Los feminismos en contextos musulmanes, una lucha de décadas
Miles de mujeres iraníes, custodiadas por milicianos armados de las Fedayines Populares Marxistas, marchan en Teherán, el 12 de marzo de 1979, quinto día de protesta contra la pérdida de libertades bajo los nuevos gobernantes islámicos de Irán. AP - Richard Tomkins
Un repaso a los retos pendientes en materia de derechos de las mujeres en Medio Oriente.
Las protestas lideradas por las jóvenes en Irán ponen de nuevo el foco sobre una revolución inconclusa en los países de mayoría musulmana: la lucha de los movimientos feministas. Irán tiene actualmente el asesinato de la joven kurdo-iraní Masha Amini como telón de fondo. La llamada "revolución del hijab" pone de relieve que una nueva generación de mujeres alza las banderas de los feminismos en la región, pese a no ser procesos homogéneos.
Una lucha de décadas que volvió al clamor de las calles con un símbolo: el rostro de Masha Amini. La joven de 22 años murió el pasado 16 de septiembre, después de ser detenida por la temida policía de la moral de Irán por, supuestamente, no llevar el hijab bien colocado, como mandan las leyes de la República Islámica.
Su asesinato fue la mecha que prendió la llama de la denominada 'Revolución del hijab'. Las cerillas que hoy, tres meses después, vuelven a incendiar los velos islámicos de algunas manifestantes que continúan marchando en las calles del país persa hace tiempo vienen anunciando un nuevo despertar feminista en Medio Oriente.
No es nuevo, pero sí ha estado silenciado por los Gobiernos autoritarios que dirigen muchos de estos países de mayoría musulmana, así como por la complicidad de Occidente, que continúa viendo a las mujeres musulmanas como 'sumisas' y 'víctimas' de una opresión que es, también, otro síntoma de las colonizaciones que sufrió la región.
Los velos ardiendo en Irán recuerdan al de la egipcia Huda Shaarawi, alzado al aire frente a una multitud en 1923 en la estación de tren de El Cairo. El gesto de rebeldía de la activista egipcia la llevó a convertirse en el primer referente feminista en el mundo árabe. Casi 100 años después, los ecos de ese primer movimiento siguen resonando entre las nuevas generaciones en muchos países de mayoría musulmana, pese a los contextos y procesos particulares de cada uno de ellos.
"Las mujeres han liderado los cambios en Irán incluso antes de la Revolución Islámica en 1979", recuerda Catalina Gómez Ángel, corresponsal de France 24 en la capital iraní en entrevista para este programa especial de Expreso de Oriente. Las mujeres iraníes se han enfrentado no solo a la brutal represión del régimen de Irán cuando se organizan y salen a reivindicar sus derechos a las calles, sino también su cotidianidad está atravesada por un sistema legislativo en el que impera la ley islámica, que las reduce y les resta derechos a diario; relegándolas al exilio o incluso a la pena de muerte.
"Es bien interesante ver cómo está nueva de generación de mujeres, las más jóvenes que lideran esta lucha por el cambio, muchas son hijas de mujeres que vieron reprimidos sus sueños, sus futuros por la República Islámica y no quieren repetir lo mismo que les hicieron a sus mamás, por eso prefieren arriesgar sus vidas e ir a prisión, ser torturadas, pero dejan ese miedo atrás porque no quieren repetir lo que pasó con sus madres", señala Catalina Gómez. Siendo la obligatoriedad del hijab -o velo islámico- un símbolo más del sistema patriarcal que las reprime. "Se quitan ese velo que para ellas es el símbolo de toda esa represión de la República Islámica", concluye.
El movimiento feminista laico en la región estuvo fuertemente ligado a los movimientos decoloniales y nacionalistas, a las independencias de países como Egipto, Argelia o Túnez. En los años noventa surge el denominado feminismo islámico, que caló más en países de Europa y Estados Unidos, como una reinterpretación de las lecturas patriarcales del Corán y las leyes islámicas. Unos movimientos que no son homogéneos y que están atravesados por las hegemonías y secuelas del colonialismo que todavía permean en las sociedades musulmanas.
France 24 conversó con Mimunt Hamido Yahia, escritora marroquí y activista feminista sobre estos movimientos en Medio Oriente y el norte de África:
France 24: ¿Cuál es la radiografía que hace en cuanto a los derechos de las mujeres en los países de mayoría musulmana?
