mayo 28, 2023

Resistencias en el sur de México: crónica de un encuentro




Días de calor inusual —en temporada de lluvias que no llegaban— recibieron en San Cristóbal de Las Casas (Chiapas, México) el 6 y 7 de mayo a las delegaciones de las comunidades que recorrieron durante once días diez municipios de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Del 25 de abril al 5 de mayo uno de los objetivos de la Caravana El Sur Resiste fue conocer in situ la situación de las localidades afectadas por los megaproyectos de redes de vías, comunicaciones, gasoductos, aeropuertos, centros turísticos y parques industriales (maquilas) y comerciales

del denominado Tren Maya y del Corredor Interoceánico (que atravesaría el Istmo de Tehuantepec desde Salina Cruz, Oaxaca, hasta Coatzacoalcos, Veracruz; es decir: desde un punto clave en el Océano Pacífico hasta otro en el Golfo de México). El Tren Maya, cuya longitud será de 1.554 kilómetros de ferrocarril, pasará por Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Con actos públicos en los municipios, la caravana quería informar a las localidades y mostrar a la opinión pública los impactos de los megaproyectos, así como las denuncias de las comunidades, activistas y científicos, las cuales no han sido recibidas por el gobierno federal. Además, sus convocantes (organizaciones miembros del Congreso Nacional IndígenaConsejo Indígena de Gobierno, CNI-CIG), también querían sumar el apoyo de más comunidades autónomas, organizaciones sociales y colectivos del Sur Global y de México.

Mujer Otomí, perteneciente al CNI en una ofrenda maya. 2 de mayo de 2023. Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo – México. Fotografía: Gabriela Sanabria.

Esos dos proyectos —pero no los únicos— del actual gobierno mexicano son difíciles de monitorear para investigadores, periodistas, activistas y, aún más —por la nula comunicación sobre sus impactos y las fuentes de financiamiento—, para las comunidades locales, por las cuales atraviesa la infraestructura de los megaproyectos. La dificultad se debe, en especial, a un decreto de interés público y seguridad nacional que ordenó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (originario de Tabasco), sobre varios proyectos; el decreto inicial fue anulado por inconstitucional el 18 de mayo, por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en respuesta el gobierno federal emitió, el mismo día (al cierre de esta crónica) otro decreto que declara de modo exclusivo al Tren Maya y al Corredor Interoceánico “​​de seguridad nacional y de interés público [su] construcción, funcionamiento, mantenimiento, operación, infraestructura, los espacios, bienes de interés público, ejecución y administración de la infraestructura de transportes, de servicios y polos de desarrollo para el bienestar y equipo tanto del Tren Maya como del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, y los aeropuertos de Palenque, Chiapas; de Chetumal y de Tulum, Quintana Roo”. El decreto anulado por la SCJN, en su momento, y el nuevo impiden que organizaciones sociales detengan el avance de las construcciones a través de recursos legales, pese a las múltiples denuncias e inconsistencias —como la caída de vías, debido al suelo poroso en la zona selvática—. A eso se suma el blindaje a todo acceso a la información, puesto que el Ejército Mexicano y otras instituciones de las fuerzas armadas, que ahora están a cargo de buena parte de su construcción, no están obligadas a rendir cuentas públicas. Esto, a decir de organizaciones de derechos humanos y expertos en seguridad, incrementa la militarización —casi omnipresente— y el control social de la población.
Izquierda: Afectaciones por la construcción del tren maya en el crucero a Laguna Ocom en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. 3 de mayo de 2023. Derecha: Comunidad El Bosque, la cual sufre las afectaciones por el cambio climático, ya que en los últimos años y meses ha aumentado el nivel del mar, inundando gran parte del poblado. 29 de abril de 2023. Tabasco – México. Fotografías: Gabriela Sanabria.

