diciembre 02, 2023

Pensar sobre la crisis reproductiva y el deseo desde el epicentro de los mercados de fertilidad



Todos los años la Sociedad Española de Fertilidad publica una selección de datos sobre reproducción asistida. Es un pdf con las categorías cerradas. Como tal, tiene grandes limitaciones: por ejemplo, sabemos la edad de las mujeres, pero no la de los hombres, al usar estas técnicas. Pero ofrece también una información muy valiosa sobre el uso de la reproducción asistida y el creciente recurso a óvulos donados en el Estado español. Los últimos datos disponibles para hacernos una idea de la situación de la reproducción asistida a nivel estatal son de 2019. En ese año, 311 centros ofertaban reproducción asistida, incluyendo públicos y privados, y reportaron haber realizado 32.548 inseminaciones artificiales (IA) y 148.165 ciclos de fecundación in vitro (FIV). De estos tratamientos nacieron 37.265 criaturas vivas: el 12 % eran fruto de IA y el 88 % restante de FIV. De estas últimas, un 40 % procedía de óvulos donados1. O, lo que es lo mismo: más de un tercio de los bebés nacidos tras acudir a algún centro médico de reproducción asistida proceden de óvulos donados. Cada vez acudimos más a la reproducción asistida para quedarnos embarazadas y, cada vez más, estos embarazos (en su gran mayoría tardíos) dependen de óvulos donados. Donados por mujeres más jóvenes y generalmente más precarias que las receptoras, que reciben en torno a 1.000 euros por cada ciclo, en el que se les hormona durante días hasta que se les extrae (vía intervención quirúrgica) una media de 19 óvulos. Estos tratamientos tienen lugar muy mayoritariamente en el sector privado, ya que el ámbito público cubre en muchos casos tratamientos de reproducción asistida, pero no tantos con óvulos de las llamadas terceras partes. 

Es importante remarcar que un tercio de los nacimientos tras técnicas de reproducción asistida (TRA) proceden de óvulos donados porque, si bien el uso de esperma donado responde frecuentemente a la ausencia de un hombre cis en el proyecto reproductivo, en el caso de la donación de óvulos siempre está vinculado a un problema de fertilidad, mayoritariamente asociado a la edad avanzada. Pocas mujeres llegan a las clínicas buscando un tratamiento con óvulos que no sean suyos como primera opción, a pesar de que muchas acaben en uno, por lo que es importante, por un lado, visibilizar que esto está pasando y, por otro, ver si existen alternativas que prevengan esta situación. 

(Algunas de) las preguntas

¿Por qué es importante visibilizar la cantidad de tratamientos reproductivos que existen y señalar que cada vez un número más alto de ellos utilizan óvulos donados? Porque en los últimos años se ha generado un sentido común en torno a la reproducción en el que se confía en que quedarse embarazada es fácil, ya que si tienes problemas, ¡ahí estarán las clínicas para ayudarte! Su mera existencia puede, por tanto, estar vinculada hoy día a un mayor retraso de la edad en que intentamos (y se espera que intentemos) quedarnos embarazadas. Y, si bien es cierto que la reproducción asistida ayuda a cada vez más mujeres y parejas a lograr un embarazo, las bajas tasas de éxito de estas técnicas, por sí mismas, se conocen poco, y el coste físico y psicológico de usarlas tiende a infravalorarse. Esto es: la reproducción asistida está muy lejos de ser infalible (mucha gente no logra un embarazo ni tras muchos intentos) y, además muy habitualmente no es exitosa por la parte más técnica, sino gracias a transferir capacidad reproductiva (u óvulos) de personas más jóvenes a otras más mayores. En este sentido, hay dos costes principales a los que es conveniente prestar atención: la medicalización del proceso para lograr un embarazo (coste para las propias mujeres que lo buscan) y la mercantilización que se está dando en torno a los óvulos (que se vincula a una mayor estratificación corporal y reproductiva). Por ello, es importante hablar tanto de los fracasos en reproducción asistida como de los éxitos vía óvulos donados, porque la imagen más visible y compartida de forma pública es la que encaja en los finales felices de familias con sus bebés, pero tras estos hay muchas otras casuísticas y mucha más complejidad de la que se ve a primera vista. Quizás si viésemos de frente esa complejidad, podríamos abordar antes, y politizar mejor, lo que estos mercados2 y estos tratamientos están parcheando actualmente.

