febrero 18, 2024

Audre Lorde, la poeta crítica con el feminismo blanco


Para la escritora afroamericana, las emociones eran un recurso político al que acceder a través de la palabra. Autodefinida como poeta, negra, lesbiana, madre y guerrera, pasó a la historia por su crítica constructiva del feminismo blanco. Repasamos algunos de sus textos sobre activismo, vulnerabilidad y autocuidado.


+Foto: Cordon Press


Para Audre Lorde (Harlem, Nueva York, 1934- Saint Croix, 1992), la palabra era un bálsamo contra el miedo. Pero también una herramienta poderosa con la que reafirmar la existencia en este mundo. Cuando la poeta americana se presentaba a sí misma cual “negra, lesbiana, madre, guerrera y poeta”, mostraba sus diferencias como una puerta abierta hacia la libertad.

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Su crítica al feminismo blanco fue crucial en el avance de un activismo más diverso. Según su pensamiento, únicamente contemplando y aprendiendo de las experiencias de todas las mujeres, y no solo de aquellas más visibles -blancas heterosexuales-, podría el feminismo deconstruir lo que ella identificaba con “la jerarquía de la opresión”. De hecho, su famoso ensayo, Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo (1979), supuso un valioso instrumento para evidenciar el privilegio blanco que prevalecía en la época.

En la actualidad, movimientos como Black Lives Matter o Say Her Name encuentran todavía en sus palabras una fuente de energía para luchar contra las desigualadades raciales imperantes en muchos lugares del mundo. Desmantelar los mecanismos opresores del heteropatriarcado entrañaba para Lorde un propósito creativo: el reconocimiento, más allá de la tolerancia, de nuestras diferencias como motor de cambio.

TU SILENCIO NO TE PROTEGERÁ


Cuando Audre Lorde supo que tenía un tumor con elevadas probabilidades de ser maligno, tomó conciencia profunda de su propia mortalidad y se vio obligada a revisar su vida a través de una nueva lucidez, llegando a la conclusión de que para lograr sus objetivos debía conseguir “la transformación del silencio en lenguaje y acción”, palabras que dan título a uno de sus ensayos más conocidos. “Iba a morir, si no antes o después, tanto si había hablado como si no. Mis silencios no me habían protegido. Tu silencio no te protegerá”, explicaba ella misma. Aquel tumor era benigno -aunque finalmente murió a los 58 años tras 14 de lucha contra el cáncer-, pero el tiempo que vivió puso en palabras sus propios sentimientos, lo que inspiraría a miles de personas en todo el mundo.

Convertir el silencio en lenguaje puede entrañar peligro pues, como decía la propia Lorde, la visibilidad conlleva mayores dosis de vulnerabilidad. “Empecé a reconocer una fuente de poder dentro de mí misma que proviene del conocimiento de que, aunque lo más deseable es no tener miedo, aprender a poner el miedo en perspectiva me dio una gran fuerza”, apuntaba.

Sin embargo, Lorde analizó los beneficios del miedo y de plasmar sobre el papel los sentimientos. Poner en palabras nuestras emociones es un acto de autorrevelación que nos conecta con el manantial de nuestra fuerza interior, explicaba en sus textos. Cada intento de traducir las verdades que buscaba, además, le habían puesto en contacto con otras mujeres de distintas razas, edades o tendencias sexuales con las que compartía lo que ella definía como “una guerra contra las tiranías del silencio”.

Uno de los elementos clave del pensamiento de esta feminista histórica es el erotismo. Para la poeta, este se encuentra instalado en una dimensión femenina y espiritual, pero también sepultado bajo la opresión del sistema que silencia cualquier energía que los oprimidos puedan irradiar en favor del cambio. Desde su punto de vista la existencia de lo erótico en las mujeres ha sido tachada de sospechosa y despreciable llegando a hacer creer a las mujeres que solo suprimiéndolo conseguirán sobrevivir según las normas de la sociedad.

Tal es la importancia que otorga la poeta a lo erótico que en su ensayo Usos de lo erótico: lo erótico como poder (1978), Lorde señalaba como falsa la dicotomía entre lo espiritual y lo político. Y es precisamente el erotismo el que tiende puentes entre una idea y otra a través de la sensualidad y el amor en todas sus definiciones. “Para mí, lo erótico es como una semilla que llevo dentro. Cuando se derrama fuera de la cápsula que lo mantiene comprimido, fluye y colorea mi vida con una energía que intensifica, sensibiliza y fortalece toda mi experiencia”, explicaba.

Desde su punto de vista, alcanzar el poder de lo erótico supone entrar en contacto con una energía creativa que nos lleva a autoafirmarnos a partir de gestos que desencadenen cambios genuinos y reales. O lo que es lo mismo, es una manera de vivir más allá de las cadenas clasistas, machistas, racistas y antieróticas.
LA POESÍA NO ES UN LUJO

Esa energía creativa con la que entramos en contacto a través del eros, se canaliza, según Lorde, mediante el cultivo de la poesía. Desde su manera de pensar, la poesía, entendida como el uso de la imaginación en un sentido más amplio, ayuda a poner en palabras ideas veladas que no tienen nombre ni forma, pero que laten en la conciencia. “Todas y cada una de nosotras, las mujeres, poseemos en nuestro interior un lugar oscuro donde nuestro auténtico espíritu oculto crece y se alza, hermoso y sólido como un puntal contra nuestra pesadilla de debilidad e impotencia”, afirmaba.

Ella lo define y lo defiende como una “reveladora destilación de la experiencia” que no debería ser un lujo para las mujeres, pues supone una necesidad vital. Primero se ponen en palabras, apuntaba la poeta, después se convierten en ideas y finalmente se manifiestan en acciones duraderas.

Insistía de nuevo con su ensayo La poesía no es un lujo (1978) en la necesidad de compartir con otras mujeres las viejas y las nuevas ideas, así como infundir confianza las unas en las otras. Y apostaba por la creencia en la madre negra universal que susurra en sueños: “siento, luego puedo ser libre”.

En definitiva, Audre Lorde fue una luchadora por la igualdad y la libertad, términos que continúan mostrándose incompletos en muchas partes del mundo.

Por Marisa Fatás
Fuente: National Geographic

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