implicaciones del contrato sexual (las mujeres se conciben como objeto del contrato social, no como sujeto) respondían a las primeras demandas de autonomía y ciudadanía femenina; la misoginia romántica y la legitimación de roles sexuales por parte de la ciencia moderna en el siglo XIX supusieron una respuesta al potente sufragismo; la expansión de la “mística de la feminidad” tras la II Guerra Mundial no tenía otra finalidad que recluir, nuevamente, a las mujeres a la esfera privada… En el caso de la reacción reaganiana Faludi destaca una mudanza relativa a las formas –que, en buena medida, continúa, acentuada, en la actualidad en diferentes medios–: los dispositivos mediáticos no explicitaban la coerción sino en subtexto, de forma que adoptaron una retórica (pseudo)feminista para promocionar productos sexistas y políticas que lesionaban los intereses de las mujeres reducidas ya a su dimensión de consumidoras: el sujeto político devenía “mulier eoconomicus”.

La historia del feminismo está jalonada de reacciones: a periodos de reivindicación se siguen contrarréplicas por parte del orden género-sexo.

La cultura de los ochenta hizo enmudecer el discurso político de las mujeres y luego trató de inculcarles que el mejor lugar para que expresaran libremente su personalidad eran las galerias comerciales. La consumidora pasiva se convirtió en un sucedáneo de la feminista que “ejercía” su derecho a comprar lo que quisiera y que podía “elegir por sí misma” en el mostrador (Faludi, 1996, p. 107)

Eran señales de que la nueva razón del mundo estaba en marcha. Para la academia significó una deriva mercantilista y en el plano teórico el enfrentamiento con los discursos críticos con el statu quo. Los análisis materialistas y de las relaciones de poder se vieron desplazados por los excesos del relativismo y el posmodernismo (el lenguaje como única realidad, la contingencia de la historia, la fragmentación del sujeto, etc.) en una academia muy receptiva a las necesidades del mercado; salvo rarezas, el/la intelectual comprometido devino tecnócrata o gestor. Así, los “Gender Studies”, cuya influencia se extenderá a un medio universitario globalizado, se centraron en indagaciones culturales sobre la identidad, la diversidad, los estilos de vida o el multiculturalismo. Se estaba produciendo la derrota de la izquierda y el fin de las propuestas colectivas emancipadoras; también, la escisión entre el sustrato social de los movimientos críticos y la investigación académica, saldándose aquella con productos inanes desligados de las problemáticas sociales cuando no netamente funcionales al proyecto neoliberal.

En este contexto, que en cierta medida es global, y al que España se incorpora a partir del Proceso de Bolonia, un aspecto a valorar a nuestro entender es que Feminismos ha integrado trabajos con perspectivas críticas y con capacidad de diálogo con problemas de las actuales sociedades de control. Ante realidades complejas, y en un contexto de desafección crítica y posverdad, aportar elementos de juicio y divulgar obras desde la perspectiva feminista parece una tarea relevante. En este sentido, como se ha indicado, los estudios que han visto la luz en esta serie parecen secundar la tradición feminista al proponer marcos, categorías, análisis, etc., útiles para el debate y la acción política. Por ejemplo, Feminismos ha dado cabida a análisis que han sido incisivos con el universo geopolítico y civilizatorio en el que nos sitúa el patriarcado y el totalcapitalismo en diferentes dimensiones: como proyecto de muerte tecno-científico que aboca al planeta y las sociedades a la catástrofe (Puleo, 2011); como expresión rotunda del ejercicio de jerarquización sexual del patriarcado (Manier, 2009) o como alianza basada en el extractivismo, la privatización o la feminización de la pobreza (Castaño, 2015). Así también, en la serie se han publicado obras en las que se despliegan análisis feministas indisociables de su dimensión emancipadora; es decir, las prácticas y discursos, tan caros a los procesos de subjetivación neoliberal, que normalizan la desigualdad o venden nuevas servidumbres como formas de liberación han estado y están en su punto de mira por conculcar derechos humanos de las mujeres o ser incompatibles con la justicia social (Balaguer, 2017). Son trabajos en los que prima una racionalidad crítica que evidencia cómo se reproduce y legitima la desigualdad entre varones y mujeres en sociedades formalmente igualitarias (De Miguel, 2015) o análisis que prueban la incongruencia de doctrinas, como el “generismo queer”, “una mística de la identidad de género”, que alimenta las distopías patriarcales del presente (Miyares, 2021). En resumen, estos y otros títulos que acoge la colección demuestran la capacidad del feminismo para seguir construyendo marcos explicativos “sin perder nunca de vista el movimiento de mujeres, es decir, sin perder nunca de vista la práctica política” (Ballarín, 2000, p. 266).

Consideraciones finales

La producción teórica feminista tiene una relación directa con la fuerza del feminismo, uno de los movimientos sociales más influyentes con capacidad emancipadora desde el siglo XX que ha demostrado solvencia para impugnar, prácticamente en todos los campos del saber, el sesgo androcéntrico del conocimiento: los supuestos teóricos y metodológicos del feminismo son en sí mismos un factor de subversión del saber-poder establecido porque no disocian pensamiento-práctica social. Se trata de un universalismo pujante que, allí donde ha sido y es posible, coadyuva a conformar sociedades más justas, por lo que resulta imprescindible para enfrentar proyectos de muerte como el capitalismo-patriarcado. Por tanto, publicaciones que dan a conocer la investigación feminista cumplen una función intelectual y política esencial: contribuyen a paliar el desconocimiento social de la historia y la memoria de las mujeres aportando categorías y análisis de los mecanismos adaptativos de sometimiento sobre el colectivo femenino basados en el sexo sin perder de vista las implicaciones políticas que propicien convivencias en igualdad real. Feminismos puede considerarse un instrumento de consulta valioso para poder debatir, como ocurre en cualquier ámbito de saber, desde el conocimiento de la historia del feminismo, sus categorías y sus métodos, y porque, como ética política, es insoslayable en la construcción de sociedades igualitarias.



Universidad de Zaragoza. Dra. de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación. Dra. en Ciencias de la Información y Documentació
Fuente: Tribuna Feminista

[1]El texto, en el que no se incluyen notas a pie de página ni bibliografía, forma parte de un artículo publicado en la revista Con-Ciencia Social, n. 5, 2022.

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