¿Por qué es importante pensar en alternativas? Porque la solución o el parche de la donación de óvulos, además de poder generar problemas éticos y de justicia reproductiva por la mercantilización de partes del cuerpo, no es la solución ideal a medio o largo plazo para las problemáticas que está cubriendo, ni siquiera para la mayoría de receptoras. De hecho, el tratamiento con óvulos ajenos no es la primera opción de casi ninguna de las que acaban utilizándolos; y para muchas esta posibilidad abre preguntas importantes, tanto por el duelo genético como por la contradicción que supone para el formato de donación con compensación, el anonimato obligatorio o la falta de claridad sobre la mercantilización y situación real de las donantes. Todas estas dudas, de hecho, hacen que algunas personas decidan negarse a utilizar óvulos donados, pero estos relatos de duelo y renuncia tienden a perderse, de nuevo, en favor de aquellos otros que muestran el éxito reproductivo en formato bebé. 

El uso tan alto de óvulos donados en el contexto español nos está señalando problemas que, de ser abordados de forma preventiva, podrían quizás evitar que muchas mujeres se vean ante la tesitura de tener que decidir si recurrir o no a estos. Problemas que, de tratarse y politizarse, podrían también evitar una estratificación corporal entre mujeres jóvenes con capacidad reproductiva que se someten a tratamientos invasivos a cambio de cantidades económicas similares a las que marca el salario mínimo, y mujeres con relativa capacidad adquisitiva (aunque sea a costa de hipotecarse) que optan por utilizar esa capacidad reproductiva que, en muchos casos, han perdido. Una pérdida que sucede frecuentemente de forma mucho más rápida de lo que se esperaba o se tenía conciencia que iba a suceder, o por complicaciones comunes que a partir de cierta edad resultan mucho más difíciles de abordar. Es importante pensar en alternativas, porque los llamados tratamientos de ovodonación, así como los de preservación social de fertilidad y muchos otros de los ofertados por la industria reproductiva, son las respuestas que el mercado está ofreciendo al deseo reproductivo encorsetado en el actual modelo productivo, heteronormativo, capacitista y patriarcal; y desde las perspectivas críticas, emancipadoras y feministas tenemos capacidad creativa como para poder imaginar respuestas mejores, diferentes y, sobre todo, nuestras, vinculadas a ideas y prácticas más acordes con cómo vivimos y queremos vivir. Es un reto a abordar desde lo colectivo, no necesaria ni únicamente desde plantearnos si prohibir o no determinadas prácticas o técnicas, sino desde confrontar el problema de fondo que su uso nos está señalando, entender su complejidad, y hacerlo propio.

Crisis y mercados reproductivos

Un estudio reciente de un centro de investigación de la Comisión Europea señalaba que el sur de Europa destaca por un mayor uso de técnicas de reproducción asistida: dentro de la UE, España muestra el mayor porcentaje de recién nacidos procedentes de TRA, en torno al 9,3 %3 del total de nacidos, seguido de Grecia con un 5,8 % (Seiz, Eremenko y Salazar, 2023). Además, más de la mitad de los tratamientos con óvulos donados que se realizan dentro de la UE tienen lugar en el Estado español (Wyns et al., 2021), sea por parte de personas residentes o por lo que se ha venido a llamar turismo reproductivo, protagonizado de forma fundamental por viajantes de Francia, Inglaterra e Italia. ¿Por qué usamos más reproducción asistida en el sur de Europa? ¿Qué modelo reproductivo se está asentando en el contexto español y qué preguntas trae consigo? 

