enero 11, 2009

Periodismo feminista: Sí

El periodismo es hoy, en diversas formas, sinónimo de poder; Sin embargo, este poder no es único y en ocasiones se encuentra en contradicción constante, pues el hacer periodístico es tan variable como posturas filosóficas, políticas, de identidad e ideológicas existen. Incluso, el abordaje de especializaciones distintas tiene sus precisiones, estrategias y requerimientos; no se cubre de la misma forma la nota roja que la fuente presidencial. También, es necesario considerar que dicho periodismo tiene delimitaciones claramente planteadas desde quienes detentan el medio de comunicación en que se ejerce.

Poder que en distintas formas ejerce el llamado Gran Periodismo, ese que algunas autoras definen como patriarcal, o masculinista, el que dice lo que es importante, lo público.

La prensa es masculina, dice Erika Montecinos, directora de la revista Rompiendo el Silencio: “No sólo porque la mayoría de los editores son hombres, sino porque vemos a muchas colegas periodistas al servicio del poder con un discurso patriarcal. La prensa es masculina en cuanto publica notas que rayan en la misoginia, que utilizan a la mujer como objeto y que la banalizan a través de publicaciones dirigidas a las mujeres, cuyos contenidos no tratan de otra cosa que de belleza. Y ojo, que son editoras mujeres, por eso digo que hay una prensa con un discurso patriarcal.”

“El periodismo es patriarcal, porque como muchas otras disciplinas fue construido por hombres y desde una perspectiva patriarcal, que diminuye a las mujeres y lo femenino. Y es patriarcal en sus productos (imagen estereotipada de las mujeres, menor numero de mujeres como fuentes opinantes o imágenes de mujeres como objeto sexual).” Expone Tamara Vidaurrázaga, editora de la propuesta mediática Feministas Tramando.

Así, las mujeres aparecemos como adorno en el espacio de la información, o es poco probable que estemos presentes:

El Proyecto de Monitoreo Global de los Medios, un programa de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC), hace un par de años, el 16 de febrero de 2006, monitoreó casi 13 mil noticias en TV, Radio y diarios de 76 países del mundo y en los resultados encontró que mientras las mujeres representamos en el mundo un 52 por ciento de la población, somos solamente dos de cada 10 personas que figuran en las noticias.

Esta no inclusión, es expuesta por Carolina Muñoz, docente en la Universidad de Periodismo en Chile, respecto a la calificación desde una perspectiva patriarcal de la información, que realizan los medios, “jerarquización que deja afuera a todos quienes están alejadas y alejados de los discursos y las prácticas de poder (no sólo a las mujeres, sino las y los jóvenes, las pobladoras y pobladores, las mujeres y hombres de otras culturas, en fin, a la diversidad de una sociedad) y, la afirmación de que aquello que se muestra en estos espacios es "lo público", pasando a ser lo no-público todo lo demás, con menor o ninguna relevancia ... Lo que vemos en los medios son, entonces, hombres que hacen o dicen cosas, que son relevantes para otros hombres”[1]

No ser nombradas, no existir, es por una parte el negar, nuevamente, nuestro papel en la historia, al ocultar implícitamente nuestras aportaciones. Pero, también es dejar de lado las denuncias actuales, la oportunidad de reclamar justicia en forma pública y hacer saber lo que ocurre con nosotras. Las implicaciones, pueden llegar a ser indignantes:

“A los comunicadores, aspectos como la violencia de género, las mujeres violadas o asesinadas, incluso por integrantes de entidades gubernamentales como el Ejército mexicano, no les parecen noticia”, denuncia la ganadora del Premio Nacional de Periodismo 2006, SanJuana Martínez[2], quien se refirió al papel desempeñado por elementos del Ejército Mexicano en casos como los de Zongolica, Veracruz; y Castaños, Coahuila, en los que en 2007 y 2008 se les acusó de cometer abusos sexuales en contra de mujeres. “¿Por qué es posible que las fuerzas armadas mexicanas, tradicionalmente violadoras de los derechos humanos, salgan a las calles por órdenes del Poder Ejecutivo para intimidar o reprimir movimientos sociales y que situaciones tan graves como las violaciones de mujeres no sean noticia para muchos medios de comunicación?”, preguntó esta periodista.

