enero 19, 2024

Gala Hernández: “Alguien debería explicarle a los ‘incels’ que su enemigo no son las mujeres sino el capitalismo

La cineasta está en la carrera de los premios César por su cortometraje ‘La mecánica de los fluidos’, un ensayo fílmico sobre la misoginia de los llamados «célibes involuntarios».

La cineasta Gala Hernández López. ÁLVARO MINGUITO

En 2018, un incel apodado AnathematicAnarchist publicó en Internet su carta de suicidio. Aquel texto emocionó a Gala Hernández López (Murcia, 1993), que decidió hacer un corto documental sobre él y sobre estos hombres que odian a las mujeres: La mecánica de los fluidos. La película, un ensayo fílmico realizado con retazos de vídeos de estos «célibes involuntarios», consiguió pasar a la ronda final de las candidatas al César, los premios del cine francés. El próximo 24 de enero se conocerá la lista oficial de nominados. Mucho antes ya fue reconocido por el Festival de Valladolid con el premio Tiempo de Historia.

Lo primero que llama la atención en tu corto es el enfoque. No tratas al incel con desprecio sino con compasión.

Creo que no fui muy consciente de que mi peli era un ejercicio de empatía. La carta de suicidio de Anathematic me emocionó, fue simplemente eso. En cualquier caso, no me interesa el cine con mensaje. Me interesa mucho más un cine que incomoda y que plantea preguntas. Un cine que nos va a llevar, tanto a los espectadores como a mí, a una posición inesperada. La esperada es que yo, como mujer feminista, mire a este tío con odio o con rabia. Pero me parecía más interesante desarticular esa primera reacción. La pregunta clave es: ¿podemos, al menos, tratar de entender qué los ha llevado a ser como son, a tener esas ideas? ¿Cómo se construye su subjetividad? ¿Qué factores socioculturales y materiales determinan su ideología? 

Sin embargo, el debate feminista es tan agresivo que hacerse ese tipo de preguntas parece revolucionario.

Esa agresividad me da mucha pena y no afecta sólo al feminismo sino a toda la izquierda. Me parece enriquecedor que no haya un solo feminismo hegemónico sino varios feminismos, pero en seguida surge la violencia verbal. Se está perdiendo la capacidad de debatir con matices y creo que las redes sociales tienen mucha culpa de eso. La polarización empobrece muchísimo el debate. Esta cultura del like, del tweet, del comentario está matando la complejidad del pensamiento político.

Has vivido mucho tiempo en Francia. ¿Hasta qué punto ha influido en tu película esa tradición racionalista, cartesiana de la cultura francesa?


En mi caso es algo biográfico: yo estudié en el Liceo Francés, me socialicé en un entorno francófono. Luego fui a Francia, con 23 años, para hacer un máster y mi tesis. Allí es donde adquirí las herramientas de la investigación académica, y creo que eso sí que se nota en el corto. Esa metodología está basada en el análisis, en el pensamiento crítico y en la argumentación. Eso es muy francés, lo admito. [Risas].

Tesis, antítesis, síntesis. Era así, ¿no?

¡Exacto! [Risas] Esa es la estructura clásica de la dissertation. Los exámenes de filosofía en selectividad usan ese sistema. Son exámenes extenuantes, como de ocho horas. Francia, socialmente, tiene cosas horribles. Es un país violento, racista, muy duro para vivir. Pero también tiene algo muy bueno: su respeto hacia la cultura, lo intelectual, el pensamiento crítico y humanista. Esa tradición no la tenemos en España. En ese sentido, me siento un poco francesa.


A pesar de todo.

Es que Francia ha gestionado muy mal su pasado colonial. Metieron a los franceses de las colonias en guetos y ahora, efectivamente, tienen un problema. Cada vez hay más desigualdades y hay una crispación y un desgarro entre las clases sociales, entre los blancos y las personas racializadas que es muy heavy. Me entristece mucho. Se está acumulando una cantidad enorme de cólera y de frustración en esos barrios. Es un país rarísimo, porque vive en una dicotomía esquizofrénica entre la cultura, el hiperracionalismo, el cine, el arte, los museos… y luego esta violencia no gestionada e irracional.

¿Te fuiste por eso?

