diciembre 23, 2022

Alicia Palmer: “Todos mis cómics tienen ese toque feminista, me sale solo”

Con ocho proyectos publicados a sus espaldas, Alicia es guionista de cómic social en el que no deja perder la oportunidad de concienciar sobre feminismo

Existe un tipo de cómic y de literatura que se convierte en un espacio de denuncia a la sociedad y que aborda aspectos y problemáticas sociales con un fin de concienciación o de conocimiento. La fácil visualización de las historias, los diálogos claros y sencillos y la facilidad para conocer a los personajes hacen del cómic social una herramienta imprescindible y sencilla para concienciarse sobre algunas realidades.

Junto a un par de cafés, hemos tenido la oportunidad de compartir una mañana con Alicia Palmer, guionista de cómic social, activista, feminista y con postgrado en Inmigración, Exclusión y Políticas de Integración Social, quién nos ha hablado de sus publicaciones, su lucha feminista y su proceso creativo.

Entre sus obras se puede encontrar “Esclavas” (2014), “Hombres feministas” (2017), “El viaje” (2019), la biografía “Emilia Pardo Bazán” (2021), “Una mujer y un voto” (2021), la co-guionización “Amelia: una historia de una lucha” (2021), y la participación en antologías como “Paz por Ucrania” o “Historias de Brujas”.

Eres escritora de cómic social, por lo que tu labor como creadora de productos culturales está en una línea distinta, ¿cómo te definirías? ¿Guionista de cómic? ¿Activista? ¿Ambas cosas?

En mis redes sociales pongo “feminista y guionista”, aunque siempre me presentan como activista. Al final, todos los cómics que he publicado son feministas y activistas, pero eso no me aleja de ser guionista también.

¿Cómo encontraste el camino de crear voz y hacer activismo a través del cómic? ¿Hubo algo que te impulsó?

El primero que hice fue el de “Esclavas”. En ese momento formaba parte de Médicos del Mundo Madrid como voluntaria en intervención con personas en situación de prostitución. Yo empecé a ver cosas que necesitaba contar. No solo las vidas de las mujeres, que me parecían injustas y tremendas, pero también los hombres que contaban con sus servicios. Total, que se me ocurrió una idea, y con ayuda de algunas de las trabajadoras de Médicos del Mundo, surgió “Esclavas”, que es una historia que retrata a diez puteros que son hombres "maravillosos": activistas en maltrato animal, en desahucios… pero que no se plantean la situación de la prostitución y pagan y pagan y pagan por ir a un prostíbulo. Al final todas tenemos la idea del putero rugoso y desagradable, pero también hay puteros con una imagen distinta.

En un principio pensé que iba a ser el único cómic que iba a escribir, pero más tarde surgió también el de “Hombres feministas”, dónde escribí sobre hombres de la historia que habían luchado por causas como el voto femenino o la educación para las mujeres.

Más tarde, me vi investigando sobre el tema del sufragio femenino, que me llamaba mucho la atención y de lo que casi no contamos con información. Sí que conocemos a Clara Campoamor, pero poco más. Gracias a este proyecto he descubierto a mujeres maravillosas como Benita Asas, sufragista española que es desconocida completamente.
Mientras me encontraba en este proyecto, me llamaron para guionizar la historia de Amelia, que había escrito “La revuelta de las putas” y querían hacerlo cómic. Aunque me lo encargaron, las palabras son todas de Amelia, yo me dediqué a hacer de puente entre el dibujante y ella.

¿Cómo es tu proceso de creación? La colaboración con los dibujantes, la anterior documentación sobre el tema…

En “Esclavas” trabajé con el dibujante Bosco, que teníamos una amiga en común y contactamos. En este caso vivíamos cerca y le expuse mi idea. Nos estuvimos viendo e hicimos el cómic como a la limón, codo con codo. Pero ha sido el único. Con el resto con los que he trabajado no vivían en Madrid y era un proceso de “te mando esto desde el drive”, “hacemos un skype”, “te envío esto otro”...
Muchas veces la decisión de trabajar juntos es nuestra. En otras ocasiones (antología de “Paz por Ucrania”), nos lo adjudican. Esto es otra experiencia. También hay una página en Facebook que es como un tinder para guionistas-dibujantes: expones tu idea y otras personas te responden. Terminas poniéndote de acuerdo con alguna de aquellas personas que te responden y trabajáis conjuntamente.
El proceso de creación depende. Por ejemplo, en el proyecto de Amelia fue diferente, ya que trabajamos mano a mano con ella.

