Una revuelta postcolonialista Bajo los ojos de Occidente: La solidaridad feminista a través de las luchas anticapitalistas[1].
Imagen: Jornadas feministas FUCK PATRIARCHY! en Vaciador
El ensayo “Bajo los ojos de occidente” fue escrito por Chandra Talpade Mohanty en el año 1984 y con posterioridad entrando el nuevo milenio en el 2003, lo contextualizó en una relación intelectual, política e institucional desde una óptica feminista transcultural de un mundo globalizado. En el sentido de retomar la significancia de la universalidad de occidente y lo particular de la teoría feminista, así el trabajo transcultural feminista debía considerar en su marco de fundamentación las micropolíticas de contexto, la subjetividad y la lucha de las comunidades, como también la macropolítica de los sistemas y procesos políticos y económicos globales.
De igual forma, Mohanty y otras feministas postcoloniales trabajan el argumento de conocimientos situados, en una forma de revelar un feminismo blanco de occidente que se situa en una cuestión común y en un conjunto de conceptos particulares, que no salen de una perspectiva local y parcial de la realidad de una base eurodéntrica. Por lo que la autora al escribir su propuesta se enfrenta a una encrucijada entre el mundo académico en el que habita y el discurso hegemónico de la realidad, debido a que teorizar sobre las problemáticas entre las diferencias de lo local y lo universal, ha implicado una valorización que conlleva un análisis integral. Lo mismo ocurre con las posiciones feministas que se ven reforzadas en sus discursos ante las mujeres de distintas comunidades e identidades que construyen coaliciones y solidaridades más allá de sus frontera.
En la propuesta de Bajo (y dentro) de los ojos de Occidente: a la vuelta de siglo es interesante observar como la teoría y los movimientos feministas se han instalado dentro del discurso de lo público postermino de la guerra fría, y también en gran parte a la instalación de los temas de las mujeres como una instrumentalización de los derechos humanos impulsada por las agencias de naciones unidas, para su progresiva inclusión en las políticas públicas en un entramado de género. Aunque ante una notoria reducción de la soberanía de los gobiernos en el ámbito político y económico, por las trasnacionales dentro de un sistema neoliberal y su incedencia en nuestra forma de transitar la vida.
Es así, que para Mohanty la política académica del feminismo transcultural y las luchas feministas del Tercer Mundo/Sur es un análisis obligatorio para la producción teórica, como parte del discurso político y su impacto en el cotidiano de las mujeres que atiende los procesos políticos y económicos globales a un nivel macropolítico.
Las metodologías feministas adquieren nuevas direcciones para el desarrollo de sus análisis, para incorporar una base crítica feminista transnacional y anticapitalista que visibiliza las formas de dominio del sistema, comenzando en las comunidades de mujeres más marginadas del mundo, las mujeres de color en las naciones ricas y neocoloniales y las mujeres en el Tercer Mundo/Sur o Dos Tercios del Mundo, con la perspectiva de ampliar lo que se entendía por justicia social al vincular el punto de vista particular de las mujeres y las niñas sobre sus cuerpos en resistencia ante la perpetuación sexista y racial patriarcal con rostro neoliberal.
En las luchas antiglobalizadoras surge la inquietud de la autora por redefinir un proyecto de descolonización frente a las nuevas formas de capitalismo global, considerando los contextos culturales de los pueblos del Tercer Mundo y que incluso se ubican dentro de occidente. Así el objetivo es analizar los procesos de globalización corporativa y conocer los efectos reales sobre los cuerpos y el trabajo de las mujeres, teniendo presentes y cruzando las variables de raza, clase, sexuales, académicas, formas de trabajo, calle, casa, ciberespacio, barrios, prisiones y movimientos sociales.
De lo que surge la cuestión respecto a ¿qué significado tiene convertir la antiglobalización en un factor clave de la teoría y la lucha feministas? y la respuesta está en la importancia de la producción del conocimiento vía dos sitios específicos, que se entrelazan y son por una parte de índole pedagógica que incorpora un análisis de las diversas estrategias que se utilizan para internacionalizar (o globalizar) un Plan de estudios sobre la mujer, con el afán de empoderar un discurso feminista global por medio de documentación y debates producto de las conferencias internacionales y los medios de comunicación, y por otra de tipo activista, que va de la mano del discurso a la acción como una forma política contra la globalización que invisibiliza las temáticas de género y raza.
En las pedagogías antiglobalizadoras el foco se centra en la política del conocimiento, siendo un medio para cubrir la brecha entre lo “local” y lo “global” en los estudios sobre la mujer y específicamente en la práctica de enseñar en los medios académicos, que construyen una historia, singular y colectiva en femenino en los planes de estudios y las formas de desarrollar pedagogía en la formación de ciudadana. Para lo cual, Mohanty describe tres modelos pedagógicos: (i) el Modelo de la feminista como turista o la feminista como consumidora internacional, o incluso un “modelo de la carga de la feminista de responsabilidad de mujer blanca (White women’s burden) o discurso colonial”, que se desarrolla como una práctica pedagógica tipo fórmula para “añadir mujeres como víctimas globales o como mujeres poderosas, y revolver”, lo que en definiva es una especie de colonización del feminismo occidental; (ii) el Modelo de la feminista como exploradora, cuyo origen proviene sobre que “la mujer extranjera es objeto y materia de conocimiento”, donde confluye lo local y la globalización como un fenómeno económico, político e ideológico que somete activamente al mundo y; (iii) el Modelo de estudios feministas comparativos o de solidaridad feminista que indica que “es la estrategia más útil y productiva para el trabajo feminista en un contexto de diversidad cultural”, ya que se puede poner en práctica la idea de las diferencias comunes, y por supuesto, las relaciones desiguales de poder reconociendo lo específico y lo universal.
Y en lo que concierne a las actividades académicas y movimientos antiglobalizadores se reconoce que las mujeres cumplen diferentes roles sociales dentro de una economía, ya sea como trabajadoras, madres o consumidoras, por tanto los discursos se forjan sobre las ideas de las experiencias, la agencia y la lucha. En este quehacer, lo preocupante es identificar a quienes se privilegian en términos de formar una mayoría/minoría social caracterizada por un tercio/dos tercios del mundo y en esta dirección las feministas deben tomar una posición consecuentemente anticapitalista, ya que los temas de mujeres se institucionalizan en el área de los derechos humanos y se hace relevante generar espacios alternativos que crucen las categorías de raza y de clase, en una lucha que contenga a las comunidades como parte de las actividades académicas y haya una movilización de los lugares interconectados globalmente, y que en definitiva, se produzca una real descolonización del feminismo en las teorías y prácticas desde los márgenes.
Por Daniela Andrade Zubia
La Ciudad de las Diosas
[1] El presente análisis fue escrito a partir del Proyecto Colectivo Descolonizando el Feminismo: Teorías y Prácticas desde los Márgenes de Liliana Suárez Navaz y Rosalva Aída Hernández Castillo (editoras) y el Capítulo 10 De vuelta a “Bajo los ojos de Occidente”: La solidaridad feminista a través de las luchas anticapitalistas, a cargo de Chandra Talpade Mohanty.
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