Francia es un país fascinante pero muy difícil para vivir. En París tienes la sensación de que todo el mundo está muy crispado, como a punto de morderte, de que todo va a explotar en algún momento. Y creo que eso se debe a que es un país con un altísimo nivel de violencia simbólica. Se ve en la tele, en los discursos de los políticos, en todo. Por otra parte, hay un gran respeto por la cultura y por la autocrítica. No es extraño que Pierre Bourdieu, el gran teórico del clasismo, sea francés. Allí se habla mucho de la universidad como máquina de igualación social, pero no es cierto. Para hacer carrera tienes que ser un normalien, un alumno de la Escuela Normal Superior. Da igual lo listo que seas o lo interesante que sea tu trabajo, si no pasas por esos establecimientos académicos, por el Lycée Henri IV, la ENS, Science Po, etc., no tienes nada que hacer. Todos han pasado por ahí. En descargo de Francia hay que decir también que la radio pública tiene programas culturales con un seguimiento enorme, porque la cultura es algo muy, muy importante. Sus leyes de protección del artista son modélicas y su industria cinematográfica es tan potente que hoy cofinancia casi todo el cine que se hace en Europa.

¿Qué te lleva a investigar sobre AnathematicAnarchist?

Pues que su carta, más allá de la ideología incel, decía algunas verdades. Hablaba de un sistema que no se ocupa de la salud mental de los ciudadanos. Había una desesperación y un sufrimiento que me emocionaron. Creo que Anathematic, en mi película, no es una persona. Es un símbolo, un icono que representa a toda la comunidad. No tiene imagen ni voz. La única encarnación que encontré de él fue textual. Eran sus cartas, sus poemas. El chico que aparece en la película se llama igual, pero no creo que sea él. Yo creo que está muerto, que efectivamente se suicidó en 2018. Pero lo más fuerte es que publicó su carta de suicidio y se quedó a leer los comentarios. ¡Y los contesta! ¿Cómo de mal hay que estar y qué nivel de esclavitud hacia las redes hay que tener para hacer eso?

¿Y eran comentarios ofensivos o de ánimo?

Eran absolutamente ofensivos. En la comunidad incel todo lo que se dice es extremadamente ofensivo. Además, Anathematic había sido muy polémico entre ellos por una serie de decisiones que tomó, como, por ejemplo, nombrar coadministradora del foro «Braincels» a una mujer. Aquello fue la hecatombe. Por eso acabó siendo una persona muy detestada en la comunidad incel. Él tenía problemas reales de enfermedad mental. Después de hacer la película encontré más posts suyos en los que estaba ya completamente paranoico. Decía que le perseguía la CIA, que le habían puesto un chip bajo la piel…

Aparte del trasfondo sociológico, ¿no crees que tu película habla básicamente de la depresión?

La depresión es una parte importante, claro. Yo misma creo que pasaba por un episodio pseudodepresivo cuando me puse a hacer la película. Pero creo que hay más cosas. Tú puedes tener una depresión y no acabar siendo un misógino y un canalla. Creo que es gente aislada socialmente y en busca de un sentido de pertenencia. Encontrar la identidad incel les aporta un consuelo y, lo más importante, una explicación del mundo, una cosmovisión. Hay más gente como tú que te dice: «Mira, estás mal y te voy a explicar por qué: la culpa es de las tías».

Todos son muy parlanchines. Hablan y hablan construyendo argumentos desde el ángulo equivocado. Y esa racionalización sesgada acaba empeorando su problema.

Esa parte es muy interesante. A mí me pareció rarísimo encontrar un grupo de hombres hablando de sus emociones. Y los que más hablan son los más machos, en el sentido patriarcal de la palabra. Me interesó y, de alguna manera, me enterneció. Quizás me salió la vena maternal, los cuidados, el deseo de querer salvarlos.

Tinder tiene una importancia capital en tu corto. Lo llamas «la fábrica de incels».

Claro. Saco a un chico que desliza el dedo por la pantalla de la aplicación y 200 tías le dicen que no. Entiendo que eso debe de provocar mucho dolor. El cerebro humano no está preparado para una bofetada así. Aún no hay un estudio académico serio sobre el vínculo entre las aplicaciones de citas y los incels, pero yo estoy convencida de que existe.