Con tu trabajo de guion, ¿buscas más denunciar ciertas situaciones o más concienciar sobre feminismo?

Los primeros (“Esclavas” y “Hombres feministas”), pensé en la situación de los hombres y en su normalización de consumir pornografía, al igual que su poco respeto hacia sus compañeras, por lo que iban enfocados a un intento de educación de un público muy concreto. El resto de mis publicaciones son, básicamente, obras mías sobre temas que yo quería hablar.

¿Crees que el cómic, o cómic social, es un buen medio para poder concienciar sobre esas situaciones?

A dar a conocer sí, claramente sí, y se está viendo mucho. Son situaciones que no aparecen en los libros de texto. Muchos de mis trabajos son testimonios que te cuentan la historia de España con el punto de vista de las mujeres que la han vivido, y lo están recomendando como lecturas en los institutos, complementando a lo ya impuesto en los libros de texto. Pero para los alumnos esto es más ligero.
En un evento que tuve en una librería de Coslada, crearon una guía sobre cómo aprovechar el cómic (“Una mujer, un voto”), qué preguntas hacer y cómo hacer un trabajo sobre esa historia. A los chicos de instituto les dices que lean los libros de Clara Campoamor y les va a costar más. Con el cómic pueden identificarse con la protagonista con sencillez y eso es lo que te hace querer seguir con la historia.
“No me pongo a escribir pensando en hacer un alegato feminista, sino que es que soy feminista y me sale”

Tu próxima publicación va a ser “Historia de brujas”, una antología, ¿qué nos puedes contar?

A aquellos que participaron en el crowdfunding ya les ha llegado, a la venta general creo que sale este enero. Cuando me lo propusieron, pensé en el nuevo mundo y la nueva España que llevaron a la inquisición. Encontré varios procesos y uno de ellos, un proceso por brujería en México durante la época en la que los españoles estaban allí, contaba con bastante documentación y comencé a escribir una historia corta, de unas 8 o 10 páginas adecuandolo a cómo fue el proceso. Desconozco si el resto de historias se centran más en la fantasía o en la ficción, pero yo quise llevarlo a una situación real.

Tratas el feminismo en todas tus publicaciones, ¿alguna vez has pensado en tocar otros temas sociales?

Mi último proyecto es un encargo de editorial. Nos propuso escribir un cómic sobre la vacuna de la viruela y su historia, la expedición “filantrópica” de la vacuna. Yo lo he enfocado a un nivel humano, pensando en los niños y en Isabel Zendal, poniéndome en su lugar. Al final es una mujer que se encuentra en una época en la que no había mujeres en los barcos por mal fario. Tenía que estar a cargo de 22 niños de entre 3 y 7 años, añadiendo tener que estar con los marineros en un espacio reducido. Claro, contamos la gesta de todo lo que hicieron con la vacuna, pero yo le estoy poniendo el foco en todo el trabajo y la situación de Isabel Zendal.

Lo más complicado de hoy. Si tuvieses que elegir una sola de tus publicaciones, ¿cuál sería?

Es como si me preguntas a qué hijo quiero más. La verdad que estoy orgullosa. Con las últimas publicaciones la frase es “porque fueron somos, porque somos serán”, son biografías de mujeres valientes que son referentes e inspiradoras. Con “Una mujer, un voto” estoy orgullosa porque está llegando (a la ciudadanía). El de la biografía de Pardo Bazán le tengo un cariño especial porque he podido conocerla de una forma inesperada y el resultado de la publicación ha sido maravilloso. El de Amelia es una pasada y, además, cuando lo hicimos hubo mucha complicidad entre los tres: el dibujante, Amelia y yo. También nos pilló en pleno confinamiento y yo hablaba mucho con Amelia y, como detalle curioso, Amelia me decía: “esto te puede servir, por un lado, para conocer cómo es la falta de movimientos que se sufre en un puticlub, que sólo puedes salir cuando te dan permiso, y también para conocer el miedo al contagio y la preocupación por la salud”. La elaboración de ese proyecto me ha marcado muchísimo, ha sido una experiencia tremenda y lo hemos conseguido: una historia sin morbo y que impacte.


Fuente:AmecoPress

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