Este no estar, este negar implícito de nuestra presencia ya sea como protagonistas o como participantes en las transformaciones históricas es confirmado al observar que cuando las mujeres asomamos en el espacio periodístico, ese estar sólo en dos de cada 10 ocasiones, es en circunstancias delimitadas y no siempre justas:

En la nota roja: Josefina Hernández Téllez, investigadora en estudios de género y profesora de la UNAM, denunció que si las mujeres aparecemos en los medios de comunicación, tienen que ser en la nota roja o no aparecemos en los medios.[3]

Espacios de la nota roja que, de acuerdo con Irene Agudelo, investigadora española, "reproducen en su discurso la discriminación y la violencia hacia la mujer y la niña".[4]

Siguiendo el informe, ya mencionado de la WACC: como víctima, la mujer aparece en un 34 por ciento de los casos de nota roja, mientras que los hombres lo hacen en un 10 por ciento.

Aún más: “A veces se presenta a la mujer como víctima ('balearon a una chica') cuando podría ponerse al hombre como victimario. O una mujer fue violada, podría ser 'un hombre violó a una mujer”. Por eso, cuando aparecemos en los medios es en forma de víctima, crítica el artículo En los medios no hablan de ti, ni de mi publicado en Artemisa Noticias.[5]

En las secciones especiales de mujeres: Aquellas en que les resultamos a los medios económicamente redituables. “Tenemos dos caras: una vendible, la feminidad sí vende, lo que no vende es la problemática de las mujeres, por eso no interesa tanto su difusión", explica Guadalupe López, quien fue columnista de la revista FEM.

Aparecemos, entonces, como compañía de, como adorno o destacadas por atributos físicos, sin que se considere el aporte de las mujeres a la sociedad”, escribe la maestra Carolina Muñoz[6].

En ese sentido, otro dato indicativo es que mientras que al 30 por ciento de las mujeres entrevistadas se les pregunta por su vida familiar, sólo en un 7 por ciento se les pregunta lo mismo a los hombres. "Eso se ve mucho en las entrevistas de política y en los pies de foto. La mujer siempre aparece más en relación a su rol de esposa, madre, cuñada, sobrina. Y muchas veces se ignora su nombre, se la pone por el estatus familiar". Expone el artículo ya citado de Artemisa Noticias.[7]

Para sentenciarnos: Con consignas conservadoras, ya sea en forma explícita con artículos u opiniones moralizadoras o, en la forma en que se jerarquiza o proporciona la información y se permite la expresión de voces de mujer en estos espacios.

Ha ocurrido un ejemplo muy reciente de la actitud de algunos periódicos en el debate que se dio este año en la Ciudad de México sobre la despenalización del aborto, en donde más allá de ofrecer información que facilite acceso a la salud o combate hacia la violencia contra las mujeres, algunos impresos han privilegiado ejercicios de opinión antes que géneros de información e investigación en debates al respecto, no siempre favorables a la salud y derechos de las mujeres.

Como antecedente, podemos retomar la investigación elaborada por la maestra Josefina Hernández Téllez respecto al debate ocurrido, tras la decisión de penalizar el aborto por parte de Congreso en Guanajuato, incluso en caso de violación. En donde encontró que las firmas femeninas en el periodismo de opinión en un debate posterior respecto a la penalización/despenalización del aborto, fueron en una relación de 8.4 textos de hombres respecto a 1.6 de mujeres.

En el texto mencionado se muestra que existió un lugar secundario para este problema que afecta a las mujeres, dentro del debate privilegiado, primero el aspecto político, y lo correspondiente al plano ético-moral y, en el menos de los casos, de salud y derechos femeninos. Incluso, señala la autora: “no se incorporó el análisis como sujetos del hecho a los hombres en tanto protagonistas del problema y corresponsables de las consecuencias”[8].

En el oportunismo: Los grandes medios se ocupan de temas de las mujeres en forma utilitaria, cuando el discurso es políticamente correcto o en fechas designadas como 8 de marzo, o 25 de noviembre, repetidamente con actitud de concesión y no siempre como logro y espacio ganado por derecho propio.

Recientemente, Lucía Lagunes declaró: “Hoy hablar de equidad de géneros es políticamente correcto… En algunas fechas significativas es común escuchar discursos a favor de la equidad de géneros, anunciar acciones con perspectiva de género y asegurar que se busca ‘empoderar’ a las mujeres. Ese discurso está ya. Lo mismo que el mencionar a ‘compañeras y compañeros’, ‘señoras y señores’, aunque muchas veces se trate de palabras vacías de contenido. Parecería entonces a veces que ganamos. Pero, en verdad, lo que tenemos enfrente es una enorme cortina de humo que ha quitado del escenario público la discriminación, la desigualdad y la violencia que vivimos las mujeres”.[9]

Por lo anterior, no todas nos sentimos identificadas con estas formas de entender y hacer el periodismo. Habemos quienes tenemos ganas de decir, argumentar y rebatir desde otras palabras y otras formas de mirar. Escribir de una forma disidente que nos nombre, reconozca y llame, que nos recuerde que el periodismo también sirve para contestar al poder.