Bruna Álvarez y Diana Marre (2021) explican que en el Estado español se vive un momento de infertilidad estructural. En su trabajo muestran cuatro elementos vinculados a lo que denominan “gobernanza reproductiva”: el mercado laboral, las relaciones de género, el feminismo institucional y las narrativas de elección, y muestran cómo estas han cambiado la realidad reproductiva desde el baby boom hasta hoy, atravesadas y vehiculadas en parte por la reproducción asistida. Marta Luxán (2006), por su lado, ha trabajado en detalle los cambios en las formaciones familiares a lo largo del siglo XX en Euskadi, señalando cómo aquel momento excepcional de gran nacimiento de bebés fue más una excepción histórica que la norma anterior, y mostrando otras fluctuaciones en los modos en que la reproducción y la conformación de familias han tenido lugar allí donde el Eustat recoge datos. Si bien con su trabajo vemos las limitaciones de pensar en términos demográficos en comparativa con el baby boom, la mezcla de ambas perspectivas permite ver que los cambios actuales en la formación de familias son fuertes e importantes, no solo o necesariamente a nivel cuantitativo, pero quizás sí, o fundamentalmente, a nivel cualitativo. Es por ello que, tentativamente, opto por hablar de crisis reproductiva para contextualizar la expansión de los mercados reproductivos hoy, para poner el foco en una conjunción de factores económicos, farmacológicos, biomédicos y subjetivos que está modificando el modo en que nos reproducimos en los últimos años.

Hablo de crisis reproductiva para señalar algo que sucede entre la crisis de reproducción social y la crisis de cuidados, tal y como se han definido desde las perspectivas críticas y en búsqueda de diálogo con ellas (ver, entre otros muchos textos, Pérez Orozco, 2014; Fraser, 2016). Lo hago en dos sentidos principales: primero, como forma de señalar que actualmente existen en torno a la reproducción una serie de frustraciones, injusticias y desigualdades que es importante mirar. Segundo, porque considero que el modelo reproductivo anterior (aunque cambiante) está en crisis, y que lo nuevo está fraguándose entrelazado con estos mercados reproductivos. Creo que en este proceso de crisis y transformación existe un espacio posible a disputar, y considero que la atención y voluntad de subversión feminista puede ser clave para que esa transformación devenga en formas de maternar más vivibles que las que heredamos del pasado y mejores que las que nos ofertan los mercados. 

María Sánchez, en el prólogo del libro El vientre vacío de Noemí López Trujillo habla de su generación como mujeres crisálida en “un estado de espera, de latencia, de pausa, antes de una vida mejor”. Esta imagen, y la realidad sobre la que habla y hacia la que se dirige el libro, ejemplifica una sensación compartida por muchas mujeres nacidas entre los 80 y los 90 en el Estado español: aquellas que se ven en un “escenario donde plantearse tener hijos da pánico. Pero no tenerlos, cuando lo deseas tanto, también”. Mujeres que se han inscrito en la vida laboral en mitad de varias crisis y que han ido llegando a ciertos hitos de la transición a la vida adulta de forma más desordenada y tardía que las generaciones anteriores (tanto en España como en el resto del sur de Europa, como estudia Carmen Leccardi). Libros como Quién quiere ser madre de Silvia Nanclares o Lo que me sale del útero de María Alonso Suárez hablan desde las mujeres nacidas en los 70 u 80 que han confrontado el deseo reproductivo al final de los treinta o principios de los cuarenta, y de la complejidad de hacerlo de la mano de clínicas privadas que ofrecen potenciales soluciones a sus deseos acompañadas de agendas y lógicas propias. Muchas más son las obras de feministas en torno a las diferentes formas de maternar, conciliar o vivir la crianza en mitad de un contexto de profundización del individualismo, falta de redes y aumento de la precariedad, por un lado, y aumento de la conciencia feminista, por otro (entre otras: Olmo, 2013; León, 2017; Trujillo y Abril, 2020; Fernández, 2022; Oliver, 2022). Todos estos relatos, dentro de los que hay una mayor representación de personas blancas, universitarias, profesionales, nos muestran una realidad que, si bien no es la que enfrenta problemas más acuciantes, sí muestra diversas formas de precariedad que afectan a cada vez más gente, y cómo la cuestión reproductiva (y su negación) produce frustraciones y dolores particulares en nuestro momento histórico. En estos libros no están todas las voces que queremos integrar en las conversaciones sobre reproducción y reproducción asistida, pero sí hay voces que hemos de escuchar, que nos señalan un lugar que atender, porque lo merecen en sí y porque si en lugar de atenderlo desde perspectivas críticas se atiende solo desde los mercados, las respuestas que se den serán a costa de precarizar y empobrecer más a quienes sí están enfrentando problemas más acuciantes, como pasa ya con las cadenas globales de cuidados. 