Los rostros cansados, serios, pero de voz amable, como es usual en Chiapas, recibieron desde las 9:00 a 1200 personas en el Encuentro Internacional El Sur Resiste, ese primer fin de semana de mayo. No debe dejar gratos recuerdos recorrer en once días el sur y el sureste mexicano, siendo testigos de la división de comunidades, de la pérdida de todo un poblado por el aumento del nivel del mar (El Bosque, Tabasco) o la pérdida de kilómetros de selva (Xpujil, Campeche y Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo) e incluso la caminata de cientos de niños, niñas, adolescentes y personas adultas que buscan refugio en México o quieren llegar a Estados Unidos. Aun así, el Caracol Zapatista Jacinto Canek (en el Centro Integral de Capacitación Indígena-Universidad de la Tierra, CIDECI) estaba listo: había mesas de información de colectivos alemanes denunciando la participación del Deutsche Bank en el financiamiento del Tren Maya, en otras vendían adhesivos con slogans zapatistas y latinoamericanistas (recaudaban fondos para solventar los trámites del juicio contra el joven tseltal Base de Apoyo Zapatista Manuel Gómez Vázquez, quien fue arrestado en un proceso irregular y que ha denunciado torturas), las más cercanas a las primeras puertas del auditorio vendían camisetas y pañuelos que rezaban “El sur resiste”, acompañados de símbolos de jaguares, una de las especies de animales más amenazadas en Latinoamérica. A lo largo del encuentro habría muchas mesas más, casi siempre atendidas por mujeres de comunidades indígenas, mostrando y ofreciendo bordados o productos artesanales.

El CIDECI es un espacio formativo para jóvenes indígenas no escolarizados y también ha sido la sede de varios encuentros de movimientos sociales y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (miembro del CNI, desde su fundación en 1996). Todas sus aulas tienen estantes abiertos con libros, de sus paredes de adobe cuelgan mapas, cuadros, litografías o collages alusivos a reivindicaciones indígenas y sociales. También cuentan con huerta y granja propias —de ahí obtuvieron el pollo que acompañó las tortillas y los fréjoles (acá se dice frijol) de la comida para las comunidades—, así como canchas, espacios de talleres de oficios y habitaciones para sus estudiantes.

Stencil utilizado en la movilización contra El Tren Maya. 1 de mayo de 2023. Valladolid, Yucatán – México. Fotografía: Gabriela Sanabria.

Entre tanto movimiento de gente, yendo y viniendo, saludando, reconociendo el espacio, y la venta de material gráfico —que no excluía a una Virgen de Guadalupe o un Emiliano Zapata con el rostro tapado por un paliacate, al modo zapatista—, no fue tan difícil dar con alguien que facilitó a la periodista información sobre las charlas magistrales que iniciaron el encuentro. Quizá pertenecía al CNI o era de alguna delegación de los 38 pueblos originarios, de más de 68 del país; lo cierto es que no hubo nadie con la capucha insigne del zapatismo, expectativa recurrente en visitantes y turistas. Parte de los acuerdos internos era dar toda la información necesaria a cualquier asistente, mientras que los públicos —como es habitual en estos eventos— fueron: cero tolerancia a cualquier tipo de violencia, el no consumo de sustancias, no rondar la periferia de la ciudad por su situación de inseguridad, así como el cuidado colectivo de los baños. Sin importar quién los ocupaba, los dos días todas y todos debíamos dejar limpio el retrete; nadie haría “el servicio”. Tomar un balde (acá lo llaman cubeta), llenarlo con el agua suficiente, vaciarlo, asegurarse de que nuestros residuos se hayan ido. Era todo lo que nos pedían y el día del cierre, aparte de las consignas tradicionales de simpatizantes del EZLN y del CNI, hubo largos aplausos para quienes coordinaron la correcta utilización de los baños y las duchas. La tarea incómoda, pero fundamental, era reconocida junto a las ovaciones al área de la cocina.

Otro acto colectivo: el primer día, las y los asistentes marcaban con bolígrafos los papeles que posaban en sus muslos, mientras tanto Raúl Zibechi (Uruguay), Vilma Rocío Almendra (Pueblo Nasa Misak, Colombia), Dilda Roj (Mujeres de Kurdistán en América Latina), Ana Esther Ceceña (México) y Carlos González (CNI-CIG) exponían sus diagnósticos. La parte delantera del auditorio estaba destinada para las delegaciones de las comunidades, la intermedia para activistas de colectivos, organizaciones y medios que estuvieron en la caravana y la última para la prensa y las personas registradas en el encuentro. Todas las miradas se movían ligeramente entre los papeles de los muslos y la vista hacia adelante. Los temas generales fueron: capitalismo corporativo mundial, patriarcado planetario y autonomías en rebeldía.

Mesa de trabajo en donde se abordaron temas de defensa del territorio durante el Encuentro Internacional El Sur Resiste. 6 de mayo de 2023. San Cristóbal de las Casas, Chiapas – México. Fotografía: Gabriela Sanabria.

