Christine de Pizan, la dama francesa del siglo XIV que se burló del machismo con poesía
Creció en la corte del rey Carlos V y, tras enviudar, se convirtió en la primera escritora profesional de Europa. Su obra La ciudad de las damas, reeditada ahora por Siruela, se considera una de las primeras feministas de la historia.
Christine de Pizan nació cuando murió su marido. Se querían, según sus poemas, fueron felices durante los 10 años de matrimonio que permanecieron juntos, de acuerdo con lo que escribió, pero hasta que Étienne du Castel no murió, Christine no tuvo que transformar sus textos en pan. La escritora se erigió de la muerte de su esposo. Con 25 años, debía hacerse cargo de su madre y de sus tres hijos. Su padre tampoco estaba ya cerca para aliviar la carga. Él, Tommaso de Pizan, había conducido a Christine al escritorio. A mediados del siglo XIV, el italiano fue reclamado en la corte del rey Carlos V. En Francia requerían sus servicios como médico y astrólogo. La familia, hasta entonces afincada en Venecia, comenzó a formar parte de la comitiva real. La niña Christine, cuenta Sandra Ferrer en Pioneras del feminismo, inició entonces su formación en Humanidades. Tuvo que resistir a la tozudez de su madre, empeñada en que las lecciones diarias se mantuvieran limitadas a las de índole doméstica. Las “migajas” de conocimiento que su padre le dejaba, recuerda Charity Cannon Willard, traductora de Christine de Pizan al inglés, enraizaron en la curiosidad en poeta. La biblioteca del rey terminó de encauzar la educación de una de las primeras escritoras profesionales de la historia.
Du Castel no falleció en casa. Murió de peste en otra ciudad mientras se encontraba en una misión para el rey. La circunstancia oscureció la situación de De Pizan, que pasó, apunta Joshua Mark, algo más de una década intentando recuperar el dinero que le correspondía tras la muerte de su esposo. En sus cartas, más adelante, se lamentó de no haber recibido, a diferencia de los hombres de la corte, una educación financiera.
Christine de Pizan presentando su libro a Isabel de Baviera, reina consorte de Francia, grabado de L'album, giornale letterario e di belle arti, 27 de junio de 1840, Año 7. Imagen coloreada digitalmente.DEA / BIBLIOTECA AMBROSIANA
Mejor “solita” que mal acompañada
Sobre la igualdad y la justicia pivotarían sus intereses. Al principio, no obstante, la pluma fue solo pasatiempos. Unas manos ocupadas liberan al cerebro. Su poesía procuraba lijar los vicios del amor cortés. Tras leer su primera recopilación, Cien baladas, la reina Isabel de Baviera se convirtió en su mecenas. Margarita o Felipe II de Borgoña, familiares de Carlos V, le encargaron también hagiografías y poemas largos. Christine de Pizan se consolidaba, entonces, como escritora de la corte francesa. Una con opiniones excepcionales. De Lamentaciones sobre los males de la guerra civil, una carta abierta al delfín de Francia, el profesor de literatura Earl Jeffrey Richards destaca cómo la poeta reconoce la manera en la que su condición de mujer moldea su punto de vista. La influencia del género en su forma de entender el mundo se entremezcla con reflexiones sobre acontecimientos de actualidad, referencias a pasajes de la Biblia, personajes mitológicos y su propia poesía. Los versos Solita estoy y solita quiero estar, compuestos tras la muerte de su marido, se refrescaban en la carta. De Pizan, “solita en su estudio”, aspiraba a introducir pellizcos de intimidad en una literatura de corte humanista.
Una querellita bien puesta
También, a reírse de los recursos manidos de la poesía masculina. En La controversia de la rosa, la escritora desmenuza El romance de la rosa, un poema largo sobre el amor cortés que, en el siglo XIII, cuando la imprenta aún no había sido concebida, se convirtió en Francia en una suerte de superventas. Al igual que en su Carta al dios de los amores, De Pizan refuta y se burla de los estereotipos sobre la mujer propios de la literatura medieval. La italiana se convirtió, así, en la voz de La querella de las mujeres, el movimiento que desde el siglo XIV defendió el reconocimiento de la capacidad intelectual y el derecho a la participación política femeninos. Pretendía que cuando los hombres contemplaran a las mujeres como miembros de su misma especie, interpreta la profesora de literatura medieval Rosalind Brown-Grant, no fueran capaces de volver a verlas solo como objetos deseables o temibles.
La Ciudad de las Damas, de Cristina Pizán.SIRUELA
En La ciudad de las damas, la escritora hizo de la teoría ficción. En la obra, la protagonista, Cristina, recibe una visita de la Razón, la Rectitud y la Justicia, que le aclaran que ha sido elegida por Dios para explicar la verdad acerca de las mujeres. Juntas, construyen una ciudad mientras intentan encontrar las razones por las que algunos hombres las ningunean. En sus diálogos y escenas, personajes como Aracné, Safo, Blanca de Castilla o Yocasta sirven como referentes para las mujeres que habiten la nueva fortaleza. Nombran a la Virgen María su reina. De Pizan bebió de Boccaccio y San Agustín para fabricar una compilación de mujeres que, consideraba, aunaban rasgos dignos de admiración. A principios del siglo XV, Christine de Pizan hizo lo que se esperaba de ella a los 25: se retiró a un convento de Poissy. A los 66 años, murió a orillas del Sena.
Por Charo Lagares
Fuente: Revista Vanity Fair