agosto 27, 2022

Desde Colombia Alejandra Miller: «Las mujeres sostuvieron este país en la guerra»


La comisionada Alejandra Miller, directora del capítulo "Mi cuerpo es la verdad". Foto: Comisión de la Verdad Colombia

«Colombia conoció el horror de lo ocurrido gracias a las mujeres que valientemente decidieron contar, buscar ayuda, hallar otro futuro», así describe la Comisión de la Verdad en su informe final la lucha de las colombianas, a quienes el conflicto armado les marcó sus cuerpos y la vida, pero que, pese a ese inmenso dolor, «sostuvieron» el país durante 50 años de guerra.

«Fue impresionante lo que hicieron. Yo estoy convencida de que este país estaría peor si las mujeres no hubieran hecho lo que hicieron para sostener el tejido social, las comunidades y sus familias en estos contextos tan difíciles», asegura a Efeminista una de las líderes del movimiento feminista en Colombia, Alejandra Miller, quien a su vez es directora del capítulo de género del informe de la Comisión de la Verdad.

Esta Comisión es una entidad autónoma creada para esclarecer lo que sucedió durante el conflicto armado en Colombia y cuyo informe final, que fue presentado en junio de este año, narra «los actos intolerables» que sufrieron millones de mujeres y personas LGBTIQ+ durante la guerra.

Según la investigación, las víctimas sufrieron una violencia sistemática dentro y fuera de sus casas bajo el dominio del patriarcado, que no concebía que ellas abandonaran los roles de género tradicionales y las «castigaban» por eso. Además, los actores armados utilizaron sus cuerpos como «arma de guerra» y como un mecanismo para reforzar sus masculinidades.

Para conocer esta realidad, las investigadoras escucharon los testimonios de 10.864 mujeres y cerca de 500 personas LGBTIQ+, los cuales están plasmados en las 408 páginas del capítulo «Mi cuerpo es la verdad».

«Ha sido una experiencia de profundo dolor», agrega Miller, quien destaca la resistencia de las víctimas y la implicación que han tenido en el esclarecimiento de la verdad.
El impacto de la guerra en la vida y los cuerpos

Pregunta: ¿Cuáles son los principales hallazgos del capítulo? ¿Cómo afectó el conflicto armado colombiano en la vida de las mujeres y de la población LGBTI?

Respuesta: Este capítulo lo dividimos en dos partes y en cada una se respondían tres preguntas. La primera está relacionada con el qué: qué le pasó a las mujeres y a las personas LGBTIQ+. Y ahí narramos las experiencias de las mujeres, con sus palabras, con muchísimos testimonios. Hace mucho énfasis en lo que significó el cuerpo las mujeres, cómo se utilizó su cuerpo por parte de los armados para controlar los territorios.

También el desplazamiento forzado. Contamos cómo era mucho más efectivo amenazar a las mujeres para sacarlas del territorio, porque cuando se amenaza a las mujeres ellas salen de los territorios con todos los que tienen a cargo: los hijos, las hijas, sus padres, sus familiares. Los hombres se desplazan solos. Pero apuntar a las mujeres y desplazarlas era entrar en el corazón del tejido social y de las comunidades.

Narramos todas las experiencias alrededor de las violencias sexuales, muy diferenciadas por los tipos de actores que las ejercieron, la temporalidad, en dónde más se utilizó y cuáles fueron los actores que utilizaron la violencia sexual como estrategia de guerra. Narramos cosas que han estado muy invisibilizadas. Por ejemplo, lo que vivieron las mujeres en situación de prostitución, la explotación de las mujeres, que ha sido una de las violencias más silenciadas y más acalladas en el conflicto armado.

También narramos las experiencias que vivieron las mujeres que fueron expulsadas de la política, sea por amenazas o por asesinatos por parte de los armados con unas connotaciones totalmente patriarcales.

P: ¿Y por qué ejercieron esta violencia en las mujeres?