Desde ese momento la conversación no se detuvo. Las charlas magistrales del 6 de mayo dieron la pauta de los temas que preocupan a las comunidades que están en contra de los dos megaproyectos en México, pero también a otras más —que enfrentan juicios, expropiaciones o amenazas de empresas hidrocarburíferas, mineras o de energía eólica en México, Honduras, Guatemala, Brasil, Colombia, Italia, Estados Unidos y más países— y a las organizaciones de derechos humanos, que han observado y monitoreado los procesos irregulares de consulta a las comunidades y la violencia contra estas. Uno de los últimos eventos registrados fue el desalojo al campamento Tierra y Libertad en Mogoñe Viejo (Oaxaca) el 28 de abril, luego del paso de la caravana. Policía Municipal, Guardia Nacional y Marina Nacional desmantelaron el campamento y agredieron a integrantes de algunas comunidades mixes, estas se oponen pacíficamente al Corredor Interoceánico desde julio de 2019 y llevaban 60 días en el campamento. Seis personas fueron arrestadas entre golpes, amenazas y robo de pertenencias, por parte de los elementos armados, y sus paraderos eran desconocidos hasta hace unos días cuando fueron liberados, con procesos judiciales en curso.

Los puntos en común de las charlas magistrales fueron: el avance acelerado de la militarización, con énfasis en Latinoamérica; el aumento de acuerdos entre empresas, grupos del crimen organizado y autoridades políticas (no solo en México), a nivel local, nacional y transnacional; las persecuciones y asesinatos a líderes comunitarias y comunitarios; la necesidad de crear más resistencia civil organizada, con perspectiva feminista y democrática, como propone el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK); así como la inexistente distribución de la riqueza y el reordenamiento global geopolítico, del cual formarían parte el Tren Maya, el Corredor Interoceánico y otros megaproyectos.

Muchos más fueron los temas y las denuncias que se trataron los dos días, en mesas de trabajo y en exposiciones breves. Pero siempre hay sorpresas en eventos como este: la presencia de Ecuador, aunque minoritaria, no pasó inadvertida. Poco se sabe del país andino y tropical en México y mucho menos se escucha sobre el contexto actual de violencia criminal, desempleo, extractivismo, crisis carcelaria con masacres y desmantelamiento de la educación y salud públicas. En una de las mesas, de más de diez, Andrea Reinoso (gestora cultural, performer y miembro del colectivo quiteño Desde el margen) contaba a más de cuarenta asistentes que desde la aplicación del Decreto Ejecutivo 730 hay un subregistro de jóvenes de sectores populares que han sido asesinados por policías, en circunstancias no esclarecidas. En el decreto, el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso declara al terrorismo como amenaza al Estado y a la seguridad nacional; aunque no especifica qué es terrorismo para el gobierno sí señala la existencia de “personas y organizaciones terroristas”, a eso se suma el aumento de funciones de las Fuerzas Armadas del país. En cuanto a las organizaciones sociales ecuatorianas, el arresto sin el debido proceso de nueve integrantes del Movimiento Guevarista Tierra y Libertad es el precedente de persecución y criminalización de la protesta en un ambiente de conmoción social que solo aumenta.

Sesión de autocuidado colectivo de mujeres durante El Encuentro Internacional El Sur Resiste. 6 de mayo de 2023. San Cristóbal de las Casas, Chiapas – México. Fotografía: Gabriela Sanabria.

De todas las mesas y hasta la plenaria, el “patriarcado planetario” no fue un tema de amplia discusión —como sí el extractivismo y el reordenamiento territorial—; claro que voceras de comunidades y activistas expusieron sus trayectorias como parteras tradicionales (a punto de desaparecer en todo México, por medidas restrictivas y discriminatorias contra sus gestoras), educadoras, campesinas o activistas. Aun así, la presencia de las mujeres era evidente: fueron mayoría desde la caravana, eran las más visibles en el encuentro y, en la intervención de cierre, las voceras del CNI —en especial las otomís— dieron un discurso que abarcó un diagnóstico de la caravana, su análisis del gobierno del presidente mexicano, las posibilidades de acción para los movimientos sociales del Sur Global y su solidaridad con las personas extranjeras que son expulsadas de otros países.

