mayo 04, 2013

Entrevista: Montserrat Boix, periodista de TVE y feminista: “El reto es dejar de pensar desde los márgenes, queremos una alternativa global de cambio”

Tras más de veinte años en informativos de Televisión Española (TVE) y más de tres lustros creando medios y conceptos para el movimiento feminista(Mujeres en Red, ciberfeminismo, hacktivismo feminista), Montserrat Boix, especialista en mundo árabe, sigue hoy con interés los debates en América Latina acerca del derecho a la información, el control de los grandes grupos mediáticos y el buen vivir desde la tecnología. Nos recuerda que a la alternativa, punto con el que tropezamos varias veces en esta entrevista, llegaremos si empezamos a pensar desde el centro, si dejamos de interpretarnos en los márgenes.
  • Más de dos décadas en informativos de Televisión Española. ¿Ha cambiado TVE tal y como ha ido cambiando la sociedad estos años?
  • Los medios de comunicación van por detrás de la sociedad, y mucho más en cuanto a la imagen de las mujeres, a su papel. Creo que todavía las mujeres no están reflejadas adecuadamente en los medios de comunicación tradicionales.
Es posible, hay un proceso. Algunas mujeres clave del movimiento feminista se incorporaron a las instituciones y desde ahí han movido políticas. Esto también tiene un precio, y es que durante una época el peso ha recaído en las instituciones y al cambiar las líneas se produce un desajuste complejo. Ahora estamos en un momento en que la gente está perdida, que faltan liderazgos. Ha habido muchas cabezas que han estado en las instituciones, aunque también es verdad que ha habido pocas feministas en las instituciones. Ellas han abierto caminos, pero cuando ha habido puestos más cómodos se las ha apartado. Esto está relacionado con que hay una falta de reconocimiento público al trabajo del feminismo históricamente, a pesar de que ha hecho mucho por los cambios sociales. En el tema de las organizaciones de desarrollo, lo que comentabas, faltan feministas, y falta conexión, más apertura y relación con el movimiento feminista. Aunque incluso en estos momentos el concepto de ONG de desarrollo es bastante cuestionable. En América Latina están trabajando, por ejemplo, en el concepto de despatriarcalización, en buscar formas que no sean androcéntricas… No sé hasta qué punto las ONGD han empezado con estas dinámicas.

- En enero de 2013 el Consejo de Europa acusó al Partido Popular de injerencias en Radio Televisión Española (RTVE)[1]. ¿Se nota en el día a día de tu trabajo, entre compañeros y compañeras?

- Hay un cambio sustancial en las leyes en cuanto a la gestión de RTVE, sí. Yo creo que Zapatero tuvo una visión idílica y perdió una gran oportunidad, porque se hizo un desarrollo de medios públicos pensando que se partía de cero y esto no era verdad, había toda una tradición previa que ha venido a reorganizarse ahora. Pero es verdad también que una de las cosas que se notan más en los contenidos tiene que ver con cómo está el país, es decir, hecho unos zorros.

Una de las cosas a las que estamos tendiendo las y los profesionales es a pensar que antes estábamos en un momento idílico y que ahora está todo fatal, pero la mayoría seguimos siendo los mismos. El momento del país es mucho más complicado. Efectivamente hay una pugna de controles, como siempre, de los poderes, pero la gente está intentando hacer su trabajo. Es decir, que se ha producido un desprestigio del medio, especialmente de TVE. Han pasado cosas que no deberían haber pasado, pero también hay intencionalidad en desprestigiar los medios públicos, una intencionalidad que ha ido creciendo.

Todo el tema de retirar la publicidad de los medios públicos, por ejemplo, no ha sido desinteresado. No podemos sustraernos al debate de la propiedad de los medios, de quién controla y de los intereses económicos. Se ha producido un desmantelamiento de los medios públicos, pero no ha empezado ahora. Detrás estaban las pugnas por el control del mercado publicitario, por ejemplo. Las previsiones han fallado, porque no toda la publicidad de TVE luego pasó a las privadas. El problema de las privatizaciones y los intereses de gestión en las privadas se ha complicado mucho.