Entre las formas alternas de hacer periodismo, hay a quienes nos identifica el decir en la palabra propia, escribir y publicar en femenino, desde un Nosotras.

Escribir mujer… mujeres… con acentos diversos, como reivindicación, como categoría política, como acto sororario[10]; con implicaciones múltiples: algunos discursos contestatarios, otros de posicionamiento, discursos de equidad, de filosofía política, de lo íntimo y lo público, de reordenamiento del mundo existente y de tantas formas de concebirnos desde nuestras realidades. Desde la pregunta o la afirmación, desde lo lésbico, desde lo indígena, desde diferentes capacidades, desde las múltiples formas de la disidencia y desde las múltiples formas de los feminismos. Es decir, continuar con un ejercicio que enriquece, pluraliza y plantea retos constantes al investigar y el hacer respecto de los medios de comunicación y de periodismo en particular: El periodismo feminista.

Se trata de una de las formas que retoman el derecho humano a la comunicación, aquel que la histórica agencia periodística feminista Fempress, consideraba muy amplio porque “es para todos y para todas”, ya que, señalaba: “la función de los medios en una democracia es buscar mecanismos, dar voz a los distintos sectores de la sociedad para que participen realmente del desarrollo social, económico y cultural de su país”. [11]

Proponer desde esta voz es necesario, ya lo plantea la periodista Telma Gómez: "En los medios de comunicación se sigue hablando sólo del poder como si a todos les interesara. Hay asuntos que a la gente le importan mucho y la mayoría de los medios no los están considerando. Entre ellos, lo que pasa con las mujeres y lo relacionado con la vida cotidiana de hombres y mujeres".[12]

Escribe Sara Lovera, periodista mexicana, fundadora de CIMAC: “Nuestra propuesta es relatar los hechos que el periodismo tradicional no considera noticia. De esta manera estamos contribuyendo a la democratización del periodismo, esa que es vital para nuestro tiempo. Trabajamos para evitar una concepción basada en una idea de periodismo que todavía se ancla sólo desde el poder”.[13]

Este otro es un periodismo intenso, el cual, a pesar del prejuicio, desconocimiento -e incluso mitos existentes en torno al feminismo- además de la falta de recursos económicos destinados al ejercicio informativo del mismo, ha logrado practicarse en todos los géneros y se encuentra en medios de comunicación en México, en la mayoría de ellos con una nota de calidad, responsabilidad y ética periodística. Ejemplo de ello son algunos programas de radio como Dejemos de ser Pacientes de SIPAM, La Agencia Comunicación e Información de la Mujer A.C.; Creatividad Feminista, portal de Internet con un millón de visitas al mes; Mujeres.Net que ya cumple su segundo aniversario en el ciberespacio; e, incluso, las ya desaparecidas, pero con huella indeleble en la historia del periodismo, la revista Fem, así como la Doble Jornada y la Triple Jornada.

Sara Lovera, lo diría en los términos siguientes: “Nuestros productos noticiosos son hoy competitivos, a la medida de estos tiempos. Del texto al contexto, de la cuartilla al portal, del hilo noticioso a la carretera de información”.[14]

Finalmente: ¿Por qué apostar por el periodismo feminista, hoy que la palabra feminismo resulta en ciertos sectores tan deslucida, pasada de moda, tan poco prestigiada, que incluso llega a atraer miradas de hostilidad?

1. Porque hace 15 años la escritora y periodista, Berta Hiriart escribió: “Hacer periodismo feminista es rondar siempre por los mismos ángulos, por los mismos temas; es permanecer dentro de un ghetto informativo”. Pero, reconoció: “No hay escapatoria. Todas esas voces y muchas otras exigen una salida a la luz pública y no hay modo de hacerse la desentendida confiando en que los grandes medios se encarguen del asunto. Por una simple razón: no lo van a hacer. A la mayoría de los jefes de información lo que suceda a doña Queta, a Carmen Rincón o a las indígenas tarahumaras no les parece noticia.” Y, resulta que en este momento, 15 años después, sigue habiendo voces de mujeres que exigen salir a la luz y tampoco hoy podemos hacernos las desentendidas.

2. Porque es necesario documentar, no sólo en cifras, si no escribiendo el nombre y citando las palabras de las que hoy proponen en lo político, en lo social, en lo económico, en lo cultural, en todo. Para que no volvamos a quedarnos sin historia, que los otros y las otras, las de mañana, las de 15 o menos o más años adelante, sepan lo que hicimos, que aquí estamos construyendo y proponiendo y que han tenido amigas, compañeras, madres, abuelas y hermanas abriendo camino.

