septiembre 10, 2023

Entrevista a la ilustradora malagueña Lai Zaragoza: “No nos permitimos el error, lo tenemos completamente estigmatizado”

Lai Zaragoza (Málaga, 1986) es la creadora de El Atelier Horizontal, una metodología que antepone el disfrute de la experiencia creativa al resultado final y que aplica en sus clases de pintura.

Lai Zaragoza | Foto cedida por Uve Mtz

Cuando le preguntas esta malagueña sobre cómo se define, profesionalmente hablando, no se limita a centrase en su formación académica en ilustración, sino que menciona todos los empleos que han hecho posible que se haya convertido en la persona que es hoy. “Si solo hubiera sido ilustradora, no tendría la visión que tengo ahora y eso es muy guay. Es una cosa que reivindico mucho. El atelier, como proyecto, ha podido crecer porque antes he sido limpiadora, camarera, dependienta y coordinadora de sala en un restaurante en Londres”. 

De esta manera, Lai reivindica la riqueza de todos los procesos que forman parte de nuestra vida. “En la primera clase hablo con mis alumnas de la importancia del conocimiento autodidacta, que muchas veces se deja de lado. Parece que es algo que no trasciende porque no tiene una validación de una mirada superior. ¡Lo has aprendido por ti misma y eso tiene mucho valor!”.

El alumnado de El Atelier Horizontal se compone de un grupo de personas muy heterogéneo en cuanto a edades y conocimientos. “Son personas que simplemente se están intentando acercar a lo creativo, al proceso de pintar. Por eso es importante no desechar sus propios conocimientos, ya que todos enriquecemos el proceso de aprendizaje”. Y cita a la pedagoga y psicopedagoga Mar Romera: “¿Cambiar significa creer en el que enseña o cambiar significa creer en el que aprende? Yo confío férreamente en las posibilidades de mis alumnas y no les impongo un proceso cerrado o hermético, sino que vamos viendo qué ocurre”.

¿Cómo es posible que nos dé tanto pudor mostrar nuestros dibujos siendo adultos si es una actividad a la que dedicamos tanto tiempo durante los primeros años de nuestra vida? ¿Por qué siempre priorizamos los resultados en vez de la desconexión o el descubrimiento personal durante el proceso creativo? Esta malagueña se hizo todas estas preguntas y otras muchas cuando comenzó a trabajar en su nuevo proyecto, El Atelier Horizontal. un espacio que pretende acercar el dibujo y la pintura más allá de las capacidades que se crea tener. 

¿Cómo crees que se acerca la gente al proceso creativo, con libertad o con miedo?

Hay una anécdota que no falla nunca. Cuando doy la teoría del color pregunto a mis alumnas si se saben los colores primarios y la respuesta automática es no, aunque se los sepan. Ellas también están en un entorno donde yo estoy confiando plenamente en que me lo van a decir. Eso habla mucho de la situación en la que la persona asistida llega al entorno de aprendizaje. Entra pensando que no sabe, que no puede aportar nada. 

Durante la pandemia ha habido un cambio de paradigma. Mucha gente se refugió en actividades manuales: tutoriales de Domestika o de YouTube para acercarse a lo creativo. Es un lugar común muy potente. Ahora, a pesar de que la inercia ha vuelto, la necesidad de acercarse a lo creativo sigue estando. A mis alumnas siempre les digo que el verdadero enemigo no es que no sepan dibujar, sino el tiempo, porque normalmente no lo tenemos. La gran labor es validar su mirada. 

¿Cómo definirías a El Atelier Horizontal?
Se me hace muy difícil definirlo. Pero creo que es un lugar que pretende acercar a las personas lo creativo, confiando plenamente en sus capacidades, porque todo el mundo las tiene. 

¿Aunque no sepamos nada de perspectiva?

De nuevo se trata de dedicarle tiempo, pero me parece muy interesante la puerta que abres porque creo que en todos los entornos de aprendizaje nos permitimos no saber, pero para acercarnos a lo creativo esa regla no funciona y debería. Siempre pensamos que tenemos que empezar desde una base.

