Olimpia Coral: «Con la Ley Olimpia aspiramos a que ninguna más sufra violencia sexual digital»
La activista mexicana Olimpia Coral Melo, autora de la Ley Olimpia, en una foto cedida.
En los últimos años, la mexicana Olimpia Coral Melo ha logrado transformar su lucha contra la violencia sexual digital en una lucha colectiva que ya recorre varios países de América Latina.
Pero el camino que ha tenido que recorrer no ha sido fácil. Aunque su nombre ahora es reconocido por la «Ley Olimpia», que castiga en todo México la violencia sexual digital, hace varios años estuvo asociado a un vídeo sexual que un exnovio difundió en redes sociales sin su consentimiento, y la invadió la culpa que la sociedad machista impone sobre las mujeres por vivir su sexualidad.
Ahora no quiere que ninguna niña o ninguna mujer vuelva a sufrir lo que ella sufrió. «Me parece importante que se sepa que la ‘Ley Olimpia’ no solo es un conjunto de reformas, es una causa para que las niñas y las mujeres aspiremos a estar seguras también en Internet. Y digo niñas y mujeres porque por desgracia 95 de cada 100 víctimas de ese tipo de violencia somos mujeres y 8 de cada 10 posibles agresores son hombres y son personas cercanas a esas mujeres», explica en una entrevista con Efeminista desde México.
La activista, reconocida por la revista TIME como una de las 100 personas más influyentes de 2021 debido a su trabajo, ahora va tras un pronunciamiento y condena internacional en contra de la violencia sexual digital, pues quiere que el mundo reconozca que las agresiones virtuales traspasan las pantallas hacia la vida real.
«Aunque sea virtual es real. Cuando eres sobreviviente de esta violencia sexual, de la difusión o producción no consentida de material íntimo, una siente que fue violada sin ser penetrada. Una siente que violan tu cuerpo con cada like, con cada compartir, con cada me divierte, con cada comentario, con cada interacción. Y lo peor es que no solo viola quien publicó el vídeo sexual o quien publicó la fotografía, violamos todos y todas cuando interactuamos en esta violencia comunitaria que se da a través de Internet», agrega Coral.
Olimpia Coral y la ley que lleva su nombre
Pregunta: ¿Qué le impulsó a escribir una ley para combatir la violencia digital?
Respuesta: Todo comenzó con la difusión de un vídeo sexual mío que al llegar a la escuela, a la calle y a todos lados llegó también a mi familia. Después de un tiempo considerable de sentirme mal y culpable, además en un momento en el que no se reconocía como violencia, que no tenía un nombre, fue mi familia la que me hace ver que no era algo malo. Después conocí a más mujeres, que al igual que yo, habían sido víctimas de esto y comenzamos una lucha para hacer reconocer que era una violencia, nombrarla como violencia, y luego darle un tipo penal.
P: Comenzó con reformas al Código Penal de su estado y ahora es ley nacional. ¿Cómo ha sido ese camino?
R: Sí, primero iniciamos en Puebla, en mi estado, y luego empezamos a recorrer todos los estados. Y cuando digo empezamos me refiero a muchas compañeras más, no lo hice sola. Fue gracias a decenas y decenas de mujeres que como yo habían sido víctimas de violencia sexual en Internet y que habíamos comenzado una lucha que todavía seguimos.
Hoy se aprobó en todo México, pero se está presentando también o ya se presentó en Argentina, en Ecuador, en Los Ángeles (California, EE.UU.), en Honduras. ONU Mujeres la reconoció como un hito para los países de América Latina y esto ha ayudado a entrar en diferentes conciencias, en diferentes congresos.
Con la «Ley Olimpia» no aspiramos a que todas las personas estén en la cárcel, no. No aspiramos a que las mujeres y los hombres no vivan su sexualidad. Aspiramos a que ninguna mujer y niña sufra este tipo de violencia. Y no solo tiene que haber una participación por parte de los usuarios de Internet o del Estado para reconocer esta violencia como algo real, sino también es una corresponsabilidad de la iniciativa privada, las empresas, de las redes sociales que desgraciadamente todavía no tienen reglamentación en algunos países.
