UPA, EPA y ¿MUPA?
"No es el poder lo que corrompe sino el miedo. El miedo a perder el poder corrompe a los que lo detentan y el miedo al látigo del poder corrompe a los que están sujetos al mismo".
Aung San Suu Kyi, Premio Nóbel de la Paz
Las mujeres universitarias venimos elaborando, desde hace dos décadas, una serie de planteamientos, demandas y reivindicaciones que si bien se enfocan en la situación y condiciòn de las mujeres, no desconocen el entorno sancarlista ni las condiciones sociales que continúan excluyendo a las mujeres, sobre todo indígenas, ladinas y mestizas rurales, cuyo acceso, permanencia y egreso de los estudios superiores sigue siendo limitado por cuestiones económicas, políticas y culturales.
En los varios diagnósticos realizados para perfilar la situación de las mujeres en la Universidad se revela la exclusión, discriminación y marginación, así como los casos de violencia, acoso sexual y laboral, por razones de género y etnia.
Se ha identificado la ausencia de democracia en las estructuras universitarias, de manera que son escasísimas las mujeres con algún nivel de decisión académico-administrativa en una universidad donde, en más de trescientos años, sólo ha habido dos decanas, ninguna rectora, dos o tres directoras de Escuela y/o de Centros Regionales, y excepcionales representantes en el Consejo Superior Universitario.
Durante tres lustros la exposiciòn de esta realidad fue negada, descalificada y por supuesto no atendida.
Cuando finalmente se logró un espacio institucional para promover las reivindicaciones de las mujeres, se sentaron las bases para realizar otros cambios necesarios que, sin embargo, aún no se han dado: una política de equidad de género, una agenda de investigación, una propuesta para contar con un sistema de información universitaria con enfoque de género/etnia que permita establecer quiénes componen la comunidad universitaria, así como el monitoreo de los procesos que, quienes ejerzan cargos de dirección académica, deben promover para garantizar equidad y apertura democrática en el gobierno universitario.
En ese marco y siguiendo esa línea de pensamiento, se presentó este año una Agenda Político-Académica de las mujeres universitarias que reitera los planteamientos anteriores y, ante la evidencia de que la situación de las universitarias (estudiantes, docentes, extensionistas, investigadores y administrativas) no es ajena a la discriminación, vulnerabilidad y los riesgos a que están expuestas las mujeres en Guatemala, planteó "crear una Defensoría Universitaria de Derechos Humanos, que contemple la observancia y garantía de los derechos de la comunidad universitaria, particularmente de las mujeres, indígenas y afrodescendientes al interior de la Universidad".
Estos son sólo algunos puntos de las discusiones que las universitarias hemos visibilizado, y que en el momento actual que se califica como una "crisis" adquieren plena vigencia porque se conectan con las demandas de transformaciones en la USAC a todo nivel. Diversos espacios se han conformado en estos días para poner nombre a malestares que incluyen violaciones a derechos laborales, a la libertad de expresión, aguante, conformidad y silencio.
Situaciones que, combinadas, han limitado la movilización y organización para hacer frente a los poderes instaurados en la Universidad.
Y este despertar es una ganancia de la "crisis" que, si se logra potenciar, dará lugar a los cambios que urgen en nuestra Universidad afectada, como otras universidades públicas en Latinoamérica, por la pretendida hegemonía del pensamiento único que no admite disidencias, cuestionamientos ni diversidades y que, en el plano económico, todo lo que toca lo convierte en mercancía. Para muestra basta observar la situación actual en la Universidad Autónoma de Honduras y en las universidades públicas de Costa Rica.
Las voces de las mujeres y su presencia es innegable en esta "crisis", sobre todo su postura de rechazo a la violencia ante actos deleznables como los golpes propinados por funcionarios y profesores a estudiantes en condición de desventaja, y ante voces airadas que demandan el desalojo de las/los estudiantes de EPA.
Ya surgió EPA-Estudiantes por la Autonomía, ahora UPA -Unión de Profesores por la Autonomía, cuándo surgirá MUPA? Mujeres por la Autonomía? porque siendo consecuentes con las acciones realizadas desde hace dos décadas, esa visión no debe faltar...la Autonomía sin las mujeres no va.
Por Ana Silvia Monzón
La Ciudad de las Diosas