Si nos tiramos tantos años de nuestra vida dibujando, ¿por qué luego nos da vergüenza o tenemos tanto miedo al juicio? Me parece que nos pasa con el baile también. ¿Por qué somos tan crueles con nosotros mismos?

Pintar está dentro de la infancia. Entonces, ¿por qué no validamos ese proceso? ¿Qué ha ocurrido? De esto habla muy bien la psicóloga y maestra de educación infantil, Rhoda Kellogg. El proceso de pintar empieza desde los dos años. Hay que entender que lo que queda en el papel es el reflejo de ese desarrollo del cerebro infantil. Cuando ese niño empieza a crear su propio su propio desarrollo, hay un punto donde el dibujar forma parte de su rutina y la mirada ajena entra en el juego. 

Es ahí cuando empieza a haber un choque de mundos entre la visión figurativa y el imaginario de lo que debe ser el proceso de pintar y ese proceso autodidacta de una pulsión completamente propia que aparece del mundo infantil. Y ahí es cuando se frustra. ¿Por qué no validamos ese recorrido? Porque no se ha validado nunca en nosotros. Se entiende como una etapa, como algo infantil; y no como que necesitamos un espacio donde poder desarrollarnos y estar con nosotros mismos en un entorno creativo.

Porque esta sociedad valora los méritos. Hilando con el despertar del feminismo, con ponernos las gafas violeta, cuando pensamos en alguien que pinta vienen a nuestra cabeza pintores famosos como Picasso, Velázquez o Goya. ¿O eres eso o mejor no hacer nada?

Hay algo muy perverso en todo esto que estás diciendo, y es cómo se ha creado el imaginario en torno al artista, que está idealizado. Cuando queremos entrar en entornos creativos, tenemos la sensación de que tiene que venir todo de una base. Si pensamos en la persona que pinta, aunque ahora parezca muy decimonónico decirlo, nos viene a la cabeza alguien influenciado por las musas, como muy en el mundo de la fantasía. Y eso conlleva un proceso, y esto ya genera una barrera entre lo que imaginamos y queremos hacer porque realmente un artista simplemente es alguien que controla una técnica.

Además, una persona que se acerca a lo creativo no tiene que estar en el mismo circuito del arte reglado, de esa formación académica. Cuando vamos a un museo, queremos que esos cuadros que están colgados en esa pared nos entretengan y sean bonitos. Nos pasa lo mismo cuando estamos consumiendo algo creativo en redes. Cuando una persona se acerca a lo creativo desde una parte completamente autónoma, autodidacta, sin haber venido desde esos procesos que validan, se cree que tiene que estar dentro de esos parámetros. Al final esa persona no pinta para sí misma, sino para enseñarlo y que sea bonito. Por eso decía que es algo muy perverso. 

La persona que que se acerca a un entorno creativo para poder desconectar de su tiempo no tiene por qué hacer cosas bonitas para entretener, ni esas cosas tienen que estar colgadas en ninguna exposición


Hay que ser conscientes de que la persona que que se acerca a un entorno creativo para poder desconectar de su tiempo no tiene por qué hacer cosas bonitas para entretener, ni esas cosas tienen que estar colgadas en ninguna exposición. Hay que diferenciar claramente cuándo el arte es para entretener y cuándo el arte es para uno.

De hecho, tú nunca enseñas el trabajo de tus alumnos al resto de tu alumnas o en tus redes sociales. 

Yo no hago exposiciones de mis alumnas ni enseño sus trabajos en redes porque creo que una persona, cuando se acerca al atelier, viene con una herida; de un proceso en el que tiene la pulsión de querer acercarse a lo creativo y cree que no está lo suficientemente capacitada para poder acercarse a ello. Las personas que enseñamos en esos entornos tenemos que ser muy conscientes del cuidado que hay que tener en esos procesos de aprendizaje, porque no solamente estás enseñando. Si yo obligo en ese proceso de aprendizaje, que es largo, eterno o efímero, lo que quiera la alumna, le obligo a que en algún momento algo tenga que ser bonito para tener que enseñarlo, estoy acelerando un proceso y poniendo tiempo*s a un proceso. Tal vez ya estoy marcando tiempos a ese proceso.

