El ciberpoder de las mujeres de hoy
Ya no es cosa del
futuro: las nuevas tecnologías se están convirtiendo en la arquitectura de
nuestras vidas. Dieron el salto del espacio de trabajo a la vida personal, y ya
nos acompañan a todas partes a través de los dispositivos móviles. Parece,
pues, que una infinidad de nuevos servicios tecnológicos construirán nuestra
existencia en un futuro cercano.
Pero, ¿quiénes diseñan los
programas y aplicaciones que utilizamos?, ¿quiénes determinan cómo y en qué
utilizamos la tecnología? De una forma abrumadora, los hombres. Tal como
muestra el proyecto de investigación ciberfeminista LelaCoders en su último
informe (2011), solo el 10% de los programadores son mujeres.
Sin embargo, dentro de ese pequeño porcentaje hay
mujeres que están cambiando mucho más que la industria informática.
Programadoras, hackers, activistas: todas ellas coinciden en que no basta con
utilizar la informática, hay que crearla. La premisa es sencilla: si la
tecnología va a construir el mundo en el futuro, las mujeres deben construir la
tecnología. La participación femenina en el desarrollo informático es vista
como una gran oportunidad, ya que puede suponer una redistribución del poder
entre géneros.
¿Quiénes
determinan cómo y en qué utilizamos la tecnología? De una forma abrumadora, los
hombres. Las mujeres están en clara minoría en el desarrollo tecnológico, sin
embargo, no siempre fue así.
En
España, hasta la década de los noventa había muchas mujeres matriculadas en
Ingeniería Informática en comparación con el resto de los estudios científicos.
A pesar de estos inicios prometedores, la tendencia se truncó hace unos 20 años
y sigue en descenso, también a nivel europeo. Incluso en Estados Unidos se han
iniciado investigaciones para averiguar por qué ellas, que se habían
introducido con fuerza -llegaron a representar el 37% de las licenciaturas
otorgadas-, emprendieron un éxodo de los estudios informáticos partir de 1984.
Eva
Cruells, psicóloga e investigadora de los colectivos Donestech y LelaCoders,
explica que una de las causas es la falta de referentes: "En parte, si no
hay más mujeres en la formación tecno-científica es debido a la
invisibilización de figuras femeninas en la historia de la informática. Además,
se sigue lanzando el mensaje de que las mujeres no son buenas en
ciencias".
Un pasado como precedente
Es
cierto que la historia de la ciencia informática esconde grandes hazañas
femeninas. Por ejemplo, sin la aportación de una joven del siglo XIX los
ordenadores no serían tal y como los conocemos. Nacida en Inglaterra en 1815,
Ada Lovelace, hija del poeta Lord Byron, se convirtió en la primera
programadora del mundo al hallar la solución para que la histórica ’máquina de
calcular’ de Charles Babbage, considerado el padre de la computación, pudiera
funcionar: ella diseñó el sistema perforador con el que se pudieron realizar
las primeras tablas de cómputos.
Sin
embargo, en la actualidad son otros los motivos que ahuyentan a las mujeres de
la informática reglada. Spideralex, ciberactivista e investigadora en
LelaCoders explica que uno de ellos es la aparición del estereotipo del nerd
(lo que aquí llamaríamos friki): "En los años ochenta las primeras
películas sobre hackers muestran a chicos con acné encerrados en su habitación
intentando penetrar en el Pentágono. La cultura nerd tiene un eje muy
masculino, y eso ha generado un rechazo en las mujeres".
La
industria informática cada vez absorbe a más profesionales autodidactas. El
autoaprendizaje, según Spideralex, no permite que las mujeres puedan avanzar en
iguales condiciones: "El ’Do it yourself’ está muy bien, pero requiere
tiempo libre, y como las mujeres no lo tienen, exploran menos las
tecnologías".
De
todas formas, esta autonomía en el aprendizaje informático, vinculada a la
cultura hacker, es la misma que está permitiendo que las mujeres interesadas se
instruyan en el uso de herramientas avanzadas y desconocidas para la inmensa
mayoría de los usuarios, es decir, que se conviertan en expertas. A través de
foros y listas de correo, los colectivos hacker forman auténticas universidades
libres, vivas y a distancia.
Su
máxima es compartir conocimientos y enseñar a las personas novatas. Todo ello,
sin duda, conforma una realidad nueva para las mujeres: la Red se presenta como
un lugar en el que parten de la misma casilla de salida que los hombres, y
donde se mueven en un plano a priori no discriminatorio, ya que también pueden
diseñar su propia personalidad: su nombre, su género, su avatar...
En
el mundo físico, los lugares destinados al aprendizaje informático colaborativo
son los hacklabs (laboratorios hacker), que en España tuvieron especial
efervescencia a partir del año 2000, cuando se celebró en Barcelona el primer
Hackmeeting (encuentro internacional de hackers y activistas) del Estado.
