Niñas en las minas de oro: "No quiero que mis hijos sean igual a mi"
Junto a otros niños, Aiza parada en medio del agua saturada de mercurio, excava con una pala el barro o se inclina sobre una batea buscando pequeñas pepitas de oro. Ella gana 20 pesos o medio dólar por un fragmento de oro del tamaño de un grano de arroz.
Aiza aprendió a buscar oro de su mamá, y su hermana de 6 años ahora aprende de ella. Tuvo que abandonar la escuela cuando era muy pequeña para contribuir con el ingreso familiar y ayudar con los gastos médicos de su mamá (Nota 1).
La búsqueda de oro lleva a muchos niños lejos de sus hogares, escuelas y juegos y hacia los peligros de las minas.
"Sentimos dolor en el cuerpo, pero tenemos que seguir adelante. Logré llegar sólo hasta quinto grado. No quiero que mis hijos sean como yo. Quiero que terminen la escuela y encuentren el trabajo que les guste pero no tengo dinero para su educación", dijo la mamá de Aiza.
Rodel fue más afortunado que Aiza, quizás porque es un varón. Un nuevo informe preparado para el Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2009* comprueba que el peligro de que las niñas sean forzadas al trabajo infantil está vinculado al hecho de que en muchos países las familias dan la preferencia a los varones cuando toman decisiones sobre la educación de sus hijos.
Rodel recibió su diploma universitario el mes pasado. Pero cuando piensa en su pasado como niño trabajador en minería de pequeña escala cuando tenía 10 años, el oscuro túnel de la mina aún lo asusta.
"Estaba tan cansado, tan débil porque tenía que trabajar en la noche e ir a la escuela el día siguiente", recordó Rodel. Llegó a trabajar a tiempo completo cuando sus padres no pudieron mantenerlo más en la escuela. Cada día, Rodel tenía que trabajar 8-12 horas o más para recibir un máximo de 1-2 dólares al día.
Su experiencia más peligrosa, cuando su padre usó dinamita para hacer explotar rocas dentro del túnel, se transformó en una revelación. "Tenía que correr para salir pero estaba demasiado oscuro. De pronto tropecé y caí desde una altura de 3 metros. Me sentí tan miserable, y me dí cuenta que no me gustaba lo que estaba haciendo. Sólo quería regresar a la escuela", dijo Rodel.
Un estudio sobre niños realizado por la Oficina Nacional de Estadística de Filipinas en 2001 reveló que había un total de 4 millones de niños trabajadores entre 5 y 17 años, de los cuales 2,4 millones en trabajos peligrosos. Más de 18.000 niños trabajan en la minería y las canteras. La mitad de ellos tiene entre 7 y 14 años de edad.
Como Aiza y Rodel, la mayoría de estos niños trabaja en la minería de pequeña escala, que usa métodos de tecnología poco avanzada y no observa normas de seguridad. Los niños en minería con frecuencia se quejan de dolores en el cuerpo debido a cargas pesadas. Están expuestos a peligros de derrumbes de tierra y caída de rocas. Además los niños trabajadores no pueden protegerse de las grandes cantidades de polvo y químicos a base de mercurio en los emplazamientos de la minas que pueden causar daños cerebrales graves.
Una evaluación médica realizada por el Centro de Seguridad y Salud en el Trabajo y la OIT que involucró a 80-100 niños en un área de minería en pequeña escala reveló que algunos niños estaban contaminados con mercurio. Su crecimiento se había detenido y tenían escasos resultados en el colegio. Desarrollaron enfermedades de la piel, tos, resfriados y fiebre. Con frecuencia, dejan el colegio para ir a trabajar todo el día en la minería en pequeña escala.
"La Organización Internacional del Trabajo y sus socios defienden un mundo donde ninguna niña o niño esté forzado a trabajar a costa de abandonar la escuela desde tan pequeños como 5 años de edad y tengan que poner en peligro su salud y hasta sus vida", dijo Linda Wirth, Directora de la Oficina Subregional de la OIT para Asia Sudoriental y el Pacífico.
"Los niños trabajadores como Aiza y Rodel pueden ganar entre 40 y 50 pesos (1 dólar) al día y puede ser suficiente para evitar que una familia se desintegre. Sin embargo, unos pocos pesos no pueden cambiar su mundo del modo en que lo haría la educación", dijo Linda Wirth.
De ser un niño trabajador, Rodel se transformó en un niño abogado. A los 14 años, fue elegido como niño abogado por el Campamento de verano para jóvenes del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT y el Movimiento de Reconstrucción Rural de Filipinas (PRRM).
Comenzó representando su ciudad y provincia hasta que fue elegido Presidente de todos los niños abogados de la región de Bicol. "Nuestra primera reivindicación fue terminar con el trabajo infantil en Filipinas. Nos unimos a la primera Marcha Mundial contra el Trabajo Infantil. Marchamos por las calles con nuestros carteles con nuestro lema Trabajemos Juntos contra el Trabajo Infantil", recordó Rodel.
Filipinas fue el primer país en comenzar la Marcha Mundial contra el Trabajo Infantil en 1998, reuniendo tanto organizaciones gubernamentales como no gubernamentales, sindicatos, maestros, familias, niños abogados e individuos en la lucha contra el trabajo infantil. Después de la Marcha Mundial, Rodel tuvo la oportunidad de regresar a la escuela. "Recibí una beca de estudios de la Senadora Loren Legarda gracias al respaldo de la OIT/IPEC", dijo Rodel.
Lejos del oscuro túnel del pozo de extracción, Rodel a los 25 años puede ver un futuro más brillante delante de él. Pero no olvida Aiza ni a los otros niños trabajadores.
"Después de la graduación, quiero encontrar un trabajo decente... pero también quiero ayudar a los otros niños a salir del trabajo infantil. Si permitimos que los niños trabajen, entonces no tendrán educación. Si los niños trabajadores no tienen la oportunidad de regresar a la escuela, entonces nada sucederá en este país porque ellos son nuestro futuro", concluyó Rodel.
Fuente: Ungei
Nota 1 - La historia de Aiza y de otros niños trabajadores fueron presentadas en la premiada película "Burden of Gold" producida por East Road Co, Inc. en colaboración con OIT y UNICEF.