mayo 05, 2013

Sexualidad: "Para calentarte mejor"

El porno feminista existe. Y lo mejor, es porno. La afirmación no es de perogrullo, sobre todo porque la industria sigue considerando a las mujeres como muñecas inanimadas y orificios flexibles cuando están en la pantalla, o bien pudorosas consumidoras de un género llamado “soft” y que abunda en los mismos clichés sólo que con más filtros de cámara y menos primeros planos de las partes. En el cine de Erika Lust, la sueca que vive y trabaja en Barcelona, tampoco se van a encontrar planos quirúrgicos de genitales, pero no evita la acción –y la eficiencia– que requiere el porno para ser tal. Cuerpos que no parecen esculpidos con anabólicos y siliconas, historias que se sostienen y mucho espacio para ver y vibrar del placer femenino, he ahí una diferencia que Lust ofrece en sus películas y en su cine online donde también se puede encontrar a otras muchas directoras con ganas de divertirse, hacer chanchadas y contagiar gemidos.

No es sencillo encontrar una toma genital en las películas de Erika Lust. Al contrario, lo que abunda es la tensión antes del sexo, una buena historia que anticipa una escena de fetichismo o un trío HHM. En ese sentido, Erika Lust –Estocolmo, 1977– es el revés exacto de toda la artillería visual que ha arrojado la industria pornográfica desde la década del ’80: lúcida, inquieta, con una propuesta estética original y un discurso opuesto al cine mainstream occidental, aquel que factura cifras demenciales desde que Garganta profunda habilitó la circulación comercial del cine hardcore. “El cine que yo hago, un cine adulto independiente, explícito e inteligente, es un cine donde las mujeres expresan su sexualidad, donde somos nosotras las que decidimos cómo se nos va a representar: quiero ver mujeres siendo mujeres, con sentimientos, educación, mujeres casadas, con hijos, divorciadas, delgadas, con curvas” declara Lust a Página/12.

Erika Lust se graduó en Ciencias Políticas, con orientación en Teoría Feminista y Derechos Humanos. Más tarde se trasladó a Barcelona, donde fundó su propia productora: Lust Films. En 2004 filmó su primer largo: Cinco historias para ellas, que obtuvo el Venus Eroticline Award 2007 en Berlín y el premio a la mejor película del año en el Feminist Porn Award (2008). Le siguieron Barcelona Sex Project (2008), Life Love Lust (2010) y Cabaret Desire (2012), su último trabajo hasta el momento, inspirado en el Poetry Brothel de los años ’20, un espacio marcado por la bohemia literaria de posguerra, donde las lecturas de poesía se intercalaban con orgías multitudinarias.

Guionista, directora y escritora –su libro Porno para mujeres puede descargarse de manera gratuita en pornoparamujeres.com–, Lust encabeza el movimiento del cine pornográfico feminista y reivindica una mirada realista sobre el sexo.

En primer lugar: ¿De qué se trata el cine pornográfico feminista? ¿En qué se diferencia del cine mainstream?

Me acerqué al porno como muchas adolescentes, con una mezcla de curiosidad y de sorpresa, y no me gustó lo que vi, no me sentía identificada en absoluto. Evidentemente había algo en las imágenes que me excitaba pero también muchas cosas que me molestaban. ¿Dónde estaban mi estilo de vida y mi sexualidad? En el cine porno mainstream, dirigido mayoritariamente por hombres, no se preocupan por esto, prefieren pensar que somos unas guarras, nos identifican con prostitutas calentonas, como si el resto de las mujeres no disfrutáramos del sexo. Los hombres no quieren pensar en sus madres, hijas o hermanas y su sexualidad. Alguien tenía que cambiar esa concepción y hacer del porno un discurso cinematográfico donde se cuenta una historia, donde los personajes evolucionan y muestran sus miedos, preocupaciones, deseos y fantasías sexuales. Mi cine es eso, una manera de entender lo masculino y lo femenino, en una industria en la que sólo había voces masculinas, y en muchos casos machistas donde no estaba retratado nuestro placer.

¿Cómo pasaste de estudiante y graduada en Ciencias Políticas a fundar tu propia compañía audiovisual?