Todo
lo que sabe la programadora y administradora de sistemas Tatiana de la O lo ha
aprendido en espacios similares. Vive en Calafou, una antigua colonia
industrial abandonada en la Anoia (Cataluña), junto a una pequeña comunidad
autogestionada. Tatiana fue administradora del nodo gibraltareño (el primero
transcontinental), de un hito de la historia de la Red: Indymedia.
Esta
web apareció en Seattle (EE UU) en 1999 durante las movilizaciones contra una
cumbre de la Organización Mundial del Comercio que dieron lugar a lo que hoy
conocemos como movimiento antiglobalización. Indymedia se convirtió en el
primer portal en el que las personas usuarias podían publicar sus propias
noticias y convocatorias, y supuso una revolución entre los movimientos
sociales de la época: "Saber crear tu propia tecnología te da poder".
Tatiana
ha colaborado con innumerables proyectos, desde audiovisuales hasta
reivindicativos, aportando su conocimiento para que sean independientes y
viables. Pero también trabaja para defenderse de la tecnología, y ayuda a los
demás a hacerlo: "La tecnología también nos jode: rastrean cómo navegamos
para vendernos lo que quieren, se quedan con nuestra información en el correo y
en las redes sociales. He enseñado a amas de casa y a granjeros, es cuestión de
supervivencia".
Tatiana
explica que cada vez se extiende más la conciencia sobre nuestra exposición al
poder: "En Inglaterra, durante los disturbios de 2011 detuvieron a
ciudadanos por enviar mensajes con la Blackberry, y la gente empezó a preguntar
por aplicaciones indetectables", es decir, programas no controlados por
empresas que acceden a las peticiones de los gobiernos para que les entreguen
los datos de sus usuarios.
La tecnología ’N-1’
Un
ejemplo de este tipo de tecnología es N-1, una red social (como Facebook) pero
no comercial, surgida al calor del 15-M por parte del colectivo Lorea, del que
forma parte Spideralex: "Su uso no era tan fácil, pero cuando la gente vio
que había sido creada por personas del movimiento, nos hicieron llegar dinero
para pagar más servidores".
Actualmente
N-1 tiene más de 41.000 usuarios. Tatiana cuenta que durante el tiempo en que
vivió en Holanda vio a muchas mujeres acostumbradas al poder: "Profesoras,
investigadoras. En España no veo muchas mujeres así. No se trata del poder de
Margaret Tatcher, sino del de Marie Curie". Es el poder del conocimiento,
de la experimentación, para el que cree que no se educa a las mujeres:
"Nos enseñan a buscar la educación formal, a no confiar en nosotras
mismas, y eso frena la experimentación tecnológica en nosotras. Por ejemplo,
ellas me preguntan cuándo daré un taller sobre tal cosa, y ellos me preguntan
directamente cómo hacerlo".
El
negocio de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) está en
alza, y es probable que las necesidades de la industria por satisfacer a un
mercado que representa la mitad de la población mundial exijan cada vez más
mujeres en su desarrollo. En algunos países emergentes como la India, Vietnam,
Tailandia, Filipinas, Singapur y Malasia, las mujeres matriculadas en Ciencias
Informáticas ya superan a los hombres.
Europa va en retroceso en cuanto a licenciadas
A
pesar de tener 800.000 puestos técnicos por cubrir en la actualidad, Europa va
en retroceso en cuanto a licenciadas. A veces, incluso las chicas que han
nacido para ello necesitan un golpe de suerte para terminar estudiando
informática. Es el caso de Silvia, que estudia Desarrollo de Aplicaciones
Informáticas en Sabadell. En su habitación, diminuta, tiene un servidor propio,
un montón de destornilladores y un surtido de componentes informáticos
almacenados en varias cajas: "Siempre me ha gustado abrir las cosas para
saber cómo funcionan. Mis amigos me traen móviles, discos duros, portátiles.
Los abro y los reparo. Soy feliz haciéndolo, así que no cobro".
Al
principio Silvia se matriculó en Psicología en una universidad a distancia, ya
que tenía que trabajar para pagársela: "Encontré un curro como reparadora
de móviles. Estuve allí dos años, me encantaba". Fue su compañero de mesa,
que estudiaba Administración de Sistemas, quien la convenció de seguir sus
pasos al comprobar sus aptitudes innatas: "¿Dónde me he metido?, me
pregunté".
Silvia
sueña con tener su propia empresa de videojuegos, y a pesar de considerar que
tiene el mismo nivel que sus compañeros, cree que el mundo laboral será
distinto: "Siempre piensas que no van a confiar en ti. En las entrevistas
las mujeres tenemos que demostrar potencial, esforzarnos para que vean que podemos
llegar más lejos de lo que ahora somos". En su clase, ella y otra chica
son las únicas mujeres.
Para
algunas de nuestras protagonistas Internet es un arma afilada, no violenta, que
consigue algo más importante que la victoria: en cada una de sus acciones virtuales
la comunidad a la que pertenecen se amplía en forma de red, haciéndose cada vez
más fuerte. La periodista especializada en temas de género Montserrat Boix vio
que una fructífera alianza podía surgir entre el feminismo y las herramientas
informáticas, dando lugar al Ciberfeminismo Social, término que ella misma
acuñó.