Tampoco la «Ley Olimpia» es avaladora de la cultura porno. No podemos confundir este falso discurso de empoderamiento, pensar que las mujeres solo somos cuerpos, solo somos sexuales, solo somos objetos, no. Somos sujetas de derechos. Pero en un mundo patriarcal lo que no está prohibido está completamente permitido, entonces iniciar con la lucha de la Ley Olimpia es iniciar también con una lucha de territorio, de abajo, autónomas, porque no somos legisladoras, no estamos en el poder. Claro que fue gracias a decenas de diputadas, de senadoras, de senadores y de diputados también, pero fue una lucha que nos costó a nosotras en el territorio.
La lucha contra la violencia sexual digital
P: ¿Y ha cambiado el imaginario social tras el inicio de esta lucha y la publicación de la ley?
R: Cuando iniciamos con esta lucha, la tendencia en medios de comunicación, en espacios públicos, en espacios privados, en programas de chismes, en telenovelas, incluso en comentarios de radio era: «Salió el pack de tal artista», «Salió el nude de tal persona, miren». Pero una vez se hizo ilegal hacerlo obviamente los medios de comunicación cometían violencia mediática y violencia digital. Entonces fue una tendencia grande, al menos en los espacios públicos la gente sabe que existe la Ley Olimpia.
Ya no te publican las fotos o los vídeos. Entendieron o van entendiendo. En los medios de comunicación más escuchados o más populares de México es imposible que alguien publique una fotografía o algo porque todas las personas contribuyen a ponerle: «Eso es Ley Olimpia», «Eso está mal, no lo hagas».
Hicimos un informe de violencia digital que presentamos el 5 de diciembre y ahí nos dimos cuenta de que cuando se aprobó la «Ley Olimpia» nacional, justo en ese mes bajaron los niveles de explotación sexual, incluso denunciaron a algunos agresores. Obviamente hicieron estrategias para poder ser visibles de otras maneras, pero esto va mermando poco a poco.
No sé si la «Ley Olimpia» alcance para dar la justicia que merecemos todas las mujeres. No estoy segura de que las medidas de protección y de reparación del daño sean las idóneas para las que lo hemos vivido. No puedo asegurar que la Ley Olimpia nos dé la justicia legal que nosotras buscamos ante esas condiciones, pero que no nos digan que luchar no sirve de nada.
Que no nos digan que la «Ley Olimpia» no ha hecho un cambio social, un cambio de paradigma, un cambio de narrativas, un cambio de conciencia sobre los espacios digitales y sobre los derechos que tenemos en esos espacios. Hay que seguir luchando para no romantizar la cultura porno. Es una causa que que ha abonado al menos a hacer visible una violencia que no tenía nombre, una violencia que no tenía una consecuencia jurídica.
Ley Olimpia en América Latina
P: ¿Y qué siente cuando se entera que la ley se está replicando en otros países?
R: Creo que eso también es un tipo de justicia. Cuando a mí me pasó no era un delito en mi país, cada vez que me buscabas en Internet aparecía: «Olimpia, la gordibuena de Huauchinango», cada vez que me buscabas en las redes sociales, lo primero que aparecía era un vídeo sexual de mí. Mi nombre estaba relacionado con un vídeo sexual al alcance de cualquier persona con un clic. Mi cuerpo, mi vida, mi nombre, mi piel eran completamente de dominio público patriarcal.
Entonces el hecho de que ahora parte de mí, porque no es mía ni me pertenece, esté también dándose en otros espacios, en otras fronteras, ayuda, es un tipo de justicia.
Es triste que en toda América Latina las mujeres coincidamos en algo, que tengamos algo juntas y que esto sea las vivencias de una cultura completamente machista, pero a la vez también es una esperanza el saber que cuando las latinas nos juntamos conquistamos también espacios machistas. Por desgracia, las luchas de unión siempre han sido para liberarnos y esta vez es a través del espacio digital. Entonces me parece que tal vez es un momento de reflexión, de unión y de entender que cuando las mujeres nos unimos tiembla el Estado.
«Del feminismo no hay camino de regreso»
P: Se declara feminista… ¿Cómo ha sido su acercamiento con el feminismo?
