Como no hacer estudios sobre género en Oriente Próximo
Uno: El Género no es el estudio de lo que es evidente; es un análisis de cómo lo que es evidente ha llegado a serlo.
Dos: Antes de decidir escribir sobre género, sexualidad o cualquier otra práctica o aspecto de la subjetividad en Oriente Próximo, se ha de definir primero cuál es exactamente el objeto de estudio. Sea específico. ¿Qué país, región y período de tiempo constituyen los antecedentes de fondo de su estudio? Además, expresiones como “Oriente Próximo”, “mundo islámico” y “mundo árabe” no se refieren al mismo lugar, a un mismo pueblo o a una misma historia aunque los vínculos entre ellas sean cruciales. Por otra parte, el “Estado” es un fenómeno relativamente nuevo en Oriente Próximo. Con el fin de estudiar la economía política de género en Siria, por ejemplo, se debe tener en cuenta la historia otomana y regional que ha producido dicha economía política de género en el área que ahora denominamos “Siria”.
Tres: Un estudio de género debe tener en cuenta la sexualidad. Del mismo modo, los estudios sobre sexualidad no pueden desvincularse de los análisis de género. Hacerlo así sería como estudiar la política y la historia del Partido Comunista Iraquí (PCI) sin hacer referencia al papel de la ideología o de la política socio-económica del Estado de Iraq.
Cuatro: El género es un aspecto de la subjetividad individual y de grupo. Asimismo, es sólo una tecnología de la gubernamentalidad —la producción y regulación de vínculos entre el cuerpo individual, las poblaciones, y las estructuras de poder y de cuantificación. Por otra parte, los estudios sobre Política, Historia y Derecho deben tener en cuenta el género y el sexo del mismo modo que los estudios sobre éstos deben considerar factores de clase, raza, economía política, y —de manera fundamental— cómo todos ellos interactúan.
Cinco: No existe cuerpo sin condición de género como no existe cuerpo sin condición de clase. Tal desarticulación reproduce los falsos tropos de cuerpos sin género y políticas desprovistas de género, y de cuerpos sin clase y políticas desprovistas de clase. Son estos [tropos] los que a su vez, consolidan el posicionamiento de prácticas políticas normativas masculinas de alguna manera “sin atributos” y universales. Tal ecuación oculta que el género no es algo de lo que uno/una pueda ser ajeno/a. No se trata de una lente analítica que se pueda obstruir o desplegar según sean los genitales y/o las prácticas sexuales del pueblo objeto de estudio. Cuando reflexionar sobre género en Oriente Próximo queda reducido a la población femenina y/o al LGBTQ [colectivo de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero y otros] se está reproduciendo el estudio de género como el estudio de cómo los (otros) hombres tratan a “sus” mujeres y a “sus” homosexuales.
Seis: Evite los estereotipos y las generalizaciones. A veces, un hiyab es sólo un hiyab, y algunas veces no lo es.
Siete: No asuma que la política de género o las preocupaciones feministas vienen en paquetes sencillos y familiares. En su lugar, permita que su investigación amplíe su visión de cómo puede ser una “política feminista”. Podría ser, por ejemplo, que las protestas contra la reestructuración neoliberal del mercado en Egipto se entiendan dentro de un marco político amplio que incluya nociones de justicia de género. Como Saba Mahmud y Lila Abu Lughod nos han enseñado, los supuestos del feminismo liberal sobre qué constituye una “política feminista” o las “causas feministas” son en el mejor de los casos, imperfectos. En el peor, son ejercicios de hegemonía epistemológica y de reconstrucción violenta del mundo de acuerdo con los marcos de los derechos laicos y neoliberales. Además, no asuma que lo que denominamos el “canon feminista” es exhaustivo o que no se constituye mediante una serie de exclusiones, jerarquías e historias imperiales. Después de todo, Simone de Beauvoir, que nos enseñó a todas que una mujer no nace sino se hace, también escribió en términos que ahora conocemos como “islamófobos” sobre las mujeres “bajo el Islam” en Argelia, en una época en que Argelia era una colonia francesa. Ello no significa que debamos descartar a de Beauvoir, al igual que resultaría demasiado fácil condenar a Hegel o a Marx por sus “opiniones” sobre África. Más bien, resulta esencial habitar y navegar críticamente por la realidad de que el canon occidental se constituyó y sigue constituido por la producción de una serie de “nosotros” y de “otros”.