Me parece muy bonita esa sensibilidad que tienes en tus clases con tus alumnas porque al final eso es lo que les da alas y libertad para que sigan confiando en ellas mismas. Supongo que también les planteas retos en clases.

Exacto, en clases no me limito a enseñarles una técnica como ilustradora, sino que yo también estoy aprendiendo de pedagogía, estoy desarrollando mi propia metodología. Ahí me doy cuenta de que al confiar en la persona, confío en sus capacidades y les enseño, pero no como enseñarían en la facultad, que es de donde yo vengo. Creo que hay procesos en los que las personas pueden explorar su creatividad de una manera un poco más abierta. La acuarela es una técnica que se puede considerar difícil, pero es que para conocerla necesitamos riempo y apartarnos de esa inmediatez. Al fin y al cabo es tiempo para nosotras. Todos esos tutoriales subidos a YouTube están enfocados al resultado. Cómo hacer una paloma en dos minutos, por ejemplo. ¿Y si quieres hacer una paloma en otra postura? No te enseñan cómo hacer el pozo, sino cómo pescar rapidito. 

Estoy pensando todo el rato mientras hablamos en el concepto de feminizar la política que reivindicó Ada Colau, frente a lo masculino establecido en este campo. Esa falsa seguridad que se transmite desde lo masculino. ¿Crees que también es propio del mundo creativo?

Cuando hablo de horizontalizar el proceso de aprendizaje, yo no estoy arriba, yo no jerarquizo, por eso se llama ‘Atelier Horizontal’, porque yo me siento con ellas y aprendo también. No pienses en lo que te falta sino en lo que ya tienes. Yo siempre les digo a ellas, que estéis aquí ya es revolucionario. Cada día encontrar tiempo para venir a clase es la verdadera dificultad. En la primera clase siempre les pongo el ejemplo de los dadaistas, que estaban en Suiza en el Cabaret Voltaire, reinventando el lenguaje, ajenos a la guerra. Les digo que estamos viviendo un tiempo distópico y, sin embargo, creamos nuestro propio refugio. 

¡Qué bonito y revolucionario! ¡Tenemos que crear más refugios! En cierto modo es activismo también decirle al sistema, “tú has puesto tus reglas, pero no estamos de acuerdo, se pueden hacer las cosas de otra manera”. 

Creo que hay una intención igualitaria. Para mí, pasar de la ESO a Bachillerato fue liberador, entrar en conexión con personas con la misma pulsión creativa que yo. Después de esos dos años voy a la facultad a hacer Bellas Artes y todo se vuelve súper hostil porque parecía que los profesores daban por hecho que yo tenía que saber cosas que no sabían. ¡Si yo estaba ahí para aprender! A mí eso me separa del proceso de aprendizaje, esa imposición del docente con unas reglas herméticas. Fue muy violento. Yo salí del primer cuatrimestre de allí pitando. ¡Me sentía mal por no saber en una facultad! 

Tengo amigas que sí acabaron la carrera y desde entonces no han cogido un lápiz porque acabaron traumatizadas


Entonces estudié ilustración y conocí a mi profesor Manuel, que me enseñó acuarela y gracias a él me reconcilié con este mundo. Tengo amigas que sí acabaron la carrera y desde entonces no han cogido un lápiz porque acabaron traumatizadas. 

Si te tuvieras que imaginar una situación con personas más libres en estos procesos creativos y sin atender a estos moldes impuestos por la sociedad, ¿qué tipo de sociedad te imaginarías?

Creo que lo que hace falta es tiempo para no tener que aplicar un molde. Ese tiempo nos dejaría un poquito de espacio para pensar más claramente, fuera de los moldes impuestos. Conectaríamos realmente con nosotras mismas y al mismo tiempo seríamos conscientes de la realidad de la otra persona. Cuando hablas de la titulitis, lo de repetir algo que ya viene dado, es porque no nos queda mucho tiempo para reflexionar lo que queremos y conectar con nosotras mismas. 

