Planchado de pechos para no gustar ni ‘provocar’: la tortura escondida de miles de niñas nigerianas
Naciones Unidas ha calificado esta práctica como una de las cinco formas de maltrato contra la mujer menos documentadas del mundo. En este país africano, donde la ley protege a las ciudadanas de toda forma de violencia, miles de menores la sufren cada año
Mabel Peter, refugiada camerunesa víctima del planchado de senos, fotografiada el 1 de junio en Abuya (Nigeria).ABDULWAHEED SOFIULLAHI
Un día después de que Mabel Peter cumpliera 10 años, tres mujeres mayores le sujetaron firmemente las piernas mientras su madre le presionaba contra los pechos un objeto ardiente, recién retirado del fuego. La niña, refugiada camerunesa en el pueblo nigeriano de Abiao, aulló de dolor. Han pasado dos décadas y Peter, de 32 años, vive con su marido en la capital de Nigeria, Abuya, y todavía padece las secuelas de aquella tortura. Sufre fuertes dolores, sus pechos son desiguales y se han vuelto flácidos porque los músculos se han debilitado. “Al principio pensaba que tener dolor era normal y tomaba analgésicos. Cuando me casé, empeoró y el doctor me confirmó que eran secuelas del material usado para planchar mis pechos”, explica la mujer a este diario.
Naciones Unidas ha calificado el planchado de senos como una de las cinco violencias contra la mujer menos documentadas del mundo. Diversos informes mencionan que unos 3,8 millones de adolescentes africanas la han podido padecer y citan a la ONU como fuente de esta estimación, pero no existen datos contrastados. Según la definición de la agencia de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), esta práctica consiste en “masajear o golpear los pechos de las niñas con objetos calientes para suprimir o revertir su crecimiento”. La finalidad es evitar el acoso, la violación o el secuestro, en definitiva, que los hombres se sientan atraídos por una chica y esta pueda seguir con su vida y sus estudios. En muchos casos este acto terriblemente doloroso lo practican las madres de las niñas.
El planchado de senos es frecuente en varios países de África Occidental y Central y especialmente en Camerún, donde se calcula que una de cada cuatro niñas ha sido sometida a esta práctica. En Nigeria, cualquier violencia contra la mujer, como la mutilación genital femenina, el planchado de senos o los matrimonios forzados, son delitos contemplados en la Ley de Prohibición de la Violencia contra las Personas (VAPP, por sus siglas en inglés). Pero la práctica sigue existiendo y castiga cada año a miles de niñas. Además, va más allá de las fronteras africanas y a principios de 2019, el diario británico The Guardian descubrió varios casos en el Reino Unido, que podrían haber afectado a unas 1.000 niñas migrantes.
Odunola Olabintan, directora y fundadora de The Health City, una organización centrada en la educación y la salud, alerta de que, además del daño psicológico, puede haber complicaciones médicas, ya que los objetos utilizados a veces no están esterilizados, lo que provoca infecciones, abscesos, daños en los tejidos y asimetría mamaria. Esta práctica también puede dañar el tejido y afectar a la producción de leche en etapas posteriores de la vida. “El planchado de los pechos es muy doloroso. Además del daño inmediato, la práctica puede causar problemas físicos graves como abscesos, quistes, picores, dolor constante, quemaduras por el contacto de objetos calientes y daños en los tejidos”, explica la experta.
Un delito a la sombra
En la comunidad de Pygba, en Abuya, el planchado de senos es tristemente frecuente. Basta una conversación con las mujeres de la zona para caer en la cuenta de que casi todas han sufrido este maltrato, como ocurrió con sus madres y sus abuelas.
Loverth David, víctima del planchado de senos, el 1 de junio en Abuya.ABDULWAHEED SOFIULLAHI
Loverth David tenía 13 años y vivía en Pygba cuando su madre la obligó a someterse al planchado de senos para evitar el acoso sexual. Años después, cuando estaba a punto de casarse, David sufría fuertes dolores en los pechos que controlaba con analgésicos. “Solía ir a una farmacia a comprar medicamentos cada vez que me dolía el pecho, pero cuando me casé, el dolor empeoró y me afectaba más”, cuenta. En 2021, cuando estaba a punto de dar a luz, un médico le explicó que el planchado le había dañado el tejido mamario, que contiene las glándulas que producen la leche, lo que podía dificultar la lactancia. “Después de que el médico me informara de que los pechos planchados cuando era joven podrían afectarme cuando diera a luz, mi marido y yo comprobamos que no podíamos permitirnos el tratamiento para tratar el tejido dañado”, lamenta.
El planchado de senos suele realizarse al amanecer o al anochecer para ocultarlo a los demás miembros de la familia, especialmente a los varones. A menudo se lleva a cabo en zonas aisladas de la casa, como la cocina, donde se dispone fácilmente de los instrumentos necesarios. Según testimonios y estudios, se realiza con utensilios como piedras de moler, objetos ardientes, calabazas, martillos o espátulas. A veces, los pechos se aplastan usando un cinturón o una banda ajustada.
Maureen James, de 25 años, que creció en la misma comunidad que David, también sufrió este maltrato al cumplir 14 años. A los 16, empezó a experimentar fuertes picores y hemorragias en los pechos. La situación le provocó un profundo malestar con su madre, lo que llevó a James a huir de casa. “Me escapé y trabajé para algunas personas en el mercado de Wuse, aquí en Abuya”, cuenta. “Una de las mujeres que me alojaba se dio cuenta de mis llantos nocturnos y mis picores constantes. Me llevó al hospital, donde el médico dijo que la forma en que me plancharon los pechos me había causado una infección que requería tratamiento a largo plazo y posiblemente cirugía”, agrega, explicando que no podía pagar esos cuidados médicos y que sigue viviendo con un dolor muy fuerte.
Maureen James, víctima del planchado de senos, el 1 de junio en Abuya.ABDULWAHEED SOFIULLAHI
Olanike Timipa-Uge, directora ejecutiva de Teenage Network, una organización centrada en el poder transformador de la educación y a la prevención e intervención contra la violencia de género, ha estudiado los casos de planchado en algunas comunidades de Abuya, donde, según la ONG, una de cada tres adolescentes habría sufrido esta práctica.
Timipa-Uge explica que el índice de denuncias sigue siendo muy bajo y que los casos son aún mayores en áreas alejadas de la capital. “Hemos llevado a cabo amplios programas de divulgación para educar a los progenitores sobre las graves consecuencias para la salud del planchado de senos”, señala la responsable. “Hacemos hincapié en la manera en que esta práctica perjudica el futuro de las niñas y dificulta sus aspiraciones. Además, hemos enviado numerosas cartas al Ministerio de Asuntos de la Mujer instando a la abolición de esta práctica nociva”.
En enero de este año, la prensa local nigeriana publicó que la ministra de esta cartera, Uju Kennedy-Ohanenye, visitó recientemente Pygba, justamente para interesarse por estos casos de planchado de senos, y declaró que, con el apoyo de los gobernantes tradicionales y los jefes de aldea, “se establecieron tribunales móviles especiales para procesar a las personas que se presten a tales actos de barbarie”.
Por Abdulwaheed Sofiullahi
Fuente: El País