España tiene una de las tasas de fecundidad más bajas no solo de Europa, sino del mundo, de 1,19, acompañada de una de las edades medias más tardías para el primer hijo: casi 32 para las mujeres (INE, 2021). No obstante, hablamos de crisis reproductiva no para señalar que nacen menos criaturas, algo que en sí mismo no sería problemático si coincidiese con el deseo de quien esté en edad reproductiva, sino porque cada vez más personas retrasan o renuncian a tener hijes por cuestiones económicas (laborales, habitacionales, etc.) y sociales (vinculadas por ejemplo a la dificultad para las mujeres heterosexuales de encontrar parejas corresponsables, la falta de apoyo estatal para la monomarentalidad, o la ausencia de estructuras para criar de forma más colectiva). La reproducción se sostiene en un peculiar equilibrio entre el mandato socio-familiar y el abandono público-institucional, siendo en muchas ocasiones sacada adelante en ese más acá del mercado, y sobre lógicas de abnegación feminizadas. 

Para situar las cifras de natalidad y edad reproductiva dentro del marco de crisis hay tres aspectos fundamentales: en primer lugar, la creciente brecha entre deseos y realidades reproductivas que señalan ciertos estudios al mostrar que las mujeres tienen menos criaturas y más tarde de lo que desearían (INE, 2018; Castro et al., 2020). En segundo lugar, las desigualdades que afectan específicamente a las familias y a la infancia, que tienen su reflejo extremo en los altos niveles de pobreza en hogares con criaturas (di Meglio et al., 2018; Ibarra Roca, 2021). Y, en tercer lugar, la normalización del uso de la reproducción asistida, que en el caso español abre puertas (medicalizadas, privatizadas y en ocasiones estratificadas) a resolver el deseo reproductivo de algunas personas a edades tardías (como hemos visto, no sin costes y frecuentemente a costa de la capacidad reproductiva de terceras en condiciones que no hemos acordado, pensado ni debatido socialmente).

Cambios y ausencias: a la búsqueda de nuevos modelos

Las generaciones que están en edad reproductiva ahora están atravesadas por los cambios que el feminismo, por un lado, y el neoliberalismo, por otro, están produciendo en nuestras sociedades. Entre estos cambios, aquellos impulsados por el feminismo y por el mayor papel de las mujeres en lo público muestran modificaciones profundas en torno a lo que significa ser mujer, tanto a nivel de expectativas propias y ajenas como a nivel familiar, vital y laboral. El resto de la sociedad (sector privado, ámbito público, y los hombres en su conjunto) no está cambiando al mismo ritmo, ni implicándose en sostener todo aquello que históricamente han sostenido y posibilitado las mujeres (en demasiadas ocasiones desde la abnegación). En este marco, el deseo y las realidades reproductivas mutan en su forma y en su realización, generándose un marco de incertidumbre, precariedad y frustración en torno a la crianza que tiene formas múltiples. A través de mercados reproductivos conformados en el sector privado en torno a la reproducción asistida se han generado una serie de respuestas a las frustraciones y deseos reproductivos. Pero, ¿qué implicaciones tiene resolver estas frustraciones y deseos a través de los mercados? Evidentemente, si lo miramos desde lo individual, la respuesta a esta pregunta dependerá de cada caso, tratamiento, deseo, frustración o vida. Pero si lo miramos a nivel social, y lo pensamos en términos más amplios, ¿qué supone estar atendiendo el deseo reproductivo a través de estos mercados? ¿Qué costes tiene (intentar) reproducirnos al final de nuestra etapa fértil? ¿Cuántas llegan demasiado tarde? ¿Qué supone para tantísimas mujeres jóvenes que uno de los primeros contactos con su potencialidad reproductiva sea aprender que puede conseguir dinero donando sus óvulos? 