En España y en Europa hay un déficit de reflexión sobre las empresas mediáticas y los intereses que ocultan, así como sobre el papel de los medios públicos y el de los privados. Desgraciadamente la cosa no apunta a mejorar, sino todo lo contrario. Con toda la crisis de todos los medios se están reduciendo las posibilidades de que existan medios, la precarización es cada día más fuerte… En este sentido, me interesa mucho el proceso en América Latina, el tema de que algunos gobiernos planteen que tienen que salvaguardar los intereses frente a las empresas privadas.

- ¿Qué opinas, por ejemplo, del caso de Argentina y la polémica Ley de Medios2, que parece que ahora sí se pondrá totalmente en marcha?

- Estoy a favor, pues se ha demostrado que la autorregulación no funciona. Sería ideal, pero no funciona. En América Latina la situación es más salvaje que aquí, los medios privados son incluso golpistas. ¿Quién defiende los procesos de la ciudadanía cuando tienes medios golpistas privados y cuando faltan medios públicos? Por ejemplo, en Ecuador no existían medios públicos, han tenido que crearlos ahora. En Venezuela y en Colombia también hay muchos intereses en los medios privados. Y, por cierto, hay una parte de intereses de medios españoles. Una de las cosas que más me preocupa es que la imagen que tenemos de América Latina está hecha en función de los intereses económicos de algunos grupos mediáticos que están distorsionando toda posible comprensión de los procesos.

La gente tiene que estar alerta en cuanto al tema de los medios de comunicación. Hay algunos documentos legales interesantes sobre cómo ha ido evolucionando el concepto de libertad de expresión, relacionado con el derecho de la ciudadanía a la información y la comunicación. El derecho a la libertad de expresión surge a principios del siglo XX para defender los intereses ciudadanos ante Estados totalitarios. Es decir, para que los periódicos y los grandes medios tuvieran alguna herramienta para defenderse ante Estados totalitarios. El tiempo ha ido pasando, se han generado democracias y, aunque tendríamos que repensar un poco dónde están los poderes, los gobiernos representan más los intereses de la ciudadanía. Se producen cambios. Empiezan a reforzarse los monopolios y a la vez la ciudadanía va perdiendo poder. Entonces me parece lógico que, como ocurre en Ecuador, haya una ley que diga que un banco no puede tener más de un 25 por ciento de las acciones de un medio de comunicación. ¿Quién me va a defender, salvo que yo tenga posibilidades de tener mi propio medio? ¿Es una herramienta peligrosa? Sí, pero hay que ver qué hacemos, porque está claro que el mercado no se autorregula.

- Fundaste Mujeres en Red[3] hace más de 15 años. ¿Sigues convencida de que internet es una herramienta fundamental para la lucha por los derechos de las mujeres?

- Sí, pero no podemos pensar en internet como un medio separado ya. Los medios están ahí, cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes y forman parte de un global. Ha habido un momento en que ante los medios de comunicación tradicionales existía la posibilidad, con internet y los medios digitales que surgían, de abrir huecos y generar espacios propios de debate. Pero creo que ahora estamos en otra fase. Internet está en el centro del poder. Antes había que hackear, estábamos fuera de las historias, teníamos que ver de qué manera podíamos intervenir. La opción era hackear, es decir, deconstruir, romper. ¡Ahora está todo roto! El mapa se ha horizontalizado y complicado mucho más, porque no estoy acuando desde la periferia, tengo ya un espacio de poder. Ahora la historia es cuáles son las estrategias de construcción, pero las quiero pensar no desde las periferias y en ese repensar todo hay que ver cómo nos organizamos.

