julio 20, 2023

Exiliarse para sobrevivir. experiencias de mujeres periodistas nicaragüenses




  • Se les cuestiona su maternidad al poner en riesgo a sus hijas/os por ejercer el periodismo
  • La prioridad no es la primicia sino llegar a la mayor cantidad de audiencia 

La persecución a las y los periodistas por la dictadura nicaragüense de Daniel Ortega llevó a las mujeres a un exilio masivo para salvaguardar su vida, a partir del 2018.

El movimiento de Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua (PCIN), hasta 2022 estima que 200 periodistas se encuentran en el exilio.

Al ser mujeres además del acoso policial, amenazas de cárcel, muerte, criminalización y violencia de género, perpetrados por los grupos paramilitares y de choque afines al gobierno orteguista se les cuestiona la maternidad por poner en riesgo a sus hijas e hijos, incluso por colegas y familiares. Lo que se califica de valentía en los hombres se cuestiona en las mujeres.

Sin embargo, el trabajo periodístico de las mujeres desde el exilio ha sido importante en el caso de la denuncia de los abusos cometidos por la dictadura, la reivindicación de la verdad y exposición de las atrocidades y violaciones a los derechos humanos cometidos.

Todo ello dice el estudio elaborado por La Lupa libro “Exiliarse para sobrevivir. Experiencias de mujeres periodistas nicaragüenses” donde se realiza una radiografía sobre las periodistas a partir de entrevistas y encuestas. De las 23 mujeres encuestadas, 12 trabajan actualmente de forma regular para los medios que trabajaban al salir de Nicaragua. 

Las edades en su mayoría van de los 30 a los 50 años, cinco menores a los 30 años y cuatro mayores a los 50 años. Al momento del exilio se desempeñaban como reporteras, redactoras, directoras, jefas de prensa y presentadoras en televisión y plataformas digitales.


Sin embargo, adaptarse a su nueva realidad trae limitaciones como el sueldo, ya que el costo de vida es más alto en los países donde están exiliadas, no tienen acceso a beneficios laborales del país en que residen ni a pensiones por jubilación en un futuro, aunque estén contentas con el sistema de salud como España.

“Es duro venir al exilio y con un salario nicaragüense. Empezando por el pago del apartamento. Yo nunca pensé llegar a pagar como 500 dólares por un cuarto pequeño. En Nicaragua con 500 dólares me alquilo una gran casa con una piscina”. (Entrevista personal a Anahi, periodista exiliada en Costa Rica).

El cambio de horario, jornadas extras de trabajo autoimpuestas por el compromiso laboral, político y emocional. La frustración al no poder realizar los reportajes en el territorio del cual escriben, verificar la información y encontrar fuentes informativas es casi imposible porque la gente tiene miedo de hablar. “Tengo mi cuerpo aquí, pero el 80 por ciento de mi cabeza está alrededor de Nicaragua y lo que se presenta allá”. (Entrevista personal a Marling Balmaceda, periodista exiliada en España). 

El exilio desigual para mujeres y hombres

El exilio lo viven de forma desigual a los hombres. Desde el momento de exiliarse está latente el ser agredidas por ser mujeres, ya que al salir del país lo hicieron por vía terrestre a Costa Rica, el país vecino, aun cuando el destino final fuera Estados Unidos, México, España o Inglaterra. El 56. 5 por ciento lo hizo por veredas por temor a ser detenidas o torturadas. Solo una utilizo el autobús y fue interrogada durante horas por la policía en la frontera.


El exilio forzoso plantea resistencias y dificultades para construir un proyecto de vida ante un futuro incierto. “La primera etapa del exilio, uno vive en función del retorno, pero ya en este momento no lo es”. (Entrevista personal a Amalia 16, periodista exiliada en España). 

Una vez que se van asentando puede identificar algunos elementos positivos de la nación que los recibe, ya no sienten miedo al salir a la calle, caminar de noche, ser insultadas o ser asesinadas, han recobrado cierta tranquilidad.

“Agradezco el sistema de salud, de sentirme segura aquí y poder caminar por la noche en la calle, sin que un tipo me esté diciendo vulgaridades”. (Entrevista personal a Marling Balmaceda, periodista exiliada en España).
Tres oleadas del exilio

Se detectaron tres oleadas de exilio. La primera a fines del 2018 cuando la presión y la persecución estaba en pleno apogeo con el uso directo de la violencia por las fuerzas paramilitares. 

La segunda entre junio y julio de 2021 con citaciones a la Fiscalía por el caso de la Fundación Violeta Barrios Chamorro por presunto lavado de dinero, pero en realidad era para obstruir a los opositores al régimen dictatorial. María Esther una periodista de radio debió de salir de Nicaragua.