Por un lado, todo lo anterior implica responder de forma medicalizada, privatizada e individualizada a los deseos y problemas reproductivos, no reconociendo las raíces comunes y sociales del problema que nos lleva a estas clínicas y, por tanto, no dándole una solución de fondo. Por otro lado, supone estratificar el acceso a la reproducción (asistida y no sólo), abriendo la puerta de atrás (muchas veces, de forma literal) a mujeres jóvenes con buena capacidad reproductiva en tanto proveedoras de material biológico, haciendo que la estratificación que ya se daba en torno a los cuidados tenga un nuevo nivel corporal. El problema, en este sentido, no es la reproducción asistida en sí (y de hecho, defendemos la inclusión garantista de la misma en el ámbito público), sino el papel que esta está teniendo en un mercado reproductivo particular, construido desde el sector privado y sus lógicas, y la forma en que este está vinculado a un cambio de modelo reproductivo que es insostenible y aumenta la estratificación reproductiva, tanto en el momento justo antes de tener criaturas como en todos los que vienen después. Dentro de estos últimos, quizás deberíamos prestar más atención a los duelos que ya hoy están teniendo muchas mujeres que renuncian a tener criaturas por no encontrar apoyos suficientes para ello, así como aquéllas que viven situaciones de pobreza incrementadas por, precisamente, tener que sostener crianzas en una sociedad que no asume su responsabilidad en sujetar lo reproductivo. 

En este texto he pretendido4, partiendo del marco que nos dan los datos en torno a uso de reproducción asistida y óvulos de donante, pensar la vinculación entre mercados y crisis reproductiva. No obstante, la idea era hacerlo con la mirada puesta en la búsqueda de formas más igualitarias, libres y gustosas de reproducirnos o, más bien, de maternar y criar. Formas que construyamos desde la fuerza del deseo, la atención a lo común y la búsqueda de des-estratificar el acceso al tiempo, al cuidado y a las vidas vivibles y por vivir. Desde la convicción de que solo a través de la conjunción y reconocimiento entre las distintas luchas y perspectivas emancipadoras es como se puede atender a la diversidad de lo que somos, y que desde ahí es importante entender y atender los malestares en torno al deseo reproductivo que configuran nuestros presentes. Entender y atender malestares que toman formas muy diversas según las posiciones que ocupemos y cuya solución tiene que darse desde una perspectiva de justicia reproductiva donde quepamos todas, y no unas a costa de las otras. 

Por Sara Lafuente Funes, investigadora en la Universidad de Frankfurt y autora de Mercados reproductivos. Crisis, deseo y desigualdad (Katakrak)
Fuente: Viento Sur

Referencias

Abril, Eva y Trujillo, Gracia (2020) Maternidades cuir. Madrid: Egales.

Alonso Suárez, María (2019) Lo que nos sale del útero. Barcelona: Bellaterra. 

Álvarez, Bruna y Marre, Diana (2021) “Motherhood in Spain: From the Baby Boom to Structural Infertility”, Medical Anthropology, vol. 41. 