No quiero que haya un trocito en un periódico que hable de la mirada feminista. Quiero que todos los periódicos tengan perspectiva de género y que no se olviden de las mujeres. Es decir, quiero estar en el centro. Primero hablábamos de ciberfeminismo. Significa que las feministas trabajábamos sobre cómo utilizar los ordenadores e intentábamos participar en los procesos de transformación utilizando las nuevas herramientas. Después hablamos de hacktivismo feministay vimos como no sólo había que utilizar las herramientas sino que había que deconstruir, romper. Utilizar las fórmulas que el hacktivismo usaba para cuestionar otras hiostorias sociales.

Pero es que ahora todas tenemos teléfono, podemos hacer nuestra emisión en directo. Puedo participar en el diseño de una estrategia de comunicación institucional. Es decir, que no quiero pensar desde los márgenes, quiero que la ciudadanía tenga capacidad para intervenir en todo. El reto en estos momentos es dejar de pensar desde los márgenes, queremos una alternativa global de cambio.

- Internet ha jugado un papel determinante para diferentes movilizaciones en el mundo, como la primavera árabe, y lo está jugando aquí ahora. ¿Qué puede hacer el poder al respecto?

- El poder interna cerrar unos espacios y la gente abre otros. Es un espacio en disputa. Hay muchos intentos, desde el tema de la reivindicación clave de la neutralidad de la red, los costes, las propiedades de las telecomunicaciones, etc. Es fundamental que desde los espacios progresistas, desde la izquierda, desde el activismo, se piensen. La izquierda tiene un problema de tecnofobia que tiene que superar. Uno de los problemas que tenemos es que hay poca gente diseñando políticas públicas en temas de comunicación. Incluso en la época del PSOE uno de los principales déficits era que toda la parte de políticas de comunicación la llevaba gente de empresas privadas que utilizaba esos esquemas. Pero es que ahora nos lo dicen abiertamente. El ministro de Defensa tiene acciones en empresas armamentísticas, ya no es que parezca o no parezca, sino que está totalmente conectado, con absoluta desfachatez. Y mientras tanto, ¿quién habla de estas cosas? Prácticamente no hay debate.

Hay que pensar en el tema, reflexionar sobre el control de YouTube, por ejemplo. Están generándose nuevas empresas de control que efectivamente tienen la llave de muchas cosas. Me parece que es interesante utilizar lo que hay para intentar cambiar lo que podamos, pero tiene que haber gente a la vez pensando en cómo salvar todo esto, prevenir. Por ejemplo, el tema de los contenidos en redes sociales. Soy partidaria de usar Facebook, pero hay que ser consciente de que todos los contenidos que tienes ahí son vulnerables. Falta saber usar las tecnologías de manera ecológica y sostenible.

- ¿Cómo van estos debates en América Latina o en otros lugares?

- Se están dando los mismos debates, con la diferencia de que en algunos casos se están creando nuevas legislaciones. Aquí nos están cayendo cosas encima y no somos muy conscientes, como la Ley Sinde. En América Latina están también legislando, pero desde una posición mucho más a la izquierda, porque algunos gobinernos se están dando cuenta de que la soberanía tecnológica es algo fundamental.

El elemento diferencial es que gobiernos como el de Ecuador tienen claro cómo no quieren que sean los modelos, lo que no significa que no se logren colar ciertas cosas. Teléfonica, por ejemplo, está allí e intenta intervenir, pero los proyectos están mucho más a favor de los derechos de la ciudadanía, nos llevan una década por delante. Hace diez años pasaron la mega crisis, se hundieron, surgieron nuevos liderazgos, se volvió a repensar la construcción política… Han salido algunos líderes, con sus pros y sus contras, pero el peso, la preocupación, está en la ciudadanía.

- A nivel individual, ¿qué hacemos con las identidades digitales, las máscaras, alter egos…?

