junio 02, 2012

El debate público para visibilizar la división sexual del trabajo ha sido uno de los ejes abordados por la comisión de feminismos de Sol.



Foto: Pau Barrena


En un movimiento tan caliente, polimorfo y global (que es capaz de implicar a tantas personas diversas pero que también atañe a tantos aspectos de tu vida) es una tarea difícil y, muy posiblemente, innecesaria, tratar de evaluar los logros del 15M o de algunas de sus líneas de trabajo. Por supuesto, se pueden enumerar algunos cambios más visibles o fácilmente cuantificables pero hay otros, quizá los más decisivos y perdurables, que escapan de los acotamientos, las palabras y las medidas. Y, sobre todo, es prácticamente imposible tratar de hacerlo sin caer en la emotividad.

En el caso que nos ocupa, se perciben signos claros de que el discurso y la práctica feminista, a lo largo de este año, se ha extendido por las calles de barrios y pueblos de Madrid. Y no se trata únicamente de que hayan calado cambios más o menos superficiales o simbólicos, como la normalización de un uso no sexista del lenguaje en los carteles reivindicativos y en las asambleas. Como recordaba la dinamizadora del II Encuentro de Feminismos en el 15M, “usamos el femenino genérico porque nos referimos a todas las personas que luchamos por un mundo más justo”. En este encuentro, que tuvo lugar el 14 de abril en el EKO de Carabanchel, se certificó esa propagación de los grupos de trabajo sobre feminismo, género o igualdad con la presencia de barrios como Chamberí, paseo de Extremadura o plaza de Dalí (incluso con la presencia de gente de Feministes Indignades de Barcelona), trabajando sobre la cuestión de las violencias económicas. También se pusieron en común las dificultades y, sobre todo, las estrategias puestas en práctica a la hora de llevar a la asamblea del barrio determinadas propuestas que inicialmente se perciben como exclusivas del movimiento feminista.

El primer aniversario del 15M (iniciado el 12 de mayo) ha supuesto otro espaldarazo para la comisión de Feminismos Sol. A pesar de los inevitables cambios de último momento en la agenda, la plaza de las Descalzas ha estado rebosante de participantes en todos los talleres y asambleas que se han realizado. En un año, se ha pasado de explicar constantemente qué es feminismo, qué no lo es y por qué no hay auténtico cambio social si éste no hace tambalearse al sistema patriarcal, a que hombres, mujeres y personas trans debatan en profundidad cuestiones centrales para el movimiento feminista. Entre los temas tratados, se abordó la despenalización del aborto y su realización dentro de la red sanitaria pública, los diversos tipos de violencia que la alianza entre el sistema capitalista y patriarcal ejercen contra las personas –especialmente las que se alejan de su centro normativo–, la visibilización de otros modelos familiares no tradicionales cómo los recortes en la sanidad pública afectan específicamente a población homo y transexual.

Además, muchas de estas demandas defendidas tradicionalmente por el movimiento feminista se han dado a conocer más allá de los circuitos tradicionales y han sido asumidas como propias por otros grupos de trabajo y asambleas. Por ejemplo, la necesidad urgente de replantearnos la organización social de los cuidados que, actualmente, sigue siendo una responsabilidad casi exclusiva de las mujeres. Es decir, poner a las personas en el centro y que sean las necesidades de éstas –y no de los mercados– las que marquen los ritmos de vida y trabajo. De hecho, durante este año se han realizado algunas acciones en este sentido, como la participación en la jornada de huelga general del pasado 29 de marzo y en el 1 de mayo con un “comando de cuidados” que, armado de delantales, guantes y carros de la compra, recorrió los mercados del centro de Madrid invitando a las personas, mayoritariamente mujeres, a reflexionar sobre la posibilidad y las implicaciones de realizar una huelga de cuidados.

Pueden parecer logros menores o insuficientes para un movimiento social con tantas décadas de historia pero, aunque sólo haya servido para que algunas personas que experimentaban ese malestar fruto de las tensiones impuestas por el sistema patriarcal y capitalista hayan salido de sus casas para politizar sus problemas en la asamblea más cercana, significa que, un año después, la revolución está siendo feminista.

Por Laura García / Participante en la Comisión de Feminismos de Sol
Fuente: Diagonal

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