En
1997 Montserrat fundó Mujeres en Red, un portal que se ha convertido en uno de
los principales nodos en defensa de los derechos de las mujeres en nuestro
país: "¿Vamos a desaprovechar todas las posibilidades que las redes
electrónicas nos ofrecen como herramienta de transformación social?",
cuestiona.
La cuestión social activa
El
15-M, un movimiento vehiculado a través de las redes, está haciendo que muchas
mujeres utilicen la tecnología para intervenir en la realidad. Para Montserrat
ha supuesto un avance que tampoco hay que desaprovechar: "Estamos en un
momento muy bueno. He visto carteles que decían ’La revolución será feminista o
no será’, se habla en femenino genérico. Hay que reforzar toda esa práctica con
teoría. Y eso solo es posible aceptando que estamos discriminadas, algo que a
las jóvenes no les gusta demasiado".
Entre
las campañas más significativas de Mujeres en Red está ’Todas somos Tani’, con
la que en el año 2000 se consiguió el indulto de Teresa Moreno Maya, una mujer
gitana condenada a 14 años de prisión por matar a su marido a pesar de haber
sido víctima de malos tratos.
Compartir
información sin ánimo de lucro es un derecho por el que muchos internautas
consideran que hay que luchar. Para algunos, Amparo Peiró es una de las
primeras piratas de películas de España. Para otros, alguien que representó en
nuestro país el cambio de una industria que se empezaba a evidenciar a nivel
global.
A
través del portal de descargas Animersion, Amparo empezó a trabajar para
compartir estrenos de cine en Internet: "En ese momento no sabíamos nada
de leyes ni de propiedad intelectual. Empecé a convertir películas originales
por mis sobrinos, que querían verlas una y otra vez". Amparo acabó siendo
una de las administradoras de la web, que llegó a registrar 150.000 usuarios.
Aquello
me enganchó. Invertíamos nuestro tiempo en ir a los cines en busca de los
mejores audios, sincronizarlos con las películas originales, traducir los
subtítulos y gastábamos nuestro dinero en servidores en Francia. Jamás tuvimos
publicidad ni ánimo de lucro". Ese fue el motivo por el que, después de la
denuncia de la editorial Planeta Crédito, el caso de Animersion se sobreseyó.
Para Amparo piratear era una labor social: "Me empezaron a escribir
personas sordas y sin movilidad. Gente que no tenía dinero para ir al cine o
padres que querían que sus hijos aprendieran inglés y no podían pagar clases
particulares, me daban las gracias".
Después
del cierre voluntario de la web en 2008, Amparo decidió seguir luchando contra
la Ley Sinde-Wert desde el Partido Pirata. Hoy también colabora con la
plataforma Teledetodos, en defensa de la televisión pública: "Todo forma
parte de un mismo entramado. Hay que evitar que controlen todos los medios, esa
es nuestra lucha".
A
raíz de sus investigaciones, tanto Spideralex como Eva Cruells opinan que las
tecnologías desarrolladas por mujeres ofrecen algunas peculiaridades:
"Ellas utilizan la tecnología de un modo práctico, para transformar y
mejorar la vida según las necesidades sociales", explica Cruells.
Spideralex cree que en los hombres a menudo interviene el ego y el amor por la
tecnología en sí misma, aunque no tenga una aplicación útil en la vida real.
Blackhold y Guifi.net
Blackhold
es una hacker que, después de un ERE en la empresa para la que trabajaba,
decidió invertir su tiempo en colaborar con una red inalámbrica abierta, libre
y neutral que aportara más ventajas que la ADSL que contratamos con las grandes
empresas de telecomunicaciones. Guifi.net es una red inalámbrica ciudadana.
Cualquier persona puede colocar una antena para captar la señal en su zona, y
de ahí, proveer y difundir el servicio de Internet entre sus vecinos.
Como
Tatiana, Blackhold también cree que una red que no dependa de grandes empresas
asegura la libertad de los ciudadanos: "Hemos visto lo que sucedió en
Egipto, les cortaron Internet para que no pudieran usar las redes sociales. No
podemos permitir algo así". Por ese motivo, Blackhold se dedica a tiempo
completo a difundir el proyecto, que ya se ha extendido desde Cataluña al resto
de la Península alcanzando los 16.500 nodos operativos, entre los cuales hay
muchas poblaciones rurales que para las multinacionales no resultan rentables.
A lo
largo de su trayectoria, Blackhold también ha aportado su experiencia a otros
colectivos, y dice no necesitar reconocimiento: "No me gusta ser líder,
pero he ayudado a que muchos proyectos salgan adelante. Soy como una abeja que
lleva el polen de aquí para allá. Para mí, la ética hacker consiste en esto, en
ayudarnos unos a otros, y el hacktivismo, en recordarle a alguien que hay unos
derechos que debe respetar, también en la Red".
Fotos: Archivo AmecoPress. 1. Logo de LelaCoders. 2.
Montserrat Boix, fundadora en1997 de Mujeres en Red.
Fuente: Ameco Press