noviembre 01, 2008

El burka no es el mayor problema de las mujeres afganas

Malali Joya, afgana que consiguió un escaño en el parlamento de Afganistán, ha denunciado la ocupación que sufre su país y la corrupción de los señores de la guerra, algo por lo que han intentado asesinarla cuatro veces. Afirma que seguirá luchando por la liberación de su pueblo porque “no teme la muerte, sino el silencio político”.

Malalai ha visitado España para contar la verdad de lo que ocurre en su país, pues la información que recibimos los occidentales no refleja la realidad: “Los periodistas extranjeros no pueden salir de Kabul, incluso allí, sólo se mueven dentro de las zonas de seguridad”.
La diputada rebelde tuvo que salir de su país como refugiada con la invasión de la Unión Soviética. Al volver unos años después, empezó a alfabetizar a mujeres de forma clandestina. Comenzó a ser conocida y en 2005 consiguió un escaño en el parlamento afgano, donde no dudó en acusar a cargos políticos corruptos que se encontraban en la sesión: “Comenzaron a tirarme botellas y tuve que salir escoltada”. Como consecuencia, fue expulsada del parlamento y amenazada de muerte. Asegura que utiliza el burka porque le ofrece la seguridad de no ser reconocida.

Su nación vive bajo la sombra de una guerra y desde la ocupación de los Estados Unidos el número de víctimas inocentes ha aumentado. La implicación americana se hizo bajo el pretexto de liberar a la mujer y reconocer sus derechos, algo que según Malalai “no se he cumplido”. Actualmente muchas mujeres son sometidas a mutilaciones y violaciones por sus propios maridos, algo que queda impune por la corrupción del sistema judicial. El 84% de los matrimonios son forzados y más del 95% de las mujeres sufren depresiones. Hay zonas talibanes en las que más de 200.000 niñas y niños carecen de educación.

El único sector que ha progresado desde que las tropas americanas llegaron al país es el de la droga, que mueve seiscientos mil millones de dólares al año. Afganistán cultiva el 93% del opio que se produce en todo el mundo y es la tercera industria más rentable, por detrás del petróleo y las armas. Es un secreto a voces que en el negocio están implicados miembros del gobierno, e incluso, “los propios soldados extranjeros hacen tratos con los talibanes en lugar de combatir contra ellos”.

Afganistán necesita la ayuda internacional, pero no la ocupación de ejércitos que sólo acentúan la crisis y no llevan a cabo proyectos de reconstrucción. Cree que el primer paso para solucionar el conflicto sería la retirada de EEUU, la OTAM y el resto de tropas internacionales, entre las que está España, porque “así sólo habría que combatir a los enemigos internos”. Malalai pide a los gobiernos occidentales que retiren sus tropas y dejen de enviar armas. Los propios afganos y afganas se ocuparían después de eliminar la Alianza del Norte y fomentar la democracia dentro del país.

Malalai se ha mostrado muy emocionada por la solidaridad de las personas occidentales, a las que ha diferenciado de los gobiernos, pero deben saber que la ayuda que envían no llega a las personas pobres, sino que “son unos pocos señores de la guerra, trabajadores de la ONU, los que se hacen cada día más ricos por tener las manos encima de estos fondos”.

Malalai ha dicho que seguirá trabajando para que todo el mundo sepa lo que ocurre en Afganistán y podamos luchar junto a ella para alcanzar la paz. Invitada por el periódico Diagonal y la librería Traficantes de Sueños, Malalai Joya ofreció ayer una conferencia en el espacio Embajadores 35.

Fuente: AmecoPress
AmecoPress Pies de Foto: Malalai Joya, diputada rebelde afgana

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