–La verdad es que si me hubieran dicho hace años que iba a montar una productora, no me lo creería. Vengo de un mundo académico y había imaginado mi vida de otra manera, más ligada a las relaciones internacionales. Pero estoy especializada en feminismo y siempre tuve la intención de trabajar para un mundo más justo creando un impacto en la sociedad. Podía conseguirlo a través de la política, pero es complicado y es un proceso lento, quería hacer algo más creativo y, como siempre me había fascinado el mundo audiovisual, decidí cambiar de dirección. A través del audiovisual se puede crear una influencia impactante, me sentí con la necesidad de ofrecer mi visión y exponer mis inquietudes y pensamientos. Me decanté por la industria pornográfica, ya que como te contaba anteriormente es un campo explorado únicamente por hombres y para hombres y quería crear una nueva concepción y hacerlo a mi manera, mostrando lo que a mí y a mis amigas nos gustaba ver, desde una visión realista en la que cualquier mujer real pudiera sentirse identificada.

Cuando hablás de cine porno feminista, por un lado brindás una declaración política pero también diagramás un público específico para tu trabajo. ¿Pensás que esta división genérica te brinda oportunidades comerciales, es decir, de audiencia?

–Cuando hablo de cine porno feminista estoy lanzando un grito que busca el cambio, es tan sólo un concepto, porque el resto del porno no está orientado de ninguna manera a la mujer, es totalmente machista. En ningún momento pretendo crear una división, al contrario; lo que quiero es una igualdad de tratamiento en el hombre y la mujer, que no sólo se tenga en cuenta el disfrute y placer masculino. Es un cine orientado a lo que la mujer quiere, pero lo que ella quiere y su manera de disfrutar conllevan también al disfrute del hombre, por eso mi cine es para todos y cada día recibe más aceptación entre los hombres.

En una entrevista decías: “Veo al porno como una herramienta de educación, de influencia, de política”. ¿Podrías profundizar en esta idea?

–El audiovisual es un medio que sirve para influir, enseñar y mostrar valores a la sociedad. Yo lo hago desde un punto de vista femenino; ante la escasa participación de la mujer en el mundo audiovisual cualquier presencia y visión femenina es política. Hay mucho que reivindicar porque nuestra voz no se oye, necesitamos expresarnos. Alguien tiene que enseñar a todas esas mujeres que el sexo no es algo negativo, el sexo es bueno y beneficioso, es disfrute y placer no sólo para los hombres.

Tus películas exceden los límites del género pornográfico para instalarse en un espacio de crítica, no sólo del porno mainstream, sino también de una línea de discurso que funciona a base de estereotipos y una concepción sexual que está presente en el cine, la música, los medios televisivos y los medios gráficos. ¿Lo ves de esta manera?

–Para mí es importante entender a los personajes, crear una historia, es la única manera de que nos sintamos identificados, buscando personajes reales, con vidas reales, saber quiénes son, por qué desean al otro, por qué tienen sexo. Las sensaciones y las emociones influyen mucho en la sexualidad, hay un recorrido antes de que dos personas follen. Los hombres siempre hacen lo mismo: una mujer está triste en su casa porque se le ha estropeado el grifo, llega el fontanero, se saca la polla, ella se agacha, se la chupa y follan. Para mí eso no tiene ningún sentido. Mejorar ese esquema narrativo no es nada complicado y sólo con un poco de imaginación ya se hace una diferencia enorme. Situarnos en el ambiente a través de una música agradable, con una buena calidad fotográfica, creando un arco de personaje y puntos de giro en la historia la hacen mucho más rica e interesante y al llegar al punto candente del acto sexual el resultado es mucho más satisfactorio.

Tu última película, Cabaret desire, está inspirada en el Poetry Brothel de los años ’20. ¿Qué te atrajo de la propuesta para llevar adelante una versión fílmica y modernizarla al siglo XXI?

–El mundo del sexo y del placer tienen mucho que ver con la fantasía, la imaginación, a pesar de presentar situaciones realistas, crea un juego más interesante y sensual cuando se introduce en un ambiente irreal, de sueño, donde todo es posible. Es una paradoja entre ficción y realidad, aunque a veces la realidad supera a la ficción, es una manera de hacer soñar y despertar el deseo de los espectadores invitándolos a hacer cosas nuevas.

Me interesan los actores de Cabaret desire, no parecen estrellas porno. Es más, por look o presencia física se alejan del prototipo de la industria. ¿Cómo fue el casting? ¿Qué buscás en un actor para que integre el elenco de tus películas?