R: Dicen que por desgracia te vuelves feminista con tu propia historia. Más allá del panfleto que pueda parecer esta frase, es verdad. No es algo que te enseñan en la escuela, no te enseñan la historia de tu país contada por las mujeres, no te enseñan ni siquiera a hacer tu árbol genealógico de las mujeres de tu familia, iniciarlo por tus abuelas. No se visibiliza una visión de la vida desde nosotras.
Entonces cuando empiezas a conocer todo esto, y por supuesto cuando tienes aliadas y amigas que te instruyen, que te dan libros que te ayudan a reflexionar, encuentras un mundo completamente diferente y diría como dice una frase: «del feminismo no hay camino de regreso». Una vez que entras, una vez que conoces, una vez que lo vives, una vez que entiendes que es una manera social de organizarnos, pero también es una manera política de actuar, comienzas a entender un amor que no te habían enseñado, que es el amor a ti misma, que es el amor colectivo entre mujeres.
En un mundo que nos enseña a odiarnos, a rivalizar por cánones y estereotipos de belleza, conocer el feminismo es un acto de liberación femenina.
Me hubiese gustado saber de feminismo de niña, de adolescente, porque tal vez cuando publicaron mi vídeo sexual lo primero que hubiese entendido es que no era mi culpa y que era una condición estructurada de violencia sistematizada que ahora se trasladó a Internet, pero que no significa que por ser virtual no sea real. Pienso que a mí el feminismo me ha dado una nueva condición de amarme a mí misma y de amar una lucha colectiva.
La lucha colectiva de las mujeres
P: Hay muchísimas mujeres en la región que no pueden hablar, que tienen miedo, o que han sido asesinadas antes de denunciar. ¿Qué significa para usted poder alzar la voz?
R: Creo que fue también un encuentro conmigo, porque tampoco podía. El hecho de que haya descubierto cómo cambiar el miedo de bando es una oportunidad para hablar primero por mí misma. No intento hablar por las demás mujeres. No creo que sea una voz de todas porque todas vivimos momentos diferentes y tenemos mucho que decir. Yo desearía que hubiese micrófonos para todas y que todas en nuestros diferentes lenguajes, vivencias y subjetividades podamos hablar.
En un mundo desigual algunas mujeres tenemos ventajas y yo trato de compartir esas ventajas con amigas o tratamos de hacer roles. Tal vez yo sea la buena para hablar, pero otra sea la buena para escribir y otra va a ser buena para ir a los congresos y otra va a ser buena para hacer los posicionamientos políticos y otras compañeras son buenas para la estructura territorial y otras más acompañan y otras más acuerpan.
Aquí estamos y no soy yo, habemos muchas que aquí seguimos presentes y que no sabemos si lo que hacemos impacte en el futuro, pero al menos estamos intentando cambiar lo que nos está pasando en el presente.
«Internet tiene que ser feminista»
P: ¿Qué viene para Olimpia Coral tras la consolidación de esta lucha nacional e internacional?
R: Se vienen varias cosas. Estamos por lanzar una app para poder tener guías digitales de manera autónoma, para que las mujeres que hayan sido víctimas este tipo de violencia sepan qué hacer, dónde dirigirse. Estamos preparando también un libro para esa sobreviviente que en ese momento es víctima, pero que será sobreviviente de esta violencia.
Vivir violencia sexual en Internet es algo que llevas como un tatuaje en tu piel, es algo que perdura sobre las circunstancias, sobre los años. Tal vez si te hubiesen violado en una calle decidas no caminar por esa calle. Nosotras caminamos a diario por las calles por las que fuimos violadas al conectarnos a Facebook, al conectarnos a Twitter, a Instagram, al conectarnos a Internet.
También queremos y vamos a presionar por un posicionamiento global con mucha más conciencia, mucha más humanidad y sobre todo mucha más empatía no solamente para combatir las desigualdades, sino para poner a las mujeres en la toma de decisiones.
Tenemos varios proyectos de educación digital para mujeres indígenas, pensamos traducir el manual de violencia digital en diferentes lenguas. No sé si alcance el tiempo para lograr todo esto, pero aquí seguimos. Serán unas u otras, pero Internet tiene que ser feminista. Tenemos que estar seguras también en Internet y en cualquier otro espacio que exista en el futuro.
Cristina Bazán
Fuente: Efeminista