En otro aspecto, miembros del Grupo de apoyo en solidaridad con Miguel Peralta Betanzos (defensor mazateco condenado a 50 años de cárcel, en Eloxochitlán de Flores Magón, Oaxaca) difundían su caso y el de Fidencio Aldama (defensor yaqui de Loma de Guamúchil, Sonora, condenado a 15 años en un proceso irregular que lo culpa de un asesinato). Ellas, junto a otras colectivas, publicaron Nos robaron las noches. Mujeres ante la cárcel (Ed. Imperdible, 2020), un libro testimonial de mujeres mexicanas que han estado encarceladas o que acompañan a presas y presos. Llama la atención que en una organización así la totalidad de sus integrantes sean mujeres. Mariana González, miembro del Grupo, considera que eso tal vez suceda por “el sentido que tenemos del cuidado a otra persona, de la familia, la casa […]. Entre mujeres logramos organizarnos de forma distinta, estamos pendiente de la comida, del otro compañero, a lo mejor [tiene que ver] con roles aprendidos. Pero también nos atrevemos a ir a una cárcel y rompemos esos esquemas de quedarnos en la casa”. En una de las mesas de trabajo, su voz llamó la atención. Para ella el cuerpo a veces también es encarcelado cuando hay silenciamiento; por eso cree que son un logro las redes de apoyo que han consolidado con otras colectivas. Luego de las visitas a las prisiones, cuenta, ellas tienen espacios de escucha mutua; en el libro, por ejemplo, hay relatos sobre los abusos que pasan en los cacheos.

El encarcelamiento —caracterizado por detenciones arbitrarias y procesos judiciales irregulares que implican montaje de delitos— es una de las formas que busca intimidar a muchas y muchos defensores sociales y activistas en México. La libre movilidad y la defensa bajo el debido proceso, plena en su ejercicio, no debería ser un estado de gracia. En distintas condiciones, Li Wakwara y Hudson Sánchez, de Honduras, fueron privadxs de entrar al país por unas horas, pese a tener toda la documentación, debido a decisiones arbitrarias de agentes del Instituto Nacional de Migración en la frontera con Guatemala. A decir de Sánchez, en la negativa también estuvo involucrada la embajada hondureña.

Li Wakwara, persona trans no binaria lenca, durante el Encuentro Internacional El Sur Resiste. 7 de mayo de 2023. San Cristóbal de las Casas, Chiapas – México. Fotografía: Gabriela Sanabria.

Para Li Wakwara, persona trans no binaria lenca, el estado actual de las disidencias sexuales en localidades rurales presenta “un desafío día con día porque nuestras comunidades son muy patriarcales, muy machistas y no quieren reconocer también toda esa parte de responsabilidad o de complicidad que tienen con el patriarcado y con el colonialismo”. A los 13 años, Li Wakwara salió de su comunidad (al suroccidente de Honduras) por la discriminación, años después regresó y ahora forma parte de la organización De Pueblo y Barrio. Considera que, para las personas de las disidencias sexuales en comunidades y organizaciones sociales, una forma de resistir es “tomar nuestros espacios, reivindicarlos y no cederlos a las personas heterosexuales, especialmente a los hombres que todo el tiempo quieren la palabra, quieren coordinar los procesos”. Hablar, dar más responsabilidades a las juventudes, confiar en ellas es para Wakwara un modo de involucrar y fortalecer procesos organizativos. También cree que se debe reconocer el rol histórico, e invisibilizado, que han ejercido las personas de la diversidad sexogenérica en las comunidades indígenas: el sostenimiento del trabajo de cuidados y las tareas espirituales. “Si nosotros descuidamos la espiritualidad, si dejamos los procesos de cuidado, de salud, los procesos de lucha se caen”.

Hudson Sánchez, miembro de Ofraneh (Organización Fraternal Negra Hondureña del Pueblo Garífuna), durante el Encuentro Internacional El Sur Resiste. 7 de mayo de 2023. San Cristóbal de las Casas, Chiapas – México. Fotografía: Gabriela Sanabria.

Con ese punto coincide Hudson Sánchez, miembro de Ofraneh (Organización Fraternal Negra Hondureña del Pueblo Garífuna), la organización garífuna más grande del país centroamericano. Para Sánchez, “la comunidad LGTB siempre ha estado en procesos espirituales, somos guías y ayudantes de guías espirituales dentro de nuestras comunidades”. Sin embargo, cuestiona la denominación LGTBIQ+ puesto que no proviene de las cosmovisiones afroindígenas, cuya perspectiva respecto a las disidencias sexuales todavía debe estudiarse. Pese al liderazgo de las personas de la diversidad sexual, como en su caso, asegura que este todavía no es reconocido dentro de las comunidades, aunque hay avances en ciertas organizaciones. Por motivos políticos, y no en razón de su identidad como hombre homosexual, Sánchez pasó más de un año en el exilio luego de tres atentados a su vida; situación que otras y otros miembros de Ofraneh también han enfrentado (así como procesos judiciales, desapariciones forzadas y asesinatos).