Ocho: Sé que esto resulta difícil de creer, pero el Islam puede que no sea el factor más importante, o siquiera un factor particularmente importante a la hora de estudiar el género en países o comunidades de mayoría musulmana. Por ejemplo, vengo analizando desde hace años el sistema legal de Líbano centrándome en la Ley del Estatuto Personal, el Código Penal y el Código Civil. A pesar de las intrincadas vías con que estos interconectadoscorpus legales producen ciudadanía en Líbano, cada vez que hablo de mi trabajo mis interlocutores siempre quieren saber más acerca de la Sharia y su supuesta “opresión” de las mujeres. Estas preguntas se plantean siempre después de haber explicado cuidadosamente que en Líbano ciertas leyes del estatuto personal cristianas y judías son mucho más estrictas en su producción y regulación de roles normativos de género que las leyes codificadas del estatuto personal musulmanas (que históricamente hablando, no son las mismas que la Sharia). Además, las leyes civiles tienen “efectos de género” de alcance mucho mayor que cualquier ley religiosa de estatuto personal. En términos más generales, el Islam no es la única religión de la región, aunque a menudo en la cobertura de los medios de comunicación dominantes parezca que lo sea. Cuando una acción en barrios ultra-ortodoxos de Jerusalén o en barrios conservadores de Riad de hombres que pegan a las mujeres porque no se ajustan a las funciones “adecuadas” de género viene redactada en términos radicalmente distintos, el lector debe hacer una pausa. En esos momentos usted no está leyendo sobre el Islam, está leyendo dentro de un discurso sobre el Islam.
Nueve: Las cuestiones de derecho de género y justicia de género no son nuevas en Oriente Próximo, ni tampoco lo son las luchas sobre las que ahora leemos bajo el signo del “feminismo”. De hecho, buena parte de las leyes que se consideran a menudo opresivas para las mujeres y LGBTQ árabes y/o musulmanes son relativamente nuevas. Fueron introducidas en la región mediante el código napoleónico y a través de la codificación y el severo vaciamiento de la Sharia en la historia moderna. Por ejemplo, el aborto, considerado durante mucho tiempo una cuestión de derecho de la mujer en el mundo occidental debido a su historia hermanada con el catolicismo y el cristianismo por extensión, no fue ilegal en todo el mundo árabe hasta el surgimiento del Estado-nación. Algunas tradiciones del fiqh siguen teniendo una posición sobre el aborto que las feministas estadounidenses desearían que se pudiera extender a Estados Unidos hoy en día. Además, los juristas han luchado y luchan para entender y promover nociones “progresistas” sobre las relaciones de hombres y mujeres y para dar cabida en la región a las personas que no están conformes con su género. De hecho, académicos como Paula Sanders nos han demostrado que hace varios siglos los juristas islámicos estaban desarrollando un sistema de acomodo para los hermafroditas y para las gentes de género no binario en las comunidades islámicas.
Diez: No asuma que conoce los actores y los factores que afectan al género en Oriente Próximo, o el papel productivo que su erudición puede desempeñar en esta dinámica. Instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Human Rights Watch se han dedicado durante mucho tiempo a producir heterosexualidad normativa y familias heterosexuales, por ejemplo. La colonización israelí de la Palestina histórica también interviene en la estructura sexual y de género de los palestinos autóctonos, como los militantes de pinkwatcing nos han recordado recientemente. Del mismo modo, las invasiones y ocupaciones de Iraq y de Afganistán funcionan en parte gracias a la creación de plataformas intervencionistas en nombre de los derechos de la mujer y de los de LGBT. Otros factores que afectan a la práctica de género y de la sexualidad en Oriente Próximo tienen que ver con innovaciones tecnológicas tales como la fertilización in vitro, el viagra y la cirugía reconstructiva del himen, además de la cultura pop, la rápida transformación de la economía mundial, y la circulación internacional de personas, discursos y mercancías.
Jadaliyya
Traducción para Rebelión de Loles Oliván