- De manera cotidiana y aunque tú no quieras estar en internet, estás. Si reaccionas desde el control y la gestión dices cómo quieres estar. Si no, simplemente vas a estar cómo alguien ha decidido. La comunicación no es algo ajeno, volvemos nuevamente al derecho de la ciudadanía a la información y la comunicación: tengo que gestionar lo que hago, cómo me comunico, qué comparto, todo en un sistema global. Forma parte de nuestra interacción cotidiana, está en nuestras vidas aunque sigamos viéndolo como algo ajeno. La clave está controlarlo y que no nos controle, tomar decisiones con autonomía, ser activas. Está ahí, no puedes decir “no quiero verlo”.

Incluso hablando de poblaciones indígenas está la postura “nosotros no queremos saber nada de la tecnología”, y otra, muy interesante, que dice: “en los momentos en los que estamos, hay muchas cosas que no serían posibles si no se utiliza la tecnología”. El buen vivir desde el concepto de la tecnología, por ejemplo. ¿Cómo sería? ¿Es no tener tecnología? He estado en Ecuador trabajando con este concepto, hay personas que están reflexionando sobre ello, no son recetas dadas. Pasaría por un uso ético y sostenible de la tecnología, por saber qué programas estás usando y usar programas en abierto, más libres. O porque los contenidos que se producen estén a disposición de la gente.

- ¿Y qué ocurre con la materia prima que se necesita para la tecnología, como el coltán? Está tan relacionado con violaciones de derechos humanos en la República Democrática del Congo, por ejemplo…

- Bueno, una cosa es el no desarrollo, el cero por ciento, y otra es un desarrollo sostenible y controlado. Una cosa es no tener luz eléctrica y otra generar luz eléctrica con estudios de impacto. Se está trabajando sobre redes autogestionadas, reciclaje…

- Sin salir de África, ¿qué opinas sobre la intervención en Malí?

- Lo que ocurre con los yihadistas en Malí no es equiparable a lo que puedan ser los enfrentamientos entre los clanes en Afganistán, por ejemplo.

- Pero en cuanto a la intervención en Libia te manifestaste totalmente en contra.

- En Malí lo que te encuentras en esa zona son grupos de delincuentes venidos de todas partes más un diez por ciento de tuaregs que deciden aliarse. Pero el movimiento tuareg en general no está en esa línea y ahora se está generando un gran problema, porque como se identifica a los tuareg con los yihadistas están discriminados y se está produciendo descontrol.

Las cosas no son blancas o negras, seguro que cuando Francia toma esa decisión no está sólo preocupada por las mujeres de Malí, sino también por sus propios intereses y su población autóctona, porque Francia tiene mucha gente allí. Pero no es un conflicto entre poblaciones, por tema de nacionalismo, por derechos… Es una historia de grupos de delincuentes, de bandas armadas, que han alcanzado mucho poder y que estaban a punto de ocupar la capital. El ejército de Malí no es capaz de frenarlos. ¿Podría el argelino? Podría, pero hasta que Argelia no dio el visto bueno, Francia no intervino. Nunca se sabe cuál es la mejor solución, pero no es equiparable con Libia, donde eran clanes, enfrentamientos, con una mezcla sociológica mucho más compleja.

Por Andrea Gago Menor. Redacción Pueblos 
Fuente: Revista de Información y Debate.

NOTAS:
El Consejo de Europa hizo público en enero de 2013 un informe sobre el estado de los medios de comunicación públicos en los países de la Unión en el que apunta a los gobiernos de seis países (Hungría, Italia, Rumania, Serbia, España y Ucrania) por su injerencia política en las televisiones públicas. Artículo sobre algunas de las cuestiones que han dado pie a esta valoración: “La contrarreforma de RTVE”, 04/08/2012, www.elpais.com.
Más información en el artículo De Moraes, Dênis (2012): “Por qué la Ley de Medios de Argentina es referencia fundamental para América Latina”, Alai.Ver en alainet.org/active/61175. El objetivo de la legislación, que ha estado suspendida cautelarmente desde 2009, es terminar con los monopolios mediáticos en Argentina, lo cual afecta directamente a Grupo Clarín. En diciembre de 2012 un juez argentino declaró constitucional esta ley.
Mujeres en Red, www.mujeresenred.net, se creó en 1996.

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