Ahora mismo se está verbalizando mucho la salud mental sobre nuestros sentires… Incluso con el fenómeno de los horóscopos conectamos con nuestra forma de ser, pero volvemos a lo mismo, simplificamos lo que nos pasa, nuestra forma tan compleja de ser, en una sola palabra, estrés. Creo que hay un abanico de emociones y sentires enorme, pero no tenemos tiempo para conectar con ellos. En esa sociedad que nos estamos imaginando habría más empatía, pero de la de verdad. 

¿Qué papel tiene la mirada ajena en todo este proceso?

Lo atraviesa todo. No se permite el error, lo tenemos completamente estigmatizado, pero si lo piensas, sin el error no puedes aprender porque es lo que nos conecta con el mundo y con lo que está pasando fuera de ti. Una persona que no se ha equivocado nunca, ha encajado perfectamente con la realidad, pero no ha tenido conflictos, que son los que nos hacen pensar, ponernos en la situación del otro. Hace un tiempo descubrí que existe un museo del fracaso, de inventos fallidos que han servido para llegar a otros grandes inventos. 

Me estaba acordando de la filósofa Clara Navarro y de una conferencia que dio en el Centro Cultural La Malagueta hace un tiempo en la que venía a decir que el capitalismo había matado a los hobbies porque hasta nuestras aficiones tenían que tener un objetivo productivo. Es una idea súper perversa que no esté bien visto que yo en mi tiempo libre me quiera rascar la barriga y desconectar. 

Total, la gente espera colas para hacerse una foto en la Fontana de Trevi porque está en la lista de checks que tienes que hacer si visitas Roma, pero es tu tiempo libre y es valiosísimo. ¿Realmente lo quieres usar para eso o es que quieres hacerte la foto para enseñarla?

Tengo una hipótesis de cuál puede ser la génesis del Atelier Horizontal, el momento en el que le dices a tu hermana Paula, siendo ella una niña, que te haga un dibujo que te tatuaste para toda la vida en la pierna.
El atelier nace porque hay un momento de mi vida en el que acercarme al momento de pintar era estar completamente expuesta a la exposición y tuve que pausar eso


Ser respetuosas con nuestros yos dibujantes de la infancia ha sido base para construir el atelier. Esta es una declaración de intenciones que sí me llevo un poco a la piel. El atelier nace porque hay un momento de mi vida en el que acercarme al momento de pintar era estar completamente expuesta a la exposición y tuve que pausar eso. Tuve que parar mi trayectoria como artista plástica porque para mí pintar era doloroso. 

En ese momento conecté con un deseo anterior de querer acercarme a la enseñanza con la intención de generar comunidad y enseñarle a otras personas lo que yo sé. Y ahí es cuando me doy cuenta de que las personas a las que enseño tienen el mismo miedo a exponerse. Y esto me anima a generar un espacio seguro para la persona a la que estoy asistiendo. Ahí empieza el atelier. 

¿Cuáles son tus referentes?

Judith Scott fue una mujer que se pasó 30 años en una institución con personas en distintas situaciones. Y como tenía síndrome de down, pensaron que no tenía capacidad para comunicarse. Cuando su hermana la recogió, tres décadas después, descubre que era sorda, pero que nadie había desarrollado ningún sistema de comunicación con ella. Judith entra a formar parte de Creative Growth Art, un espacio de desarrollo creativo en el que desarrolla su obra con objetos que envuelve como ovillos de lana. Así Judith comenzó a comunicarse. 

Seraphine Louis, esta mujer francesa fue una revolucionaria. De padres campesinos y prácticamente analfabeta, sintió una pulsión muy fuerte por pintar. Sin apenas tiempo, trabajaba de sol a sol, se las arregló para crear su propia pintura a partir de aceite de vela y pigmentos que encontraba a su alrededor. Pintaba por las noches quitándose horas de sueño. Y es que la creatividad es universal. 

Maud Lewis fue una mujer que de sus dibujos creó su propio universo. Su propia casa estaba llena de ellos, desde las paredes hasta sus enseres. Para Maud sus dibujos eran su refugio.

Fuente: La Poderío, El Salto

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