R: La segunda pregunta está más relacionada con el por qué. Tratar de dar respuestas a por qué le pasó eso a las mujeres y ahí encontramos que puede haber muchas razones. Entre esas las que están relacionadas con el ‘continuum’ de violencias. En un marco de una sociedad absolutamente patriarcal lo que mostramos es cómo cuando la guerra llega a las comunidades exacerba esas prácticas que ya estaban insertadas en la sociedad.

Las mujeres cuentan cómo desde niñas fueron víctimas de violencias sexuales en sus casas, por parte de familiares y padrastros, y cómo siguen siendo víctimas de lo mismo cuando llega la guerra, pero en circunstancias de mayor crueldad. Y aquí juega un papel importante las masculinidades guerreras, que incidieron muy fuertemente en la manera en cómo las mujeres fueron agredidas.

Y por último, hacemos toda una reflexión alrededor de la desprotección del Estado, que es también una responsabilidad histórica. Estas desigualdades estructurales, estas brechas de género en todos los ámbitos: en lo laboral, en lo educativo, en la salud, que con la guerra se profundizan.
«Las mujeres sostuvieron este país»

P: El informe resalta que, pese a las violencias, las mujeres se organizaron para construir paz. ¿Cuál fue el papel de las víctimas en este sentido?

R: Esta es una parte que para mí es esperanzadora. Se cuenta cómo resistieron las mujeres, cómo afrontaron esto.

Las mujeres hicieron cosas inimaginables en este país. Yo digo que las mujeres sostuvieron este país en la guerra, las que fueron desplazadas y se llevaron a sus ocho muchachitos, las que les tocó resolver el tema económico de sus familias, las mujeres que estuvieron buscando a los hijos desaparecidos y desaparecidas.


Las mujeres sacaron cadáveres de los ríos y los enterraron y les pusieron nombres y les rezaron sin saber quiénes eran. Las mujeres politizaron la maternidad organizándose. Y lo que le pasaba al hijo de una, le pasaba al de todas, como una consigna, por ejemplo, de las buscadoras de desaparecidos.

P: ¿Y qué pasó con la comunidad LGBTI?

R: Las personas LGBTI vivieron un ‘continuum’ de violencias tan duro. Les tocó aprender a vivir en el silencio, no solo en sus casas, en razón de su orientación sexual y su identidad de género, sino también con los actores armados. 

Hay un patrón de persecución por prejuicio a las personas LGBTIQ+ que siguieron los actores armados, pero con una profunda complicidad social de las comunidades hacia esas formas de violencia.

Los actores armados narran que para congraciarse con las comunidades amenazaban a las personas LGBTIQ+, les quemaban las peluquerías a las mujeres trans, sus negocios. Se llevaban a los hombres gays a los campamentos y les hacían todos los vejámenes del mundo. Había una amenaza permanente.

Cuando no los asesinaban, entonces les tocaba irse amenazados y eso lo utilizaban como una forma de congraciarse con las comunidades, que lo aceptaban o lo mantenían en silencio como parte de esa cultura de prejuicio que tenemos frente a las personas LGBTIQ+. Contamos todas sus experiencias de resistencia, de cómo pasaron del silencio a la denuncia, pero también cómo el silencio se volvió en sí mismo una forma de sobrevivir y de resistir.

Las violencias silenciadas en Colombia

P: Como usted decía, las violencias sexuales son de las más silenciadas. ¿Cómo fue el proceso de construcción del informe para que las víctimas se sintieran en confianza de contar lo que les sucedió?

R: Nosotras trajimos un grupo de género, feminista, que tenía una experiencia muy amplia en términos de la escucha a las mujeres y particularmente a las víctimas y víctimas de violencia sexuales, de tal manera que desde el principio trabajamos con los equipos territoriales que tomaban los testimonios, para que supieran cuáles eran las características que tenían que tener para esa escucha.

La escucha no puede ser de la misma manera para todo el mundo, hay que saber cómo actuar frente a una víctima de violencia sexual, que entre otras cosas silencia lo que le sucedió por vergüenza, por el estigma social que tiene la violencia sexual.