Mimunt Hamido Yahia: Las mujeres musulmanas no somos una cosa monolítica ni todas somos iguales ni en todos los países tenemos los mismos derechos ni las mismas carencias. Los países musulmanes son muchos y el Islam no es monolítico, en cada país las mujeres tienen unos derechos y en otros las mujeres carecen de esos mismos derechos. Por ejemplo, en el norte de África de donde yo soy existen las leyes de familia, en Marruecos, Argelia, Túnez, Libia que oprimen muy duramente los derechos de las mujeres. Si nos vamos a republicas teocráticas como Irán o Arabia Saudita los derechos son mucho menores. Van en una progresión de norte a sur. Si hablamos del mundo arabo-musulmán, menos derechos, si hablamos de los musulmanes en Asia o en otros países también cambia.
France 24: Desde Occidente se ha retratado a la mujer musulmana como sumisa, víctima de sistemas opresores. Esto ha servido incluso para justificar invasiones y guerras "en pro de la liberación de las mujeres", cómo pasó en Afganistán, algo lejos de la realidad que terminan viviendo estás mujeres en estos contextos, ¿qué ha supuesto esto a lo largo de la historia?
M.H.Y: Que las mujeres estén sometidas no significan que sean sumisas. A las mujeres no les queda más remedio que aceptar esa sumisión. La excusa de la invasión de Afganistán por parte de Estados Unidos para invadir un país es una excusa como otra cualquiera, el problema de Afganistán no es solo religioso, que lo es. Hay que entender la historia de Afganistán para entender que es un país que durante siglos ha llevado una política feudal, sobre todo una estructura feudal donde el hombre está arriba y las mujeres no existen.
El hombre y la mujer están tan segregados que no se conocen. Desde pequeños separan a los niños de las niñas para que no tengan contacto. Con lo cual, yo digo que la segregación es la causa de muchos males. No escapa tampoco a las políticas occidentales como Estados Unidos, donde parece que conviene que estos países sigan en esta oscuridad.
France 24: Usted es la autora del libro 'No nos taparán', en el que analiza la imposición de normas patriarcales a través del velo islámico. Viendo esta revolución del hijab que se está dando en Irán y que no es nueva, ¿qué supone la obligatoriedad del velo para las mujeres?
M.H.Y: Tenemos que pensar si estamos apostando tanto en Occidente como en cualquier lugar del mundo por los valores universales, que hay que apostar por estos valores de libertad, igualdad, etcétera. Evidentemente, mi lucha contra el hijab es de hace muchos años. Hay gente que considera que el hijab no es lo más importante, pero el hijab es lo que representa, es el símbolo de esa opresión y además visibiliza esa ideología, que no religión, islamista en el espacio público, en la calle.
Es muy fácil que esa ideología islamista extrema que lleva años imponiéndose esté visible en la calle a través de las mujeres; porque ponerle un hijab a las mujeres es muy fácil, es barato y sale rentable. Cuando tú ves un hombre por la calle no sabes si es musulmán o si es judío o si es cristiano, pero si ves una mujer con hijab por la calle sabes perfectamente que es musulmana. Es el símbolo de todas las opresiones que recibimos las mujeres.
France 24: ¿Por qué se debate tanto sobre el hijab también en las sociedades occidentales y por qué para muchas mujeres musulmanes velarse es un símbolo identitario y también de lucha contra el colonialismo?
M.H.Y: Estamos en una marea de identidades, ahora todo es identidad, es muy fácil hablar de identidad cuando es algo que vas formando a lo largo de tu vida y no te la da un símbolo ni una religión. Si estamos validando identidades religiosas, estamos haciendo lo mismo que están haciendo las teocracias, estamos haciendo lo mismo que hacía el fascismo en España, por ejemplo. Estamos haciendo un juego muy peligroso, sobre todo en Occidente, no sé si por desconocimiento, por conveniencia o por una mezcla de las dos cosas.
France 24: Hemos comentado que los movimientos feministas en la región no son homogéneos. En Medio Oriente y en otras partes del mundo miles de mujeres se identifican como feministas islámicas, ¿qué es el feminismo islámico en este contexto? y ¿es posible conciliar el feminismo laico y el islámico o están condenados al conflicto?
M.H.Y: El feminismo es uno; es universal y es antirracista. Lo que hay que pedirle al anti-racismo es que sea de una vez feminista. El feminismo islámico es un oxímoron en sí mismo. Es imposible justificar el feminismo a través de una religión, eso no lo han hecho ni las mujeres cristianas ni las mujeres judías porque no se puede.
Yo digo que el feminismo islámico es un caramelo envenenado que nos ha regalado la ideología islamista, no la religión, la ideología para que las mujeres nos callemos y nos conformemos. Con lo cual no haya una reconciliación o no haya o no tenga que haber una reconciliación, hay que saber la historia de este feminismo islámico, que se creó en España, lo crearon conversos y lo creó un señor en las Alpujarras de Granada o sea, cuando tú sabes, esa historia, pues tú sabes que eso de feminismo tiene que tener bien poco.
Por Marina Sardiña
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