marzo 09, 2024

Narges Mohammadi denuncia la cruda realidad de las mujeres en las cárceles iraníes


Un año después de recibir el Premio Nobel de la Paz 2023, la activista iraní Narges Mohammadi escribe 'Tortura blanca' (Alianza).


Un año después de que le concedieran el Premio Nobel de la Paz 2023, Narges Mohammadi, reconocida internacionalmente por su incansable defensa de los derechos humanos y a favor de las mujeres iraníes, ha escrito desde la cárcel ‘Tortura blanca’, un libro en el que denuncia públicamente el «acoso», las «palizas» y las «brutales técnicas de tortura» que sufren al igual que ella, todas las presas encarceladas en el país por razones políticas o religiosas.

Mohammadi (1972, Zanyán, Irán), que ha construido este relato de denuncia a partir de entrevistas con mujeres iraníes encarceladas, escribe desde la resistencia e integridad con la valentía y fortaleza de quien cree profundamente en su causa y no va a desistir ante las incesantes amenazas del régimen teocrático de los ayatolás.

El 16 de noviembre de 2021, la detuvieron a causa de la escritura de ‘Tortura blanca’ (Alianza) tras acusarla de «ensuciar en todo el mundo el nombre de Irán». El tribunal de primera instancia dictaminó una condena de ocho años y dos meses, y setenta y cuatro latigazos, que finalmente quedó en seis años y el mismo número de azotes.

Para entonces, Mohammadi ya sumaba 30 años de prisión si se consideran otras penas que tenía pendientes. Sin embargo, este nuevo revés no la ha paralizado. Su lucha continúa desde la cárcel y en las primeras páginas se puede constatar su convicción:


«Volverán a meterme entre rejas. Pero no cejaré en mi campaña hasta que no se impongan en mi país la justicia y los derechos humanos».
Alto precio por la defensa de los derechos humanos en Irán

Mohammandi cuenta con una dilatada trayectoria como defensora de los derechos humanos. Comenzó su andadura militante mientras estudiaba física en la universidad y desde entonces se ha caracterizado por su resistencia constante y no violenta.

El régimen iraní sigue sus pasos de cerca desde que la detuvieran por primera vez con apenas 19 años por vestir un abrigo naranja. Cuando se instauró la República Islámica, en 1979, se impuso el color negro como el tono favorito de los integristas. 

Hoy, a pesar de estar entre rejas, sigue ostentando el cargo de vicepresidenta del Consejo Nacional para la Paz y vicepresidenta y portavoz del Centro de Defensores de los Derechos Humanos.

A lo largo de sus años de activismo, ha reivindicado el derecho a la protesta pública, la abolición de la pena de muerte y los derechos de las mujeres iraníes.

Comprometida con el movimiento «Mujer, vida, libertad», que se despertó tras las protestas que siguieron a la muerte de Masha Amini, la Nobel de la Paz organizó protestas durante el Día Internacional de la Mujer, mientras estaba encarcelada en la prisión de Evin (Teherán).

Dada la incomodidad que su figura supone para los integristas tanto fuera como dentro de la cárcel, hace años el funcionario de seguridad asignado le informó de que quedaría en libertad si ponía fin a su campaña y si se deshacía de todas sus responsabilidades en el Centro de Defensores de los Derechos Humanos. Coacción ante la que no se doblegó.


«Ningún muro de la cárcel ha impedido que la voz de Narges llegue a la gente», escribe en el prólogo la abogada iraní Shirin Ebadi, también Nobel de la Paz 2003.

En total, la física ha sido detenida 13 veces, condenada en 5 ocasiones y sentenciada a 31 años de prisión y 154 latigazos. En la actualidad, como cientos de mujeres, Mohammadi sigue encarcelada en una prisión en Irán, en Zanyán.
Torturas en las cárceles: aislamiento, acoso y palizas

Su situación en el presidio es crítica. Sufre de afecciones neurológicas y pulmonares, y está privada de los derechos que ostentan los demás reclusos, como la libertad condicional a la que se le deniega el acceso a pesar de cumplir con los requisitos, relata en el libro.

Además, en ‘Tortura blanca’ señala que las mujeres detenidas por razones políticas y religiosas sufren acoso, palizas por parte de los guardias, aislamiento total, denegación de cualquier tipo de tratamiento médico y castigos disciplinarios, entra otros tratos inhumanos.

Las familias de las encarceladas tampoco conocen el paradero de las prisioneras y también sufren amenazas. En el caso de Mohammandi, su marido y sus dos hijas se exiliaron a Francia.

La tortura blanca, que da título a este libro, alude al despojo de las presas de cualquier tipo de estímulo sensorial durante largos períodos de tiempo. Esta técnica se aplica junto con el aislamiento y los interrogatorios y, en muchos casos, las encarceladas apenas han pasado por un juicio formal previo.

La tortura blanca, según explica la activista, se lleva a cabo mediante una estructura arquitectónica determinada, el comportamiento despiadado de los funcionarios y las inquisitivas preguntas de los interrogadores.

También controlan la luz de las celdas para que las presas no puedan distinguir si es de noche o de día y se les alteren los patrones del sueño. Con este mismo objetivo, también se les vendan los ojos siempre que salen de las celdas.
Denuncia coral contra el régimen iraní

Entre las mujeres entrevistadas que han participado en la elaboración del libro, se encuentran: Nigara Afsharzadeh, acusada de espionaje; la activista civil a favor de los derechos de los niños y niñas Atena Daemi; la investigadora en ciencias sociales Zahra Zehtabchi; la también acusada de espionaje Nazanin Zaghari-Ratcliffe y Mahvash Shahriari, quien profesa la fe bahaí, considerada «una secta engañosa» por el régimen.

Asimismo, Mohammadi también relata la historia de la periodista activista de los derechos de las mujeres y de la prensa Hengameh Shahidi; la también periodista y activista social Reyhaneh Tabatabaei; Sima Kiani, quien profesa la fe bahaí y Fatemeh Mohammadi, detenida por convertirse al cristianismo.

Por último, entrevista a la acusada de pertenecer a grupos armados enemigos Sedigheh Moradi; las integrantes de una orden derviche, no reconocida por el régimen, Nazila Nouri y Shokoufeh Yadollahi; y la periodista y activista por los derechos de las mujeres, Marzieh Amari.

En estas páginas, la activista iraní también señala la privación de derechos de las mujeres en Afganistán, después de que el régimen talibán se hiciera con el control completo del país durante el verano de 2021.

Organizaciones internacionales en defensa de los derechos humanos, como Amnistía Internacional, Reporteros Sin Fronteras o PEN International, respaldan el activismo de Narges Mohammadi y denuncian la falta de derechos y libertades en la República Islámica.

Por Ane Amondarain
Fuente: Efeminista

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