Yo creo que esto fue muy importante porque esta comisión logró recoger más de 1.200 entrevistas de mujeres víctimas de violencia sexuales, que es una cantidad impresionante. En el caso de las violencias ejercidas contra las personas LGBTIQ+ es todavía más hondo el prejuicio y el daño que hay. Ahí nos apoyamos en las organizaciones sociales. 
Las violencias reproductivas

P: Este es el primer informe de una Comisión de la Verdad que aborda las violencias reproductivas. ¿Cuán importante es este reconocimiento?

Es clave. En el conflicto armado colombiano hubo graves violaciones a los derechos reproductivos de las mujeres sin que eso se considerara propiamente una violación, porque era considerado como parte de la guerra. La planificación forzada y los abortos forzados como una estrategia de guerra para obtener ventajas militares.

Esta Comisión lo aborda de manera muy específica, con testimonios y llamándolo por su nombre: violencias reproductivas, la violación a los derechos reproductivos de las mujeres en la guerra. Fue la imposibilidad de las mujeres de tomar decisiones sobre sus cuerpos.

P: ¿Y qué ha significado esto para las víctimas?

R: Es importante porque son víctimas que también han estado muy silenciadas o que no se consideraban víctimas. Nosotros identificamos 13 tipos de violencia sexual que pasan por la violación, pero también por los tocamientos forzados, la obligación a presenciar violaciones.


Hay muchos testimonios sobre violaciones de niñas en las que obligaban a las mamás a ver o a los padres. O al contrario, obligaban a las niñas a ver cómo violaban a sus madres. Eso es una forma de violencia sexual para la madre, pero para también para la niña.

En el marco de la política antidrogas a las mujeres las requisaban en algunos retenes en los que se cometían todo de abusos. Las hacían desnudar en público, formas de violencia sexual que, como no pasan necesariamente por la violación, es como si no existiesen. Ha sido muy importante para ellas entender que eso fue una forma de violencia.
Una deuda con las mujeres víctimas de violencias sexuales

P: ¿Y cómo podría convertirse este informe en reparación?

R: Nosotros presentamos algunas medidas específicas para la reparación a las víctimas. Colombia es un país que ya ha iniciado procesos de reparación a partir de la ley de víctimas, que todavía tiene mucha precariedad en muchos aspectos. 

El reconocimiento creo que es algo que quedó pendiente, es una de las deudas que tenemos. Porque el tiempo ya no nos alcanzó y porque el reconocimiento de las violencia sexuales es tal vez lo más difícil de obtener por parte de los perpetradores. Ellos reconocen más fácilmente mil asesinatos que una violación sexual y lo hacen porque, entre otras cosas, dado que existe un altísimo nivel de normalización de las violencias sexuales, no consideran que lo que hicieron fue violencia sexual.

Decían: «No pues, es que las niñas estaban ahí para eso». Hay un estigma asociado y es difícil que estos hombres reconozcan. Intentamos mucho hacer algún tipo de reconocimiento de los actores armados sobre los temas de violencia sexual, pero no alcanzamos. Realmente esa es una deuda que el país tiene con las mujeres víctimas de violencias sexuales.

P: ¿Y qué ha significado para usted dirigir este proceso?

R: Ha sido una experiencia muy ambigua. Por un lado, ha sido una experiencia de profundo dolor. Nos enfermamos por escuchar demasiado dolor. Escuchar a las víctimas por supuesto que es muy duro, pero para mí escuchar a los perpetradores decir las razones por las que cometieron los crímenes atroces que cometieron ha sido emocionalmente muy difícil. 

Pero por otro lado, hay satisfacción. Ver cómo las víctimas han recibido el informe, la acogida que ha tenido en distintos escenarios en el país es también muy reparador. Quedamos con problemas de salud por toda esa carga, pero valió la pena.

Cristina Bazán
Fuente: Efeminista

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