De inicio a fin, ese tema rodeó las conversaciones y mesas de trabajo del encuentro: la espiritualidad como un eje fundamental para los movimientos sociales, en el panorama de la crisis civilizatoria mundial y los modos ominosos del sistema capitalista. Ana Esther Ceceña, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), en su charla magistral del 6 de mayo, por ejemplo, señaló que el “control del territorio [también es] para controlar los procesos que se dan ahí” y que este se multiplica con el “saqueo y despojo de sentidos, referentes y símbolos”. Hasta mayo del 2022 se encontraron más de 30 zonas arqueológicas, 300 edificios y 25.000 monumentos prehispánicos en las construcciones del Tren Maya. De modo que el despojo simbólico sí “ocurre materialmente, […] la geografía nos habla”, señaló Ceceña (especialista en geopolítica que ha participado en investigaciones de la academia mexicana sobre el megaproyecto, promovidas y después censuradas por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología). Del lado de las comunidades, sobre todo en las que están en contra o son escépticas, en cambio, hay incertidumbre. Al parecer desde las instituciones federales prevalece una visión patrimonial conservadora, que desvincula los sentidos y las prácticas actuales de algunas comunidades de las etnias mayas de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.

En el cierre del encuentro, una mujer otomí de la delegación del Congreso Nacional Indígena dijo que les “preocupa el desarme de la conciencia profunda […] de nuestro ser que nos hace sentirnos uno solo con la naturaleza, con el universo, con cada ser vivo de este planeta […] y convierte a algunos seres humanos en insensibles a las consecuencias […] del desmonte, saqueo, contaminación de la tierra, el agua, el aire, cuando se corta árboles, se tapan ríos, se pierden comunidades enteras dentro del mar, por este desastre ocasionado por los megaproyectos”. Ese componente subjetivo, pero también material, se puso en práctica en el primer día del encuentro en una pequeña ceremonia. Además de mujeres, también participaron niñas y niños pequeños. Fue una presencia constante que —junto a adolescentes— hicieron del evento algo distinto: un espacio de intercambio que abarcó muchas diferencias, bajo búsquedas comunes. De hecho, hubo varias mesas de trabajo que insistieron en el grave estado de la niñez y la adolescencia y la necesidad de su participación para contrarrestar todo tipo de violencia. Esa propuesta se incluyó en la plenaria del encuentro junto a otras; como promover espacios para las juventudes (en vista de la cooptación de menores de edad por parte de grupos delincuenciales y del crimen organizado en varios países) y aliarse con las madres buscadoras de personas desaparecidas (México) y con las familias de mujeres víctimas de feminicidio.

Niño pequeño acariciando la manta que porta el eslogan del Congreso Nacional Indígena y de la Caravana Sur Resiste. 4 de mayo de 2023. Palenque, Chiapas – México. Fotografía: Gabriela Sanabria.

Tras la exposición de las propuestas, otros delegados del CNI finalizaron con un pronunciamiento. Resumieron lo visto en la caravana, los impactos medioambientales y sociales y, de igual manera, resaltaron la labor de comunidades autónomas y de ciudades pequeñas que cuidan sus entornos naturales. Ecuador volvió a aparecer y su nombre fue pronunciado con el de Guatemala, Honduras, El Salvador y Colombia. Así el CNI-CIG dejó claro que les importa lo que sucede en esos países.

Ya eran casi las ocho de la noche del domingo 7 de mayo en el Caracol Jacinto Canek-CIDECI, muchas personas habían dejado sus instalaciones, quizá por cansancio o para evitarse un mal momento en la zona donde el 17 de abril dos grupos delincuenciales se enfrentaron con armas de alto calibre. El sol primaveral ya se había ocultado por el Huitepec, al oeste del valle, con la última luz sobre la pequeña ciudad colonial de San Cristóbal de Las Casas.



Por Gabriela Toro Aguilar
Apasionada de la locura de la vida. Antes que nada prefiere observar, escuchar y leer. Periodista, correctora de texto y estilo y encuadernadora artesanal. Actualmente es becaria de la maestría en literatura hispanoamericana de El Colegio de San Luis (México).
Fuente: La Periódica

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in