septiembre 08, 2018

Los cuerpos que importan en la poesía de Hollie McNish.



Hollie McNish pertenece a una generación brillante de poetas jóvenes anglosajonas en la que se pueden incluir a las estadounidenses Caitlyn Siehl, Emily O’Neill o Rebecca Hazelton, y las también británicas Kate Tempest o Warsan Shire.

Si hubiera que elegir un solo rasgo que caracterizara la producción poética de estas mujeres, éste bien podría ser el entendimiento de la poesía como un medio de intervención social o, más concretamente, como un medio de denuncia de las situaciones que se consideran intolerables, dolorosas o conflictivas: el sexismo cotidiano y, particularmente, la violencia sexual (véase, por ejemplo, el nuevo libro de Emily O’Neill, You Can’t Pick Your Genre; el poema “Try Violence”, en el libro Bad Star, de Rebecca Hazelton; o el aquí traducido “Clubbing”, de Hollie McNish), ola desigualdad creciente en un mundo globalizado (de manera general, por ejemplo, Holdy our Own, de Kate Tempest, o el poema “Mathematics”, del libro al que dedicamos este texto). Estas poetas prestan además una cuidada atención a la experiencia vital desde el cuerpo, en especial, desde el cuerpo sexuado y, como tal, cuerpo juzgado. Las expectativas sociales sobre las mujeres jóvenes y mayores (un tema transversal en Cherry Pie), la vulnerabilidad del cuerpo femenino en nuestras sociedades patriarcales, la fluidez del género (el género como un espacio de cuestionamiento pero también de juego, de búsqueda, de travesía) son aspectos esenciales en la obra de estas poetas. Pero también el cuerpo tembloroso de hombres y mujeres migrantes en barcas improvisadas o esos mismos cuerpos, inertes, cayendo lentamente hacia el fondo del océano, como se relata en el impresionante “OceanFloor”, traducido a continuación.

En ese sentido, no sería extraño pensar que estas poetas estarían de acuerdo con la afirmación de Audre Lorde de que la poesía no es un lujo sino un instrumento para poner los cimientos de un futuro diferente. O con las ideas de una coetánea y amiga de Lorde, Adrienne Rich, cuando afirmaba que la poesía no solo es un medio para recordar nuestra mutua dependencia sino también para cuestionar las narrativas dominantes sobre la opresión. La poesía atrapa la experiencia personal, cercana, pero también los acontecimientos políticos y sociales que ocurren a kilómetros de distancia: “en un tiempo de ataques frontales tanto al lenguaje como a la solidaridad humana, la poesía puede recordarnos lo que estamos en peligro de perder- nos perturba, nos incentiva a abandonar la resignación”, dirá Rich. Volviendo de nuevo a Audre Lorde, la ira como respuesta de las mujeres aparece en la obra de estas jóvenes poetas como un mecanismo para conservar y reivindicar la voz, para denunciar los discursos y las prácticas que oprimen a las mujeres en múltiples espacios a lo largo de sus vidas (en los medios de comunicación, en las relaciones de pareja, en espacios públicos), especialmente aquellos discursos y prácticas que tienen el cuerpo femenino en el centro.

No obstante, estas autoras hacen uso de instrumentos que no estuvieron al alcance de sus antecesoras: las nuevas tecnologías, que son entendidas como medios al servicio de esa transformación social. El uso de las redes sociales o de la plataforma Youtube sirve no sólo para difundir su trabajo poético sino también para implicar e interactuar con lectores y lectoras, y con otros poetas. Las nuevas tecnologías dan un nuevo sentido a la afirmación de Adrienne Rich de que la poesía sirve para conectar los fragmentos dispersos en nuestro interior pero también para conectarnos con los otros, ya sean semejantes a nosotros o totalmente ajenos. La discusión de los poemas a través de la Red, la puesta en común de borradores o la lectura en voz alta de nuevos poemas supone un tipo de interacción que puede revertir en la amplificación del poder de la poesía, si no para el cambio social, sí para la discusión de temas importantes en la agenda feminista contemporánea: la violencia contra las mujeres, el cuestionamiento del binarismo de los géneros, el cuerpo como espacio de reivindicación y placer.

