Conflictos privan a las mujeres de atención médica en India
La creciente violencia en India a raíz de tensiones étnicas y la insurgencia armada perjudican a las mujeres e impiden el acceso a los cruciales servicios de salud reproductiva. Crédito: Stella Paul/IPS
Desde 2007, Khemwanti Pradhan se dedica a promover servicios públicos de salud entre las mujeres y las insta a parir en hospitales en vez de en sus casas. Esta “mitanin”, de 25 años, está capacitada y acreditada como trabajadora comunitaria de la salud en el central estado indio de Chattisgarh.
Por una ironía del destino, Pradhan, quien dio a luz a su primer hijo en 2012, no pudo llegar al hospital porque ese mismo día, las fuerzas de seguridad del gobierno allanaron su aldea de Nagarbeda, en la región de Bastar en Chattisgarh, considerada un semillero de insurgentes comunistas.
En el pánico y el caos que siguió al operativo, la aldea quedó aislada y Pradhan tuvo que arreglárselas sola.
“He visto mujeres recurrir a remedios caseros como cataplasmas para curar la sepsis solo porque no quieren ir ni con un combatiente del ejército ni con uno rebelde”: Daniel Mate
“Los hombres de la seguridad buscaban rebeldes maoístas casa por casa. Detuvieron a muchos jóvenes. Mi esposo y mi cuñado tuvieron miedo y huyeron a la selva”, explicó.
“Cuando comenzaron las contracciones, no había nadie cerca. Herví agua y parí sola”, relató.
Gracias a su capacitación como mitanin, que significa “amiga” en la lengua local, Pradhan tuvo un parto tranquilo y seguro.
Pero no todo el mundo corre con esa suerte. La creciente violencia que existe en India por las tensiones étnicas y la insurgencia armada afectan particularmente a las mujeres y a los cruciales servicios de salud reproductiva.
Por ejemplo, en junio, Anita Reang, una joven de 22 años de la tribu bru, comenzó a perder mucha sangre mientras daba a luz en su domicilio.
La joven tuvo una hemorragia que le causó la muerte, según dijo su madre, Malati, a IPS. No pudieron abandonar su casa en el conflictivo distrito de Mamit, en el nororiental estado de Mizoram, porque estaban rodeadas de vecinos mizo, hostiles a la familia bru.
Según Médicos Sin Fronteras (MSF), la violencia de género, las infecciones sexualmente transmisibles como el VIH (virus de inmunodeficiencia humana), la mortalidad materna y neonatal, así como la morbilidad aumentan en tiempos de conflicto.
Esa situación puede tener enormes consecuencias en India, donde hay 31 millones de mujeres en edad reproductiva, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Este país está lejos de cumplir el quinto de los Objetivos de Desarrollo de Milenio dedicado a la mejoría de la salud materna, que incluye la meta de “reducir un 75 por ciento la tasa de mortalidad materna entre 1990 y 2015”.
En este país, eso significa disminuir a 103 las mujeres que mueren durante el embarazo, el parto o el posparto, cada 100.000 nacidos vivos, pues la mortalidad materna se ubica en 230.
Hay una falta de comprensión a escala nacional del impacto que tienen los conflictos sobre la salud materna, pese a que los especialistas coinciden en que dificulta el acceso a las clínicas y a otras instituciones de salud.
El coordinador de país de MSF, Simon Jones, dijo a IPS que en India “las causas más comunes de muerte neonatal son la prematurez y el bajo peso al nacer, además de las infecciones neonatales y la asfixia o trauma al nacer”.
El gobierno tiene programas de salud materna e infantil a escala nacional, como los llamados Janani Suraksha Yojana y Janani Shishu Suraksha Karykram, que ofrecen atención médica sin costo, además de medicamentos, suplementos nutricionales e incentivos económicos para las mujeres que paren en los hospitales estatales.
Pero según Waliullah Ahmed Laskar, defensor de la Alta Corte de Guwahati, en el nororiental estado de Assam, las mujeres que quieren acceder al programa del gobierno deben desplazarse hasta un centro de salud, una ardua tarea para quienes habitan en zonas de conflicto.
En el centro y este de India, eso representa unas 22 millones de mujeres.
Además, en las zonas de conflicto desconfían de los trabajadores de la salud, apuntó Laskar. “Les tienen miedo porque creen que están en su contra y las pueden tratar mal”, apuntó.
Para Jomila Bibi, una musulmana de 31 años del distrito de Kokrajhar, en Assam, los temores no eran infundados. Su bebé recién nacida murió a fines de octubre, cuando los médicos pertenecientes a un grupo étnico rival se negaron a atenderla.
Bibi huía de los enfrentamientos entre musulmanes bengalíes y miembros de la tribu bodo, en Assam, que dejaron casi medio millón de personas desplazadas en la región.
Daniel Mate, un joven activista de la localidad de Tengnoupal, en la atribulada frontera con Birmania, relató varios casos de mujeres que se negaban a buscar ayuda profesional, pese a tener varias complicaciones de posparto, debido a la comprometida situación de la seguridad.
“Cuando hay más de un grupo armado (como sucede en Tengnoupal y sus alrededores, en el nororiental estado de Manipur), es difícil saber quién es amigo y quién es enemigo”, explicó en diálogo con IPS.
“He visto mujeres recurrir a remedios caseros como cataplasmas para curar la sepsis solo porque no quieren ir ni con un combatiente del ejército ni con uno rebelde”, añadió Mate, quien aboga por suministros médicos para las aldeas más alejadas, donde deambulan numerosos hombres armados.
La solución, según Jones, de MSF, es mejorar la atención a la salud materna con servicios que incluyan profesionales capaces de practicar cesáreas y transfusiones de sangre.
Igualmente importante es la sensibilización de los trabajadores de la salud y del personal de seguridad, quienes pueden convencer a las mujeres de buscar atención médica, aun en tiempos difíciles y contextos complicados.
Otros especialistas sugieren servicios de salud móviles con parteras capacitadas para atender a las mujeres en zonas remotas y sensibles.
Según el médico Kaushalendra Kukku, quien trabaja en un hospital estatal en Bastar, “cuando estalla la violencia, todos los sistemas colapsan. La mejor forma de minimizar el riesgo de mortalidad materna en estos contextos es llevar la atención a las mujeres, y no esperar a que ellas la busquen”.
Pradhan, quien continúa desempeñándose como trabajadora de salud comunitaria coincidió. “Tuve un parto seguro porque estaba capacitada. Si otras mujeres tuvieran la misma formación, también podría serles de ayuda”, arguyó.
Por Stella Paul
Editado por Kanya D’Almedia / Traducido por Verónica Firme
Este artículo fue publicado originalmente en la edición especial de TerraViva: “ICPD@20: Seguimiento y Potencial para después de 2015”, publicado con apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). El contenido es autoría independiente de los periodistas de IPS.