–Precisamente eso es lo que intento, romper con el prototipo de la industria. No me gustaba el porno que veía y quería cambiarlo, aportar algo diferente, y una de las cosas que no me gustaban eran los actores prototípicos porque no mostraban a gente real con quienes nos pudiéramos sentir identificados. En Cabaret desire he intentado aportar un poquito para todos los gustos, tanto en edades como en físico. Lo que busco en un actor es recrear un personaje real, con una vida normal, una cotidianidad, presentarlo en su entorno, contar quién es y por qué mantiene relaciones sexuales, qué busca del sexo, qué le satisface. Empatizar con los personajes y conocerlos un poco ayuda a la hora de verlos en acción.

¿Cómo fue la circulación de Cabaret desire? ¿Qué aporta tener tu propio cinema online y las dos versiones con que se distribuyó la película?

–Lustcinema.com es una herramienta muy poderosa de distribución, por ejemplo en Buenos Aires ningún negocio vende nuestros DVD, o sea que puedes ver todo online allí. Lo de las dos versiones (soft y explícita) es porque hay televisiones que nos piden una versión más suave para poder emitir en países donde hay restricciones legales respecto del sexo explícito. Cabaret desire ha vendido ya en todo el mundo más de 250.000 DVD y cerca de medio millón de descargas legales. Las ilegales también son muchas, pero no se pueden contabilizar.

Linda Williams ha escrito que, mientras la escena de la eyaculación es necesaria para representar el placer sexual masculino, no existe un equivalente femenino posible. ¿Crees que existe alguna forma de representación del goce femenino que escape al imaginario de la sexualidad varonil?

–Linda Williams es una gran inspiración para mí, tras leer sus libros Hard Core y Porn Studies fue cuando decidí convertirme en productora y directora de cine para adultos. Sin embargo, no puedo hablar por todas las mujeres, pero nosotras queremos ver placer femenino, deseamos ver cómo las mujeres exploran, disfrutan, encuentran placer en partes de su cuerpo que estaban dormidas, buscamos aprender a través de la pornografía, conocernos a nosotras mismas. La práctica oral dedicada a la mujer es importante, sin embargo, desde el imaginario masculino las mamadas van hasta el fondo de la garganta provocando incluso arcadas y las mujeres violadas disfrutan. Nosotras queremos ver un producto en el que se tenga en cuenta el goce de la mujer y no sólo el del hombre, sentirnos dominantes, con poder de decisión y no marionetas indefensas que siempre estamos dispuestas a follar. Escenas con miradas cómplices, masajes, romanticismo, citas, son ejemplos exitosos que envuelven un proyecto que satisface a muchas mujeres. Creo que el placer femenino se compone de un cúmulo de cosas, somos más sensibles y complicadas.

En Argentina la industria del porno es muy pequeña, no sé cómo será la situación en España. En sentido contrario, hace poco tiempo Ercole Lissardi, un reconocido escritor uruguayo de novelas eróticas, dijo: “La sociedad se pornografizó. Estamos saturados de pornografía”. ¿Crees que el porno tiene un nivel de audiencia y de penetración cultural que antes no tenía?

–Siempre se ha consumido pornografía, lo que ocurre actualmente es que el acceso es mucho más fácil y el concepto del porno, del sexo en sí, está más normalizado y está dejando de ser el tabú que era. Mientras antes sólo los hombres disfrutaban de la masturbación y para ello se valían de revistas tales como Interview, fotografías, catálogos o tenían que ir a salas X, ahora gracias a Internet y a la libertad de expresión el porno es totalmente accesible, por lo que el aumento es obvio, también porque está más normalizado. Pero lo veo como algo totalmente positivo, a través de la masturbación nos conocemos a nosotros mismos, sabemos lo que nos gusta y podemos compartirlo con nuestras parejas, imagínate antes cuántas mujeres no sabían lo que era un orgasmo o estaban condenadas a una vida sexual insatisfactoria por falta de información. El porno forma parte de la sociedad y tiene y debe de haber un espacio para ello.

Por Martín Jali
Foto: Dunia Montenegro, una de las protagonistas de Barcelona Sex Proyect (2008), en la que diversos habitantes de la ciudad catalana hablan de sí, de sus familias, de sus trabajos y sus placeres para después masturbarse en cámara.
Fuente: Página/12

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