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Cherry Pie, de Hollie McNish

Cherry Pie (2015) es una obra que incluye una colección de poemas de Hollie McNish y un conjunto de ilustraciones de autoras contemporáneas, que acompañan, ensalzan y se adaptan al estado de ánimo que transmiten los poemas.

Muchas de las características que se han enunciado anteriormente están presentes en la obra de la autora. Hollie McNish parte del objetivo de dar vida a la poesía (“bringing poetry to life”) y para ello se sirve del proyecto “Page to Performance”, un espacio de creación poética donde se imparten talleres literarios, se organizan conferencias o eventos de Slam Poetry, certámenes en los que poetas noveles recitan su obra original(la propia McNish ganó en el año 2009 el certamen británico de Slam Poetry). Además, McNish cuenta con un canal en Youtube donde lee sus poemas e interactúa con sus seguidores y seguidoras, y en su cuenta de Twitter sus poemas y audios son continuamente retuiteados.

La poesía de McNish persigue la conexión con los otros a la que se refería Adrienne Rich, tanto en espacios virtuales como físicos, para plantear temas esenciales de la agenda política y feminista actual: el racismo, la migración, la pornografía, la opresión de género y clase, los cuidados de niños y niñas en los espacios públicos o los conflictos en el ejercicio de la parentalidad. No obstante, uno de los temas más interesantes en su obra es su foco sobre el cuerpo: en la poesía de McNishl os cuerpos importan, por usar la afortunada expresión de Judith Butler. El cuerpo violentado de las mujeres en el espacio público, tal como se refleja en el poema “Clubbing”, en “Cupcakes and Scones” o en “EatMyFig”; el cuerpo hipersexualizado de las mujeres en los medios de comunicación, como expresa el poema “Reverse”; el cuerpo de las mujeres mayores y su significado ambiguo en el espacio público, como se refleja en “Café Culture”. Pero también el cuerpo precarizado y violentado por la acción política: por la guerra, en “Cherry Pie”; o por políticas migratorias que redundan en la producción de cuerpos vulnerables, como se cuenta en “OceanFloor”. El protagonismo del cuerpo se acentúa en su último libro, publicado con el expresivo título Nobody Told Me: Poetry and Parenting (Nadie me lo contó: Poesía y Parentalidad) donde aborda su experiencia del embarazo, el parto, la lactancia, los cambios en el cuerpo, los cuidados en el espacio público.

El feminismo contemporáneo, desde las últimas décadas del siglo XX, ha enfatizado la importancia de mirar hacia el cuerpo en su vulnerabilidad, en su potencial transformador. La poesía feminista contemporánea no es ajena a esa preocupación y aborda las problemáticas que tienen al cuerpo en el centro, en muchas ocasiones, desde la experiencia corporal propia. Y ello tiende hilos, y los hilos conforman redes, donde la experiencia se comparte, se amplifica, se cuestiona, se piensa de nuevo. No es poesía sobre el cuerpo sino desde el cuerpo. Y por ello es una poesía que nos concierne, que nos explica, que nos interpela. Que da belleza al mundo.

“Tú, una mortal, tú, una mujer que no quiere ser pequeña en ningúnsentido de la palabra. Tú, una poeta, tú, una feminista, que busca la belleza en, y más allá, de lo cotidiano”.

Nelly Wong

‘En busca de mi misma como héroe’



Por Silvia López
Silvia López Rodríguez está interesada en analizar cómo se aborda el estudio del cuerpo en la teoría feminista contemporánea, en el discurso político y en la literatura, especialmente en lo que concierne a los derechos sexuales y reproductivos, y la violencia de género. En especial, su interés reside en estudiar cómo la Política y las políticas públicas producen cuerpos vulnerables. Actualmente trabaja como profesora de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid.
Fuente: La Tribu

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