Castro, Teresa; Martin, Teresa; Cordero, Julia y Seiz, Marta (2020) “La muy baja fecundidad en España: la brecha entre deseos y realidades reproductivas”, en Economistas sin Fronteras (eds.), Demografía: Cambios en el Modelo Productivo, pp. 8-14. 

Fernández, June (2022) “La tribu de las amatxus bollo”, Histeriak. 

Fraser, Nancy (2016) “Las contradicciones del capital y los cuidados”, New Left Review, 100. 

Ibarra Roca, Ricardo; Terán, Alexander, y Gonzalez-Bueno Uribe, Gabriel (2021) “Por una prestación para la crianza”, Plataforma de Infancia, Save the Children, UNICEF España. Disponible en línea: https://www.unicef.es/sites/unicef.es/files/comunicacion/Por-una-prestacion-para-la-crianza.pdf

INE. (2018) “Encuesta Fecundidad. Año 2018, datos avance”. “Casi tres de cada cuatro mujeres desearían tener al menos dos hijos”, Notas de Prensa, Instituto Nacional de Estadística. https:/www.ine.es/prensa/ef_2018_a.pdf

(2021) Instituto Nacional de Estadística: Indicadores demográficos básicos, Indicadores de fecundidad. 

Leccardi, Carmen (2005) “Facing uncertainty. Temporality and biographies in the new century”, Young. Nordic Journal of Youth Research, 13, 2, 123-146. 

León, Carolina (2017) Trincheras permanentes. Logroño: Pepitas de calabaza.

López Trujillo, Noemí (2019) El vientre vacío. Madrid: Capitán Swing. 

Luxán Serrano, Marta (2006) “Cambios generacionales en los procesos de formación familiar: la fecundidad de las generaciones de mujeres y hombres a lo largo del siglo XX”, Vasconia, 35, pp. 301-332. 

Nanclares, Silvia (2017) Quién quiere ser madre. Barcelona: Anagrama. 

di Meglio, Emilio y Kaczmarek-Firth, Litwinska, Rusu, Eurostat, Unit F.4., (2018) “Income and living conditions; Quality of life. Eurostat. Living conditions in Europe - 2018 edition”. Luxemburg: Publications Office of the European Union. 

Oliver, Diana (2022) Maternidades Precarias. Barcelona: Arpa.

Olmo, Carolina del (2013) ¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista. Madrid: Clave Intelectual. 

Pérez Orozco, Amaia (2014) Subversión feminista de la economía. Madrid: Traficantes de sueños.

SEF. 2019 y 2014. Informe estadístico de la preservación de la fertilidad. Sociedad Española Fertilidad-Registro SEF. www.registrosef.com.

Seiz, Marta; Eremenko, Tatiana y Salazar, Leire (2023) “Socioeconomic differences in access to and use of Medically Assisted Reproduction (MAR) in a context of increasing childlessness”, European Commission, Sevilla, JRC132097.

Wyns, Ch. De Geyter, C Calhaz-Jorge, M S Kupka, T Motrenko, J Smeenk, C Bergh, A Tandler-Schneider, I A Rugescu, S Vidakovic y V Goossens (2021) “ART in Europe, 2017: results generated from European registries by ESHRE”, Human Reproduction Open, vol. 2021, Issue 3.1
12.509 bebés. En 2014, este dato era significativamente menor, 7.842
2
Mercados, aquí y en adelante, en referencia a los surgidos en torno a las clínicas privadas de reproducción asistida.
3
En el texto se plantea que es posible que esta cifra sea menor, al incluir nacimientos de no residentes en España (turistas reproductivos). No obstante, cabe pensar que estos tratamientos a no residentes no se registran con igual constancia, sobre todo en relación a su evolución en nacimientos, por lo que si existe algo de sobredimensión, esta puede no ser muy importante.
4
Gracias a Justa Montero por animarme a escribir este texto y a Marta Carramiñana por leerme y ayudarme a mejorarlo. A ambas, por la suerte de pensar juntas.

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in