Vivir con sentido, clave en un envejecimiento heterogéneo
La importancia numérica de la generación baby boomer, que empieza a jubilarse, pone el foco en todos los temas relacionados con el envejecimiento. El aumento de la longevidad exige reconocer la diversidad en las diferentes etapas de la vejez.
Anna Freixas. (Remedios MÁLVAREZ)
En este reportaje recogemos las perspectivas de tres ponentes del curso de verano de la UPV 'Los desafíos de la nueva longevidad', que tuvo lugar en el Palacio Miramar de Donostia en julio. Una de ellas es Mercè Pérez Salanova, doctora en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona. A lo largo de su vida profesional se ha dedicado al envejecimiento y fue la primera decana del Colegio de Psicólogos de Catalunya. Ahora está jubilada de su actividad en la docencia y en los servicios públicos, pero sigue implicada en diferentes proyectos. Por ejemplo, investiga en el Institut de Govern i Polítiques Públiques.
«Cada vez vivimos más años y a la vez se produce una revitalización de la vejez, es decir, las personas que ahora tenemos 70 años, a menudo, estamos en unas condiciones que nos aproximan más a las de 60 años de hace una década. Ese rejuvenecimiento de la población, que se deriva de los trayectos vitales y no solo de las condiciones en materia de salud, puede provocar la imagen de que se está retrasando la llegada a la vejez. Pero ahí estamos: somos personas mayores», reflexiona.
La segunda idea que le parece interesante aportar es que vivimos en un mundo en el que no suena bien decir que una persona es vieja. «Desde fuera tú puedes verme como una persona con mucha vitalidad, ilusionada, en forma, involucrada en actividades, con una serie de características que para ti no son de vieja. Por otra parte, decir que una es vieja no está reconocida como algo positivo, las propias personas mayores tendemos a no reconocernos como viejas».
«Esa tendencia, que está en concordancia con la revitalización antes comentada, configura una etapa vital distinta. Pero, a la vez, no reconocerse como una persona vieja dificulta que podamos conectar con nuestra vida en el futuro, pensar en el impacto de las enfermedades crónicas o en las necesidades de apoyos, y en consecuencia, prepararnos. También puede ser un obstáculo para aquellas personas mayores que en la actualidad padecen situaciones de fragilidad o de dependencia».
«A veces preferimos quedarnos con esta imagen de elevada vitalidad y energía sin reconocer que la vejez es también limitación. Que yo hago todo lo que hago pero que me canso más que antes, y me planteo cada vez más dónde pongo el acento, a qué cosas digo que sí y a qué cosas digo que no, aunque las vea muy bonitas o interesantes. Me parece que es importante tener una conciencia de mis límites; eso no me quita alegría, me permite conectar conmigo».
Para una misma y para la comunidad
El paradigma del envejecimiento activo se ha aplicado de forma simplificada: prevalece la idea de que envejecer bien consiste en hacer muchas actividades. Frente a esa visión, reivindica la opción de «envejecer con sentido» y la importancia del proyecto vital, significativo para cada persona, pensando en una misma y en la comunidad».
En el curso de verano de la UPV se puso el foco en la generación del baby boom, que nació entre 1957 y 1973 y que ha empezado a jubilarse. Para Pérez Salanova es interesante ver las generaciones no solo desde el punto de vista demográfico. «En la generación del baby boom hay un mayor número de nacimientos y mayor supervivencia al nacer y a lo largo de la vida. Pero también es interesante observar las generaciones acercándonos a los contextos sociohistóricos que han caracterizado sus vidas. En otros países del mundo la generación baby boom es anterior al calendario español, situándose entre 1946 y 1964. Hay características culturales de esa generación que en el caso español se observan en la generación anterior al baby boom. Es una generación que vive el Mayo del 68, inicia una ruptura de los patrones de relación o empieza a utilizar la píldora anticonceptiva».
«La importancia numérica de la generación baby boomer pone sobre la mesa de una forma más intensa todos los temas relacionados con el envejecimiento, y el aumento de la longevidad nos exige reconocer la heterogeneidad entre las personas en las diferentes etapas de la vejez», subraya.
Anna Freixas Farré también es doctora en Psicología por la Universidad de Barcelona. Además, es doctora honoris causa por la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla (Colombia) e impulsora de la Cátedra de Estudios de las Mujeres de la Universidad de Córdoba. Una de las principales líneas de investigación sobre las que trabaja y sobre lo que tratan sus publicaciones son las mujeres y el envejecimiento, por las cuales ha obtenido diversos premios.
En entrevista con GARA, recuerda que desde hace muchos años hay un argumentario elaborado por el feminismo que trata de facilitar a las mujeres el camino a la vejez. «En el caso de ellas, existe un único modelo valioso de belleza, que es la de la mujer joven. Esto complica la vejez, ya que pueden tener miedo de ser expulsadas de una vida en la que sean vistas como personas interesantes».
Ser la vieja que tú quieres ser
En ese contexto, la doctora defiende que «es posible ser vieja y sentirte medianamente bien. Hay muchos modelos de vejez que permiten o facilitan una vida con significado». «Vivir con significado», esa es la clave para la investigadora. En este momento lo que más le interesa es «todo lo que tiene que ver con envejecer con libertad y ser la vieja que tú quieres ser. Somos muchas las personas que estamos involucradas en este tema, y entre todas construiremos una manera de estar en el mundo de una manera significativa».
Al igual que Pérez Salanova, Freixas es una mujer vieja que está viviendo en primera persona lo que ha estudiado a lo largo de su vida. Es algo que le está resultando muy interesante. «Llegamos a la vejez con algunas ventajas y con mucha más seguridad respecto a cuáles son las trampas que debemos ser capaces de sortear. Cuando se trata de vivir tu propia vida, hay todo un discurso que trata de parecer que está pensado para hacer grande la vida pero, en realidad, está pensado para que las personas mayores desaparezcan elegantemente de la vida social. No interesan, por lo tanto, cuanto menos visibles sean, mejor».
Al mirar a las viejas y viejos en la calle –un ejercicio con el que disfruta–, ve a cantidad de mujeres y hombres que se visten y se mueven de una manera diferente a sus antepasados. «Ya existe en la calle una nueva vejez». Muchas de estas personas han ido a la universidad y tienen un discurso. Es una generación que está intentando diseñar la vejez del futuro: ¿Cómo será ser viejos y viejas cuando sean mucho más numerosos que la gente joven? ¿Cómo se organizarán?
Por Maider Iantzi
Aktualitateko erredaktorea / redactora de actualidad
Fuente: Naiz