mayo 16, 2023

Alessandra Korap, indígena brasileña, gana el Goldman Prize por defender la Amazonía

La indígena Munduruku fue galardonada con el prestigioso ´Nobel ambiental´, reconociendo su lucha contra la megaminera británica Anglo-American

Alessandra Korap Munduruku posa con el premio Goldman en San Francisco, EE.UU, en Abril de 2023 | 

Cada vez son más las mujeres reconocidas internacionalmente por su lucha en defensa de la naturaleza y contra la extracción depredadora de recursos que está cambiando catastróficamente el ecosistema latinoamericano, y el clima.

El liderazgo de la lucha ambiental de las mujeres en las comunidades se explica en parte por su visión holística del entorno y de su integración con la naturaleza, enraizada en cosmovisiones ancestrales que ven una continuidad directa y sagrada entre la especie humana y las demás especies vivas del planeta.

Este año, Alessandra Korap (Aldea Munduruku, Itauba, Pará, 1985), es una de los seis galardonados con el Premio Goldman de Medio Ambiente por su activismo de base. Gracias su trabajo a favor del territorio indígena Munduruku, poderosas empresas mineras como Vale y Anglo American se han visto obligadas a renunciar a proyectos de exploración en la región que habita.

Cuando Korap nació, a mitad de los años ochenta, su aldea, ubicada en la región del Medio Tapajós, uno de los grandes afluentes del Amazonas, era un lugar preservado y prístino gracias a que había permanecido aislado de la explotación de recursos naturales a gran escala que se fue comiendo el territorio durante décadas. Pero a medida que la joven Korap fue creciendo, la ciudad de Itaituba crecía y su radio de influencia se acercaba peligrosamente cada vez más a su hogar.

La construcción de dos grandes autopistas federales a través de la selva permitieron que miles de colonos, madereros y mineros, legales e ilegales, llegaran a la región, invadiendo también territorios indígenas.

La llegada de personas foráneas supuso un desafío para el pueblo Munduruku, conformado por 14.000 personas y que se extiende por la cuenca del río Tapajós en los estados de Pará y Mato Grosso. Con ellas llegaron los mineros, las dragas, la deforestación causada por las plantaciones de soja y la construcción de una vía férrea y un puerto de carga en Santarém para su exportación industrial. El pueblo Munduruku vio cómo el ecosistema en que había habitado desde tiempos ancestrales era destruido y su tierra era devastada.

Pero la joven Korap, junto a otras mujeres de su comunidad, decidieron resistir la devastación y encargarse de defender su territorio. Ante la pasividad relativa de los hombres de la comunidad, decidieron romper el tradicional monopolio masculino del liderazgo indígena Munduruku, y se organizaron para hacer manifestaciones, protestas y para presentar evidencias de crímenes ambientales a la fiscalía y a la policía brasileña.

Korap es maestra de profesión, lo que le ayuda a difundir su labor entre los jóvenes y entre otras comunidades a través de la Asociación Indígena Pariri Munduruku, que reúne a diez aldeas de la región del Medio Tapajós. Pero fue entre 2014 y 2015, con la llegada de los megaproyectos mineros a la región, cuando apreciaron la aceleración de la deforestación y de la urbanización descontroladas.



La victoria de Korep frente a la Anglo-American es insólita en América Latina, donde los intereses mineros habitualmente coinciden con los intereses económicos de los diferentes gobiernos


Tradicionalmente, los Munduruku viven de la pesca y la proliferación de asentamientos mineros en el río contamina del agua por el mercurio y otros químicos que se usan para extraer el oro que, además de matar a los peces, envenena a la población. Ante la inminencia de una catástrofe aún mayor, Korap y sus compañeras, tomaron medidas radicales.
David y Goliat

Hoy, con 39 años, Korap lleva más de 20 años trabajando para proteger su territorio de las megamineras, especialmente de Anglo American. Gracias a su persistencia, Anglo American retiró 27 solicitudes de investigación para poder hacer minería en las tierras Munduruku, marcando una victoria insólita en América Latina donde los intereses mineros habitualmente coinciden con los intereses económicos de los diferentes gobiernos.

Hoy, con 39 años, Korap lleva más de 20 años trabajando para proteger su territorio de las megamineras, especialmente de Anglo American. Gracias a su persistencia, Anglo American retiró 27 solicitudes de investigación para poder hacer minería en las tierras Munduruku, marcando una victoria inédita en América Latina donde los intereses mineros habitualmente coinciden con los intereses económicos de los diferentes gobiernos.

Con el apoyo de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) y de Greenpeace, Korap redactó una carta abierta en la que denunciaba que el proyecto de Anglo American no había pasado por un proceso de consulta previa con las comunidades, proceso que es obligatorio según la Constitución de Brasil. Así, defendía la inconstitucionalidad de los permisos concedidos para realizar exploración minera previa a la fase de explotación, dentro de los territorios indígenas del Amazonas brasileño.

Aunque la empresa inicialmente negó haber obtenido los permisos de exploración, Anglo American acabó por admitirlo y anuló los que ya se le habían concedido. La megaminera Vale, que seguía los pasos de Anglo-American, optó también por retirarse y reconocer la obligatoriedad de la consulta previa antes de seguir con sus proyectos.
Ni minería, ni represas, ni ferrocarriles

La lucha de Korap por el territorio va más allá de la minería, porque las amenazas son múltiples. Ya en 2010, Korap lideró campañas contra los planes del gobierno brasileño de construir represas hidroeléctricas en la cuenca del río Tapajós. Eran los tiempos de la megarepresa de Belo Monte, también en el estado de Pará, que tuvo repercusiones catastróficas sobre la cuenca del río Xingú y las comunidades vecinas. Gracias a su lucha incansable, varias licencias para estos proyectos hidroeléctricos que matan los ríos se han detenido desde 2016.

Las nuevas generaciones de activistas continúan denunciando la degradación ambiental que supone Belo Monte, la gigantesca hidroeléctrica que corta el río Xingú, en la Amazonía brasileña

Después de recibir el premio Goldman, Korap afirmó que su nuevo reto es detener proyectos de infraestructura, especialmente de ferrocarriles, que de ser ejecutados atravesarían la Amazonía brasileña para transportar soja y maíz para la exportación. Su mayor preocupación es el proyecto Ferrogrão, que sigue vivo bajo el nuevo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Un estudio de la Universidad Federal de Minas Gerais destacó que la línea ferroviaria del Ferrogrão atravesará varios territorios indígenas de la cuenca del río Xingu, lo que podría provocar que más de 230.000 hectáreas de selva tropical en territorios indígenas del estado de Mato Grosso sean víctimas de la deforestación de aquí a 2035; más de la mitad de ellas sólo en el Parque Indígena del Xingu.

Korap es una referencia para los liderazgos sociales y ambientales en América Latina. Antes que ella, 35 latinoamericanos han ganado el premio, entre los que se encuentran Berta Cáceres, líder social y ambiental hondureña asesinada en 2016, Francia Márquez, activista colombiana, hoy vicepresidenta del gobierno de Gustavo Petro, y Marina Silva, ex candidata presidencial de Brasil y actual ministra de Medio Ambiente en el gobierno Lula.

La lucha de Korap muestra que son las voces de las mujeres las que lideran la defensa ambiental y de las comunidades organizadas en una región que lucha por poner freno a la depredación sin límite de las grandes corporaciones mineras, madereras y del agronegocio que dominan el mercado y presionan a los gobiernos.

Fuente: Democracia Abierta

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