Hay 200 mujeres que le dicen que no en esa aplicación, pero quizás haya 200.000 en el mundo que le digan que sí. Ese rechazo digital, por tanto, no es real.

Yo creo que algo de verdad sí que hay. Se ha teorizado mucho sobre la miseria sexual, que está concentrada en hombres jóvenes y en mujeres a partir de los 50 años. Y eso es un problema. Hay mucha gente sufriendo por esto. Es un tema del que hay que hablar. Efectivamente, entre estos chicos hay muchos que nunca han tenido un momento de intimidad con una mujer, que son vírgenes. Esto es duro, claro, pero no es en absoluto culpa del feminismo.

Y algunos ni siquiera hablan de sexo. Hablan simplemente de la experiencia amorosa.

En la película aparece uno que dice que nunca ha cogido de la mano a una chica. Mi teoría, que quizás es un poco naíf, es que todos necesitamos amor. Es imposible que las personas que no han sido queridas no transformen ese vacío en agresividad y en depresión.

No han tenido amor ni tampoco amistad con mujeres. Hace poco dedicamos un dossier de La Marea a ese tema.

Acabas de tocar un asunto… Es un temazo que va mucho más allá de la comunidad incel. Yo hablo constantemente de eso, me obsesiona. Para mí ha sido muy difícil tener amistad con hombres, pero no porque yo no quisiera sino porque me ha costado mucho que no me eroticen, que no me sexualicen. Me ha pasado con amigos de muchos años que de pronto… Y tú te preguntas: «¿Pero de dónde viene todo esto? ¿Cómo puede ser que después de tantos años se te cruce un cable y te apetezca acostarte conmigo?». Creo que esto es algo que los tíos tienen que trabajarse muchísimo.

Me parece que las generaciones más jóvenes empiezan a tener eso bastante más claro.

Sí, creo que sí. Pero mi generación, no.

¿El fenómeno de los incels es algo puramente americano?

No, de hecho nació en Canadá, y también hay muchísimos incels en Europa. En cualquier caso, como ocurre con todos los fenómenos de Internet, es algo que tiene su fecha de caducidad y ahora mismo está en retroceso. Hubo una burbuja incel que fue, aproximadamente, de 2015 a 2020. De ahí surgió algo nuevo en la manosfera: los llamados «MGTOW», que es el acrónimo de «Men Going Their Own Way». Los incels aún tienen un deseo de acercarse a las mujeres, pero estos tíos MGTOW ya han dimitido. Son hombres supermisóginos, como los incels, pero van mucho más allá: propugnan que no haya ninguna mujer en tu vida. Y que si puedes vivir sin tener absolutamente ningún contacto con ellas, pues mejor. Eso incluye cortar los vínculos con tu madre y con tu hermana. Esta comunidad, ahora mismo, es increíblemente grande en Internet. Es tremendo.

Hablabas antes sobre el vínculo entre las aplicaciones de citas y los incels. ¿Entre los incels y el auge de la extrema derecha también hay un vínculo?

Hay un artículo interesantísimo, que me inspiró mucho, que se llama From Pick-Up Artists to Incels. Los pick ups artists son los influencers que te dan consejos para ligar. El artículo teoriza sobre los incels como otro fracaso más del neoliberalismo, de la sociedad entendida como competición. El auge de la extrema derecha tiene ciertos paralelismos. A ti lo que te pasa es que eres un obrero explotado al que le están jodiendo y por eso acabas votando a Vox. Pero tu problema no es la izquierda, ni el feminismo, ni nada de eso. Tu problema es el capitalismo, amigo. La causa está en el sistema injusto, inhumano, que nos coloca ante las pantallas y nos aísla. Pero, claro, ¿cómo le explicas esto a un incel? Hay que educarles. Alguien debería explicarles que su enemigo no son las mujeres sino el capitalismo.

El cortometraje ‘La mecánica de los fluidos’ está disponible en la plataforma de Filmin.

Fuente: La Marea
Esta entrevista fue publicada en #LaMarea98, en el suplemento cultural El Periscopio. Puedes conseguir la revista aquí.

Agradecimientos: Cafetería HD de Madrid.

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