En la última ola en el 2022 la persecución policial se intensifico con acoso, amenazas de cárcel, y criminalización. De manera específica periodistas fueron amenazadas de muerte, hostigamiento en redes sociales, allanamiento a sus casas. La presión de las y los familiares para que salieran del país para salvar sus vidas.
Cambios políticos y pandemia

La situación de las periodistas en el exilio enfrenta otras consecuencias como en Costa Rica con el cambio de gobierno en mayo del 2022, ya que el presidente Rodrigo Chaves apunta a una política más conservadora y de mano dura con la migración. En ese sentido, sienten algunas trabas en la inserción de sus hijos/as en el sistema educativo.

Otro elemento que empeoró la situación de las periodistas en el exilio fue la pandemia del COVID19, dado que las administraciones locales, deshabilitaron las citas y para quienes estaban en España, se quedaron en un limbo administrativo durante meses, porque se les había vencido la tarjeta roja que expedía el Ministerio de Interior. Ese documento era útil porque les permitía, en algunos casos, trabajar y tener una tarjeta de identidad.
La seguridad de las hijas e hijos de las periodistas

Enfrentar la maternidad para las periodistas en el exilio supone un pánico por la seguridad de las hijas e hijos que no se pudieron llevar, y para las que si lograron tenerlos con ellas la tensión es que puedan pasar carencias económicas o asumir las consecuencias del exilio. Entre las que se encuentran perder las redes de apoyo, familiares que les ayudan al cuidado de sus hijas/os, cambio de sistema escolar y hasta xenofobia. 

Además de los juicios de ser mala madre por salir del lugar tradicional que la sociedad le ha atribuido a la mujer: el hogar y el cuidado exclusivo del mismo.

Las mujeres que se sitúan como sujetas activas y que pueden ejercer una profesión, tienden a ser minuciosamente fiscalizadas por su maternidad. Una de las entrevistadas comentaba los reproches que recibía, incluso de sus colegas periodistas, interpelándola sobre el cuidado de su hijo, al punto de revictimizarla cuando sufrió ataques físicos por parte de turbas orteguistas.

“Una de las cosas más difíciles para mí ha sido mudarme cuatro veces de ciudad y eso es complicado cuando tenemos hijas/os porque hay que buscar lo del colegio, donde rentar. Esos procesos tediosos de asentarte y reasentarse ha sido lo más complicado (Entrevista personal a Amalia, periodista exiliada en España).

Un aspecto importante fue el acompañamiento de la comunidad nicaragüense organizada—compuesta por migrantes y exiliados/as. Es una red de acompañamiento emocional y social. Está integrada por amigos/as, familiares o redes de solidaridad nicaragüense resultan una especie de amortiguador que suaviza la dura experiencia.

“Con la comunidad nicaragüense hubo mucho apoyo en cuanto a la integración, dándonos luces con trámites policiales, sanidad y las cosas básicas. Aunque, por el temor, el cansancio de lo de Nicaragua y el miedo por sus familias que todavía están en el país, los grupos se han desintegrado”. (Entrevista a Marling Balmaceda, periodista exiliada en España).
El periodismo en Nicaragua 

Los cuatro años de exilio llevo a las y los periodistas y a las directivas de los medios a reinventar la forma de hacer periodismo. En un inicio fue la clandestinidad, muchas/os de alojaron en casas de seguridad, firmaron con seudónimo. Ahora lo hacen desde el exilio.

Ante la práctica de desinformación por la dictadura con propagación de noticias falsas el periodismo se enfocó en lo que llaman “chequeo de datos”.

Hacer periodismo desde el exilio requiere duplicar esfuerzos, principalmente por el tema de las fuentes informativas, a lo cual se suma, la tensión psicológica que viven muchas periodistas, quienes muchas veces no se encuentran en el estado emocional óptimo, se señala en el libro.

También hay avances y desafíos en el manejo de la información con la tecnología como señala una de las entrevistadas la prioridad no es la primicia, ganar la noticia, sino difundirla lo más posible. Los medios no compiten sino forman alianzas

“Esa competencia de medios, que quien saca la mejor noticia, ¡ya no está! Es una de las grandes lecciones que nos ha dado el gremio periodístico. La unión se ha fortalecido. Lo que ha ocurrido con el periodismo nicaragüense es un fenómeno: Como continúa en medio de la adversidad, atropellos y golpes que hemos sufrido”. (Entrevista personal a Aidalina, periodista exiliada en Costa Rica).

Pero también el flujo de información presenta algunas desventajas. “El reto es cómo hacer que tu noticia resalte más que la desinformación que trata de lanzar el gobierno, porque hay muchísima desinformación en las redes, y los gobiernos también saben de las ventajas de las redes sociales. También han mutado en ese sentido, y las tienen invadidas” (Entrevista personal a Arlen Alejandra Padilla, periodista exiliada en Costa Rica).

Por Elda Montiel
Fuente: SemMéxico
*La Lupa press es un equipo de periodistas feministas de Nicaragua. nfo@lalupa.press

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