3. Porque la violencia en todas sus formas debe ser visibilizada para poder combatirla y es otro trabajo en el que podemos aportar desde el periodismo con las herramientas feministas.

4. Porque el patriarcado y otras formas de opresión no han desaparecido, al contrario, se hacen más sofisticados y se mimetizan y tal vez resulte buena idea aportar desde el análisis y hacer periodísticos para ayudar a desenmascararles.

5. Porque hoy, la información completa es secuestrada y se invisibiliza o sólo se nos da, acaso, a fragmentos, que nos muestran una sola versión del acontecer.

Como ejemplos rápidos, se puede recordar como en México, en 2006, se extasiaron algunos comunicadores en debates absurdos sobre si la penetración con llaves en la vagina de las luchadoras sociales agredidas en Atenco era o no una violación, pero sólo uno (La Jornada) dio voz a un trozo del manifiesto que algunas de estas mismas luchadoras, las que eran adherentes a la Otra Campaña Zapatista, habían lanzado, tres días antes del ataque, declarándose en lucha permanente contra el capitalismo y el patriarcado.

O, la forma en que los medios se ocuparon de reportar en amarillo el conflicto social y político en Oaxaca en 2007, pero ninguna voz difundió cuando las autoridades lanzaron chorros de agua con picante, en enero de ese año, a las mujeres que marchaban exigiendo el fin a las violaciones y el acoso sexual de los soldados que tomaron el centro de Oaxaca.

Es aquí en donde el periodismo feminista puede aportar, liberando otros aspectos de la información; antagonista por principio de la visión unitaria del poder, dando esa vuelta necesaria que nos coloca como protagonistas y nos deja ver otra cara del mundo.

Enterarnos, por ejemplo, como grupos de mujeres y hombres han combatido el acoso militar y la represión a sus denuncias y como algunas otras conciben un mundo no capitalista y no patriarcal; y más aún, la forma en que han resistido y vencido la prisión política.

Seguir en 2008 la historia de Eufrosina Cruz, de 27 años, quien decidió ser la primera mujer que se postula para alcaldesa en Quigolani, población oaxaqueña y lleva su lucha electoral contra la junta municipal integrada totalmente por varones que rompió las boletas emitidas en su favor en las elecciones, alegando que, como mujer, no era “ciudadano”. Conocer, gracias a Sara Lovera, sobre la digna lucha de las viudas de la tragedia ocurrida en Pasta de Conchos. O, Acompañar las denuncias de las niñas mexicanas que viven el acoso escolar.

Periodismo feminista incidiendo en todos lados, en todos los medios, por las voces que se atreven a decir su nombre, por las letras que escriben, describen y, tercamente, señalan. Como apuesta por abrir las ventanas para poder mirar y hacer ver los actos que no se nos muestran; para construirnos, reconocernos y ser reconocidas parte importante e indispensable de ese otro mundo, que no sólo es posible, sino que las mujeres estamos haciendo nacer.


Por Patricia Karina Vergara Sánchez

pakave@hotmail.com

Nueva integrante en La Ciudad de las Diosas


[1] Muñoz Castillo, Carolina, Aprendiendo y enseñando periodismo desde la diferencia sexual.

[2] Reyes Alberto, Silencio mediático y social ante la violencia contra las mujeres, asegura periodista.

[3] Godinez Leal Lourdes, El ciberfeminismo nos visibiliza, dicen expertas.

[4] Rodriguez Calderon Mirta, A propósito de la Nota Roja.

[5] S.S, En los medios no hablan de ti, ni de mi.

[6] Muñoz Castillo, Carolina Aprendiendo y enseñando periodismo desde la diferencia sexual.

[7] S.S, op.cit.

[8] Hernández Téllez, Josefina, Tras la huella del género en el discurso periodístico de opinión. El debate sobre el aborto. P.211.

[9] Rodríguez Calderón, Mirta, Cosecha pródiga de la Red Nacional de Periodistas Mexicanas.

[10] Sororidad es “la amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario”, según palabras de Marcela Lagarde, en un texto sobre cultura feminista. Las francesas, llaman a esta nueva relación entre las mujeres sororité, del latín sor, cuyo significado es hermana. Las italianas dicen sororitá, y las feminista de habla inglesa la llaman sisterhood.

[11] Muñoz Castillo, Carolina Aprendiendo y enseñando periodismo desde la diferencia sexual.

[12] Gómez, Thelma, Por un periodismo incluyente.

[13] Lovera, Sara. Una Propuesta Periodística.

[14] Ibidem.

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in